Saturday, January 19, 2008

Tiro Libre
Su buena pinta de siempre

Por Francisco Mouat

La vi la última vez hace varias semanas con su buena pinta de siempre: rubia, de ojos claros, delgada, más alta que la media de las mujeres chilenas, con una sonrisa ancha que es una de sus grandes fortalezas. La noté un poco pálida, y preguntando por ella después supe que no se estaba sintiendo bien. La noticia vino más tarde, y fue un remezón: mi amiga está enferma, hay que operarla.

La noticia corrió casi con la misma velocidad con que ella debió entregarse al dictamen de la medicina. Y en un dos por tres, en un abrir y cerrar de ojos, hubo diagnóstico, cirugía y la definición de un tratamiento que la mantendrá ocupada en los próximos meses.

Mónica, Mónica querida: escribo para hacerte compañía, y porque me enseñas lo que importa. Ayer hablamos por teléfono, y hoy nos veremos en la tarde en tu casa. Quiero llevarte algo de música para que la disfrutes, y un libro sencillo y valioso que imagino te hablará al oído con eficacia y sabiduría.

Cómo nos cuesta entender, de buenas a primeras, sin amenazas de por medio, qué es lo que queda en el fondo de las copas vacías y de nuestro espíritu después que hemos bebido; qué es lo que de verdad vale la pena conservar de todo cuanto nos sucede diariamente, y cuánta mochila inútil a veces cargamos en nuestras espaldas. Abro un libro de poemas de Tomás Segovia, se llama Día tras día. Sus poemas expresan la sorpresa que supone vivir, la revelación excepcional que supone el hecho de que un día vuelva a comenzar una y otra vez, siempre igual y siempre distinto.

Poema "Invernal": "No sé cómo lo hice/ pero sé que en algún momento/ tengo que haber soltado no sé qué pesantez/ no sé qué bulto de mi vida/ para poder así sonreír hoy a esta belleza/ de eterna desmemoria/ sin que la limpidez inesperada de mi aliento/ empañe este cristal frío y sin bordes/ desde cuyos dos lados nos miramos".

Fragmento del poema "Alba": "De vez en cuando es necesario/ despertar en un mundo no bautizado aún/ sin historia y sin uso/ para lavar al tiempo y sus sucios ropajes/ y que vuelva a crecer lo verdadero".

Que vuelva a crecer lo verdadero. Eso es. Te quiero hacer una invitación. Para cuando ya estés recuperada y puedas viajar. El otro año quiero salir a recorrer Chile por tierra, buscando lugares remotos y rostros a los que nunca antes pude conocer. Quiero que viajemos juntos, una vez al menos, y avancemos por pueblos y geografías humanas nunca antes visitadas por nosotros.

Para mí sería un regalo que viajáramos los dos, un rincón de la memoria que me acompañe adonde vaya, como una medalla colgada en mi pecho, y que después recordaremos cuando estemos más viejos y ya no tengamos ganas de recorrer Chile, y en vez avancemos por una plaza y nos acodemos en la mesa de un bar a recordar canciones pasadas de moda.

Es mi torpe manera de decirte que te quiero, y que ahora tu cuerpo debe absorber todo el cariño que te regalan tus amigos, tus hijos, tu familia, para convertirlo en energía positiva y creativa. Una vez le llevé poemas grabados a un amigo convaleciente que no podía leer, y cuya vida ha estado marcada a fuego por la lectura. Ahora que han pasado los años y él está recuperado, recuerdo ese momento en la clínica como un tesoro inolvidable. Cada vez que veo cómo alimentan en la boca a un enfermo, cómo lo cuidan, cómo lo miman, cómo lo protegen, cómo resguardan sus fuerzas para que ellas se concentren en su pronta y necesaria recuperación, pienso en que cualquier día puede tocarme a mí estar ahí, y entonces no quiero pasar frío ni estar solo, quiero sentir el calor del afecto y del amor. Mónica: estás lúcida, y tienes una fuerza envidiable. Ahora es tu tiempo de tratamiento y recuperación. Mañana viajaremos juntos, y tu enfermedad será el recuerdo de un tiempo bravo, la antesala de un mundo nuevo, donde vuelve a nacer lo verdadero.

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