Saturday, February 27, 2010

Terremoto

Expertos estiman que terremoto en Chile fue un "megasismo"

Según los científicos, el movimiento telúrico de hoy fue similar al que se registró en el Océano Índico en 2004 y generó un tsunami devastador.AP Sábado 27 de Febrero de 2010 17:08 Imagen del terremoto que afectó a Valdivia en 1960, el más fuerte que se ha registrado hasta ahora.

LOS ANGELES.- El terremoto que esta madrugada afectó la zona centro-sur de Chile fue un "megasismo", similar al movimiento telúrico del Océano Índico en 2004 que generó un maremoto catastrófico, según los científicos.
Los megasismos se producen en zonas de subducción, donde se juntan placas convergentes de la corteza terrestre y una se hunde bajo la otra. El terremoto de hoy se produjo cuando la plaza de Nazca se deslizó bajo la placa de Sudamérica, con una generación colosal de energía.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, 13 temblores de magnitud 7 o más han sacudido la costa de Chile desde 1973.
El sismo de hoy se produjo unos 225 kilómetros al norte del terremoto más fuerte que se haya registrado: el gran terremoto chileno de 1960, de magnitud 9,5, que mató a unas 1.600 personas y generó un tsunami que causó unas 200 muertes en Japón, Hawai y Filipinas.

Escala de Richter: La mide el sismógrafo: Causa y energía liberada
Escala de Mercalli: Medición subjetiva del 1 al 12 y se concentra en los efectos visibles del sismo.

Escala sismológica de Mercalli
La Escala de Mercalli es una escala de 12 puntos desarrollada para evaluar la intensidad de los terremotos a través de los efectos y daños causados a distintas estructuras. Debe su nombre al físico italiano Giuseppe Mercalli.
Los niveles bajos de la escala están asociados por la forma en que las personas sienten el temblor, mientras que los grados más altos se relacionan con el daño estructural observado.Esta escala de intensidad fue creada por el vulcanólogo italiano Giuseppe Mercalli un domingo por la mañana de 1883 y revisada en 1902, siendo expandida a doce grados por el alemán August Heinrich Sieberg y es la escala sismológica adecuada para medir la energía y no los efectos o intensidad por donde se había orientado la idea de Mercalli. Esta idea permite saber cuanto daño causa un terremoto.


La escala sismológica de Richter, también conocida como escala de magnitud local (ML), es una escala logarítmica arbitraria que asigna un número para cuantificar el efecto de un terremoto, denominada así en honor del sismólogo estadounidense Charles Richter (1900-1985).


El mundo.es

El terremoto de Chile ha puesto de actualidad las dos escalas más famosas para medir los seísmos. Una es la escala de Richter, que es un sistema científico que mide la energía liberada por el seísmo en su epicentro. Es un medida física. En el caso del seísmo chileno, se ha fijado en 8,8 grados de Richter. El máximo alcanzado por un terremoto en la escala de Richer, o sea la mayor energía liberada en la historia, fue medida en el cataclismo de Valdivia (Chile) el 22 de mayo de 1960: 9,6 grados de Richter.

Sin embargo, los seísmos se sienten a kilómetros de distancia, pero como en esos lugares no se puede calcular la energía, los periodistas y los expertos utilizan la escala de Mercalli, también conocida como escala subjetiva que es una escala de 1 al 12 en los que cada punto se establece a partir de los daños y efectos visibles del seísmo. Así el grado 1 señala que el seísmo es casi «imperceptible», mientras que el grado 12 establece que «la destrucción es total con pocos sobrevivientes. Los objetos saltan al aire. Los niveles y perspectivas quedan distorsionadas».



La Ley de Gutenberg-Ritcher
(1958) es una fórmula que permite cuantificar la relación Frecuencia - Magnitud de la actividad sísmica de una región.

Sismología


El idioma que habla este planeta jamás lo entenderemos. A veces tengo la impresión, más bien la certeza (con hechos que se repiten una y otra vez), que este planeta no los quiere acá. La naturaleza indiferente,(este no es un gran descubrimiento), le da lo mismo que vivamos o estemos muertos, pero si ella puede quitarnos del camino, lo hace gustosa y con una sonrisa en la cara. Para tapar esa verdad inventamos términos inútiles como la tributo a la Pachamama, la caprichosa madre naturaleza, cuidemos el medioambiente, desarrollo sustentable y todas esas huevadas. Terremotos varios, tsunamis por aquí y por allá, huracanes hambrientos, tornados más nefastos y fuertes que nunca en gringolandia, aluviones nunca vistos en Machu Picchu, la lluvia que deja buceando a Buenos Aires, olas de frío y calor realmente infames. Este cuerpo celeste que habitamos definitivamente ya no nos quiere aquí y de una forma críptica, torcida y violenta nos está diciendo: ¡¡¡Váyanse!!!.
Sí, quizás eso es lo único que le entiendo a este planeta. Nos dice todos los días que somos pequeños, muy pequeños. Pequeñitos.

Si eres chileno y no te acostumbras a los temblores o adoptas una postura psicológica ante éstos, pienso que eres un completo idiota. Yo ya estoy curado de espanto. Este año me tocó vivir por primera vez un enjambre sísmico. Me explico: En un día, aproximadamente 200 temblores, sólo que el ser humano se da cuenta de algunos pocos. Yo por lo menos creo que fueron 30 perceptibles de 4 a 5 grados cada uno. Yo estaba completamente extasiado. Era como si las fuerzas de la naturaleza tuvieran algo contra Atacama. Fue un día domingo y estaba de descanso. No quería saber que pasaba. Estaba en mi pieza desconectado y viendo como temblaba todo cada quince minutos. Como a las 7 de la tarde fue el más fuerte, como de 6 grados, y debo reconocer que reía de felicidad, era maravilloso. No sabía nada, sin embargo parecía como cuando cabro chico e iba a las atracciones mecánicas y para mí era el cielo ¿Qué estaba pasando?. ¿Corea del norte había lanzado una bomba atómica en Washington mientras la familia Bush tomaba su conservador desayuno? ¿Bin laden atacaba él mismo con una bomba atómica pegada a su pecho Wall Street? ¿El mundo estaba a punto de explotar? ¿Ahora si se acabaría para siempre?.
A mí en lo personal, en cualquier temblor, me gusta observar el fenómeno. Me gusta mirar como se mueve nuestro mundo, las cosas, es como si el mundo te dijera “Estoy vivo malditos, no me hueveen” y me siento como lo que somos, meras hormigas en un planeta en constante movimiento.
A lo que le temo en realidad, es a los malditos histéricos que le temen a los temblores. De esos me cuido y existen de diferentes clases. Los que tratan de tapar su nerviosismo y miedo tratando de calmar a los demás, lo que tiran tallas forzadas y falsas para desviar la atención, los que simplemente empalidecen y cambian su forma de ser o los que derechamente arrancan a perderse. Creo que hay que guardar silencio y mantener la sangre fría y sobre todo, pensar y razonar lo que está pasando. Y si eres como yo, disfrutarlo callado.

Creo que uno conoce verdaderamente a una persona de acuerdo a cómo actúa ante diferentes fenómenos. Ante una pelea, ante un temblor, ante ciertas cosas que lo ponen en peligro. Tiendo a confiar más en una persona que no le tiene miedo a los temblores. Esto es un asunto de lógica, de conocimiento.

Chile es ignorante en todo lo que le concierne, país de montañas, pero muy pocos saben algo de montañismo, un mar tranquilo nos baña pero en cocina somos pelmazos y para que decir en recursos marítimos. Por lo mismo, uno de los países con más temblores en el mundo y la gallá no cacha una. País lleno de grietas y escombros. Se nos mueve siempre el piso. Somos un país tembloroso, y eso ha pasado ser parte de nuestra biología, de nuestra fisiología. Construyendo siempre sobre ruinas y cadáveres.
Los temblores son un chileno más. Son parte de nuestra realidad. Lo raro en Chile es que no tiemble. Me gustan los temblores, me entretienen. La tierra diciéndonos: estoy viva. Los temblores en Chile son como ese amigo que nunca nos gusta cuando llega, pero está ahí, aperece y siempre aparecerá.

Todas las regiones tienen por lo menos un terremoto y si no, pues ellos se lo pierden. En la región de Atacama, fue el año 1922. Mis dos bisabuelas, María y Patrocinia lo vivieron, y me acuerdo que cuando lo contaban y yo era chico, recalcaban que fue terrible. Estoy consciente que un terremoto puede ser algo completamente nefasto, pero también el mar, el fuego, un accidente en auto, o que te atropelle en la esquina de tu casa un bus ciego. Es un asunto de cómo ves las cosas. Me niego a ser paranoico. Me niego a ser un miedoso.

Quizás no diría lo mismo si me encuentra uno en un ascensor o en un edificio de 20 pisos..pero bueno...

Zen

Wiki
La Paleontología y los Fósiles
La Paleontología es la ciencia que estudia la flora y fauna de los distintos períodos geológicos y se basa en el estudio de las formas orgánicas que se conservan y en las rocas que componen la corteza terrestre, tratando asuntos como la manera o forma de haber sido enterrados aquellos restos de animales y plantas en depósitos sedimentarios.
Los fósiles son los objetos patrimoniales con que los paleontólogos basan, fundamentalmente todas sus observaciones. La palabra Fósil viene del latín “fodere” que significa cavar, excavar y “fossilis” que significa obtener excavado; y aunque es un término estrictamente paleontológico se utiliza también en expresiones como: arenas fósiles, suelos fósiles, etc. La Paleontología en Chile esta saliendo del letargo en que se encontró durante gran parte del siglo XX, esto se debe a un interés creciente por el tema y a una tendencia hacia la profesionalización. Sin embargo, Chile aún es una campo inexplorado en lo que se refiere a paleontología de vertebrados, de ahí que sea un territorio que tiene mucha información que entregar a la comunidad mundial resultados. En nuestro País hay una gran cantidad de yacimientos fosilíferos en los que podemos encontrar, por ejemplo, conchas en espiral de extintos pulpos, reptiles voladores, tiburones gigantes, ostras de mares perdidos, dinosaurios, hojas de un remoto árbol, mastodontes cazados por el hombre.

La región de Atacama posee grandes yacimientos paleontológicos, y en cada una de las provincias hay vestigios de estos elementos del pasado geológico. La extracción ilegal y el comercio de estos fósiles están prohibidos por Ley. La Ley 17.288 ó Ley de Monumentos Nacionales penaliza el tráfico y venta de fósiles, ya que pertenecen al patrimonio cultural de Chile. Si usted está de visita en la región de Atacama y le ofrecen un fósil como “souvenir” o recuerdo, no lo compre ya puede ser sancionado por la ley. Sólo está autorizada la venta de réplicas de estos seres vivientes del pasado geológico.
Por Raúl Céspedes Valenzuela, Museólogo

Artículos de literatura

Cervantes

Frases de House

Wikipedia
El italiano

Es una lectura de la Rusia postsoviética, la "gran madre" que ha dejado a sus hijos en la pobreza y el abandono.

Ascanio Cavallo
Esta película se inicia en alguna gélida ciudad (nunca se dice cuál es) de la región de Murmansk, en el extremo norte de Rusia, donde hay un orfanato cuyos administradores se dedican a la venta de niños a Occidente. Su situación es ligeramente ambigua: acoge y recoge a los muchos niños que sus madres abandonan, pero luego trafica en dólares con ellos.
La gestora de las adopciones es la energética Zhanna Arkadyevna (Mariya Kuznetsova), que circula con su ayudante Grigory (Nikolai Reutov) impartiendo órdenes para asegurar la venta de los niños. El relato comienza cuando Zhanna obtiene la colocación, con una pareja italiana, del niño de 6 años Ivan "Vanya" Solntsev (Kolya Spiridonov).
Antes de los 20 minutos, la visita de una madre arrepentida, que llega demasiado tarde, introduce en Vanya la desesperada ansiedad de ubicar a la suya antes de partir a Italia a un futuro más promisorio.
El orfanato funciona de una manera autogestionada y oscuramente metafórica. El director ordena y manda sobre los niños y la vida diurna; pero en las calderas y en la noche imperan los jóvenes y adolescentes, organizados como pandilla para controlar los robos y las propinas que recogen los infantes. Entre ellos hay muchachas tiernas y prostitutas involuntarias, y jefes violentos y leyes que sólo se pueden imponer en el mundo del delito...
¿Suena familiar? Totalmente: este es el mundo de Dickens, el de Oliver Twist y de las ciudades en la fase temprana de la industrialización, la era del "capitalismo salvaje". Es también el mundo de Chéjov. Sólo que no se trata del siglo 19, sino de los años 2000. Hay algo incómodo en este cruce de épocas, motivos y estéticas.
Pero, al fin, todas las cosas inquietantes que contiene esta película convergen en un solo punto. Porque no es igual hablar de la madre en Rusia que en otros países. Uno de los mitos fundantes de ese país es la "Gran Madre Rusia" (frase incorporada a su actual himno nacional), la patria protectora que cuida a sus hijos. Salvo en un pequeño pasaje del final (en el orfanato original), esta película no da señas de querer construir una metáfora política.
Pero, en ausencia de otras explicaciones acerca de por qué tantas madres abandonan a sus hijos, y por qué las madres se arrepienten, y por qué hay en el relato una especie de tristeza institucional, más que individual, no cabe sino concluir que El italiano es, en efecto, una lectura de la Rusia postsoviética, la "gran madre" que ha dejado a sus hijos en la pobreza y el abandono. Y eso hace que esta película sombría, de aire dickensiano, premiada incomprensiblemente en festivales de cine infantil, sea una obra extraña y sugerente.
Italianetz
Dirección: Andrei Kravchuk. Con: Kolya Spiridonov, Mariya Kuznetsova, Nikolai Reutov, Denis Moiseenko, Olga Shuvalova. 90 minutos.
Comente esta columna en http://blogs.elmercurio.com/revistasabado/

Ascanio Cavallo.
El Tercer Reich








Ya es vieja la polémica sobre los inéditos de escritores desaparecidos. No importa la edad a la que murieron ni cuánto tiempo ha pasado desde su muerte; ahí están los casos recientes de Cortázar y Mistral. Pero se acentúa en el caso de Roberto Bolaño, que, además, solía trabajar en muchos proyectos a la vez, que quedaron en distintos grados de avance. Parece indiscutible que concluyó esta novela en 1989 y que no quedó satisfecho. En 2001 declaró: "Mi única novela inédita tenía 400 páginas, pero al llegar a la última me di cuenta de que me había salido una mierda insalvable. Entonces, me juré que nunca más iba a escribir una novela sin tener clarísima la estructura, la forma y el argumento, es decir, sin tener la historia escrita en la cabeza a mi gusto".
El juicio de Bolaño sobre El Tercer Reich es injusto. Se trata de una obra menor, pero también en el sentido en que él lo definió a propósito de Amuleto: "Está escrita en tono menor. Por eso he utilizado la primera persona, ya que las obras mayores de la literatura están escritas en tercera persona". El juicio es indicativo de su manera de relacionarse con su obra y de establecer sus alcances. Sin duda que El Tercer Reich está más cerca de La pista de hielo que de sus obras mayores y tardías; sin duda que el juego entre estructura y lenguaje es menos complejo que en ellas; sin duda que la trama discurre de manera más lineal y convencional. Probablemente eso llevó a Bolaño a repudiar esta novela, pues ya veía historias "escritas en su cabeza", esas historias que luego escribió y que sí son, indiscutiblemente, "obras mayores de la literatura". Pero que sea menor no significa que carezca de interés. Al contrario, la novela fluye bien y relata una historia que pasa de la contención al misterio, que se va abriendo hacia esa sensación de amenaza y riesgo, tan característica de toda su obra, que cuenta una historia muy bien armada y sofocante: el narrador, que registra obsesivamente en su diario lo que le ocurre en sus vacaciones mientras prepara nuevas estrategias para un juego de guerra, ve cómo sus seguridades y certezas se desmoronan una a una, en una espiral que se intuye casi desde el comienzo, pero que no por ello es menos sorpresiva y asfixiante. La precariedad de las convenciones y de la imagen que cada quien tiene de sí mismo es puesta a prueba aquí y en el conjunto de su obra, que por esa vía transmite al lector una poderosa corriente de inquietud y desazón, de desacomodo frente al mundo, donde radica, quizá, lo más perdurable de la escritura de Bolaño.
Roberto Bolaño. Anagrama, Barcelona, 2010. 362 páginas.
Vacaciones (2)

Francisco Mouat
Amanece junto al Llanquihue. El lago está inquieto y el cielo se anuncia despejado, toda una novedad para estos días, después que la lluvia completó ayer una semana cayendo sin dar tregua. La última lluvia, la de ayer en la mañana, fue una tormenta de agua y viento que parecía el fin del mundo.
Viene a saludarme un gato negro y blanco de la casa vecina. Olisquea la terraza y se va del alcance de mi vista. Los gallos cantan cada tres o cuatro minutos. Hace un poco de frío, me da flojera ir a encender el fuego, tampoco quiero hacer más ruido que el de este teclado: todos duermen en casa. Son las siete de la mañana.
La lluvia es el escenario perfecto para leer desde que acaba el desayuno hasta que apagamos la luz antes de dormir. Anoche terminé Almas grises, de Philippe Claudel. Me costó un poco entrar en la historia, algo morosa, pero ya en la página sesenta me entregué a esta narración de un policía que al comienzo parece obsesionado con el crimen de una niña de diez años cometido en su pueblo en 1917, cerca de uno de los frentes donde se libra la Primera Guerra Mundial, pero que luego revela que el texto que está escribiendo no es sino un pretexto para ir al encuentro de su esposa, embarazada y muerta por una hemorragia en los mismos días en que se consumaba el asesinato de la muchacha, hija del dueño del principal restaurante del pueblo. Almas grises: almas que no son ni blancas ni negras, pero que cargan una dosis de negrura -mayor o menor- que las convierte en humanas, a ratos, en almas dolorosas y patéticamente humanas. Buen libro: te deja un sabor agrio, nada dulce. Acabas dudando de casi todos los personajes que se pasearon frente a tus narices, y por supuesto de ti mismo, porque no sabes o no quieres saber cuánto hay en ti de aquel juez implacable, del militar sádico, del fiscal frío y triste que promueve nuevas muertes, del soldado desertor, de la profesora joven y atractiva que nadie sospecha por qué elige ir a ese lugar a dar clases, y sólo acaba revelándose en parte cuando son descubiertas las cartas que escribía.
Antes de Almas grises, leí un libro estelar: La elegancia del erizo. Me acompañó -¿o es uno, lector, el que acompaña a los personajes de un libro?- desde la primera reflexión de Renée hasta la cavilación final de Paloma. Renée es la portera de 54 años de edad de un palacete dividido en ocho pisos de lujo. La empezamos a querer desde el comienzo, cuando se describe a sí misma: "Soy viuda, bajita, fea, rechoncha, tengo callos en los pies y también, a juzgar por ciertas mañanas que a mí misma me incomodan, un aliento que tumba de espaldas". Vive sola con un gato y, por un montón de circunstancias que no viene al caso detallar, terminará vinculada hasta los huesos con Paloma, una niña de doce años excepcionalmente inteligente y sensible, que vive como alma solitaria en uno de los pisos y que tiene por costumbre esconderse de su familia, a la que resiste y odia con todas sus ganas. Tanto así, que está decidida a prenderle fuego al edificio en que vive (asegurándose primero de que no haya nadie en él, porque no es ninguna criminal, incluso evacuando antes a los gatos), y después quitarse la vida en casa de su abuela con un montón de somníferos que ha ido meticulosamente sacándole mes a mes a su mamá del velador de su dormitorio. La vida como un absurdo, el arte como un modo de salvarnos temporalmente, "la certeza de que envejeceremos y que no será algo bonito, ni bueno, ni alegre", y que por lo mismo más vale "construir el presente con verdaderos proyectos de seres vivos".
El sol se refleja tímidamente en la ventana. A Don Lito lo vi pasar hace un buen rato: iba temprano, como todos los días, a cortar leña. Los gallos no se callan nunca y siguen desesperando a los de sueño ligero. Reviso mis apuntes de un día cualquiera de estas vacaciones. "Estos fueron los principales temas de la mañana para mi hijo Francisco. Conseguir papel y astillas para el fuego. Saborear el kuchen de frambuesas de la María, nuestra vecina, especialmente su cobertura de crema. Averiguar el pronóstico del tiempo, saber si seguiría lloviendo o no. Lograr que un ganso solitario pudiera reunirse con el resto de la tribu, después de estar un buen rato solo y de-sesperado. Y, por supuesto, certificar con sus propios ojos que Galán, el perro de más arriba, continúa vivo, a pesar del ataque de la otra vez en el huerto: apareció en la playa, después de varios días de ausencia. Aún cojea".

Vacaciones (3)

Francisco Mouat
Mis vacaciones de verano empiezan a terminar mañana, cuando junto a la tropa viajemos bien temprano de regreso a Santiago. Mañana mismo, al amanecer, probablemente estemos más preocupados de que no se nos quede nada importante en la cabaña que de mirar por última vez en la temporada el volcán Osorno, si es que se deja ver. No sé si habrá viento sur y se escuche bajo el sol el oleaje azul del lago Llanquihue, o si será una mañana mansa, tibia y gris. Tampoco sé si alcanzaré a escuchar el canto del chucao desde el bosque más cercano. ¿O se trata de un pájaro que canta parecido pero al que no sé distinguir con su verdadero nombre?
¿Qué puede ser importante que se nos quede en la cabaña y no vuelva a la ciudad? ¿Un polerón, un gorro de lana, un frasco de mermeladas, la pelota de fútbol de José y Francisco, alguno de los libros leídos? Las prendas de vestir servirían para abrigar a otro. La mermelada casera, para endulzar el desayuno de Carolina cuando ella vuelva a Puerto Octay. La pelota, para animar las futuras pichangas sin nosotros en la cancha. Los libros leídos que nos gustaron mucho ya están metabolizándose, y podrían ser parte de una biblioteca que inauguráramos con estos pocos ejemplares. Lo único que yo de verdad lamentaría dejar aquí, junto al lago, y no volver a experimentar de alguna forma, son los recuerdos de estas vacaciones, que sin saber por qué ni cómo se amontonarán desordenadamente en la memoria. No sé dónde leí, pero me hizo mucho sentido: ¿a qué esforzarnos en recordar, cuando si de verdad algo sucedido importa, encontrará su manera de hacerse notar en el tiempo?
Parte de mi equipaje de mano que llevo a donde voy lo forman recuerdos fragmentados de mis vacaciones. Sacar machas en la playa grande de Bahía Inglesa a comienzos de los años setenta es un recuerdo que se resiste a desaparecer. Tal vez porque nunca volví a hacerlo, o porque la vez que lo intenté nuevamente, ya no había machas. La primera vez que estuvimos aquí, junto al Llanquihue, diez años atrás, celebramos el segundo cumpleaños de mi hijo Francisco. Le hicimos una torta de bizcochuelo con manjar. Anoche, a las doce en punto, le volvimos a cantar cumpleaños feliz. Y él se acostó todo emocionado, entre otras cosas porque su hermana Antonia le regaló una carta en la que le decía que ambos eran como un espejo del otro, esencialmente parecidos del alma.
Yo, que también cumplo años en verano, no olvido cuando cumplí diez en el lago Ranco, en una hostería de Llifén donde nos enfermamos del estómago con mis hermanos por comer cerezas a destajo, y porque ese verano mi papá me enseñó a jugar pimpón, y al cabo de un par de temporadas pude vencerlo. ¿Cuántas horas de mi vida las he pasado frente a una mesa de pimpón? ¿Cuánto queda para que José, Francisco o la Agustina me pasen por encima en un partido oficial al mejor de cinco sets a los once puntos?
En una vacación remota, acompañé a mi tío Chepe al puerto de San Antonio a comprar fulminantes para mi pistola. Lo recuerdo vagamente. Sí recuerdo haberme gastado todos los rollos de fulminantes esa misma tarde, disparándole a lo que encontrara a mi paso. Supongo que ya no existen las pistolas que se cargan con rollos de papel y pólvora. Eran magníficas. Un disparo de esos te fulminaba. Era muy frustrante cuando el disparo no era seco, preciso, cuando no se producía el estruendo del contacto del metal de la pistola con la pelota de pólvora. Había pistolas de vaqueros y también de espías, cortitas, para cargar en el bolsillo del pantalón sin problemas. Ya no hay pistolas con fulminantes. Tampoco está mi tío Chepe. ¿Qué recordarán mis hijos de estas vacaciones en el sur?
Leo el relato de una fotografía en Calle de las tiendas oscuras, de Patrick Modiano: "Una niña vuelve de la playa, al anochecer, con su madre. Llora por nada, porque habría querido seguir jugando. Se aleja. Ya ha doblado la esquina de la calle. ¿Y acaso no se esfuman en el crepúsculo nuestras vidas con la misma rapidez que ese disgusto infantil?".

Está temblando (nuevamente)

Expertos estiman que terremoto en Chile fue un "megasismo"

Según los científicos, el movimiento telúrico de hoy fue similar al que se registró en el Océano Índico en 2004 y generó un tsunami devastador.AP Sábado 27 de Febrero de 2010 17:08 Imagen del terremoto que afectó a Valdivia en 1960, el más fuerte que se ha registrado hasta ahora.

LOS ANGELES.- El terremoto que esta madrugada afectó la zona centro-sur de Chile fue un "megasismo", similar al movimiento telúrico del Océano Índico en 2004 que generó un maremoto catastrófico, según los científicos.
Los megasismos se producen en zonas de subducción, donde se juntan placas convergentes de la corteza terrestre y una se hunde bajo la otra. El terremoto de hoy se produjo cuando la plaza de Nazca se deslizó bajo la placa de Sudamérica, con una generación colosal de energía.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, 13 temblores de magnitud 7 o más han sacudido la costa de Chile desde 1973.
El sismo de hoy se produjo unos 225 kilómetros al norte del terremoto más fuerte que se haya registrado: el gran terremoto chileno de 1960, de magnitud 9,5, que mató a unas 1.600 personas y generó un tsunami que causó unas 200 muertes en Japón, Hawai y Filipinas.


Escala sismológica de Mercalli
La Escala de Mercalli es una escala de 12 puntos desarrollada para evaluar la intensidad de los terremotos a través de los efectos y daños causados a distintas estructuras. Debe su nombre al físico italiano Giuseppe Mercalli.
Los niveles bajos de la escala están asociados por la forma en que las personas sienten el temblor, mientras que los grados más altos se relacionan con el daño estructural observado.

Esta escala de intensidad fue creada por el vulcanólogo italiano Giuseppe Mercalli un domingo por la mañana de 1883 y revisada en 1902, siendo expandida a doce grados por el alemán August Heinrich Sieberg y es la escala sismológica adecuada para medir la energía y no los efectos o intensidad por donde se había orientado la idea de Mercalli. Esta idea permite saber cuanto daño causa un terremoto.


La escala sismológica de Richter, también conocida como escala de magnitud local (ML), es una escala logarítmica arbitraria que asigna un número para cuantificar el efecto de un terremoto, denominada así en honor del sismólogo estadounidense Charles Richter (1900-1985).


El mundo.es

El terremoto de Chile ha puesto de actualidad las dos escalas más famosas para medir los seísmos. Una es la escala de Richter, que es un sistema científico que mide la energía liberada por el seísmo en su epicentro. Es un medida física. En el caso del seísmo chileno, se ha fijado en 8,8 grados de Richter. El máximo alcanzado por un terremoto en la escala de Richer, o sea la mayor energía liberada en la historia, fue medida en el cataclismo de Valdivia (Chile) el 22 de mayo de 1960: 9,6 grados de Richter.

Sin embargo, los seísmos se sienten a kilómetros de distancia, pero como en esos lugares no se puede calcular la energía, los periodistas y los expertos utilizan la escala de Mercalli, también conocida como escala subjetiva que es una escala de 1 al 12 en los que cada punto se establece a partir de los daños y efectos visibles del seísmo. Así el grado 1 señala que el seísmo es casi «imperceptible», mientras que el grado 12 establece que «la destrucción es total con pocos sobrevivientes. Los objetos saltan al aire. Los niveles y perspectivas quedan distorsionadas».



La Ley de Gutenberg-Ritcher
(1958) es una fórmula que permite cuantificar la relación Frecuencia - Magnitud de la actividad sísmica de una región.

Sismología



Si eres chileno y no te acostumbras a los temblores o adoptas una postura psicológica ante éstos, pienso que eres un completo idiota. Yo ya estoy curado de espanto. Este año me tocó vivir por primera vez un enjambre sísmico. Me explico: En un día, aproximadamente 200 temblores, sólo que el ser humano se da cuenta de algunos pocos. Yo por lo menos creo que fueron 30 perceptibles de 4 a 5 grados cada uno. Yo estaba completamente extasiado. Era como si las fuerzas de la naturaleza tuvieran algo contra Atacama. Fue un día domingo y estaba de descanso. No quería saber que pasaba. Estaba en mi pieza desconectado y viendo como temblaba todo cada quince minutos. Como a las 7 de la tarde fue el más fuerte, como de 6 grados, y debo reconocer que reía de felicidad, era maravilloso. No sabía nada, sin embargo parecía como cuando cabro chico e iba a las atracciones mecánicas y para mí era el cielo ¿Qué estaba pasando?. ¿Corea del norte había lanzado una bomba atómica en Washington mientras la familia Bush tomaba su conservador desayuno? ¿Bin laden atacaba él mismo con una bomba atómica pegada a su pecho Wall Street? ¿El mundo estaba a punto de explotar? ¿Ahora si se acabaría para siempre?.
A mí en lo personal, en cualquier temblor, me gusta observar el fenómeno. Me gusta mirar como se mueve nuestro mundo, las cosas, es como si el mundo te dijera “Estoy vivo malditos, no me hueveen” y me siento como lo que somos, meras hormigas en un planeta en constante movimiento.
A lo que le temo en realidad, es a los malditos histéricos que le temen a los temblores. De esos me cuido y existen de diferentes clases. Los que tratan de tapar su nerviosismo y miedo tratando de calmar a los demás, lo que tiran tallas forzadas y falsas para desviar la atención, los que simplemente empalidecen y cambian su forma de ser o los que derechamente arrancan a perderse. Creo que hay que guardar silencio y mantener la sangre fría y sobre todo, pensar y razonar lo que está pasando. Y si eres como yo, disfrutarlo callado.

Creo que uno conoce verdaderamente a una persona de acuerdo a cómo actúa ante diferentes fenómenos. Ante una pelea, ante un temblor, ante ciertas cosas que lo ponen en peligro. Tiendo a confiar más en una persona que no le tiene miedo a los temblores. Esto es un asunto de lógica, de conocimiento.

Chile es ignorante en todo lo que le concierne, país de montañas, pero muy pocos saben algo de montañismo, un mar tranquilo nos baña pero en cocina somos pelmazos y para que decir en recursos marítimos. Por lo mismo, uno de los países con más temblores en el mundo y la gallá no cacha una. País lleno de grietas y escombros. Se nos mueve siempre el piso. Somos un país tembloroso, y eso ha pasado ser parte de nuestra biología, de nuestra fisiología. Construyendo siempre sobre ruinas y cadáveres.
Los temblores son un chileno más. Son parte de nuestra realidad. Lo raro en Chile es que no tiemble. Me gustan los temblores, me entretienen. La tierra diciéndonos: estoy viva. Los temblores en Chile son como ese amigo que nunca nos gusta cuando llega, pero está ahí, aperece y siempre aparecerá.

Todas las regiones tienen por lo menos un terremoto y si no, pues ellos se lo pierden. En la región de Atacama, fue el año 1922. Mis dos bisabuelas, María y Patrocinia lo vivieron, y me acuerdo que cuando lo contaban y yo era chico, recalcaban que fue terrible. Estoy consciente que un terremoto puede ser algo completamente nefasto, pero también el mar, el fuego, un accidente en auto, o que te atropelle en la esquina de tu casa un bus ciego. Es un asunto de cómo ves las cosas. Me niego a ser paranoico. Me niego a ser un miedoso.

Quizás no diría lo mismo si me encuentra uno en un ascensor o en un edificio de 20 pisos..pero bueno...

Tuesday, February 16, 2010

Vacaciones (1)







Francisco Mouat
No sé si lo hicimos una sola vez con mis hermanos, y por eso lo recuerdo tan nítidamente, o lo hacíamos todas las veces que llovía a chuzo, pero es una de mis imágenes preferidas de las vacaciones infantiles y la libertad: partir corriendo en trajebaño y chalas desde la casa que arrendábamos, a unas siete cuadras de la playa, con la toalla al cuello, hasta el lago Villarrica, llegar al muelle, dejar la toalla y las condorito sobre las tablas, tirarnos uno, dos, tres, cuatro piqueros desde las alturas, los más que pudiéramos sin importar cuán fría estuviera el agua o cuán helado el viento, trepar al muelle una y otra vez por una pequeña escala de fierro, y volver a casa, ya sin apuro, mojados y felices, libres, después de disfrutar la naturaleza salvaje y desafiar esa ridícula ordenanza que dice que cuando llueve fuerte y hay temporal no debemos bañarnos en el lago. ¿Quién dijo que no, ah?
Esta es mi cuarta mañana de vacaciones en el sur alojando en una sencilla y antigua cabaña a orillas del lago Llanquihue. La misma a la que acostumbramos venir desde hace un tiempo. Se llama La casa de los castaños, porque a metros de su entrada cinco castaños enormes y añosos se levantan otorgándole un carácter especial. Parte del carácter de esta cabaña es que está completamente inclinada hacia el cerro, lo que no es perceptible a simple vista, pero bien notorio si echas a rodar una botella por el piso.
El clima ha estado en estos días más inestable que en temporadas anteriores, lo que a mí al menos me gusta mucho. En un mismo día ha habido sol, viento, lluvia, nubes negras, nubes vaporosas, árboles iluminados y el arco iris doble más hermoso que haya visto en mi vida. El martes que pasó, bajo una lluvia intensa, a eso de las seis de la tarde, mis tres hijos más pequeños salieron en trajebaño a correr y a empaparse, a dar vueltas por la improvisada cancha de fútbol del vecindario, que es un paño de pasto natural bien cagado por ovejas. Fue cuando los vi gritar, reír a carcajadas y levantar los brazos al cielo que recordé aquella escena de mi infancia junto al lago Villarrica, cuando corríamos a tirarnos piqueros al muelle.
Cada verano este lugar ofrece postales sorprendentes, no por ser ellas espectaculares, sino porque no pueden ser imaginadas previamente por nadie. Conocimos, por ejemplo, al Galán, un perro de campo no precisamente agraciado de rostro, al que el humor corrosivo de este país lo bautizó con ese nombre. Es un perro manso y juguetón, de tamaño medio-grande, inofensivo y cariñoso, que vive unos campos más arriba pero bajó porque una perra de por aquí anda en celo. Galán nos acompañó el otro día a pasear por la orilla del lago, en un sendero que nunca habíamos explorado. De vuelta se nos ocurrió subir por un camino que da a una casa-huerto donde venden verduras, y al pobre Galán casi se lo comió el perro que ahí juega de local. Hubo que separarlos a zapatillazos. La Solcita tuvo que cargarlo un trecho en brazos: el Galán quedó con un pie herido, le costaba pisar, y lucía rojas marcas en la zona del cuello. Desde ayer que no lo veo: capaz que volvió adolorido a su campo. José quedó muy impresionado con el salvaje y rabioso ataque sufrido por su querido Galán, pero sospecho que ahora sabe mejor que antes qué significa que un animal defienda su territorio.
Este año, me interesan muchísimo los árboles con los que me voy cruzando. Quiero identificarlos por su verdadero nombre. No me basta con que sean bellos. Me atraen sus troncos gruesos, sus ramas, su follaje más ligero o bien tupido, las formas que encarnan, cómo lucen cuando el sol brilla a través de sus hojas. Una de las cosas que más me maravillan del Diario íntimo de Luis Oyarzún es la extraordinaria y natural clase de botánica a la que somete a sus lectores, quienes sin duda apreciaríamos más aún sus textos si cada vez que Oyarzún nombra a un árbol o una planta, nosotros pudiéramos dibujarlos imaginariamente. Una buena razón para aprender botánica es poder leer mejor el Diario íntimo de Luis Oyarzún. No lo traje este verano. Tal vez el próximo. Lo que sí traje fue La elegancia del erizo, de Muriel Barbery. Lo empecé anoche y no lo suelto. Bello, bello. Quizá la próxima semana me anime a escribir algo de Renée y Paloma, sus protagonistas.
Llueve aquí, a esta hora de la mañana, sobre el lago Llanquihue.
Amor sin escalas





Los personajes de Jason Reitman son ahora más normales (¿más maduros?).

Ascanio Cavallo
Ryan Bingham (George Clooney) tiene un trabajo que, para muchos, es la mitad sueño y la mitad pesadilla. La mitad sueño es que viaja un día sí y otro también, hasta el punto de que pasa menos de cinco días por cada mes en su departamento. La otra mitad es que viaja para cumplir con una tarea que nadie desea: despedir gente. Ryan trabaja para una empresa especializada en "desvinculaciones", que hace lo que sus clientes no quieren hacer por sí mismos, y ha desarrollado métodos y discursos para poner miel en la guillotina.
Los viajes mantienen a Ryan en un estado de soltería e incompromiso que le parece perfecto, y que le permite aventuras de ocasión como la que inicia con la seductora Alex Goran (Vera Farmiga), tan viajera como él y con la que sólo puede reencontrarse cuando sus itinerarios se crucen.
La cantidad de encargos que tiene Ryan por todo el país dice, por sí misma, algo elocuente sobre la estabilidad del empleo en el capitalismo moderno. Más expresiva todavía es la iniciativa que desarrolla una ejecutiva de su compañía, la psicóloga Nathalie Keener (Anna Kendrick), y que consiste en realizar los despidos a través de videoconferencias, ahorrando gastos, personal y, sobre todo, viajes. Es decir, que amenaza de obsolescencia y desempleo al mismísimo experto.
El relato cruza, sin forzarlos, los esfuerzos de la joven psicóloga para lidiar con una función en la que se desploman todas sus nociones abstractas acerca del impacto de perder el empleo con la creciente sensación de Ryan de que su libertad autoinferida empieza a combinar mal con su edad y con el deseo de tener un lugar al que llegar.
Los 30 minutos centrales de la película condensan los fracasos personales de Nathalie y de Ryan, pero el momento más importante ocurre cuando el protagonista viaja a su casa familiar de Milwaukee, para la boda de su hermana Julie (Melanie Lynskey), y se enfrenta a su propia soledad en un contexto de felicidad que, siendo un poco frágil y un poco patética, aún así parece mejor que el suyo.
Nada de esto está subrayado; todo ocurre con la levedad del capitalismo, y sin embargo se percibe que algo pesado se está moviendo por debajo de la adhesión a los principios de la astucia y el éxito, de la lógica de los listos y los quedados, los ganadores y los perdedores, los que aprovechan y los que no.
Al director Jason Reitman le han interesado en forma prioritaria las tensiones entre la vida laboral y la familia, como lo mostraron Gracias por fumar (2005) y la aplaudida Juno (2007). Pero hay que ver cómo ha mejorado. Sus personajes son ahora más normales (¿más maduros?), su cinismo está más estrechamente relacionado con los valores de su medio social y sus contradicciones tienen una profundidad más conmovedora, porque no las controlan del todo. Amor sin escalas ya es, por fin, una película sobre gente adulta.
Up in the air
Nick Carter







Rodrigo Pinto
(Se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo) es el largo subtítulo de este divertimento de Levrero, cuya obra completa se está editando gracias a que una obra póstuma, La novela luminosa, lo llevó tardíamente a la fama. Ahora es el turno de Nick Carter, novela que, en un primer momento, hace pensar más en otro de los oficios del autor-la escritura de guiones para cómics - que en el resto de su obra, por la delirante vena que recorre el relato, una reducción al absurdo de la novela negra y sus tópicos. Pero pronto se advierte que Levrero es fiel a su naturaleza y, en medio de las aventuras de Carter, asoma una mirada cuya ironía muestra que, tras el juego del absurdo, hay un autor que sabe hacia dónde va y qué quiere decirle al lector, incluso desde la interpelación: "A ti también te han clavado un cuchillo en la espalda el día mismo en que naciste. Pero en tu ceguera le llamas a eso vida, a eso que arrastras, como tantos lectores, infectando el mundo".
Nick Carter desenvuelve una trama absurda y fuera de quicio, que confunde las fronteras entre el mundo onírico y el real sin dejar de apelar a elementos de la novela negra: el detective solterón y mujeriego, el caso ejemplar a resolver, las mujeres guapas, los enemigo jurados. Imágenes especulares, que realizan orgías o actos atroces y se burlan de quienes las contemplan, monstruos marinos indescriptibles, mujeres poderosas que arrastran un amarguísimo despecho abren paso a otra línea, igual de delirante, que se burla de otro tópico de los tiempos: la literatura psicoanalítica. Carter descubre que quienes lo rodean, como la secretaria ninfómana que a diario lo arrastra sobre algún mueble y su ayudante, que cabe en un maletín, están ligados a él de una manera más cercana de lo que pensaba. La acción transcurre en Inglaterra, entre salones de la nobleza y tétricos castillos, un escenario ideal para situar al detective más atípico (y más convencional, por otra parte) de la literatura. Con sus aventuras, Levrero da una clase de cómo se puede subvertir un género hasta el límite, sin perder el paso y con una descomunal cuota de humor; pero, también, sin ceder en su identidad como escritor, con la marca del distanciado pesimismo y el sentido de la fugacidad de las cosas que alienta en toda su obra.
Mario Levrero. Mondadori, Buenos Aires, 2009. 156 páginas.
Pascueros

Francisco Mouat
Una vez, cuando trabajábamos en la revista Don Balón, en los años noventa, para ahorrarnos el ítem Viejo Pascuero convencimos a uno de los juniors, Fernando, de que fuera el Santa Claus de la fiesta navideña de la empresa. Llegaron las familias completas, había bebidas, pan de pascua y hotdogs, y por supuesto les teníamos flor de regalo a todos los niños invitados. Lo que no sospechábamos era el profesionalismo con que nuestro Pascuero, un ex carabinero fornido y de pocas palabras, iba a asumir su rol. Se le arrendó un disfraz, hasta con máscara, y sin que le dijéramos nada, él nos anunció que ejecutaría el protocolo completo: iría llamando uno a uno a los niños más chicos para sentarlos en su falda, hacerles las preguntas típicas, tomarse una foto con ellos y entregarles el regalo. El problema fue que cuando se puso la máscara se convirtió, más que en un Viejo Pascuero amable y bonachón, en el personaje de una película de terror: su cara era decididamente monstruosa, parecida al rostro carcelario de Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes. Fue un momento inolvidable: mientras nosotros nos matábamos de la risa en un rincón, los niños llamados no se atrevían a acercarse a nuestro improvisado Santa Claus, lo encontraban demasiado feo, temían que pudiera hacerles algo malo, y no faltó el cabro chico que se puso a llorar y que empezó a reclamar porque quería su regalo, pero no al Viejo Pascuero. Hubo que sacarle a Fernando la máscara de la discordia, acelerar la entrega de los paquetes y olvidarse de la foto de rigor.
El oficio de Pascuero es jodido. Los que van de Santa Claus por las calles, o se instalan en las plazas, deben soportar más de treinta grados a la sombra con unos trajes sintéticos que los hacen sudar como caballo de carrera. A eso se suman las bromas de los pinganillas que quieren desenmascararlos frente a los niños crédulos: se acercan a ellos a mirarlos con lupa, les dicen a viva voz que son falsos, les sacan los gorros, les tiran los elásticos de las barbas, y como los Pascueros tienen sangre en las venas, a veces se calientan y responden a golpes. Esos Pascueros salen después en los diarios, porque en todas partes hay niños que los agarran a patadas en las canillas.

A veces los Pascueros improvisados se han hecho unos pocos pesos durante el día, no tienen fuerzas ni para sacarse el disfraz después de la jornada larga y los cogotean cuando vuelven a casa para robarles hasta el traje. A veces usan chalas para no transpirar tanto. Recuerdo a uno que fue contratado en Navidad por un vecino, cuando en mi casa había dos enanos que todavía creían en él. El vecino me llamó esa noche y me dijo que llevara a mis hijos, para que conversaran con su flamante invitado. Lo que más les llamó la atención a mis cabros fueron tres cosas: que tomaba cerveza en lata, que no les trajo ningún regalo a ellos, y las chalas del Viejo Pascuero. Esa noche se llenaron de dudas.
Un amigo médico escribió lo que le pasó una vez en la fiesta de Navidad del hospital donde trabajaba, muchos años atrás. Esa tarde de esparcimiento en un club deportivo en Gran Avenida, había gran expectación entre los cientos de niños que esperaban en cualquier momento el arribo del Viejo Pascuero desde el cielo: saltaría desde una avioneta en paracaídas y se posaría sobre el centro de un pastizal rodeado de grandes árboles. No importaba nada que fuera 14 de diciembre, que faltaran tantos días para la Nochebuena. El griterío y la algarabía de los niños fue impresionante cuando vieron al Viejo Pascuero venir por el aire con su traje rojo. Era un hombre delgado y traía una bolsa blanca: "Pero de pronto el Viejo Pascuero fue empujado por un viento sur oriente que lo llevó a golpearse contra la parte alta de unos álamos que bordeaban el sitio. Literalmente el Viejo Pascuero se sacó la cresta, y forzado por su paracaídas ya fláccido, se continuó golpeando contra otros álamos, hasta caer por fin al piso". Nadie lo podía creer. Los niños a la distancia veían consternados a su héroe botado en el suelo. Al cabo de unos pocos segundos, el Viejo Pascuero se incorporó cojeando y arrastrando su lánguida bolsa blanca, tras soltarse del paracaídas. La fiesta debía continuar. Estaba en juego la fe de los niños. Se improvisó en tiempo récord a un Viejo Pascuero más gordo, que hizo su entrada arriba de una camioneta, adornada con renos de cartón. Los pequeños se amontonaron en torno al nuevo héroe y sus regalos, mientras unos metros más allá, una ambulancia sin sirenas se retiraba rumbo al hospital.
Avatar





Las películas de James Cameron vienen fijando el estándar fílmico del pensamiento políticamente correcto de EE.UU.

Ascanio Cavallo
No hay forma de desconocer la singular eminencia que James Cameron se ha labrado en el cine norteamericano reciente. Hay por lo menos dos razones para ello. La primera es que, hoy por hoy, es el único director de Hollywood capaz de gastar cientos de millones de dólares en una película con el aire seguro de quien los va a recuperar de todos modos, una gracia que no está a la mano de cualquier cineasta, ni menos de los pejerreyes que se sienten mejor dotados que este tiburón de la industria.
La segunda es que sus películas vienen fijando el estándar fílmico del pensamiento políticamente correcto de EE.UU. Fue así con Titanic, en el apogeo de la era Clinton, con la reivindicación de la igualdad social y la crítica a la prepotencia de la ingeniería capitalista.
Y vuelve a serlo con Avatar, filmada en el ocaso de la era Bush y el inicio de Obama. Hay mucho de Titanic en Avatar; especialmente el centro de la historia romántica, con el joven que madura y descubre su propia nobleza a través del amor por una mujer, en principio, superior. Pero hay mucho de los temas que vienen agitando a la cultura norteamericana en la década que termina: el respeto a la diferencia, el antiimperialismo, el cuidado de los ecosistemas, la sustentabilidad verde.
Como relato, Avatar es atrevido. Concibe una situación límite para la Tierra -2154, los recursos naturales se agotan-, imagina un cuerpo celeste donde hay formas de vida parecidas a la humana -la luna saturniana Pandora-, y crea un pueblo nativo con sus dioses, su cultura y hasta su lenguaje, los Na'vi. Y bien, ¿no es esto lo que suele hacer la ciencia ficción? Sí, pero desde el punto de vista del cine, implica decisiones tremendas: o se estiliza la realidad hasta casi desvanecerla, como el Alphaville de Godard, o se acerca el decorado a la abstracción metafísica, como el Solaris de Tarkovski, o se crea un mundo enteramente nuevo, con sus propias briznas, sus árboles arbitrarios, sus nenúfares extraños y sus animales fantásticos, con ojos, dientes, pezuñas, alas, garras y pelajes singulares.
Esta es la opción de Cameron. Una opción que, por la sobreabundancia y la notoriedad de los detalles, cabría llamar gótica, adornada con 120 años de cine. Una opción que hace de Avatar algo parecido a esos retablos medievales con centenares de figuras primorosamente detalladas, donde es difícil distinguir si más allá de la artesanía hay realmente una visión del mundo, o si esa visión se ejecuta en el hecho mismo de la artesanía. Igual que en Titanic, por todo lo simples que son las ideas de Avatar, con su teoría de Gaia vulgarizada y sus personajes básicos (el coronel fascista, el ejecutivo salvaje, la científica sagaz), hay una constelación de detalles poéticos, delicados o simplemente asombrosos que desplazan la mirada desde el conjunto hacia la minucia.
Están ahí para confirmar que Cameron es uno de los huesos duros de la industria del cine. }
Avatar
Dirección: James Cameron. Con: Sam Worthington, Zoe Saldana, Sigourney Weaver, Stephen Lang, Giovanni Ribisi. 162 minutos.

Ascanio Cavallo.
Texto de la semana
Michel Tournier
(Francia, 1924)
Celebraciones (fragmento)
" Hay en algunas obras maestras —y por ello figuran en primera línea de la literatura universal— una incitación a crear, un contagio del verbo creador, una puesta en marcha del proceso inventivo de los lectores. Yo confieso que para mí esa es la cumbre del arte. Paul Valéry decía que la inspiración no consiste en el estado en que se encuentra el poeta cuando escribe, sino en el estado en que el poeta que escribe espera poner a su lector. Pienso que de tal afirmación cabría hacer el fundamento de toda una estética literaria. Pero ¿no equivale esto a esperar que una obra de arte posea ante todo una determinada virtud pedagógica? Montaigne decía que enseñar a un niño no es llenar un vacío sino encender un fuego. Creo que no se podría pedir más. En cuanto a mí, lo que he ganado es cierta llama que veo a veces brillar en los ojos de mis jóvenes lectores, la presencia de una fuente viva de luz y de calor que se instala de ahora en adelante en un niño, encendida por la virtud de mi libro. Recompensa rara ésta, y que no tiene precio, a todos los esfuerzos, a todas las soledades, a todos los malentendidos."
Rafael Gumucio
Domingo 03 de Enero de 2010
Sinceridad


Leí con interés y pasión muchos libros el año 2009. Pero sólo devoré dos: Missing de Alberto Fuguet y Correr el tupido velo de Pilar Donoso. Me atrajo de ellos, primero, lo confieso hidalgamente, el malvado chisme y el inevitable morbo. Fui a buscar a Alberto Fuguet y me encontré con su Carlos Fuguet, uno de los personajes más entrañables de la literatura chilena. Fui a buscar a José Donoso y me encontré con las tinieblas y luces de María Pilar Serrano, su esposa, un personaje demasiado literario para caber en las novelas de su marido, pero que en la voz de su hija encuentra todos sus matices e intensidad.
A la postre es esa otra cosa, el otro, ese al que nadie le pregunta nada, ese que hay que ir a buscar al fondo de Estados Unidos para que nos cuente su historia, lo que me interesa en ambos libros. Hay en esos dos libros muchas novelas que no se atreven a serlo. Es quizás el tupido velo que les falta por rasgar, saberse y defenderse como eso, parábolas hechas de palabras. Missing habría pasado de ser un gran libro a una obra maestra de las inmensas si el poema de la octava parte se hubiese liberado de tantas páginas de indagación a ratos autobiográfica y a ratos autoindulgente con que su sobrino intenta enmarcar la historia. Demasiado preocupado Fuguet de ser Fuguet no se deja ser el otro escritor que nos revela, el heredero de Manuel Rojas, el escritor chileno actual que sabe contar mejor que nadie la historia de esos hombres que habitan en sus propios cuerpos como otros viven en sus ideas, sus casas, sus miedos. Un hombre, ese personaje tan bien delineado con tan pocos elementos, que se rebela contra su autor y nos prueba que no es un perdido, sino alguien que vive como puede sus propias reglas.
Algo parecido nos pasa con las miles de posibilidades narrativas, los miles de delirios posibles que nos abre el testimonio de María del Pilar Donoso. Mundos que la hija tiene la valentía de enfrentar, pero que al mismo tiempo se apura en volver a cerrar en el pudor comprensible del afecto, ese mismo que nos priva de leer entero Conjeturas sobre la memoria de mi tribu y los diarios, que parecen cada vez más ser el centro oculto de la obra de Donoso.
Llamar a estos relatos sinceros, alabar su falta de concesiones, es la manera más tramposa de alabarlos. Los anaqueles están llenos de latas sinceras que se transforman en sinceras latas. ¿Eran sinceros Balzac, James, Proust, o Chéjov? Sí y no. Tolstoi novela en Ana Karenina los pormenores de su propio matrimonio, pero no lo hace para contarnos su vida en detalle, sino para insuflarle vida a su relato. Su biografía, sus diarios, sus cartas son una linterna que le permite avanzar en el túnel de lo incierto, las otras vidas, la de los personajes que él no fue ni conoció.
En literatura, la sinceridad es un método no un fin. El escritor no está para decir su verdad, sino para revelar de qué están hechas las mentiras suyas y del resto. Que deba, para hacerlo, mentirse lo menos posible es sólo un gaje del oficio. Un buen escritor trabaja siempre con los hierros calientes de su experiencia más próxima, pero lo que le da su fuerza es la sutileza despiadada con que lo martilla para darle forma, como si no se tratara de su alma, de sus afectos, de su vida. La valentía de un escritor no está muchas veces en lo que cuenta, sino en lo que deja de contar, en lo que borra no para quedar bien con su tía abuela, sino para que sea el texto el que quede perfecto. Es esa frialdad, es esa artesanía lo que les da poder a estos dos libros.
La alabanza a la sinceridad en literatura esconde quizás también una forma secreta de castración. Pilar Donoso nos cuenta en detalle en su libro los interminables meses en los que su padre se encerraba tratando de sacar del fondo mismo del subconsciente los patios llenos de monstruos de sus novelas. En un mundo de novelas híbridas, de jugueteos vanguardistas o simples relatos mínimos, la aventura que emprendió Donoso nos parece una audacia que ya no nos permitimos. En la sinceridad que les pedimos a los libros hay quizás también la confesión de una incapacidad, la de sentir nada demasiado profundo por seres que puedan tener más de una máscara, un nombre, un sexo.. Nos da miedo, más miedo que nunca en la historia de la literatura, contar una historia entrevista en sueños, librarnos a los demonios del subconsciente. En un mundo lleno de cafeína, queremos seguir despiertos a toda costa.
10 Viajes que hicimos en 2009 (y quisiéramos repetir)





Le pedimos a cada uno de nuestros cronistas que eligiera el viaje que más le gustó entre los que hizo para la revista este año, que explicara por qué fue su favorito y que revelara un buen dato de ese lugar, uno de esos consejos que sólo se dan a los amigos. Aquí están, a la hora del balance y los recuerdos, nuestros diez elegidos.

1 Raivavae, Tahiti LEJOS DE LA CIVILIZACIÓN
No es la mejor playa del mundo. Ni un lugar de moda. Ni siquiera se trata de un sitio cómodo. Todo lo contrario: en el extremo sur de la Polinesia, Raivavae es una diminuta isla de mil habitantes, con tres pensiones familiares como oferta hotelera, sin centros de buceo, tiendas de souvenir, museos, cafeterías ni nada diseñado para el turismo. Tampoco hay restoranes y, para horror de los amigos de los perros, la dieta local incluye a estos animales, siempre y cuando sean de pelaje negro: "No es por el sabor, es por salud", me explicaron, cuestión sobre la cual -desde luego- no puedo dar fe.
Pese a todo lo anterior -y sobre todo debido a que en la isla no hay internet, roaming y el único canal de TV transmite el pronóstico del tiempo durante las 24 horas, en francés-, desde que volví de Raivavae sueño con volver, para vivir una semana exactamente igual a como lo hice: despertar en mi sencilla pieza de la posada Tama, escuchando el canto religioso en lengua nativa que provenía desde la iglesia vecina; desayunar pomelos con los dueños de casa, pedalear con la toalla al cuello para bañarme en una playa solitaria, pasar la tarde tendido sobre la arena, escuchando el sonido de las olas y el de las hojas agitadas por el viento. Porque no hay nada más que hacer en Raivavae. Porque aún está lejos de la civilización. Por ahora.
Un dato. De noviembre a marzo es el mejor período para ir en plan playero a la isla, ubicada a 2 horas en avioneta desde Papeete. El resto del año puede llover una semana sin parar.
2 San Cristóbal de las Casas, Chiapas Mi isla del año
Seguramente fue el contraste. Muchos lugares nos gustan por el contraste. El oficinista de rascacielos sueña con una playa de palmeras, y el provinciano se ilusiona con la selva de cemento. Llegué a San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, después de una larga gira de presentaciones por seis estados de México. Habían sido semanas de aviones, de aeropuertos, de hoteles de cadena, de mesas con micrófonos y de fotos junto a la portada de Hotel España, mi más reciente libro. Todo pasaba tan rápido, tan ajetreado, que podía llegar a confundir el nombre de las ciudades y de las personas. Estaba atrapado en el huracán de una gira, hasta que llegué a San Cris. Una ciudad colonial, de vegetación espesa y comida casera. Un sitio de moda entre guías de viajes y donde el tiempo, saludablemente, impone su ritmo lento.
Las primeras horas en la ciudad más famosa de Chiapas fueron incómodas. Me costaba adaptarme a una vida off line, donde la gente podía tardar veinte minutos en saludarse y un desayuno con chilaquiles podía demorar más de media hora. Después del segundo día, comencé a disfrutar un lugar que vive a escala humana y donde no hay urgencia capaz de estropear el tranquilo descanso. Al final, ya no me quería ir.
Mi mejor viaje de 2009 fue a San Cristóbal de las Casas porque fue una isla, aunque aquí no hay mar ni lago alrededor. Me gustó porque fue una verdadera pausa. Y eso, finalmente, es lo que salimos a buscar cuando pensamos en un buen viaje.
Un Dato: Dormir y comer en el hotel-restaurante Casavieja, www.casavieja.com.mx
3 Lapa, Río de Janeiro samba de verdad
Hace meses que me obsesiona Cartola. Su historia. Su música. Es más: mi sueño es, algún día, tener un grupo de samba y poder tocar "O mundo é um moinho", uno de sus grandes clásicos, tal como lo escuché una tibia noche de agosto mientras caminaba por Lapa y oí, desde la ventana de un bar, un arreglo de esa triste y bella melodía que poetiza sobre la tragedia de comenzar a vivir la vida antes de tiempo.
Cartola (o Angenor de Oliveira, 1908-1980) es el mayor sambista de Río de Janeiro. Y Lapa, la razón por la que, creo, uno debiera volver siempre a esta ciudad. Sobre todo, si amas la música y sabes que ir a Lapa, el barrio bohemio y musical de la cidade maravilhosa, es casi una peregrinación.
Lapa es samba, pagode y chorinho. Es, también, pasión, sudor y locura.
No me gustó Río la primera vez que estuve allí, hace cuatro años. Fui enviado por esta revista para cubrir los preparativos del carnaval, y anduve corriendo de un lado para otro. Además, me tocaron días horribles, nublados. Hasta vi redadas policiales en Copacabana. Pero ahora que volví -cuando ya sabía bastante bien quién era Cartola-, me di cuenta de lo valiosas que son las segundas oportunidades. Río, creo, es de esas grandes ciudades en las que siempre conviene ir muy bien dateado, o tener un amigo local que te lleve a los lugares precisos. De lo contrario, es fácil perderse. Y llevarse malas impresiones.
Esta vez tuve suerte: anduve acompañado de dos entrañables cariocas que me mostraron su ciudad como no lo hubiese imaginado. Y ahí, creo, empecé a ver -y a entender- la fascinación que produce Río de Janeiro cuando la vives (o crees vivirla) de un modo más profundo. Además, claro, estuve por primera vez en Lapa. Y escuché, en el mismo lugar donde alguna vez fueron creados, los versos de "O mundo é um moinho", interpretados por auténticos músicos cariocas en honor al mítico Cartola: Óyeme bien, amor / Presta atención, el mundo es un molino / Va a triturar tus sueños, tan mezquino / Va a reducir las ilusiones a polvo...
Un dato: La casa de samba más turística de Lapa (aunque no por eso menos recomendable) es Río Scenarium (Rua do Lavradio 20; www.rioscenarium.com.br). Más íntimo es Carioca da Gema (Av. Mem de Sá 79; www.barcariocadagema.com.br) o el nuevo Mas Sera o Benedito (Av. Gomes Freire 599, www.seraobenedito.com). Imperdible también es programar un viaje según la cartelera del Circo Voador (Arcos de Lapa s/n; www.circovoador.com.br), donde tocan todos los grandes de Brasil.
4 Indonesia EL AÑO NUEVO SEGÚN BALI
Cuesta creerlo, pero así me lo contaron y volvería a Bali sólo para verlo: durante el Año Nuevo balinés, la gente de esta bella isla desaparece. Toda la gente.
El Año Nuevo o Nyepi, que significa "Día del silencio", se celebra puertas adentro y nadie -realmente NADIE- se asoma a las calles. Si algún turista despistado (o porfiado, o borracho, o chistosito) insiste en salir, cuentan que unos no-sé-qué-tan amables guardias de negro tienen la gentileza de ponerlo de patitas en su hotel, con corteses advertencias de que no lo intente otra vez.
Debe ser una imagen insólita. Bali es posiblemente el destino más popular de toda Indonesia y miles de turistas llegan a cada rato, para abarrotar playas, calles, templos. Pero en Nyepi, la extensa playa de Kuta se queda vacía. Las calles del pueblito de Ubud, una especie de capital cultural de la isla, se quedan vacías. Los extensos arrozales salpicados de tallos verdes e inundados de agua que recrea una versión del cielo en la tierra, se quedan vacíos.
Nyepi va desde las 6 de la mañana hasta la misma hora del día siguiente, y tiene estrictas normas: no usar fuego o electricidad, no trabajar ni experimentar placeres, no hablar, no viajar, no comer, no beber.
Tantos "no" tienen un sólo propósito: librarse de preocupaciones mundanas, meditar, conectarse con uno mismo. Y de paso, permitir que la propia isla de Bali se limpie y comience como se debiera comenzar cada año: como si fuese la gran oportunidad de renovarse.
Volvería a Bali sólo para verlo. E intentarlo.
Un Dato. El próximo Nyepi debiera ser el 16 de marzo de 2010 (termina a las 6 de la mañana del 17 de marzo; si quiere volar, hágalo antes o después: cierra hasta el aeropuerto).
5 República Checa y de pronto, praga
El taxi te deja en un hotel soviético con un letrero que dice, en mayúsculas, PRAHA. Miras por la ventana de tu habitación gigante y sólo ves árboles y edificios iguales. Temes que Praga no exista, como tantas ciudades que se diluyen cuando pones un pie en ellas. Para vencer el temor sales a caminar. El día está gris, llueve y el abrigo que ahora mojas es el mismo que vas a usar todo el viaje, pero sigues caminando a paso decidido. Los tranvías pasan junto a ti con sus letreros en un alfabeto que se parece al tuyo pero no es igual, como si estuvieras en un mundo paralelo, ligeramente distinto del que conoces. Sientes que caminas sobre colinas y te imaginas este valle cuando había reyes y reinos, y estás pensando en eso cuando ves, al otro lado del río, sobre lo alto de una colina, el Castillo de Praga. Temes que se diluya cuando pongas un pie en él. Pero no. Puedes tocar sus muros, caminar por sus jardines, visitar su iglesia y mirar la ciudad desde lo alto -los techos rojos, las colinas arboladas- sin perder la sensación de realidad. Porque Praga existe. No fue levantada para los turistas, no es una maqueta ni una suma de tiendas de souvenirs. Praga es de verdad, y el Puente Carlos es firme y sus estatuas te observan con mirada adusta tal como lo han hecho durante siglos, y en Mala Strana hay un museo maravilloso dedicado a Kafka y también hay parques ocultos entre los edificios, plazas donde la gente se sienta a leer o a dibujar, y te dan ganas de ser checo y leer a Jan Neruda y a Vaclav Havel en su idioma, te dan ganas de haber estado en la plaza de San Wenceslao, el rey bueno, entre la multitud que defendía Praga esa mañana terrible de agosto del 68, cuando los tanques rusos sepultaron la primavera. Te dan ganas de ver Praga en invierno, con sus torreones y sus cúpulas oscuras entre la nieve. Y, sentado junto al río, otro día, cuando ya no necesitas tu abrigo húmedo porque el cielo es azul y el sol brilla, das gracias porque Praga existe y no se diluye.
Un dato. El Museo Kafka está en Mala Strana, cerca del Puente Carlos. Abre de 10 a 18 horas, 10 euros la entrada.
6 Perú limadicción
Hay ciudades que encantan a primera vista y uno cae rendido ante ellas de modo violento y definitivo. París, por ejemplo o, mucho mejor, Roma, infinitamente más rica en historia. Otras son huidizas y pudorosas y hace falta asediarlas: así son los bienes arduos, que exigen paciencia. Entre ellas están Londres y Asunción. Recordamos que esta última nos dio, la primera vez que la visitamos, la impresión de ser toda ella un gran barrio Franklin: no muy pulcra, revuelta, llena de ínfimos comercios. Pero al cabo de varias visitas y de caminarla largas horas, nos fue revelando un rostro, más que bello, lleno de carácter (cuánta belleza sosa encuentra uno por ahí...).
Lima está en la segunda categoría, aunque tiene algunas manzanas del centro y algunos parques y perspectivas que atraen de inmediato. Quizá es demasiado extensa, igual que Santiago, y para ir de un lugar de interés a otro hay que cruzar vastos yermos urbanos en que no hay nada digno de ser notado.
Pero lo que ofrece Lima en amabilidad, en historia, en romanticismo y en cocina, no lo ofrece ninguna otra capital americana. Sobre todo ahora que la prosperidad económica ha limpiado casi como con una aspiradora muchas cuadras del centro que estaban, hace unos pocos años, hechas una lástima: ¡esos viejos balcones corridos, muchos de ellos con preciosas celosías, que caían en la ruina! Luego de una campaña enérgica, en que algunas grandes empresas (con el consiguiente bombo y propaganda) tomaron a su cargo la reparación de estos balcones, casi todos han vuelto ahora a su antiguo esplendor.
Y qué decir del borde costero: darse un paseo lento y admirativo por ahí es un gran placer que se puede disfrutar si usted va, claro, bien dispuesto y no de un día para otro.
De los muchos circuitos de interés, le recomendamos tres.
El primero es el del centro histórico, hoy remozado, iluminado, limpio, lleno de iglesias de gran interés, donde se encontrará con impresionantes reliquias de Santa Rosa de Lima y de San Martín de Porres, y artesonados y azulejos del siglo 16. El museo de la Catedral es espléndido: las piezas en exhibición están desplegadas con gran inteligencia: no es un confuso amontonamiento de obras de arte, sino un verdadero museo que permite apreciar cada cosa en su valor.
No debe dejar usted de dar una vuelta por la otra orilla del Rímac, cruzando el viejo puente de piedra del siglo 16 y dirigiéndose por Chiclayo a la Alameda de los Descalzos, algo desprovista de álamos, es verdad, pero con una notable arquitectura colonial. De ese "puente y alameda" cantaba la Chabuca Granda. Dé también una vuelta por la popular plaza de toros de Acho y por el Jardín de Aguas, que está cerca, construido para la Perricholi, la que, nos decían, nunca lo llegó a disfrutar. Viejos barrios en que se funden la piedad de los conventos centenarios con los palacios, ya ruinosos, de las amantes virreinales.
El segundo circuito es el Barrio Chino, el mayor de Sudamérica. Es fantástico entrar por sus viejas calles, algunas convertidas en paseos peatonales, llenas de chifas, de huariques o picás, de comederos y de expendio de comidas para llevar. ¡Qué actividad, que viejos usos, qué cantidad de gente que come sin parar a toda hora, qué verdadera "corte de los milagros" de mendigos, pícaros, ciegos, cojos! ¡Qué mareador movimiento comercial de lo más heteróclito que pueda imaginarse, donde encontrará artesanía de plata y mil chucherías, en medio de un mastique generalizado y continuo! Métase por los callejoncitos donde venden verduras y hortalizas chinas, con canastos llenos de jengibre y de ajo, los dos grandes aromas culinarios de Oriente: verá cosas que no se sabe qué son ni para qué sirven, pero que son dignas de verse.
El tercer circuito es el culinario. En Miraflores hay una aglomeración de buenos restoranes, aunque en materia de huariques de calidad el circuito habría que ampliarlo a Lima entera. También en San Isidro hay buenos restoranes, cafés y dulcerías. Cerca del "óvalo" (o sea, la rotonda) Gutiérrez está el corazón de una zona en que se topan ambos distritos, con buenas librerías (recomendamos Casa Verde y El Virrey). Y no deje de lado la zona de Barranco, donde están restaurando preciosas casas antiguas: es una de las zonas bohemias (de buena bohemia) y más románticas de Lima.
En amabilidad, historia, romanticismo y cocina, Lima supera a cualquier capital americana.
Un dato. Aquí van dos: el restorán Raimondi, en la misma casa desde el siglo 19, con un techo artesonado espectacular (está junto a la iglesia de La Merced, a pasos del Jirón de la Unión, entre la Plaza de Armas y la San Martín) y en el barrio chino el local de Jirón Andahuaylas 693. Ahí están los mejores pasteles chinos; compre un "tai pao" por 7 soles: relleno de carne de chancho, riquísimo.
7 Vietnam Los masajistas ciegos
Caminaba de noche por Pham Ngu Lao cuando recibí el volante. La dirección no estaba lejos. Era mi penúltimo día en Vietnam y al día siguiente no tendría tiempo. Necesitaba un masaje. No lo parece, pero viajar es un trabajo arduo. El barullo de la calle no siempre es inofensivo. Mostré la dirección a unas mujeres que vendían sobre la vereda y apuntaron un cartel pintado a mano a sus espaldas: Instituto Vietnamita de Masaje Tradicional. Miré el volante y me convencí: si son ciegas, tal como dice, deben tocar como los dioses. Atravesé el pórtico semi derruido y aparecí en un patio de tierra donde no había nada. Sólo un altar y una flecha, que apuntaba a una escalera. Crucé nervioso, comencé a subir, y antes de llegar arriba escuché voces. No era el murmullo exótico que esperaba: de pronto me vi en un pasillo de hospital donde corrían en delantales blancos de un lado a otro los masajistas ciegos. En una sala común, con seis camillas separadas por cortinas, los masajistas ciegos conversaban y cantaban desatando nudos al tacto. No era una atmosfera de relajo. Palmoteaban las espaldas como bifes en una carnicería. Pensé en desistir, pero recordé las 30 horas de vuelo que me esperaban al día siguiente. Por 2 dólares la hora, el precio era inmejorable. Un masajista ciego me tomó del brazo y me dejé guiar hasta la camilla. Tendido, cerré los ojos y empecé a sentir sus dedos como agujas. Sus manos caían como piedras y a cada tanto se disculpaba. Terminada la sesión, sentí mi cuerpo más liviano. Quise agradecerle pero cuando abrí los ojos ya no estaba. Tomé mis cosas, salí al pasillo y bajé a la calle hecho de nuevo. Caminaba sin urgencia ni dolores. Sin temores; era otro.
Un dato. El Vietnamese Traditional Massage Institute (185 Cong Quynh, Ho Chi Minh City) abre de 9 a 21 horas, y los fondos recaudados van en beneficio de la escuela que hay en el lugar.
8 Estados Unidos los puentes de san francisco
No sé si fue el whisky a cuatro mil metros de altura, la muerte del adorable Marley -el perro protagonista de la película Marley y yo- en el pequeño televisor de un avión que iba a Texas, la mirada de ojos azules que me despidió en el aeropuerto o el recuerdo aún palpitante de la ciudad que dejaba atrás. El resultado fue el mismo. Terminar hecho un ovillo sobre la fila de asientos desocupados, fantaseando con robar un paracaídas, pensando en saltar sobre la bruma matutina que suele cubrir el cinematográfico Golden Bridge, para volver a observar una de las postales más bellas que regala la bahía al despertar. Si Valparaíso es un puerto que "amarra como el hambre", San Francisco es uno que seduce con el discreto encanto de la abundancia. Una ciudad pequeña. Elegante y no fastuosa, donde la vida transcurre al ritmo vegetal de sus parques, con ardillas que se cruzan frente a uno. Un mapamundi que permite recorrer el planeta completo, a través de su interminable oferta gastronómica y popular. Por ello no es necesario haber vivido el "antes del amanecer" de San Francisco, después de una fiesta repleta de cumbias en el bohemio barrio latino de The Mission, para querer saltar de un avión, para querer abandonar tu antigua vida y quedarte en esta ciudad para siempre. Basta con haber visto a San Francisco a los ojos, hasta descubrir que ese cielo calipso que regala en primavera, resume todos los colores de las fachadas de sus casas victorianas, todos los colores de sus satisfechos habitantes. Eso ya es más que suficiente.
Un dato: En 547 Haight Street está Toronado, un bar con 56 tipos de cerveza de barril de todo el mundo, donde sin importar la hora, siempre es de noche, Un bar de barrio, en el lugar culturalmente más relevante de SF (Haight Ashbury, la cuna de los hippies), con tanta onda como las chicas tatuadas que trabajan en el mesón. Lo mejor es pasarse una tarde ahí, yendo y viniendo entre el bar y el contiguo Rosamunde, una parrilla con 14 tipos de salchichas. Uno se para, tapa la cerveza con su posavasos, va por comida y vuelve. Y nadie osa tocar su cerveza.
9 Locarno, Suiza Estado de excepción
Conocer Suiza es un inesperado placer. Quizás es porque uno se entrega en manos de los suizos, porque confía en que sus quesos son siempre ricos, en que sus relojes son siempre precisos, porque sus trenes funcionan y pasan a la hora y porque ellos mismos han sido siempre tan neutrales.
El placer es aún mayor cuando llegas a Locarno, una ciudad suiza tremendamente italiana. No tengo idea de si a los italianos les molestará la comparación, pero me cuesta pensar que a los suizos algo como eso -o algo, a secas- los vaya a alterar demasiado.
En Locarno te cuentan historias de castillos que no se ganaron en guerras sino que se compraron, y te lo cuentan con orgullo porque los enorgullece haber cerrado un trato con un apretón de manos en lugar de batallas. En Locarno ves el lago, las palmeras en la ribera, los muelles y la plaza reconstituida y te explicas por qué aquí hacen un festival de cine. En Locarno nació y vive María Guzmán, guía turística, quien habla inglés con un espléndido acento italiano y se sube -y te sube- a un segway, te dice que te pongas el casco y te cuenta la historia de la ciudad a medida que avanzas en esa maravilla eléctrica sobre dos ruedas. En Locarno te despides de María Guzmán, te sacas el casco, caminas dos metros y ya te estás zampando un helado. Italiano, pero en Suiza. La gente pasea con sus perros y los perros parecen tan felices, y la gente tan contenta, y las mujeres tan casualmente atractivas que te pillas preguntándote cuánto costará un arriendo por ahí y en qué podrías trabajar. Y cuando vuelves ya no eres el mismo.
Un dato. Subir al santuario de la Madonna del Sasso, por su espectacular vista de la ciudad y del lago Maggiore. Si no tiene espíritu de deportista o de peregrino, hay un funicular. Bajar a pie es recomendable para cualquiera.

10. Mi fiesta de BabetteChampagne, Francia
Pan de especias con foie gras, galletas de rosa y, por cierto, champagne brut nature en copa con forma de tulipán: este menú champenoise por excelencia me dio la bienvenida al viaje por una tierra mítica y sugerente: Champagne, la región, el terruño, el terroir en el norte de Francia, compuesto por distintas ciudades y pueblos antiguos, donde se produce la bebida más elegante del mundo y donde cada hectárea vale un millón de euros.
Fue mi viaje favorito 2009 (después de aquel inolvidable a la Casa Blanca de Obama, pero ésa es otra historia...), porque fue una especie de Fiesta de Babette ampliada. Una semana recorriendo parajes campestres perfectos, catando las mejores champagne del mundo, deslumbrándome con el sol tibio del amanecer, comiendo en restoranes con estrellas Michelin y conversando bajo la luz de las velas, fueron una clase magistral del arte de saber vivir y gozar la vida, con sus esplendores y miserias.
Y todo bajo la influencia del champagne. Dicen que es la única bebida que hace que las mujeres se vean más bonitas después de tomarla, y puede que madame Pompadour -la autora de la cita- tenga razón. Algo cambia tras una buena copa de champagne. El tiempo se hace más lento, las cosas se ven mejor, el futuro produce menos ansiedad, y el presente, un cierto desapego.
La inventó un monje benedictino, Dom Pérignon, en la abadía de Hautvilliers (donde basta un par de horas para conocer sus calles encantadoras y deshabitadas). El pobre monje quería conseguir dinero con este vino especial para sus obras de caridad y hoy su abadía está comprada por Moet Chandon y sólo se abre para visitas VIP.
El paseo por Champagne me llevó a ciudades medievales preciosas y perfectas, que dejaban sin aliento por su belleza, pero a la vez con la sensación de que eran sitios donde quedaba muy poco por hacer. Caminando por Reims, por ejemplo, la ciudad real, muchas veces bombardeada y reconstruida, sentí en sus calles tal ausencia de apuro y ambición, que sólo daban ganas de sentarse con los contertulios a comer galletas de rosa y tomar champagne, mientras el resto del mundo quedaba eternamente entre paréntesis.
Mi recorrido terminó en Urville, cuna y sede de champagne Drappier, el champagne de los franceses (y que hoy se encuentra en Chile en la Vinoteca). Si tiene suerte, puede que la cata la dirija una leyenda: monsieur André Drappier, el patriarca actual de una familia que lleva 200 años en el negocio de las burbujas, con máxima artesanía y máxima calidad. Si tiene suerte, lo verá bromear: "Soy longevo porque como poco y ya no hago el amor". Preguntar: "¿Es verdad que el vino chileno es tan bueno?". Coquetear: "¿Estás casada? Yo busco esposa, estoy viudo y solo en esta casa!". Y filosofar: "El champagne es mágico. Sin la segunda fermentación, sería un simple vino de bistró. Pero si es guardado con paciencia, surgirán las burbujas y la magia. Es como las personas...".
UN DATO: Vale la pena tomar el tren en París y en dos horas se llega a Reims. Desde ahí, conviene arrendar un auto y hacer el recorrido dejando uno o dos días por ciudad o pueblo. El mejor hotel de la zona es la Maison des Rhodes, en Troyes. Vale la pena una visita sólo para conocerlo. El edificio fue construido en el siglo 12 y aseguran que perteneció a los templarios. Todas las habitaciones son distintas, elegantes y rústicas, con tinas enormes. Y el jardín es idéntico al de la película El jardín secreto, sólo que además tiene velas y champagne.
Ballenary
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Reconstrucción de un Crannog en Loch Tay
Ballenary o Ballynary ( "Baile an Arrough" en gaélico) es una pequeña localidad a orillas del lago Arrow (o Lough Arrough en gaélico), en la parroquia de Ballinafad (condado de Sligo), al noroeste de la República de Irlanda. Eu nombre es un anglicismo.
Ballenary se sitúa en una zona campestre y famosa, a nivel local, por la pesca. Posee algunos hoteles, desde los que se pueden recorrer los alrededores y admirar varios "Crannóg" o pequeñas fortificaciones en madera, a orillas del lago Arrow, realizadas por los pueblos pre-célticos que habitaban la zona en el megalítico.
Es el lugar de nacimiento de (Ambrose) Ambrosio O'Higgins, quien llegó a ser Gobernador de Chile y luego Virrey del Perú, en la América Colonial, y padre del Libertador de Chile Bernardo O'Higgins.
Existe en Ballenary un parque (O'Higgins Memorial Park) y una placa conmemorativa en honor a Ambrose O'Higgins, instalada por el embajador de Chile en 1997, y actualmente al cuidado del Concejo del Condado de Sligo.
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Ballenary"
"El tiempo no tiene movimiento, sino que el movimiento está dentro del tiempo. Me costó aprenderlo" –Manoel de Oliveira

El arte torrencial de Thomas Bernhard
El autor austríaco escribió con la intención de remecer las conciencias de una sociedad que se olvidó muy rápido de su pasado nazi. Su vigencia la corroboran la llegada de sus Relatos autobiográficos y la obra Comida alemana, que puede verse ahora en el Festival Santiago a Mil.
por Juan Andrés Piña

Considerado como uno de los montajes más importantes estrenados el año pasado y de mayor éxito en la actual versión del Festival Santiago a Mil, Comida alemana es representativa del universo dramático del gran escritor austríaco Thomas Bernhard (1931-1989). Hasta hoy, Bernhard aún es calificado como un excéntrico, maldito y hasta underground: varios de sus dramas fueron prohibidos y sus novelas, requisadas.
Probablemente se debió a que en su amplia creación narrativa y teatral reiteró una obsesión medular: la persistencia de la ideología alemana nazi en la sociedad europea, a pesar de las décadas transcurridas desde su caída. Son textos particularmente dolorosos y vehementes en contra de su patria, que, a su juicio, se entregó inmoralmente al régimen alemán. En 1986, en una de las pocas entrevistas televisivas que se le conoce, Bernhard declaró que "Austria es insignificante. Se trata de un pequeño país de gentes simpáticas, pero malvadas y sin importancia, y católicas".
Bernhard fue poeta, novelista y dramaturgo. Nació en Holanda, pero residió casi siempre en Austria y Alemania. Tras vivir los últimos años de la Segunda Guerra Mundial en Salzburgo, pasó varios otros recluido en un sanatorio, a causa de la tuberculosis que contrae cuando se retira del colegio y entra a trabajar a un negocio de abarrotes, como cargador, según cuenta en El frío.
Entre 1952 y 1957 estudió música y arte dramático. Preferentemente, exploró el tema del absurdo en la vida y en los sentimientos humanos, así como las presiones que llevan a las personas al borde de la locura. Entre sus escritos destacan Helada, Trastorno, La calera, El sobrino de Wittgenstein y Corrección, el más celebrado. Su autobiografía, considerada como su obra más intensa e importante, está constituida por cinco tomos: El origen, El sótano, El aliento, El frío y Un niño. Su teatro ha sido calificado como De la Nueva Subjetividad, del que Peter Handke es también uno de sus principales exponentes.
Para él, dos temas de la sociedad europea actual continúan con vigencia. El primero es de qué manera el nacionalsocialismo continúa siendo una culpa no resuelta y un estigma que traspasa a las nuevas generaciones. Lo segundo es que dicha ideología totalitaria es pariente cercana al catolicismo, afirmación que nace de sus años de infancia y adolescencia, cuando estudió en el internado Nacional-Socialista-Católico Johanneum. En uno de sus volúmenes autobiográficos, El origen, afirma que "tampoco el cuerpo de Cristo, sumido y consumido cada día y, por lo tanto, aproximadamente 300 veces al año, era nada distinto del llamado homenaje cotidiano a Adolf Hitler".
En las tablas chilenas
Todo este clima se aprecia en Comida alemana, una de las siete piezas denominadas por Bernhard como "dramolettes" (composiciones breves y satíricas), que sigue presentándose en Lastarria 90. La dirección del montaje corresponde a Cristián Plana, la dirección coral a Annie Murath y el elenco lo componen Grimanesa Giménez, Daniela Ropert, Valentina Jorquera, Amalia Kassai, Daniela Castillo, Gabriela Urzúa, Felipe Lagos y Leo Canales. Ahí, un sótano blanco y estrecho agrupa a seis jóvenes que ensayan composiciones de los lieder de Mahler y Schubert, bajo la dirección de una enfermera jefe. El espacio clausurado, opresor, y la fuerte tensión ambiente conducen a una relectura de las canciones: lo que aparece como la invitación a un mundo mejor, al contacto con la naturaleza y a las relaciones afectivas, corresponde, en realidad, a un tortuoso plan de agravios y vejaciones, un microcosmos representativo de casi toda su producción.
Como bien ha señalado Javier Marías, el efecto hipnótico de las historias de Bernhard, lo que le permite dar el salto y convertir la ira en arte, es su inconfundible estilo: "Todo este mundo está mostrado en él con un prosa cortante, seca y reiterativa como una suite de Bach; los diferentes temas de la obra van surgiendo una y otra vez como si se tratara de los de una melodía, alternándose, combinándose, dialogando, avasallándose, negándose mutuamente".
Comida alemana continúa presentándose desde el 26 al 31 de enero, en Lastarria 90.

Mejores y peores del 2009

Daniel Villalobos 19 Enero 2010

El 2009 fue el primer año desde que tengo memoria en que la producción de ficción chilena fue más interesante y nutrida que la documental. También fue el primer año en que casi ninguna de mis elecciones coincidió con las listas de otros amigos. La razón, desde luego, no es que la cartelera de cines en Chile se haya vuelto más ecléctica, sino que ya muy pocos la consideran un referente a la hora de armar sus listas de lo mejor del año. Muchos de mis conocidos van al cine sólo en eventos especiales (Avatar) o para seguir a directores que conocen (Enemigos Públicos). El resto del material lo descargan de internet.
Sin embargo, el año me pareció mejor que el 2008: más redondo, más interesante, más lleno de recovecos. Junto a la habitual cantidad de basura, tuvimos películas que nadie habría esperado en salas de cine (Las Horas del Verano, Entre los Muros) junto con gratas sorpresas en la zona del blockbuster (Star Trek, Harry Potter y el Misterio del Príncipe). Tarantino, Terminator y Pixar decepcionaron, en distintos niveles, mientras que Mann, Raimi y Soderbergh brillaron con la autoridad de quienes conocen su oficio y su medio. Von Trier me voló la cabeza con Anticristo, una película que debe ser una experiencia completamente distinta en pantalla grande. Y La Batalla de Chile, el documental sobre el origen del país que conocemos, se editó oficialmente en DVD veinte años después de la vuelta a la democracia.
MEJOR ESCENA DE ACCION:
Agentes federales organizan una emboscada chambona en medio de la noche y el operativo termina con víctimas inocentes, un oficial acribillado en mitad del camino y gángsters muriendo sin perdón bajo las balas de Melvin Purvis. ¿La película? Enemigos Públicos, la joya con la cual Michael Mann se redimió de los excesos de Miami Vice.
MEJOR SECUENCIA DE CREDITOS FINALES:
Sin competidores cercanos y sin vergüenza alguna, las imágenes de la cámara digital encontrada en ¿Qué Pasó Ayer?

MEJOR SECUENCIA DE CRÉDITOS INICIALES:
Arrástrame al Infierno, empatada con la serie de postales apocalípticas de Tierra de Zombies. De cerca, el inicio de Watchmen al ritmo de Bob Dylan.
MEJOR SECUENCIA DE APERTURA:
La destrucción de la nave donde viaja el padre de Kirk en Star Trek. Una microhistoria de diez minutos que deja en claro que estamos ante la mejor encarnación que la saga haya tenido en cine hasta ahora. Finalista: el encontrón en carne y hueso que tienen los dos CEOs de Duplicity en la losa de un aeropuerto.
MEJOR DIÁLOGO:
El largo esgrima verbal que un oficial nazi y un campesino francés tienen en la secuencia inicial de Bastardos sin Gloria, una escena tan bien escrita y filmada que hace innecesario todo el pesado pastiche que se nos viene después. ¿Cómo un director puede ser tan irregular dentro de una misma película? Misterios del cine. Y de la cannabis, sospecho.
MEJOR MOCHA:
La dulce Alison Lohman enfrenta a una vieja gitana venida del Averno dentro de un auto en Arrástrame al Infierno, mostrando las garras de chica campesina que ha pasado años tratando de borrar.
MEJOR CAMEO:
Bill Murray en Zombieland. Dakota Fanning en Luna Nueva. El primero porque ver a Murray haciendo de sí mismo es siempre una fiesta. El segundo, porque la púber Fanning dejó traslucir -en una aparición de dos minutos- toda la líbido perversa que el resto de Luna Nueva no fue capaz de evocar.

MEJOR USO DE CANCION POP:
Wake Up, de Arcade Fire, en el trailer de Where the Wild Things Are. Finalistas: The Times Are Changing, en Watchmen y For Whom the Bells are Toll, de Metallica en Tierra de Zombies.
MEJOR PELICULA CHILENA:
Turistas. Finalista: Ilusiones Opticas.
MEJOR PELICULA VISTA FUERA DEL CIRCUITO REGULAR: Moon.
MEJOR CHISTE:
En Taking Woodstock (no estrenada en cines). Liev Schreiber es un travesti musculoso ex-soldado que se ofrece a trabajar como encargado de seguridad del cochambroso hostal familiar que sirve de base de operaciones al festival. Elliot Tiber (Dimitri Martin) le pregunta si necesita un uniforme. Schreiber, cuyo personaje ha hecho la calle y participado -por dinero y por placer- en actos que Elliot ni siquiera imagina, le dice: “Corazón, tengo uniformes“.
MEJOR MINA (SÍ, SUENA FEO. PERO ES CLARO):
Paz Vega en su breve cameo en The Spirit.
MEJOR MALA ACTUACION:
Freddy Rodríguez en Planet Terror. Encarnando a un chico-bueno-pero-malo que es una acumulación de clichés andante, Hernández consigue salirse con la suya y exagerar una caricatura sin límites en una película que triunfa justamente gracias al exceso.
MALA ACTUACIÓN A SECAS:
DiCaprio en Sólo un Sueño (Revolutionary Road). ¿Puede ser un arte mantenernos engañados durante una década respecto a su talento como intérprete adulto? ¿Cuál fue la última buena actuación de DiCaprio? Leo fue un gran actor juvenil en ¿Quién Ama a Gilbert Grape? y Mi Vida Como Hijo. Pero eso fue hace quince años.

LA SORPRESA DEL AÑO:
El Sustituto y Gran Torino, el dueto de filmes con los cuales Eastwood volvió a desafiar a quienes le siguen considerando un director simplón o de tiro corto. Quién iba a pensar que el hombre que patentara la imagen de vigilante fascistoide con Harry el Sucio filmaría un epitafio tan rotundo para esa moral con Gran Torino. Quién podría imaginar que el director de Los Imperdonables podía entregarnos una película tan irregular pero tan hermosa como El Sustituto, la mejor historia sobre detenidos-desaparecidos que haya visto en cine en mi vida.
LA DESILUSION DEL AÑO:
Terminator: Salvation. Diga lo que se diga, la saga Terminator es uno de los aportes más vigorosos que Hollywood haya hecho al cine de ciencia-ficción desde Blade Runner. Por eso fue lamentable ver esta bazofia inútil, torpe, sensiblera, mal escrita, kitsch, desordenada, absurda, latera e infantil. A ratos parece como si su director hubiera hecho una lista de todos los errores que Cameron no cometió en los dos primeros filmes y luego, con un presupuesto millonario, hubiera procedido a ejecutarlos uno a uno. Esta película no la dirigieron, la perpetraron.
INTERESANTES PERO NADA MAS QUE INTERESANTES:
Visita Inesperada, El Silencio de Lorna, La Nana, Actividad Paranormal, Navidad, Coco Antes de Chanel, La Ola.
LAS PERLAS:
Escondidos, Los Extraños, Che: El Argentino, Che: Guerrilla, Coraline, La Duda, Gran Torino, El Luchador, Star Trek, Duplicidad, Up, Las Horas del Verano, Te Amo Brother, Enemigos Públicos, Al Otro Lado, Entre los Muros, Sector 9, Turistas, Ilusiones Opticas, El Poder de la Palabra, Hace Mucho que te Quiero, La Felicidad Trae Suerte.
MEJOR MOMENTO DE UNA ACTRIZ SECUNDARIA:
Sucede en Duplicity. Clive Owen seduce a una tímida secretaria (la gran Carrie Preston) para acceder a documentos secretos. Interrogada por Julia Roberts, se quiebra y le dice: “Tú no entiendes. Eres bonita. A ti los hombres te deben mirar así todo el tiempo. Pero a mí no. Valió la pena. Valió tanto la pena”.
MAS ENTRETENIDAS DE LO QUE ESPERABAMOS:
Planet Terror, Sex Drive, La Bestia, HP y el Misterio del Príncipe, GI Joe: El Origen de Cobra, La Huérfana, Los Secretos del Poder, This is It, Nueve.

TAN ENTRETENIDAS COMO ESPERABAMOS: Arrástrame al Infierno
LAS PEORES DEL AÑO:
Australia, El Niño con el Pijama a Rayas, The Spirit, Viernes 13, Siete Almas, Watchmen, Las Dos Caras de la Ley, Solos, Inframundo 3, Dragonball, La Profecía del No Nacido, Sentencia de Muerte, Tierra, Vicky Cristina Barcelona, Rápidos y Furiosos, Terminator: Salvación, Transformers 2, La Decisión Más Difícil, Super, La Maldición de las Hermanas, 2012, La Princesa y el Sapo, El Lector, El Solista.
LAS VI Y YA LAS ESTOY OLVIDANDO:
Grado 3, La Propuesta, Dawson Isla 10, Te Amaré por Siempre, Rescate del Metro 123, Bastardos sin Gloria, Los Estafadores (Brothers Bloom), Diabólica Tentación.
LAS QUE MAS DESPRECIE:
Empate entre Luna Nueva y Slumdog Millionaire. La primera es un horror momio y misógino que, por algún motivo misterioso, despierta la pasión de jovencitas a las cuales la película desprecia. La segunda es un pedazo de porno-miseria que juega astutamente con los clichés del Tercer Mundo y el glamour de la favela.
RAREZA QUE MERECIO MAS PRENSA Y ESPECTADORES DE LOS QUE TUVO: Bellamy, La Elegida.
DORMIDO EN LOS LAURELES:
De Niro y Pacino en Las Dos Caras de la Ley. Ver a estos dos gigantes del oficio dando pena en esta mugre fue como ver a Víctor Jara y Violeta Parra cantando axé en Yingo.

MEJOR BONUS TRACK DEL AÑO:
La Represa, de Rodrigo Salinas. Extraño mediometraje disponible para descarga en cinepata.com, La Represa habría sido tercera en mi lista de mejores estrenos nacionales de no ser porque nunca pasó por salas. Y es probable que jamás la veamos en una pantalla grande. Cuenta una historia fragmentada, con recursos pobrísimos y un humor tontorrón y sofisticado al mismo tiempo. En un sentido, es la nieta mutante del Tres Tristes Tigres de Ruiz y el Morir un Poco de Covacevich. ¿Qué quiero decir con esto? Que es divertida a ratos y patética en otros. Que es ladina, en el sentido antiguo del término. En comparación con la pompa sin ideología ni colmillos de Dawson Isla 10 o la celebradísima fábula patronal de La Nana, este fue el vaso de agua fresca en medio del desierto de los tontos graves.
CORAZON DIVIDIDO:
Gomorra: Algo me pasó con esta película. En un sentido, creo que es un intento fallido por torpedear el aura romántica que la mafia italiana ha tenido desde El Padrino hasta los Sopranos. En otro aspecto, creo que es uno de los acercamientos más agudos que el cine reciente haya tenido al tono seco, áspero e inclemente de obras literarias como el 2666 de Bolaño.
Avatar: Más compleja de lo que vieron algunos de sus fans más recalcitrantes, pero lastrada por una historia básica y repetida sobre la cual Cameron no tenía mucho que decir. Es curioso, porque lo mejor de ella es la fascinación con que el director explora este nuevo mundo. No el nuevo mundo de Pandora -un horror kitsch que no desentonaría en un comercial de Coca-Cola- sino la paleta sin límites del 3-D.

Loca por las compras: Un artista de tomo y lomo y un gran director de comedia como PJ. Hogan, acompañado por esa gran actriz que es Isla Fisher, ambos consagrados a sacar adelante un guión tontito y liviano como un episodio de Sex and the City. A pesar de su bobería y su desenlace de manual, fue una de las películas más elegantes y bellas que se hayan estrenado en el año.
LOS GRANDES SECUNDARIOS DEL AÑO:
-Viola Davis, en La Duda: Sólo tiene diez minutos en pantalla, pero en ese lapso altera todo lo que pensábamos sobre la intriga y le hace ver al personaje clave de la historia (Meryl Streep) que hay ambigüedades y claroscuros demasiado intrincados para la burbuja de un simple colegio católico.
-Josh Brolin en Planet Terror: Aunque muchos supondrían que su elaborado retrato de Bush Jr. en W. debería ser su trabajo más importante del año, Brolin lució mejor y más relajado en su papel de médico psicópata en esta cinta, un glorioso pastiche B donde otros terminan siendo los héroes, pero donde es él quien más recordamos.
-James Franco en Milk: En una película donde todos (Sean Penn, Emile Hirsch, Josh Brolin) pelearon por tener sus momentos para el Oscar, Franco entregó la actuación basada en la sencillez antes que en el lucimiento. También -no es casual- su personaje terminó siendo el más digno y humano de toda la trama.
-Las Horas del Verano: Mención doble para la empleada y para la esposa de Charles Berling, dos actuaciones memorables que podrían pasar desapercibidas en un primer vistazo, pero que crecen en el recuerdo en base a pequeños gestos: una nuca quieta en medio de una habitación donde se discute la venta de una propiedad, un par de miradas desde el jardín a una casa que no se volverá a visitar.
-Jon Favreau en Te Amo, Brother: En una retorcida comedia sobre los límites entre la amistad masculina y el amor platónico, Favreau interpretó a un cerdo sin corazón ni modales, un macho beta feliz de serlo y orgulloso de su miseria y mediocridad. John Belushi no lo hubiera hecho mejor.
-Stephen Lang en Enemigos Públicos y Avatar: Olvidado desde su rol de periodista cretino en Cazador de Hombres y su ridículo psicópata en The Hard Way, Lang volvió en gloria y majestad con veinte años de experiencia en el cuerpo y se nota. Su curtido rostro dio vida al tipo duro más duro de todos los que circularon por Enemigos Públicos y, al mismo tiempo, derrotó a millones de pixeles en Avatar, la megafantasía digital que adquirió pulso y sudor gracias a su sola presencia. El 3-D podrá crear mundos que no hemos visto: Stephen Lang es capaz con una mirada de recordarnos lugares que nunca hemos querido volver a visitar. Gran actor.
MEJORES PELICULAS VISTAS EN DVD (YA SEA PORQUE SE ESTRENARON EN ESE FORMATO O PORQUE NUNCA PASARON POR CINES):
Histoire(s) du Cinema, de Godard. Uno de los grandes teóricos del cine y uno de los últimos artistas de la generación que inventó la crítica fílmica como la entendemos hoy, produce un ensayo audiovisual sobre el nacimiento, pasión y muerte del cine. Con sarcasmo, astucia y un conocimiento enciclopédico, Godard se burla de los lugares comunes y mueve sus reflexiones desde Auschwitz al porno sin pedir permiso ni perdón. Inagotable y agotadora al mismo tiempo.
MEJOR FOTOGRAFIA EN PEOR PELICULA: Slumdog Millionaire,
MOMENTOS PARA RECORDAR:
-Ralph Fiennes y Colin Farrell, negociando pistola en mano con una mujer en el medio en Escondidos.
-La aparición en la esquina del plano del primer enmascarado que entra a la casa en Los Extraños.
-La toma de Santa Clara en la sección final de Che: El Argentino, una lección de montaje, planificación y movimientos de cámara que debe ser una de las secuencias de acción mejor diseñadas desde el asalto al banco de Fuego Contra Fuego.
-La conversación entre Meryl Streep y la madre del chico negro en La Duda.
-Tres hombres saltando miles de metros desde la estratósfera, para aterrizar en un armatoste monstruoso que está perforando el corazón de un planeta. Star Trek.
-Tres chicas empiezan a bailar una canción de Plastiscines, otras se le unen y el mundo se convierte por veinte segundos en un musical donde todas tienen su segundo de gloria frente a la cámara. Las Horas del Verano.
MEJOR FRASE: “No hay problema en el mundo que no se pueda resolver con explosivos de alto poder”, Operación Valquiria. Finalista: “Chaos Reigns”, Anticristo.
MEJOR LANZAMIENTO EN DVD:
La edición oficial de La Batalla de Chile. La producción audiovisual más importante que se haya filmado en el país por fin está disponible en un formato legal.

MEJOR ESTRENO DEL AÑO EN CUALQUIER FORMATO:
Anticristo, de Lars Von Trier. Había escuchado lo peor y lo mejor de esta película. Después de dos o tres vistazos, tengo que decir que algunas de las críticas más crueles son ciertas, pero que eso me parece un mérito del filme y no una pifia. Es verdad que Anticristo es excesiva, insolente y cruda. Es cierto que somete a su pareja protagonista a cosas que no se veían en un filme occidental desde Terciopelo Azul. Es verdad que podría debatirse si su intención es paródica o de veras Von Trier está intentando refundar una inocencia icónica perdida desde el fin del cine mudo.
Pero lo cierto es que Anticristo fue la película más singular e insolente que viera en el año. Si la serie de Godard fue una invitación a recordar y pensar sobre el costado más humanitario y moral del cine, Anticristo fue una fiesta privada donde todo valía. Tal vez hay que estar un poco loco para decir esto, pero lo pasé en grande viendo Anticristo. Me recordó al Herzog de los ‘70, al Bergman de Persona y al Takashi Miike de Audition. A medio camino entre una versión para adultos del Génesis y una indescifrable sesión de cine-terapia, Anticristo me asustó, me hizo reír y me recordó lo adocenado y tímido que se ha vuelto la mayor parte del cine que llega a nuestras pantallas. Al lado de esto, la supuesta ambición autoral de Cameron en Avatar luce pálida y empresaria. Si debemos darle gracias a Dios por la paz budista que exuda el desenlace de Las Horas del Verano o por la alusión cristiana que cierra El Secreto de Lorna, démosle gracias al diablo y a su corte por la insensatez apocalíptica que pone fin a este caos. Anticristo fue la mejor cinta de terror psicológico que vi este año. También fue una gran comedia negra que se rió de la mentira más grande de todas: que el cine está ahí para hacernos felices.

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