Wednesday, January 23, 2008

LA MEJOR SITCOM DEL MUNDO

Por Isabel Plant www.zona.cl

Hace tiempo que fans y críticos no proclamaban un amor profundo e incondicional por una nueva sitcom. Eso lo logró 30 Rock. En sus dos temporadas ha probado que las comedias no estaban muertas. Una digna heredera, que se sobrepone a la maldición Seinfeld.

Los (brillantes) periodistas de espectáculos alguna vez dijeron que existía la “maldición Seinfeld” que evitaba que tres de sus protagonistas tuvieran proyectos exitosos de televisión: Kramer, George, Elaine -porque Seinfeld es mega multi millonario-. Bueno, Julia Louis Dreyfus se ganó un Emmy por Old Christine, su serie mamona pero encantadora, y se acabó el tema.

En realidad la verdadera maldición va por otro lado. Es como cuando te patea esa persona que sabías tenías suerte de haber encontrado, la que estaba por encima de tu alcance y por gracia divina había caído en tus brazos. Sabes que no va a volver. Sabes que probablemente no te vas a morir solo, pero sabes también que nadie que venga va a ser igual de bueno.

Bueno, Seinfeld hizo que todas las sitcom gringas de esta última década tuvieran un gran problema: NO eran Seinfeld. Eso hasta que llegó, 30 Rock específicamente su segunda temporada.

Tina Fey, guionista, productora y protagonista de la serie, es la mujer maravilla que no se preocupa de lavar la ropa interior delicada a mano, que no usa tacos más que para año nuevo, y que ha sido nombrada por (de nuevo) los periodistas de espectáculos como la sex symbol del hombre pensante. Ella logró hacer una serie que quizás no sea Seinfeld, pero hace que el vacío se sienta menos (Curb Your Enthusiasm también lo rellena bastante, hay que decirlo). ¿Cómo lo hizo?

1.- No usando risas, provocándolas de verdad:

30 Rock es una sitcom convencional. Tiene 30 minutos, es sobre algo y no sobre nada. Lo único que no tiene son las risas grabadas, lo que sigue reafirmando la tendencia de que las risas grabadas, hoy, son para los perdedores: Samantha Who, hitazo 2007, no tiene, tampoco Scrubs o una serie híbrida como Chuck, menos.




2.- Tres locos en el set:

Aunque la serie empezó más desordenada, ahora todo funcionan como reloj. Es la relación inter oficina de The Office, pero con un plus: es el backstage de la tele, donde todos están el doblemente locos. La cosa gira alrededor de un programa muy parecido a Saturday Night Live, en los estudios del canal de SNL, la NBC. Es todo como de verdad, pero más divertido. Escenografía que no sería nada sin tres grandes protagonistas:

Liz Lemon (Tina Fey), una guionista “simpática” (bonita en la versión intelectual), sin autoestima pero con excelente humor, Jack (Alec Baldwin), un ejecutivo encantadoramente arrogante, y la estrella del programa, Tracy Jordan (Tracy Morgan), un negro con mucho bling bling. Juntos son la nueva santísima trinidad de las sitcom, una mesa de tres patas que poco tiene que envidiarle a George – Kramer – Jerry – Elaine (subrayemos el poco).

Además están los secundarios más chistosos del mundo, como Judah Friedlander (el nerd de American Splendor), Jane Krakowski y el mejor acierto,Jack McBrayer como el sumiso asistente Kenneth.




3.- Los guiones:

En el retrato de una fauna oficinesca de lujo, Tina Fey ha puesto lo mejor de su pasado como jefa de guionistas de SNL (fue la primera mujer en tener el cargo, y luego la primera en ser la anfitriona del noticiario del programa). Lo mejor de la serie son los guiones. No se habían visto más chistes rápidos y letales sobre cultura pop desde que Lorelai Gilmore se fuera a negro.

Ejemplos: cuando Jack (Alec Baldwin) le dice románticamente a su nueva amante (Edie Falco de Los Soprano como una especie de Condoleezza Rice), “Estemos juntos C.C., ignoremos nuestras diferencias hasta que el sexo se ponga malo, y después nos alejaremos amargos y enojados”. O como cuando falla el invitado al programa y Liz (Tina Fey) pregunta si el invitado musical puede tocar una canción extra. “Es James Blunt”. “Ughhhhh”, es la respuesta de Lemon.




4.- Los invitados:

Gracias a su estilo, somos cool-y-neoyorquinos-nos-reímos-tomando-café siempre tiene invitados estelares; desde todo el elenco de SNL, pasando por Conan O’Brien, Al Gore y el mismísimo Seinfeld.

Por supuesto, que los críticos están vueltos locos por la serie, que ya ganó un Globo de Oro para Alec Baldwin, un Emmy como mejor comedia, y un nuevo Globo de Oro para Fey. Los espectadores no tanto, porque tiene sólo 6 millones de ellos, lo que en USA equivale a ser lo más loser del planeta.

Aunque lo parezca, 30 Rock no es sólo comedia para los que leen Anagrama y compran un tomate orgánico en bolsas de papel reciclable café. Su retrato de la neurosis de la oficina y la vida, es perfecto, simple y sin grandes pretensiones snob.

En eso sí se parece a Seinfeld, a cuando la serie sobre nada hacía un capítulo completo sobre el Nazi de la sopa al que había que aguantar para tomar la mejor de la ciudad, o la tienda de artículos de artesanía maya con sobreprecio. Es el retrato de la neurosis, ridiculez y locura del mundo exterior, sobre la cual las dos series tienen la misma conclusión: no es tan grave. Y sirve para un buen chiste.

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