Thursday, January 03, 2008

John Cheever: El hombre del des-amor
por Antonio Díaz Oliva | 20Dec07 PANIKO.CL


El Chejov de los suburbios en un nuevo compilado con lo mejor de sus cuentos. En el review del premiado Antonio Díaz (Roberto Bolaño 07 según el ministerio).

He amado todo lo que necesitaba amar. Sórdidos detalles a continuación.
David Bowie, “Ashes to ashes“

Cuenta la leyenda que una vez, a regañadientes, John Cheever aceptó ir a una de las obras de teatro de su esposa. Para este escritor alguna vez militante del partido comunista y ahora que profesaba las del típico hombre de familia prototipo estadounidense, que su señora actuara frente a cientos de personas era lo más parecido al infierno. Pese a eso, asistió de observador y se mantuvo en silencio la mayor parte de la función. Hasta que –mientras en las tablas su esposa y otro actor recreaban un casamiento y un cura preguntaba que si alguien se opone a esta boda, hable o calle para siempre- Cheever se paró como si nada y dijo: Yo me opongo. Su intervención no fue recibida con risas ni chiflidos, sino más bien con leves murmuraciones y la cara de te-odio-tanto proveniente de su esposa quien le miraba impávidamente desde lo alto del escenario.

He ahí una anécdota que bien podría reflejar parte de la imagen y obra de John Cheever (1912-1982). Porque el amor y las relaciones de pareja siempre fueron tópicos en su literatura. Pero no el amor a la Corín Tellado o Daniel Steel: El amor- en el mundo cheeveriano- siempre es una contradicción andante.

Y el libro El hombre al que amó y otros cuentos dispersos es una buena puerta de entrada para comprender esa contradicción. Trece cuentos de suburbios en que caben tanto una joven que aspira a ser actriz (otra vez el fantasma del teatro), parejas que pierden todo en las carreras de caballos, como la autobiografía de un agente viajero venido a menos. Relatos que, como dijo un crítico literario, “captan a la clase media que intenta preservar su dignidad en una época de limitadas expectativas” (si Cheever hubiese nacido en esta época, de seguro sería guionista de alguna serie de suburbios como Desperate housewives masculinizado, o un Step by step en versión decadente).

El hombre al que amó y otros cuentos dispersos sirve también como un entrenamiento antes de leer obras como Bullet Park, Falconer o las dos novelas de la familia Wapshot. Aún mejor: este volumen de relatos rescatados es el mejor tentempié a la hora de querer sumergirse en el resto de sus cuentos. Tal vez el género donde mejor se movía (por algo la catalogación de Chejov de los suburbios) y en el cual el mismo Cheever se encargó de encumbrar como algo sublime: “Estoy seguro de que, en el lecho de la muerte, uno se cuenta a sí mismo un relato y no una novela o un poema”.

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