Tuesday, January 22, 2008

Dejarse llevar
Secretos íntimos

Fecha de publicación: 19/07/2007

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Por Jaime Akamine

Crítica publicada originalmente en Godard! Nº12

Sarah no es la mujer típica de suburbio, advierte la voz narradora. Se le nota extraviada y distante de la charla que mantiene su grupo de amigas. Juntas, observan a sus niños jugar en el parque. Al poco, aparece Brad, atlético y bien parecido, con su hijo sobre sus hombros, y de pronto todas las miradas se vuelcan hacia él. Pero Brad no se percata del impacto que ha generado. Al igual que Sarah, es un ser de perfil bajo, insatisfecho de su matrimonio, reacio a la interacción con la gente. Aquí surge la figura de la amenaza, el factor contaminante que lo altera todo, porque así como Brad irrumpe en la vida de Sarah, y viceversa, con la presencia de un pedófilo dentro del vecindario termina por romperse el orden natural de las cosas. En Secretos íntimos hay un interés por interiorizar en esas personalidades, por someterlas a fin de develar el misterio que fuerza sus actos. Son individuos vulnerables, sufridos e inestables, resignados a un Edén que no es más que una simbiosis deficiente y manipuladora que han plantado con el tiempo. Todos temen salir heridos en este contexto, pero justamente hieren porque su naturaleza manda sobre las convenciones. Esa misma naturaleza que les ofrece la ilusión de escapatoria de una existencia mediocre.



Noah Emmerich


En efecto, Secretos íntimos intenta una reflexión sobre las motivaciones y miedos ocultos del hombre reflejados en su entorno inmediato; se mueve dentro de la conciencia de esa clase media en apariencia feliz y trabajadora, subrayando su irracionalidad e intolerancia, en la medida que desgasta su propia condición idealizada. Pretende ser una narración, en el sentido más literal de la palabra, porque apela a una voz en off que describe el mundo interno de sus protagonistas, engrandeciendo o minimizándolos de acuerdo a los momentos; por ratos, da la sensación de que se les trata con cierta condescendencia como si fueran objetos de un museo o, si se quiere, como "niños pequeños" incapaces de razonar por propia voluntad. Tal vez, por lo mencionado, sus referencias más reconocibles apunten hacia el terreno de la literatura, hacia el Bullet Park de John Cheever, los cuentos de Carver, o hacia la sombra de Emma Bovary, de quien se habla apasionadamente en una escena de la película.

Sí en En el dormitorio, su anterior trabajo, Todd Field había instalado la tragedia en el seno de un matrimonio maduro, ahora su óptica es mucho más ambiciosa, pero se hace menos sugerente. Las situaciones límite ocurren en las calles de la comunidad, en los parques, en la piscina, en las canchas de fútbol americano, es decir, entre la rutina de sus habitantes. El bienestar expropiado: los escenarios, así como las familias, se tornan entonces en lugares corrompidos, en espacios reconocibles que aceleran la degradación. Así, las mentiras y los secretos se dicen sin culpa, se cree en ellos ante la falta de alternativas. Y se incuba en el fondo de los involucrados hasta que, sin remedio, estallan frente a sus rostros. De esta forma, el sentido de pertenencia supone apenas una impresión y se materializa como una duda razonable.



Jackie E. Haley


Secretos íntimos posee un tono intimista y contemplativo que no varía nunca. El grueso de las historias se va desarrollando con una determinación calculada y una alternancia que se entiende cadenciosa y justa. Incluso la subjetividad con que se muestra la dualidad moral de los protagonistas resulta atractiva, para lo cual también ayuda la elección del elenco, sobresaliendo Kate Winslet, Jackie E. Haley y Phillis Somersville. Sin embargo, Secretos íntimos falla en los últimos tramos. El desenlace apurado y disonante no sólo echa mano de un efectismo indigesto, sino que quiebra la alegoría y la coherencia de lo contado hasta ese momento –la mutación del personaje de Noah Emmerich es por lo menos insólita-, transformando la trama en un cuento absurdo para tipos buenos, o para aquellos que dicen serlo y no lo son tanto.

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