Monday, January 21, 2008

M. de Unamuno
La agonía del Cristianismo (cap. III)
Al cristianismo hay que definirlo agónicamente, polémicamente, en función de lucha. Acaso mejor determinar qué es lo que no es cristianismo.

- Ese fatídico sufijo -ismo- cristian-ismo- lleva a creer que se trata de una doctrina como platonismo, aristotelismos, cartesianismo, kantismo, hegelianismo. Y no es eso. Tenemos, en cambio, una hermosa palabra, cristianidad, que, significando propiamente la cualidad de ser cristiano -como humanidad la de ser hombre, humano- , ha venido a designar el conjunto de los cristianos. Una cosa absurda, porque la sociedad mata la cristianidad, que es cosa de solitarios. En cambio, nadie habla de platonidad, aristotelica, cartesianidad, kantianidad, hegelianidad. Ni hegelianidad, la cualidad de ser hegelia, no sería lo mismo que hegelidad, la cualidad de ser Hegel. Y, sin embargo, no distinguimos entre cristiandad y cristidad. Es porque la cualidad de ser cristiano es la de ser cristo. El cristiano se hace un cristo. Lo sabia San. Pablo, que sentía nacer y agonizar y morir en él a Cristo.

San Pablo es el primer gran místico, el primer cristiano propiamente tal. Aunque a San Pedro se Ie hubiese antes aparecido el Maestro (v. Couchoud, "Sobre el apocalipsis de Pablo", cap. II de Le Mystére de Jésus), San Pablo vió al Cristo en sí mismo, se le apareció, pero creía que había muerto y había sido enterrado (I Ccr., XV, 19).Y cuando fué arrebatado al tercer cielo, no sabía si en cuerpo o fuera del cuerpo, pues esto Dios lo sabe -Santa Teresa de Jesús no lo repetiría siglos después- , fue arrebatado al paraíso y oyó dichos indecibles -es el único modo de traducir el: arreta rémata (1) antítesis muy del estilo de la mística agónica -que es la agonía mística-, que precede por antítesis, paradojas y hasta trágicos juegos de palabras. Porque la agonía mística juega con las palabras, juega con la Palabra, con el Verbo. Y juega a crearla. Como acaso Dios jugó a crear el mundo, no para jugar luego con él, sino para jugar a crearlo, ya que la creacion fué juego. Y una vez creado, lo entregó a las disputas de los hombres y a las agonías de las religiones que buscan a Dios. Y en aquel arrebato al tercer cielo, al paraíso, San Pablo oyó "dichos indecibles" que no es dado al hombre expresar (II Ccr., 2-5).

El que no se sienta capaz de comprender y de sentir esto, de conocerlo en el sentido bíblico, de engendrarlo, de crearlo, que renuncie no sólo a comprender el cristiamsmo, sino el anticristianismo, y la historia, y la vida, y a la vez la realidad y la personalidad. Que haga eso que llaman política -política de partido- o que haga erudición, que se dedique a la sociología o a la arqueología.

No sólo con el Cristo, sino con toda potencia humana y divina, con todo hombre vivo y eterno a quien se conoce con conocimiento místico, en una compenetración de entrañas, ocurre lo mismo; y es que el conociente, el amante, se hace el conocido, el amado.


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