Tuesday, December 30, 2008

Esa onda "HEAVY METAL me pongo nombre extraño en inglés o mal escrito en castellano" me tiene chato. Esa onda "me tomo la cerveza más rápido que tú", es como ya no, Basta. A los grupos de rock pesado le falta escuchar a La Renga. No sus canciones, sino lo que dicen en sus entrevistas. A los rockeros les falta escuchar música inglesa, con cuea escuchan a Iron Maiden

Monday, December 29, 2008

Las películas de Francisco Ortega el 2008

Let the right one in: La mejor historia de aprendizaje con vampiros de la historia del cine. Simple como un cuento, perfecta como una buena canción, fría como suecia. Cuenta Conmigo con colmillos. Impresionante.


Persepolis: Una maravilla sobre crecer, sentirse freak, Dios y política. Nos toca a todos. Y en monos animados.


The Dark Knight: No es perfecta, no es la gran maravilla que creimos en la primera impresión, pero vaya que le dio dignidad a lo de ponerse una copa. Y digan lo que digan, el Joker es el malo de la década.


Wall-E: La primera parte es una puta obra de arte, cine por cine.


Into the Wild: Engrupida, inmadura, imperfecta, pero aun no me recupero del final. Y no creo que pueda.


La Niebla: B Como pocas, pero King de lo mejor. Y el final es un gran hijo de puta


No hay lugar para los débiles: Casi politicamente correcto, pero funciona y Tommy Lee Jones esta impecable.


Juno: Engrupida, ingenua, manipuladora, pero vaya que la quisimos. A ella, sobre todo. A todas las Juno.


Petroleo sangriento: Los primeros minutos, sobre la música de Johnny Greenwood me dejaron en la luna. Y aun no me bajo.


Antes que el diablo sepa que has muerto: No esperaba nada, no sabía ni siquiera de que se trataba pero vaya que me dio un buen remojon. Junto con Dark Knight, lo más Michael Manniano del año.

Amigo del Alma Por Francisco Mouat

El viernes 12 de diciembre, pasadas las dos de la tarde, nos despedimos. Entro a su pieza en el hospital, él duerme. Un masajista cubano ha logrado relajarlo, después de que pasara mala noche y descansara poco y nada. Como duerme, acompaño de pie su sueño y el silencio pesado de la habitación mirando el decorado que acompaña a mi amigo del alma en sus últimas horas de vida: una cortina floreada, muros de un amarillo tenue y deslavado, un televisor negro allá arriba, en el rincón, apenas encendido un par de veces en dos semanas.

Abrazo a Tiare, su hija mayor, que vino de Escocia a acompañar a su padre. Lloramos juntos. No entendemos demasiado bien qué sucedió para que él esté aquí, sin cumplir todavía cincuenta años, recostado en una pieza del cuarto piso de un hospital de Santiago, sin poder recibir una gota de alimento desde hace ya casi veinte días. Mientras escribo estas líneas, gotas de suero inyectado a la vena lo mantienen hidratado y respirando. No sé si así será todavía el día en que lea esta crónica impresa en la revista.

Cuando despierta y nos miramos, un impulso incontenible me hace abrazarlo, besarle la mano, la mejilla, y decirle al oído lo importante que ha sido en mi vida. No exagero un ápice. No me dejo llevar por la emoción. Esto es rigurosamente cierto y comprobable: José Luis Molinare Zuanic es una de las personas que más han pesado en mi vida.

La Tiare y su hermano Nicanor nos dejan solos en la habitación. Mi amigo del alma me toma la cabeza con sus manos fuertes, las mismas manos que han sanado a tanta gente en los últimos años, y siento la fuerza de sus dedos en mi nuca. Generoso, ocupa sus últimas energías en acogerme, dice algo sobre la amistad verdadera, confiesa que la primera vez que vio mis ojos detrás de "mis potos de botella", cuando éramos muchachos de colegio, supo que seríamos amigos toda la vida. Lloramos los dos. "Me estoy yendo, Panchito", termina diciendo en voz baja.

Abandono la pieza sabiendo que no volveré a entrar, que no quiero quitarle un solo gramo más de la mínima energía que lo sostiene. Afuera están Nicanor y la Tiare, y volvemos a abrazarnos los tres. Nicanor nos extiende una hoja de papel con un poema que escribió la noche anterior dedicado a José Luis, un poema doliente al hermano del alma que se está yendo. Nicanor cuenta entusiasmado que José Luis le dijo que había soñado con el abuelo Zuanic, que el viejo lo está esperando en algún sitio: "Mi hermano está tranquilo, ya sabe que tiene dónde ir". La Tiare dice que su papá no le teme a la muerte, y que su dolor es porque ama demasiado a la vida, y le duele dejar lo que aquí habita con él.

Uno empieza a recorrer la película de una vida juntos, a ver imágenes nítidas. Lo veo de Señor Corales en Ecuador, cuando junto a su papá transmitieron la Copa América del 93 para la Cooperativa y me hicieron debutar en el comentario radial. Lo veo el día de mi matrimonio en la playa, cuando llegó a Santo Domingo con la Marisol, la Tiare y Pedrito. Lo veo en el matrimonio de la Tiare un mediodía de sol, en medio de unos jardines maravillosos, bailando y disfrutando a su hija. Lo veo ofreciéndome almendras en su casa en Pirque, o haciendo lucha libre en las olimpiadas del colegio, o abrazando a los amigos en uno de los tantos cumpleaños que celebró en su casa de la calle Oxford. Lo veo y lo escucho, por teléfono, cuando hace apenas unas semanas acordamos que fuera a ver a mi amigo, el doctor chino, para que lo ayudara a recuperarse. Ahora lo veo dormir en su pieza del hospital, justo antes de que despierte, nos abracemos y nos despidamos: reparo en las cortinas floreadas, en sus delgadas piernas, y me digo esto también es la vida, la enfermedad terminal de un amigo del alma que me marcó a fuego, que no me abandona, y que envuelto por el amor y el dolor pide una tregua.

Sepa cómo se ha fundido la historia de la calentura

Ver La Nación

Friday, December 26, 2008

Discos chilenos del 2008 según Paniko

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Leer para vivir Por Juan Villoro

Aunque el fin de los libros se anuncia con frecuencia, los desastres del mundo refrendan su importancia. En las cárceles, las dictaduras, el exilio, el secuestro y los hospitales, hay quienes han encontrado un consuelo en la lectura.

La lectura es como el paracaidismo: en condiciones normales la practican algunos espíritus arriesgados, pero en caso de emergencia le salva la vida a cualquiera.

Óscar Tulio Lizcano, víctima de la guerrilla colombiana, rindió hace unas cuantas semanas inaudito testimonio de la forma en que los libros preservaron su dignidad. En la clínica de Cali donde se recuperó de ocho años de privaciones como rehén de las FARC, habló de la selva donde perdió veinte kilos, pero no la lucidez. De los 50 a los 58 años vivió agobiado por las enfermedades, la desnutrición, las humillaciones de perder todo sentido de la privacidad. Para conservar la cordura, clavó tres palos en la tierra y decidió que fueran sus alumnos. Lizcano les enseñó política, economía y literatura. Como tantos maestros, se salvó a sí mismo con la prédica que lanzaba a sus perplejos discípulos. Un comandante vio el aula donde los palos tomaban lecciones, y decidió pasarle libros. Lizcano leyó a Homero, y seguramente admiró la desmesura de Héctor, que desafía al favorito de los dioses. “La poesía me alimentó”, ha dicho el hombre cuya dieta material era tan ruin, que se veía mejorada por un trozo de mono o de oso hormiguero.

En las cárceles, las dictaduras, el exilio y los hospitales, otros lectores han encontrado un consuelo semejante. Aunque el fin de los libros se anuncia con frecuencia, los desastres del mundo refrendan su importancia. “Soy un optimista de la catástrofe”, ha dicho George Steiner a propósito de la vigencia de la letra. Cuando el viento sopla a favor, la gente duerme la siesta. En los momentos de prueba y las horas bajas, busca el auxilio de un libro.

En Los náufragos de San Blas, Adriana Malvido relata la odisea de tres pescadores mexicanos que se extraviaron en el Pacífico durante 289 días. La sed, el hambre, el sol y los tiburones eran sus más evidentes enemigos. Tuvieron que sortear esos peligros, pero también el tedio, la convivencia forzada, las ideas que podían llevarlos a la demencia. ¿Cómo sobreponerse a esos días inertes e idénticos a sí mismos? Uno de los pescadores llevaba una Biblia, a la que atribuye su supervivencia.

Abundan los ejemplos de libros que han dado fortaleza en situaciones límite. De acuerdo con Bertrand Russell, la obra más impresionante y mejor escrita sobre la vida en cautiverio es Un mundo aparte, del polaco Gustaw Herling. Este testimonio excepcional también fue admirado por Albert Camus y Jorge Semprún. De 1940 a 1942, Herling estuvo preso en campos soviéticos de la región de Kargópol. Su libro revela el grado de aniquilación al que llegó el estalinismo. En ese “mundo aparte”, los prisioneros dormían bajo un foco encendido, y sólo en el hospital recordaban lo que era la noche. Ahí, Herling leyó el testimonio de Dostoievski sobre Siberia, La casa de los muertos, sorprendido de que un libro sobre la dureza de la cárcel pudiese aliviar e incluso alegrar su encierro. Uno de los misterios de la literatura es que gratifica al mostrar el sufrimiento, y lo trasciende con la emoción de la obra lograda. Herling no encontró en Dostoievski una evasión, sino un espejo. La casa de los muertos le fue prestada por una mujer que leía esas páginas con obsesión y ansiaba que él terminara la lectura para volver a ellas. Al razonar su pasión por ese Libro de los libros, la mujer le dice a Herling: “Cuando no hay esperanza de salvarnos, ni la menor fisura en los muros que nos rodean; cuando no podemos levantar la mano contra el destino, precisamente porque es nuestro destino, solamente queda una cosa: levantar la mano contra nosotros mismos”. Esa lectora ya no se sentía dueña de su vida. El libro le reveló que aún podía ser dueña de su muerte. La posibilidad de decidir su último destino, de suicidarse o aplazar ese acto, le otorgó una poderosa sensación de libertad. El pasaje muestra un caso límite, la disyuntiva final en la que seguir respirando implica un desafío. Gracias a la lectura de Dostoievski, el calvario se convirtió en una forma de la resistencia.

Vayamos a otro urgido de literatura. Hace poco, Sean Connery recibió uno de esos premios por trayectoria de vida con los que el mundo del cine resalta su glamour. Después de una lluvia de elogios sobre la ardua tarea de besar mujeres hermosas en el papel de James Bond, alguien recordó el humilde origen de Connery en Escocia, el cuarto en el que fue recogido de bebé y donde le asignaron como cuna el cajón de un escritorio. Su destino original era el de un descastado, pero se convirtió en un ícono de la cultura de masas. Después de eso, el actor se limitó a decir: “Es cierto que mi origen fue poco auspicioso, pero a los cuatro años me ocurrió un milagro: aprendí a leer”. El aprendizaje del alfabeto puede ser poco espectacular. Para alguien que dormía en el cajón de un escritorio significó un cambio de piel.

En caso de necesidad, la lectura salva. A veces, el libro en cuestión ni siquiera tiene que ser bueno. En 1781, Diderot curó la depresión de su mujer leyéndole novelitas sentimentales.

Kafka era más exigente: “Sólo me gustan los libros que muerden”. En la cárcel o el naufragio, ese mordisco recuerda que no hemos sido destruidos. En la vida común permite que no seamos tan comunes.

El orgasmo femenino

Estimula acá

y acá

Thursday, December 25, 2008

Wednesday, December 24, 2008

El año editorial chileno

De acuerdo a la excelente Paniko.cl
Nadie nunca repara en cómo se llama realmente el clásico sci-fi melodrama western-samurai seudo espiritual donde los muertos te dicen que uses la fuerza. George Lucas se debe reír viendo los nombres de su obra en otros idiomas.

Las guerras de la estrella: Star Wars
La guerra de las galaxias: The war of the galaxies

Octubre Fantástico - Influencias - Alberto Rojas

Octubre Fantástico - Inicios Fantásticos- Jorge Baradit

Alejandro Zambra en Porta9








Tuesday, December 23, 2008

Alejandro Zambra habla de Perú

Fuguet en Lima

Entrevista a Fuguet en Lima

Monday, December 22, 2008

Astronomía en Wikipedia

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Donovan Mayne-Nicholls y James Bond

Casino Royale

Quantum Of Solace

Casino R. y J.P Vilches

Wikipedia

Viajar para contar

Martín Caparrós en Revista El Domingo

¿Qué es el cine arte?

Domingo 21 de Diciembre de 2008 El Mercurio
¿Qué es el cine arte?


Maureen Lennon Zaninovic

"Y vives al tanto del Cine Arte Normandie", cantaban Los Prisioneros en los años 80. El término cine arte evoca significaciones múltiples. Para algunos es sinónimo de nostalgia; para otros, de salas a trasmano, con butacas poco confortables, cintas crípticas y pésimo sonido. Para los cinéfilos, en cambio, responde a un "cine de autor", independiente, con películas que no responden a los cánones comerciales de Hollywood, y que con suerte alcanzan a durar una semana en los múltiplex tradicionales. Vincenzo Gratteri, profesor del Máster en Guión y Desarrollo Audiovisual de la Universidad de los Andes, escribió una carta a "El Mercurio" en la que, con sagacidad, reflexiona sobre este punto:

"Desde que aterricé en Chile me he topado varias veces con un término: cine arte. Como italiano, me pareció muy extraño que los chilenos necesitaran inventar un término así, porque siempre he creído que el cine es un arte; el séptimo, para ser precisos".

Agrega que le preguntó a un amigo qué entendía por ello, y este le dijo que el cine arte "busca reflejar lo más íntimo y personal del autor".

"¿Como, por ejemplo, 'La lista de Schindler'?", pregunté de vuelta. "¿Estái loco? ¡Esa costó mucha plata!", me contestó mi amigo.

"Entonces aprendí que una película de cine arte tiene que ser barata".

Su carta generó apasionadas reacciones en el blog de "El Mercurio", como la de Mauro Ramírez: "Súper fácil, cine arte son las películas que se ven mal, se escuchan peor y las dan en salas incómodas; concuerdo con Vincenzo: el 'cine arte' no existe. Lo que existe es el cine, y punto".

En conversación con el diario, Gratteri explica que, como italiano, le impactó ver que dentro de las secciones de cine arte de Bazuca y Blockbuster había películas caras como 'Cinema Paraíso' o 'La vida de los otros', de corte más industrial. Con mi carta quise abrir una reflexión más amplia sobre si es posible lograr un equilibrio entre arte e industria. Y para mí sí es posible".

Aprovechándonos de esta coyuntura, consultamos a cuatro críticos sobre la especificidad del término.


Cuatro visiones críticas


ASCANIO CAVALLO
Crítico de "El Mercurio"

"Hablar de cine arte supone establecer una categoría de exhibición, para diferenciarse del mainstream comercial. A mí me suena ridículo hablar de él como producción, porque eso supondría hacer películas aburridas. Se refiere a salas de arte y ensayo, como el Cine Arte Normandie, aunque a mi juicio fue una decisión criminal trasladarlo de la Alameda a Tarapacá. Acá las salas de cine arte se vinculan a espacios mal ubicados, feos, poco gratos. En otros países, como EE.UU., son lugares de exhibición más caros, muy bien equipados, con restaurantes y librerías, como el Arclight de Los Angeles donde la entrada no es barata (unos10 mil pesos), pero la gente paga feliz".

DANILO SÁNCHEZ
Profesor de apreciación de cine Colegio Nocedal de la Pintana.

"Más que cine arte lo mejor es hablar de buen cine. Desde mi punto de vista, es un término que ha entrado en desuso y que se presta a confusión, porque se tiende a asociar con cintas difíciles de entender, muy crípticas. Originalmente el término cine arte tenía que ver con producciones mudas, clásicos, cine francés de autor y películas de John Ford. Pero eso hoy es buen cine".

ALBERTO FUGUET
Escritor y cineasta

"Mi generación usa ese término para referirse al Cine Arte Normandie, que para mí fue como pionero en el uso de esta palabra. Los cineastas más jóvenes, como Nicolás López, se ríen un poco de este mundo y hablan de 'películas de primer piso', aludiendo al primer piso del Hoyts de la Reina, que exhibe películas más independientes. Para algunos, y eso me molesta, 'El maestro de música' o 'La vie en rose' es cine arte, porque intenta hacer que la gente se sienta bien. Son cintas que no son ni alta ni baja cultura. Son algo peor, porque buscan ser ambas cosas".

ANTONIO MARTÍNEZ
Crítico de Wikén

"En Chile hablar de cine arte remitía a películas que no llegaban a los circuitos comerciales. Hace 30 o 40 años, esas cintas nos llegaban a través de los institutos binacionales de cultura y como se exhibían por esta vía, se les daba una categoría distinta y tenían un carácter más elitista: como que el arte es para unos pocos elegidos. Esa concepción responde al pasado, porque ahora el panorama está mucho más revuelto. Hoy tenemos a muchos directores que hacen cine arte en Europa, y que apenas los contratan en Hollywood, se van para allá".

Escribir, una conqusita violenta

Entrevista a Ray Loriga por El Mercurio

Synco por Javier Edwards

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2008 (Pedazos) Por Alvaro Bisama

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Leer para vivir por Juan Villoro

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Sunday, December 21, 2008

Sueño que entro a una mansión y Alan Pauls es el mayordono que me hace entrar a una gran salón donde beben y juegan cartas San Pablo, Tomás de Aquino y San Agustín

Frases de Borges en Wikipedia

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Bolaño en Wikipedia

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Saturday, December 20, 2008

Jorge Luis Borges - Entrevista soler serrano 1980

1



Al otro



El amor y la amistad



Biografia




Sueño con Borges. A pesar de su ceguera ve mejor que yo. Se mueve mejor que yo por su casa en Buenos Aires llena de libros. Camina de forma normal. Apresurado y sin bastón, pero es ciego.


Del segundo tomo de la edición de Alianza, una muestra de "Fragmentos de un evangelio apócrifo":

18. Los actos de los hombres no merecen ni el fuego ni el cielo.

19. No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz.

(...)

25. No jures, porque todo juramento es un énfasis.

26. Resiste al mal, pero sin asombro y sin ira. A quien te hiriere en la mejilla derecha, puedes volverle la otra, siempre que no te mueva el temor.

27. Yo no hablo de venganzas ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón. Hacer el bien a tu enemigo puede ser obra de justicia y no es arduo; amarlo, tarea de ángeles y no de hombres.

(...)

34. Busca por el agrado de buscar, no por el de encontrar...

35. La puerta es la que elige, no el hombre.

(...)

50. Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.

51. Felices los felices


"Peligroso como los hombres de un solo libro"


Jorge Luis Borges
Arte poética

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.


La escritora chilena Alejandra Costamagna habla del escritor argentino en Emol

En su arte poética, Borges nos dice que al arte debe ser como ese espejo que nos revela nuestra propia cara. Lo más interesante de Borges para mí es lo que yo llamo el delirio circular. La idea vertiginosa de que un momento puntual, puede ser la estela de un momento previo, o de un momento del porvenir. La idea de lo prefijado en sus relatos. Eso lleva a pensar en un cuento como “El Aleph”, que para mí es un cuento que atraviesa toda su literatura y donde convergen todos sus cuentos.
“El Aleph” como un estornudo que se multiplica. Ahí aparece la prefiguración de todos sus mundos posibles y eso lleva a pensar la idea de lo infinito como una clave fundamental en su escritura.Borges decía y atribuía su idea a Carlyle, que la historia universal es un infinito libro sagrado que todos los hombres escriben y leen y tratan de entender y en el que también los escriben. Eso recuerda por ejemplo, el cuento “Las ruinas circulares”, donde un hombre sueña que sueña un hombre y el mismo a su vez, está siendo soñado. Es el vértigo en Borges.
Otro punto primordial para mí, es el vinculo que establece Borges entre los mundos del sueño y la vigilia. La idea que no hay fronteras. En una entrevista, Borges cuenta que en una tribu de pieles rojas de EE.UU, existía la tradición de contarse los sueños todas las mañanas. Los padres enseñaban a sus hijos cómo comportarse en los sueños. Para él, esto tiene dos interpretaciones, una es que si uno se porta bien en el sueño se porta bien en la vigilia o mucho mejor para él, suponer que los sueños no son menos reales que la vigilia. O que la vigilia es una forma del sueño. Es la idea borgiana y sumamente idealista de que el mundo es ilusorio. El último punto tiene que ver con la propia biografía de Borges. Él mismo admitía que tuvo una vida más consagrada a leer que a escribir. Y eso se expresa para mí en la erudición de su escritura y nuevamente tiene que ver con ese idealismo que lo guía y según el cual no hay otra realidad que los procesos mentales. Sin embargo, la escritura de Borges está cargada de vitalidad. Es una paradoja semejante a la de su ceguera. Un ciego que lo ve todo, que es el mejor lector. Un ciego que ve lo que otros no pueden ver por ceguera mental.

Julio Cortázar en francés

Julio Cortázar: El Boom Latino-americano

Alan Pauls y el sindrome del impostor

Alan Pauls sobre el escritura

Bertrand Russel

En wikipedia
Los ingleses de Sudamérica
Poesía
De Santiago Elordi

Los Ingleses de Sudamérica es un intento por demostrar que la sociedad chilena es tremendamente clasista, con fronteras culturales, económicas y sociales muy delimitadas. Pero si tomamos la decisión de transitar esas fronteras, podremos apreciar la rica diversidad en el tejido social.
-Rasgos comunes: miedo al paisaje, una forma solapada de hablar, solidaridad ante los desastres, cierta arrogancia - fruto de la ignorancia o la inseguridad- cuando nos comparamos con otras culturas. “A la luz de los tiempos globalizados, agregaría otra característica de nuestra identidad, atávica, una lejanía o encierro geográfico y mental”.
"Sólo venimos a dormir, sólo venimos a soñar,(...) no es cierto, no es cierto que venimos a vivir en la tierra"-Poesía nahuatl
Nietzsche Y Los Judíos
(Eduardo Carrasco Pirard)

Nietzsche Y Los Judíos

Nietzsche es uno de los pocos intelectuales europeos de su tiempo que apreció con justicia el rol que le cupo a los judíos en la historia de Europa. Además, estudió con rigor y pasión la historia del pueblo judío y atacó duramente el nacionalismo y el antisemitismo alemán, considerándolos como una muestra más de lo que él interpretaba como la decadencia espiritual de su país. Durante la época hitleriana, a través de citaciones malintencionadas e interpretaciones erróneas, se pretendió entregar una visión forzada de la obra de Nietzsche, que lo mostraba como el inspirador de las peores barbaridades ideológicas y prácticas del nazismo. Este libro busca poner las cosas en su lugar y recordar cuáles fueron en realidad sus ideas sobre los judíos, deber de justicia hacia uno de los pensadores más grandes de todos los tiempos. El libro expone y comenta las ideas del filósofo, basándose en sus propios escritos publicados y póstumos y, otras veces, cuando los textos hablan por sí mismos, simplemente los somete a la consideración del lector.

Lao Tsé

Wikipedia

Proverbia
Foster Wallace en una entrevista, citado por Fresán“Yo tuve un profesor que me caía muy bien y que aseguraba que la tarea de la buena escritura era la de darles calma a los perturbados y perturbar a los que están calmados”.


"Mi escritura es lo que me mantiene vivo, pues soy todo literatura", Kafka

La nueva literatura fantástica

Por Pato Jara en Revista de Libros

El viaje de Rakar

Por Francisco Mouat

Me gusta el verbo explorar. Lo que significa, y también lo que sugiere. Se explora en el campo de las ideas, del cuerpo de tu pareja, de las emociones vividas y los recuerdos que piden turno para mostrarse en la memoria. Se explora cuando se averigua algo con diligencia, con dedicación, con tiempo, con paciencia, con pasión. Se explora cuando se viaja, aunque sólo sea para ir al fondo de un recuerdo puro.

Un libro es, a veces, una exploración en un mundo hasta entonces desconocido. Robert Musil escribió cien años atrás un texto iluminador: "Recuerdo una frase de Goethe que desde hace años me conmueve particularmente: sólo se puede escribir de aquellas cuestiones de las que no se sepa demasiado. La profunda felicidad o infelicidad de esa confesión expresa un sencillo hecho anímico: que la fantasía sólo trabaja en la penumbra".

Una vez el mismo Musil entrevistó a su colega Alfred Polgar. Le preguntó en qué estaba trabajando, y Polgar le respondió que en tres volúmenes de críticas que no darían ninguna información sobre estética, teatro o literatura, pero que sin embargo contendrían una concepción de mundo. Y luego añadió: "Sólo tengo una idea fija: ¡no hay más que una idea flexible!".

Saberlo todo de antemano, o calcular todo lo que puede suceder si tomas un camino o el otro, me parece la manera menos interesante de entender la vida.

Sostengo en mis manos un libro de fotografías acompañadas de textos de Baudelaire que encontré un día en un café remoto de Valparaíso. Se llama El viaje de Rakar y es de un chileno, el fotógrafo y filósofo Ramón Ángel Acevedo. El autor recorre durante años con su cámara y su libreta de notas más de sesenta pueblos olvidados de la región de Valparaíso, y construye página a página, sin apuro, un libro entrañable que sólo me nace elogiar. Árboles, piedras y perros en caminos polvorientos apenas ocupados por huellas furtivas de habitantes silenciosos, que no figuran sino en la retina curiosa y exploratoria de un fotógrafo de excepción, animan este volumen delicadamente editado. Niñas descalzas, niñas que van a la escuela, mujeres con una escoba en la mano o un chuzo, campesinos, vaqueros, palanganas, predicadores, borrachos, un retrato del poeta Jorge Teillier en el campo El Ingenio, una mujer ciega, jóvenes guapas y desnudas, la fachada de una iglesia evangélica, árboles y ermitas abandonadas conforman, si usamos las mismas palabras de Polgar, una concepción de mundo particular, con pueblos olvidados habitados por ciudadanos doblemente olvidados, que respiran en estas páginas y nos alertan sobre la necesidad que cada uno de nosotros tiene de recogerse primero antes de realizar sus propias exploraciones.

El viaje de Rakar es una obra de arte. Vila-Matas en su libro Exploradores del abismo dice que las obras de arte "dan contenido intelectual al vacío". Yo leo el libro de Acevedo, una y otra vez, para consolarme de lo poco y nada que sé, para explorar con entusiasmo el abismo de distancia que hay entre una vida y la que sigue, entre una muerte y la que viene. Para explorar la profunda soledad que combatimos, a fin de cuentas, con palabras, con fotografías, como si estuviéramos en medio de esa fiesta de la que habla Vila-Matas, una fiesta en cuyo centro no hay nadie, una fiesta donde en el centro está instalado el vacío, y donde en el centro del vacío hay otra fiesta.

Thursday, December 18, 2008

Un imperio de miseria

La figura de este escritor y mito colombiano revive en una "autobiografía" construida por Alberto Fuguet, quien recopiló y editó sus diarios personales, cartas privadas, críticas de cine, poemas perdidos y cuanto tuviera a mano.

Por Álvaro Bisama

Lars y la chica real: El sentimiento obligado

Ernesto Ayala

Antes que nada una pequeña síntesis de los que alguna vez se entendió por cine independiente norteamericano: historias contadas desde la provincia o los márgenes de las grandes ciudades, sin actores celebridades (o todavía sin ser celebridades), rodadas esquivando la grandilocuencia, con un espíritu que trasmitía sarcasmo, ironía o al menos cierta distancia de los temas y las retóricas más frecuentes de Hollywood. Súmese a eso, una cierta tendencia a retratar gente sin hijos, con problemas emocionales y muy aisladas interiormente. Por algunos años, se consideró que este cine, cuyo vaticano era el festival de Sundance, iba a salvar y renovar la industria norteamericana. Su influencia terminó por ser positiva, resultaría difícil negarlo si se mira el gran marco, porque una parte del cine masivo se despeinó al sumar guionistas o realizadores criados en el mundo alternativo o al crear ramas “independientes” dentro de los las grandes estudios. Sin embargo, la palabra independiente también terminó por convertirse en una etiqueta que vendía una onda, pero no necesariamente aseguraba el producto. Mucho cine mediocre comenzó a ser vendido como “cine independiente”, hasta el punto en que el mismo concepto se convirtió en una pomada caza bobos.

Larga introducción para decir que “Lars y la chica real” es independiente al estilo de lo que antes se llamaba independiente. De hecho, recuerda en más de un punto a ese clásico del cine indie que es “¿Quién ama a Gilbert Grape?” (1993) aunque, es justo decirlo, sin alcanzar su vuelo.

La cinta cuenta la historia de Lars (Ryan Gosling) un tipo cerca de los treinta, incapaz de involucrarse afectivamente con nadie, ni siquiera con su hermano (Paul Schneider) o su cuñada (Emily Mortimer), que hacen lo imposible por sacarlo de su insistente asilamiento. Pero cierto día, repentinamente, Lars aparece con Bianca, una muñeca de plástico tamaño natural, comprada por internet, a la que presenta como su pareja. Y pronto el pequeño pueblo donde vive Lars, invernal y conservador, tendrá que hacerse la idea de tratar con Bianca. La historia es, claro, muy poco convencional, pero la cinta tiene el mérito de insistir en ella y terminar por hacerla verosímil.

La forma es que “Lars...” está filmada, en cambio, es ciertamente tradicional. El montaje parece invisible, la cámara pasa desapercibida, lo que se agradece, sin embrago poco en la puesta en escena alcanza a mostrar un director con auténtica mirada. Craig Gillespie, más bien, parece cómodo en ceñirse a ciertos gastados clichés y no tiene asco, por ejemplo, en usar un piano triste para las escenas tristes o una canción rítmica y dulce para las escenas de “redención”. Este tipo de opciones a la que podríamos agregar la extrema bondad de los cociudadanos de Lars o la nula presencia de tensión sexual en la cinta genera una película muy obvia y monolítica en su relato emotivo. Gillespie, aunque tiene las mejores intenciones de elaborar una sentida historia de cura afectiva, de descongelamiento interior que no en vano coincide con la llegada de la primavera en la cinta, deja al espectador sin la posibilidad de sentir ambigüedad o ambivalencia emotiva alguna. Todo lo contrario: la película te ata y obliga al sentimiento propuesto de tristeza, de compasión o de alivio, y lo presiona ojalá hasta las lágrimas. Una cinta así se puede disfrutar la primera vez que se ve. La segunda ya no, porque te entregará siempre una experiencia extremadamente parecida.

Sintesis

Esta película renueva la desgastada sensación que teníamos del cine independiente norteamericano. Y aunque logra hacer verosímil una historia algo demente, se echa de menos más vuelo cinematográfico.

Lars and the Real Girl
Dirigida por: Craig Gillespie
Con Ryan Gosling, Paul Schneider y Emily Mortimer
Estados Unidos, 2007
106 minutos.

Afuera y Adentro

Por Rafael Gumucio

Hace algunos meses el popular Roberto Ampuero publicó un artículo en el que llamaba a los jóvenes escritores a irse de Chile lo más pronto posible. El aire enrarecido de nuestro ambiente literario era, según él, un veneno insoportable del que tenían que alejarse a toda velocidad. Es un consejo que yo mismo he seguido cada vez que he podido. Salir de Chile es indudablemente una buena cosa para cualquiera, a condición de no caer en la más encerrada, en la más claustrofóbica, en la más provinciana de todas las regiones de Chile: la famosa decimocuarta región, el Chile fuera de Chile.

De ese Chile parece no haber escapado justamente la última novela de Roberto Ampuero, El caso Neruda. Un país lleno de poetas, de mujeres de fuegos, de noches locas en Valparaíso, y de concentraciones de la Unidad Popular. Un Chile que quizás sólo existió en los sueños de algún profesor alemán hace muchos, demasiados, años.

Humanizar al poeta nacional, hablar de sus mujeres, su bar y su gusto por las novelas policiales, es algo que a estas alturas sólo puede sorprender a los transeúntes neozelandeses del aeropuerto internacional de Santiago. Ahí, y sólo ahí, abundan los versos más dulzones del poeta de Isla Negra inscritos en toda suerte de lapislázulis, o su poderoso perfil dibujado en bandejas de cobre al lado de un par de mascarones de proa. La novela armoniza perfectamente con este tipo de souvenir.

García Márquez o Vargas Llosa pudieron encontrar en sus buhardillas europeas una imagen más completa y compleja de sus países gracias a que nadie en Londres o en Barcelona les recordaba cómo era, o debía ser, el Perú o la costa caribeña de Colombia. El primer escollo al que se enfrenta hoy el escritor latinoamericano honesto cuando sale de su país, es el país inventado, o recreado, que exiliados y profesores universitarios intentan imponerle como el suyo. Violeta Parra, Neruda y Allende para los chilenos. Pancho Villa y Frida para los mexicanos, y el mismo García Márquez para los colombianos. Algunos, temerosos de decepcionar, huyen hacia alguna fábula centroeuropea que los redima de su mestizaje; otros, hacia la intimidad de unos departamentos con gatos y saxofón y lágrimas porque papá nunca los quiso. Otros viran al posmodernismo en que todos se conectan por internet con sectas secretas de poetas asesinos, vampiros y japoneses. Otros, como Ampuero, se limitan a limpiar la leyenda de todas sus espinas, y entregan un producto blanqueado y fileteado para que la dueña de casa cocine el famoso caldillo de congrio nerudiano.

Comprender sin embellecer, contar sin citar, decir sin acomodarse, en eso consiste para mí el trabajo del escritor. Para las generalidades están ya los sociólogos; para los eslóganes, los publicistas. El escritor no trabaja con cifras, ni con fórmulas, sino con paradojas y matices. Trabajo apasionante en países, los nuestros, que todos prefieren resumir a un par de imágenes y estadísticas que les permita ahorrarse la densidad de sus contradicciones.

Toda la literatura rusa del siglo XIX nace de la sensación de que su país no era realmente europeo, pero tampoco era del todo asiático. En Almas muertas, Gogol defiende, como lo haría cualquier santiaguino o limeño de hoy, la fealdad viva, real, de sus ciudades, frente a la belleza perfecta de las grandes metrópolis europeas. Ante ese mundo de esclavos y amos, de progreso y censura, los escritores rusos, como los latinoamericanos, se dividieron entre los de adentro y los de afuera.


Los de adentro, como Tolstoi o Dostoievsky, cantaron la belleza de ese pueblo aparte, cerca del látigo pero también cerca de Dios. Turgueniev, por el contrario, le hizo caso a Ampuero, y huyó apenas pudo del aplastante invierno y de la terrible soberbia, de Rusia y su intelectualidad. Vivió en Francia y Alemania, refinando un estilo lírico y preciso del que Flaubert aprenderá casi todo.

Se fue lejos Turgueniev sin separarse nunca del todo de Rusia. En la cima de su talento, pudiendo la vida entera dedicarse a publicar deliciosas novelas de amor, se preocupó de investigar un pequeño movimiento de disconformes jóvenes rusos. Sobre esos tres o cuatros tipos raros (el equivalente a escribir hoy sobre los disidentes de la UDI, o los emos del Portal Lyon) que pensaban en casi todo lo contrario de él, escribió su mejor novela, Padres e hijos, la más universal justo porque es la más provinciana, la que quería hablarles a tres amigos sobre un tema muy particular, y le sigue por eso mismo hablando al mundo entero.
Turgueniev aprovechó además de darle un nombre a un fenómeno antes invisible del que todos seguimos hablando hoy: el nihilismo. Si la literatura tiene algún deber social, quizás es ese, hacer visibles los fantasmas que habitan nuestras almas y nuestras siquis, pero también las que habitan el alma de una sociedad, de una cultura. A lo mismo, con método y conclusiones distintas, se abocaron Tolstoi, Dostoievsky y Chéjov. Lo que llamamos Rusia hoy en día es fruto del debate de esos escritores que se quejaban de que Rusia no existía y que no tenía ciudades o tradiciones que merecieran ser escritas.
A ese país, el que inventamos, el que debatimos, el que simboliza un dilema moral, es importante que el escritor no deje nunca de pertenecer. Del territorio geográfico, de las fronteras y de las aduanas que llevan su nombre, da lo mismo cuantas veces salga.

El sonido

Por Álvaro Bisama

Hace un par de días se publicó la noticia de que el ex Prisionero Claudio Narea está preparando sus memorias. No es un dato azaroso. En los últimos años la bibliografía de textos sobre el rock chileno ha aumentado exponencialmente. Biografías, ensayos y libros de entrevistas han venido a suplir la tradición ausente de una escena que lleva más de cuarenta años siendo un referente en nuestro campo cultural.

De hecho, dos de los libros más interesantes que salieron este año se refieren a ella: Pinochet boys, el libro objeto que da cuenta del nacimiento, vida y muerte de la banda del mismo nombre, y Prueba de sonido, de David Ponce, donde el periodista traza una enciclopedia del rock nacional desde su prehistoria en los cincuenta hasta la mitad de los años 80. Pero hay una diferencia central entre ambos textos. Mientras Ponce rastrea una memoria invisible, perdida y jamás narrada, los Pinochet Boys hacen ostentación de su propio mito en un formato deluxe, algo irónico para una banda que escasamente tocó en vivo y que, aparte del nombre —que es genial, hay que reconocerlo—, nadie escuchó demasiado en su momento.

Por supuesto, ellos —sobre todo Miguel Conejeros, el miembro que armó el libro— tienen derecho a contar la historia como se les ocurra, pero es imposible no encontrar una paradoja ahí. Eso, porque si Ponce reconstruye un relato secreto de nuestra cultura, dignificando lo evanescente y convirtiendo lo nimio en una verdad épica, el libro de los Pinochet Boys juega al autohomenaje, a la desesperada fijación de un lugar en la historia. Hay justicia ahí, pero también algo de violencia, al proponer como esencial para nuestra cultura un álbum que es casi siempre un retrato de la intimidad. Las fotografías de Gonzalo Donoso (la médula espinal del libro) son impactantes, pero tienen un solo problema: casi nunca se ve a nadie más allá de la banda y su círculo íntimo, los que posan con actitud punk —o afectado cuidado— para su lugar en la historia. Gracias a ellas, amén de las confesiones de los miembros de la banda (Iván Conejeros: “Nosotros éramos la pregunta y la respuesta”), los saludos de los amigos, el relato va a adquiriendo paulatinamente un tono legendario.

Al revés, Ponce no confía en nadie. O, mejor dicho, decide confiar en todos: creer en su relato deshilachado que es la fuerza de su libro. Porque en Prueba de sonido se reportea hasta la extenuación para describir minuciosamente una escena desaparecida. Para su autor, el rock es una llave que abre la puerta de la identidad, una lengua nacional que se aprende a hablar paulatinamente. De la Orquesta Huambaly a Fulano, del Harry Shaw a los Psicodélicos, de Raul Alarcón a Florcita Motuda, todo en el libro se convierte en un relato coral que se resuelve como la historia del país contada por sus ciudadanos, una historia que lleva hasta el límite el epígrafe del volumen, sacado de una de las mejores canciones de Guiso: “A todos los que fueron/ lo mejor es que existieron/ y han dejado el sonido/ no les puedo pedir más”.

Así, la distancia entre ambos libros podría señalar los caminos divergentes que existen en torno al pasado. Años atrás, en La era ochentera, Macarena García y Óscar Contardo le enseñaron al lector que la nostalgia siempre debía ser algo político, infinitamente más afilado que el mero acto de recordar. La distancia que separa al volumen de los Pinochet Boys de la enciclopedia de Ponce tiene que ver con eso: es la misma que se interpone entre lo publicitario y lo mítico, entre lo fugaz de lo terrible, entre el autobombo y una tradición esencial pero apenas revelada.
Meridiano: Claro, evidente, explícito

Refractario: Opuesto, contrario, incompatible. Rebelde, desobediente, insumiso, indócil, reacio, contumaz, reluctante.

Tarantino por Hermes el Sabio

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Cómic

La mitología de los cómics es lo que me gusta de los cómics. Yo veo a los cómics como una rama de la sicología. Viñetas y Tebeos
"Clark Kent es como Superman nos ve a los humanos: Débiles, inseguros, cobardes. Clark Kent es la critica de Superman a la Humanidad", Bill en "Kill Bill"

Wikipedia

La ingenuidad de Icarito

Novela Gráfica

El retorno de los cómics en el 2008 por www.zona.cl

Premio Hugo

Revista Mad

Cómic-Con

Monday, December 15, 2008

El vuelo, la paloma Por Francisco Mouat

La noche del próximo viernes 19 de diciembre, en Montevideo, una de las mejores ciudades del mundo (donde alguna vez vivieron tres escritores magníficos, Onetti, Felisberto Hernández y Mario Levrero), el ex jugador de Rosario Central Aldo Pedro Poy, que hoy tiene más de sesenta años de edad, se arrojará en palomita en los pastos del estadio Centenario para conmemorar junto a un grupo de fanáticos el mítico gol de cabeza que anotara treinta y siete años atrás, el 19 de diciembre de 1971; un gol que pavimentó el camino para que los canallas de Rosario obtuvieran por primera vez en su historia el título de campeones del fútbol argentino.

La paloma de Poy amenaza con festejarse hasta el fin de los tiempos. Se hizo en Chile una vez, se ha practicado en Ushuaia, en Rosario, en Buenos Aires, en Cuba, en Mendoza, y ahora Montevideo fue la ciudad elegida. Nunca será impedimento para la realización de la paloma que Aldo Pedro Poy se muera un santo día. Ya se trabaja en su clonación en laboratorios de Estados Unidos, y si ella no fructificase, si la ciencia intentara en vano traer una réplica exacta de Poy a este mundo, existen miles de máscaras de goma con el rostro de Aldo Pedro Poy repartidas estratégicamente entre los fanáticos y simpatizantes de Rosario Central. Yo tengo una de esas máscaras en casa, me la regalaron los mejores amigos de Poy, con el compromiso de que si un día Aldo deja de existir, llegaremos con ella al lugar donde nos citen para ser Poy esa noche de 19 de diciembre en la que él ya no esté entre los vivos. No quiero ni pensar cómo será esa primera paloma sin Aldo presidiendo la fiesta. Si tengo la suerte de vivir entonces, deberé arrimarme a ese festejo para rendirle tributo al delirio más entrañable que rodea al mundo del fútbol de todas las latitudes.

La semana que viene, en Montevideo, podrá escucharse en vivo el relato del cuento de Fontanarrosa 19 de diciembre de 1971, texto que en cada nueva lectura ayuda a inmortalizar el vuelo de Aldo. El menú anunciado para la noche del festejo será futbolero: choripanes, hotdogs, cerveza y gaseosas en el estadio Centenario, todos los presentes vistiendo la polera de la paloma número 37, expectantes, rodeando al prócer en el arco sur, antes de que Poy ejecute el ritual, luego que un escogido le lance la pelota con la mano y él se arroje en un vuelo infinito para conectar de cabeza y anotar simbólicamente un gol en la valla de Ñuls, el archienemigo.

Es el clímax. Los más cercanos al prócer levantan en andas a Poy, mientras todos los presentes gritamos a voz en cuello, sin medirnos, guturalmente, "Aldo Poy, Aldo Poy, el papá de Ñuls Old Boys". Los cánticos no duran más de dos o tres minutos. Se salta, se canta, se grita, nos abrazamos, y se acabó. El prócer vuelve a ser uno más en la multitud, el grupo se dispersa, Montevideo verá la manera de seguir convocándonos esa noche de viernes, y uno se quedará con la sensación inequívoca de estar experimentando un total y completo absurdo, de no entender lógicamente qué te llevó a cruzar en avión a otro país para vivir apenas dos o tres minutos de intenso delirio, que son, tal vez, los más insensatos de tu vida, que son expresión fiel de una gran niñería, pero que quizás por eso mismo se vuelven inolvidables: se trata de un momento estelar de tu vida en que recuperas lo mejor de la infancia, sin miedo a lo que las apariencias tengan para decirnos.

El cronista catalán Josep Pla escribió una vez que el fútbol es un estupendo divertimento dominical sin ninguna importancia. Hasta hoy no encontré una mejor definición para este juego que nos convoca a algunos semana a semana, que a ratos nos apasiona, pero que vencido el tiempo de lucha nos confirma que no tenía ninguna importancia capital, y que recortado sobre los grandes temas, la muerte, el amor, el desamor, los amigos, el paso del tiempo, el fútbol termina convertido en una anécdota más o menos recordable, en apenas un pretexto y una excusa para vivir momentos de felicidad que tarde o temprano se desvanecen.

Lectores distantes

DIARIO DE LECTURA Roberto Merino



Yo suscribo la opinión de unas pocas personas: que Valparaíso, la ciudad del viento, de Joaquín Edwards Bello, es una de las novelas más totales y de mayor inspiración que se han escrito en Chile. Creo que la he leído a lo menos cuatro veces desde la adolescencia hasta hoy.

No me cabe duda de que se trata de una gran obra, comparable a cualquiera de los mamotretos europeos de entreguerras que las modas literarias nos han puesto en el camino. Sus personajes son complejos, cerradamente dramáticos, y están irradiados por un pathos no menor al de los paisajes descritos: los resecos paisajes de los campos aledaños a las líneas férreas y los de la ciudad, vaporizados y multitudinarios.

Cada una de mis relecturas ha sido ejecutada por sujetos distintos, tan distintos como puede ser un niño que busca la sabiduría y un viejo reciente que no está dispuesto a tolerar ni un centímetro de aburrimiento. Es una magia verosímil de la literatura ese hecho casi trivial: que releer un libro es como mirarse al espejo de tiempo en tiempo. Es otro el que lee cada vez y es otro el que se mira.

Me pasó algo similar hace muy poco con la otra novela destacable de Edwards Bello: La chica del Crillón. La volví a leer impelido por mi participación en un documental de Carlos Pérez Villalobos y pude darme cuenta de que no recordaba más que una escena: la de Teresa Iturrigorriaga bajándose en la noche de un tranvía en la Alameda con Libertad, para seguir luego a pie hasta la sombría calle Romero, la vía de sus calvarios sociales.

¿Cómo pude haber olvidado tanto? ¿Al padre aislado y enfermo, a la cachetona oníricamente lésbica, a los figurones burlescos y perfumados? Del mismo modo, se me fueron por el tobogán del olvido las parientas beatas, avinagradas, habitantes de una mansión oscura, con cuadros religiosos oscuros, "predicadoras de la muerte", según la expresión de Nietzsche. Y las nuevas casas de los años treinta, construidas conforme a los discursos flamantes de la modernidad que trataban de ponerle un poco de luz y de ruido a la vida santiaguina.

Quizás lo que más impresiona en La chica del Crillón tiene que ver con el fenómeno de la escritura. Si bien el narrador corresponde a la voz de Teresa, en primera persona, uno siempre está descubriendo detrás la voz del propio Edwards Bello y aún más: la voz del cronista.

Alone criticó las novelas de Edwards argumentando que al autor "lo traicionaba el cronista". Lo extraño es que para un lector actual no hay traición alguna. Si pensábamos que para construir una voz dramática hay que atenerse a la oralidad específica del personaje, Edwards Bello demuestra que no hay para qué. Es tal su identificación con Teresa Iturrigorriaga que bien puede hablar el uno por el otro, y finalmente llega a parecernos verosímil -en el vértigo del relato- que esa niña bonita y socialmente herida eche pericos contra los especuladores bursátiles, los falsificadores de mantequilla o la debilidad de la moneda, como hizo tantas veces el hombre que la inventó.

Friday, December 12, 2008

Thursday, December 11, 2008

El Mercurio sigue mintiendo

Miércoles 10 Diciembre 2008
Crítico de cine de Artes y Letras Juan Pablo Vilches renuncia ante la negativa de su editor de llevar un comentario de “El diario de Agustín”


Analízame


Ver critica de Juan Pablo Vilches

Lo mejor de la Literatura del 2008

según Zona.cl

Marcelo Lillo

La revelación del 2008

Buscador de Emol.com
Somos seres humanos, nada más. Conocemos muy poco y no somos superhéroes. Quizás qué secretos o instrucciones esconde nuestro genoma humano,pero hasta que no se descubran, esta es nuestra suerte. Somos equívocos, vivimos en el equívoco.

Wednesday, December 10, 2008

El escorpión Azul (Gonzalo Millán)

Ver

Wikipedia

Arte poética.net

Periodistas

Nuevo Periodismo:
Truman Capote, Tom Wolfe, Hersey. Thompson, Talsene, Fallaci

Chilenos:
Luis Fernández Parker,
Joaquín Edward Bello,
Francisco Mouat,
Hernán Olguín,
Alberto Fuguet
Roberto Merino
Juan Pablo Meneses
la antofagastina Lenka Franulic, Pablo Neruda, dijo de ella: “su vida es una lección para un millón de hombres”.“Podría decirse que hoy en Chile el periodismo es un oficio de mujeres, pero en su tiempo no. Fue una pionera y una visionaria valiente. Grande Lenka.

Demasiados intereses entre las empresas y los medios de comunicación es díficil tocarlos. Una simple hueá que a nadie le importa me pobló de preguntas y dudas. Muchas más de las habituales. Me hizo preguntarme si tengo huevos para la pega que tengo. Si me la puedo. No sé. Tal vez si, tal vez no. El periodismo para la mayoría es el poder de cuarta, más que el cuarto poder y los periodistas son los primeros en saberlo. El que nos hagamos los hueones es otra cosa.
El tonto útil, el junior y el perkin del poder, pero no siempre. No queremos que sea siempre, pero la lucha es difícil. Uno quiere trabajar en prensa. Yo no quiero trabajar en un servicio público de relacionador público. Lo único que me haría cambiar es algo relacionado con el arte o una productora. Ese es otro tema en todo caso.El periodismo es un gremio mal mirado por donde se le mire. Empresa de derecha en este país, salvo algunas y escasas excepciones. En Chile todos los negocios relativamente grandes son de empresarios de derecha. Mejor dicho, los empresarios de derecha son dueños de este país. Piñera, Luksic, Angelini, Saieh, Los Ibáñez, y un par más.
Mi punto débil, lo tengo claro, es el tema de estar atento a los golpes. Tema central y básico en el periodismo. Más atento. Gran problema para mí. A mi me gusta escribir, leer, escribir y volver a leer. Contar historias mínimas y hablar de héroes de secreta dignidad. En esta pega hay que estar atento a lo que se conversa, a los detalles, a los rumores. Parece una obviedad, pero escuchar a la gente y usar la grabadora sólo como un soporte y un respaldo. (Después da un aburrimiento sin fin escuchar la grabadora).
Estudié periodismo más para hacerme preguntas que hacer preguntas a otros. Los contactos y mantenerlos son básicos. Las fuentes.
La naturaleza de la pega exige las dos caras de la moneda. Las dos versiones. Llevar la contraparte. También a veces se olvida. Para ser periodista hay que ser un poco hijo de puta, pero también un poco héroe. Rata y superhéroe. Buitre e intelectual. Jote culiao e historiador del presente. Investigar. Como un maldito fiscal, como un maldito detective privado. Luchar contra el secretismo, acceder a las fuentes. Verificar y contrastar.

Conozco dos clases de periodistas. Esos que le importa la noticia, la información, son los cuadraditos del lenguaje. Los nube negra, tragedia que hay, ahí están. Otros son los quieren un poco más el lenguaje y le hacen cariño, le gusta meterle poesía a la página, como decimos. Generalmente son los que saben de literatura, cine, música.
Conozco a un periodista que sufre. En realidad no sé que clases de periodista es.
Sufre trabajar en el diario. Cada nota es un problema y cada nueva historia es un verdadero dilema. Yo lo miro y no sé, pienso ¿qué hace aquí?. En lo personal, todo me sale fácil, pero en deporte y economía, definitivamente me tengo que concentrar más.
Conozco a autoridades incompetentes que se esconden para no salir en la prensa y también conozco a sus periodistas aún más incompetentes que le ayudan a esconderse.


Ley de prensa


Wikipedia
La vulgaridad nuestra de cada día. Necesito bañarme en el mar, mi subconsciente lo necesita.
Resultados del juego Gnooks.com
Arthur Schopenhauer, Friedrich Nietzsche, Emile Ciorán: Sigmund Freud
Fred Saberhagen : Robert Louis Stevenson, Mark Twain, Franz Kafka
Efrain Martinez: bolaño, Parra, Fuguet, Piglia, Pauls, Aira, Zambra, Bisama y Baradit. Además Canetti, Buzzati y Rybeiro.

Tuesday, December 09, 2008

Algunos manejan una concepción equivocada de lo que significa ser actor y dicen: ¿Por qué es actor si es tímido? Creo que para ser actor el requisito fundamental es ser introspectivo y observar, más que hablar y hablar y no dejarse permear por el entorno. Siempre he desconfiado de los actores que fuera del set o bajo del escenario, son demasiado extrovertidos y no escuchan lo suficiente.
Farkas es la exacerbación del absurdo. Una caricatura que se rodea de mendigos. Todos son mendigos al lado de Farkas.

Crecí en un bar que nunca se propuso tener un plan de negocios por decirte algo, para eventualmente atraer al turismo o algo así. Fue mi bodeguita del medio
Farkas es la exacerbación del absurdo. Una caricatura que se rodea de mendigos. Todos son mendigos al lado de Farkas.

Crecí en un bar que nunca se propuso tener un plan de negocios por decirte algo, para eventualmente atraer al turismo o algo así. Fue mi bodeguita del medio
Robert Louis Stevenson
1850-1894. Escritor escocés.
De cualquier forma los celos son en realidad una consecuencia del amor: os guste o no, existen.

Las mentiras más crueles son dichas en silencio.

Un amigo es una imagen que tienes de ti mismo.

Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir.

Sexo: lo que sucede en diez minutos es algo que excede a todo el vocabulario de Shakespeare.

El matrimonio es como la vida real; un campo de batalla y no un lecho de rosas.

No hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices.

Mi memoria es magnífica para olvidar.

La política es quizá la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación

Ser lo que somos y convertirnos en lo que somos capaces de ser es la única finalidad de la vida.

Lo importante no es llegar sino ir.

Algo debe haber hecho mal o no sería tan famoso.

Yo no viajo para ir a alguna parte, sino por ir. Por el hecho de viajar. La cuestión es moverse.

Vale más vivir y morir de una vez, que no languidecer cada día en nuestra habitación bajo el pretexto de preservarnos.

Toda palabra dicha o escrita es lenguaje muerto.

Todos los seres humanos están hechos a base de bien y mal.

Odio al cinismo más que al diablo, a menos que ambos sean la misma cosa.

Es quizás más afortunado disfrutar coleccionando caracolas que el haber nacido millonario.

El precio que tenemos que pagar por el dinero se paga en libertad.

Un grande

Ryszard Kapuściński

Le Monde Diplomatique

Tu Obra

El mundo de Hoy
Sueño que voy manejando un tren de máxima velocidad y mis únicos pasajeros son Roberto Musil, Elias Canetti y Dino Buzzati.

Diario personal

Hoy los alemanes han invadido Polonia; por la tarde he ido a la piscina.
Franz Kafka, diario personal

Kafka.org


http://archiv.radio.cz/kafka/index.html

Fragmentos de los diarios de Franz Kafka
"No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas; esto significa que vives."

"Todavía puedo hallar satisfacción momentánea en obras como “El médico rural”... Pero sólo encontraría felicidad si pudiera elevar el mundo hacia lo puro, verdadero e inalterable."

"Fuerte lluvia. Ponte de cara a la lluvia, deja que sus rayos férreos te atraviesen, resbala por el agua que quiere arrastrarte consigo; pero, con todo, quédate, espera de pie el sol que entra súbita e interminablemente a raudales."

My favorite Oscar Moment

Soy un cinéfilo asqueroso y por mucho tiempo se había cometido una injusticia con Martin Scorsese y este momento lo celebré como un golazo de la U

Sunday, December 07, 2008

Memorias de Adriano

Memorias de Adriano (francés: Mémoires d'Hadrien) es una novela de la escritora belga Marguerite Yourcenar que describe la vida y la muerte del emperador romano Adriano. El libro fue publicado en Francia en 1951, y fue un éxito inmediato, con una gran alabanza de la crítica. El verdadero Adriano escribió una autobiografía, pero se ha perdido.

El libro tiene la forma de una epístola al primo de Adriano y su eventual sucesor "Marco" (Marco Aurelio). El emperador medita acerca de sus triunfos militares, el amor en la poesía y la música, y su pasión por su amante Antínoo, todo de una manera no inconsistente con la "melancolía del mundo antiguo" a la que aludió Gustave Flaubert.

Yourcenar anotó en su postscritptum "Carnet de note" a la edición original que escogió parcialmente a Adriano como personaje central de la novela pues vivió en un periodo de tiempo en el que no se creía en los dioses romanos, y en que el cristianismo todavía no se había establecido. Esto le intrigó por sus obvios paralelos con su propio mundo de la postguerra europea.

No capturar ninguna presa

Por Francisco Mouat

Anoche figuraba en la Plaza de Armas de Los Andes abrazando a un ciudadano a quien probablemente nunca volveré a ver en la vida. No sé nada de él, ni cómo se llama, salvo lo que alcancé a apreciar durante el lapso que duró la presentación de mis libros. El hombre estaba bastante pasado de copas, pero sin perder la dignidad; le hablaba a un clásico quiltro de plaza, a veces repetía en voz alta las últimas frases que yo iba diciendo, y al final se acercó a abrazarme y darme la mano y las gracias por mis lecturas. Creo que esto es lo mejor de las ferias del libro en provincia a las que voy si me invitan.

En el caso de uno, que no es figura ni sale en la tele ni hay una razón demasiado lógica para que tome la palabra y haga uso de un micrófono, salvo que publicó un libro, el público suele ser más escaso que numeroso, lo que en el tiempo me ha enseñado a valorar este momento como un privilegio. La mayoría de los pocos que llegan o pasan por ahí y a ratos se quedan, lo hacen más por azar que por querer escucharte especialmente a ti. Es una casualidad que los conozcas. Están porque no quieren aburrirse en casa y prefieren ver qué les ofrece hoy el programa de actividades de la feria sin que se hagan demasiadas expectativas. Es interesante comprobar que aunque varios se levantan de sus asientos y se van porque aquí también se aburren, otros en cambio se van quedando, y es ese el momento en que uno los mira a los ojos y por un instante el tiempo y el mundo se detienen, lo que nos permite después recordar esos rostros que parecían mostrar un genuino interés en la historia que les estabas contando.

Una amiga me escribe a pito de nada desde su cuarto de lectura para regalarme un texto que está leyendo y que desea compartir. Le doy las gracias en esta columna. Le digo que siempre recordaré el día en que transcribió para mí el fragmento de un libro que no muere: Memorias de Adriano. Algo así como "el misterio específico del sueño por el sueño mismo". Una reflexión entrañable, que no entiendo demasiado bien por qué la vinculo con mis pensamientos de los últimos días. Necesitamos soñar. Liberarnos por un momento de la pesadez de lo real. En los sueños, dice Adriano, nos reencontramos con los muertos. En los sueños aliviamos la fatiga, dejamos de ser quienes éramos para ahora ser otros, más livianos, más confusos.

He pensado mucho en estos días sobre qué es realmente lo que quiero de mi vida, y cómo vivirla sin caer prisionero en las mentadas exigencias que uno mismo se impone y los demás te empujan a concretar. A veces me exijo demasiado. Sin darme cuenta, voy dejando pocos espacios en blanco en la agenda de la semana. Pocos espacios despejados en la cabeza y en el espíritu para completarse imprevistamente. Es verdad que trabajo en libros futuros, pero vaya uno a saber si esos libros deben concretarse un día, o importa más el trayecto en que uno pueda demorarse tanto como desee, la vida entera si quiere. Releo el poema de José Emilio Pacheco que Antonia me pide le envíe: "No importa que la flecha no alcance el blanco/ mejor así/ no capturar ninguna presa/ no hacerle daño a nadie". Un amigo mío hablaba de tener "ambiciones cortas". Qué bella expresión. Supone desear algo, pero al mismo tiempo supone que ese deseo se viva a escala humana, que no nos traicione.

Junto a las ambiciones cortas, el ritmo y la velocidad con que ellas se viven son también fundamentales. No hay un solo ritmo deseable. Está el ritmo moroso de cierta literatura condensada, el ritmo sostenido de un maratonista, el ritmo febril de una danza alocada que intenta conectarse con mundos divinos. A mí me gusta más la velocidad de una citroneta que la de un Ferrari de la Fórmula Uno. En la citroneta puedes irte fijando en el camino, y las detenciones parecen naturales. Esas pausas son, en algún sentido, un canto a la vida. En los Ferrari, en cambio, el destino natural de tanto vértigo, de tanta adrenalina, es estrellarte en un muro o cruzar la meta sin haber visto nada o casi nada, que es lo mismo que coquetear con la sombra de tu muerte.

Saturday, December 06, 2008

Imágenes de la prohibición Por Héctor Soto

Cuando el puritanismo se sintió con la fuerza suficiente de imponer la Ley Seca en los Estados Unidos, las fronteras entre buenos y malos se corrieron y actividades que habían sido históricamente lícitas pasaron a la clandestinidad. La gran ironía es que la norma no devino en un mundo más sano y mejor. Nunca los Estados Unidos fue más peligroso, disociado e hipócrita que durante la prohibición. El triunfo que representó un país sin alcohol para la conciencia puritana -conciencia que H.L. Mencken definía como el miserable temor a que alguien, en algún lugar, pueda estar siendo feliz- fue por lo mismo pírrico. América siguió tomando lo mismo y nunca el crimen organizado se infiltró tanto en la policía, la política y los negocios.

Qué le han dicho al cine: en lo que tiene de acto fundacional y de proyecto histórico, EEUU es básicamente una invención de Hollywood. Lo concreto es que la industria cinematográfica ha sido capaz de sacar mitos y acuñar iconos de cada momento histórico con la misma efectividad que la minería extractiva opera sobre una veta imprevista y generosa.

Como el asesino al lugar del crimen, la industria audiovisual gringa vuelve una y otra vez a los años de la prohibición. Scorsese y Brian de Palma de ahí no se han movido y le están dando la bienvenida a Michael Mann. No es que reivindiquen esa época por pura nostalgia. Lo hacen porque esos años -con su rapacidad y sus oscuridades, con sus delincuencias y desafueros- hicieron patente mejor que otros algunos de los insumos que se utilizaron en la construcción de América. Y siguen ahí, en el skyline de la imaginación, de los deseos y de las ciudades.

Esto no es una necrológica

Por Rodrigo Fresán en Letras Libres

Wednesday, December 03, 2008

Redolés me dio su correo

Llegó al salón y hay unas 15 personas. El único que me saluda es Redolés. Hablan de la uniformidad de la industria cultural. Su represión ante lo distinto, lo provinciano, lo con contenido. Redolés señala lo mucho que odia a Lucybell y Chancho en Piedra. Termina la jornada y entrevisto a Redolés. Quiero saber más de ese documental que está realizando. No quiere contarme. Por superstición quizás. Me dio su mail.

Monday, December 01, 2008

Es hora de salir a caminar

FRANCISCO MOUAT

Alejandro Zambra escribió una magnífica columna semanas atrás en la que contaba que le gusta pensar que en el futuro, cuando alguien le pregunte qué ha sido de su vida en estos meses, él responda simplemente, con alegría, que ha estado leyendo a Natalia Ginzburg. Me sentí identificado. No sólo porque la Ginzburg me gusta tanto como a él, sino porque deja en claro que la sola lectura concentrada de un autor que te apasiona puede completar meses continuados de buena vida, o ser lo más significativo que ocurra en ese lapso. El problema de estos meses en que Zambra se abandona a la lectura de Léxico familiar y Las pequeñas virtudes es que yo quiero hacer lo mismo que él, y como no puedo me empiezo a desesperar, me duele la cabeza, y debo ir donde mi amigo el doctor chino para que me alivie con acupuntura.

Llevo semanas dándole vueltas a esta frase que leí, y que se la adjudican a Confucio: "¡Qué tristeza! Siempre lo vi avanzar, nunca detenerse". ¿Qué hace que ahora mismo me sienta un poco atrapado entre los tristes a los que describe el filósofo chino, si yo no quiero formar parte de esa carrera en la que se supone debes avanzar sin prisa pero sin pausa? Conocí una vez a un empresario catalán que usaba esta expresión a menudo: sin prisa pero sin pausa. Según él, todo lo que hacemos forma parte de una carrera en la que no caben detenciones, ni siquiera una tregua en el camino. Este hombre de negocios en Barcelona era mi jefe y me apretaba, como saben hacerlo los jefes eficientes. Tarde o temprano el globo de la paciencia se tenía que reventar. Así fue: un buen día me largué y pensé que junto con abandonarlo a él, dejaba atrás una manera de vivir. Pero la vida es imperfecta, y el tiempo y las circunstancias dadas me llevaron a verificar, una y otra vez, que soy un tipo que aguanta mucho, como tantos de nosotros, y que fácilmente tropieza con la misma piedra, como tantos de nosotros.

Qué modo más pueril de acabar con nuestras energías. Lo peor es darse cuenta de que es así y de todas formas perder la batalla. Hay días en que sin que necesites desesperarte te das cuenta de que algo no camina, que pagar deudas y desplazarte de un trámite a otro por la ciudad no es la manera de encontrarte contigo.

Es curioso: cada vez tengo menos sueños materiales. Y eso me pone muy contento. No quiero casa propia, no pienso pagar una tumba en cuotas. Denme unos pocos libros, la compañía de los que quiero, y una porción de oxígeno y tierra donde respirar y caminar. Denme también el tiempo necesario para detenerme y regalarle una alegría a Confucio.

Hay tantos momentos de gloria que oponer a la pesada carga del diario vivir. En mi caso, uno de ellos fue la lectura de un breve libro de Sebald dedicado al escritor Robert Walser, que en una de sus últimas páginas me deja sin aliento: "Walser, creo yo, había nacido para ese viaje silencioso por el aire. Siempre, en todos sus trabajos en prosa, quiere remontarse sobre la pesada vida terrestre, desaparecer suavemente y sin ruido hacia un reino más libre".

Rechacé esta mañana una oferta de trabajo para el verano. Había dicho que sí, pero lo pensé mejor y dije que no. Necesito el dinero, pero, creo, necesito más esa franja de tiempo de la tarde-noche para detenerme a pensar en lo que hay, en lo que hubo, y también en el mundo de mis sueños. Quisiera poder renunciar todas las veces que sea necesario a un trabajo que no me guste mucho hasta dar, finalmente, con el mejor paraíso imaginable sobre la tierra: aquel en que invierto meses en la lectura de Natalia Ginzburg, Elias Canetti, Martín Cerda, mientras en el fondo el sonido del mar me abriga y una mujer que se llama Soledad me susurra al oído que es hora de salir a caminar, como hacía Walser en sus paseos, porque ya llevo mucho tiempo detenido.
Facebook no te avisa cuando un amigo tuyo muere. Tiene todas las herramientas, todas las posibilidades que la Web 2.0 puede ofrecer, pero eso se le pasa, no le da el ancho. Facebook, aunque tratemos por todos los medios de lograrlo, no tiene alma. Nunca la tendrá. Un compañero de la infancia se ha ido y veo su foto sonriendo en Facebook. Un amigo se ha ido como se va mi infancia. Facebook no te informa que un amigo se queda dormido para siempre en un amanecer debido a ese cáncer de mierda. No te indica. Facebook no sabe hacerlo. No sabe nada. Hasta siempre, hasta siempre.

Tuesday, November 25, 2008

Antes del atardecer por Ernesto Ayala

Antes del atardecer Before sunset
Humano, demasiado humano
septiembre de 2004
Revista Wikén, El Mercurio


Dirección: Richard Linklater

Guión: Ethan Hawke, Julie Delpy, Kim Krizan, Richard Linklater

Elenco: Julie Delpy, Ethan Hawke



En el cuento “Ein Deutsches requiem”, Borges escribió: “un acto es menos que todas las horas de un hombre”. Aunque la afirmación contradice lo que el mismo Borges había afirmado en varios cuentos anteriores -pienso en “El Sur” o “El jardín de senderos que se bifurcan”-, donde los personajes deciden modificar su vida completa mediante un solo acto heroico, épico si se quiere, la pregunta no deja de ser poderosa: ¿qué vale más: una vida completa o un acto que la modifica totalmente? ¿Los doce mil días en que uno fue construyendo esa vida o esa noche que pareció cambiarla para siempre? ¿Qué se parece más a lo que somos? ¿Esa suma de infinitas y pequeñas decisiones que nos trajo hasta aquí o ese momento, esa visión que perdimos entre las manos? Estas son el tipo de preguntas que esconde la diáfana apariencia de Antes del atardecer. Las respuestas no son sencillas.

Antes del atardecer es la segunda parte de Antes del amanecer, película de 1995, en que Jesse (Ethan Hawke) y Celine (July Delpy) se conocen arriba de un tren y deciden pasar la noche juntos vagando por Viena antes de que al otro día tengan que separarse irremediablemente, él para volver a Estados Unidos, ella para ir a visitar a su abuela a París. No intercambian teléfonos ni direcciones para no someter la frescura de su relación a la tristeza de los llamados por teléfonos o las cartas, pero quedan de volver a juntarse en seis meses más, el 16 de diciembre, en el mismo lugar y a la misma hora. Si realmente se encontraban o no era un misterio que cada espectador resolvía por separado, de acuerdo a su propia manera de ver la vida.

En esta secuela, Jesse y Celine vuelven a verse nueve años después. En lugar de tener poco más de 20 años, ahora tienen algo más de 30. Jesse es un escritor de gira por Europa y está presentando un libro en una pequeña librería de París y Celine, que trabaja en una organización por la defensa del medio ambiente, llega sorpresivamente a verlo. Pero Jesse tiene que tomar su vuelo de retorno a Nueva York y, si antes tuvieron toda una noche para conocerse, ahora tienen apenas un hora, quizás un poco más. Prácticamente en tiempo real, vemos entonces a Jesse y Celine paseando por París en verano, conversando inagotablemente, acosados por los miserables minutos que se acaban.

A pesar de esta sencilla estructura, lineal, cronológica, con apenas unos pequeños flashbacks de su encuentro anterior (que permiten ver esta película sin haber visto la primera), Antes del atardecer está llena de líneas de tensión, preguntas que generan suspenso: ¿Qué ha pasado estos nueve años? ¿Qué significó aquella noche de Viena en las vidas de Jesse y Celine? ¿Se acuerdan el uno del otro? ¿Qué es lo que sienten? ¿Están casados, solteros? ¿Será el nuevo encuentro una simple conversación o asistiremos, una vez más, a un encuentro de almas? ¿Es la segunda oportunidad que nunca tuvieron o simplemente ya es muy tarde?

“Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”, dice el famoso poema Veinte de Neruda. Jesse -Hawke- ciertamente está más viejo. Las arrugas en su cara lo revelan, pero también su actitud, más distante, menos cálida, más protegida. Celine -Delpy- está igual de bella, pero también más neurótica y oculta. Los sentimientos de cada uno, que antes fueron transparentes, ahora son ambiguos. Acceder a ellos, tanto para los protagonistas como para el espectador, ya no será tan fácil. Sobre los 30 años, revelar qué es lo que se está sintiendo exige condiciones. Todos somos más difíciles y la película lo asume con lucidez, con una certeza impecable.

Pero otras cosas no han cambiado tanto. No han cambiado nada. Jesse y Celine se enfrentan a la misma ansiedad por comunicarse, a la misma risa nerviosa, a las mismas discusiones irresolubles, al mismo intento torpe –porque siempre es un intento torpe- de abrazarse a través de las palabras. Repentinamente, tal como dice Jesse, es como si hubieran pasado dos meses en lugar de nueve años.

Esta sensación de paralelismo, más que casual, es buscada. Richard Linklater, el director de ambas cintas (que coescribió con Kim Krizan, Hawke y Delpy), vuelve a utilizar una ciudad europea en verano (“A lo mejor sólo estamos hechos para encuentros de un día en ciudades europeas en verano”, dice Celine), vuelve a utilizar la idea de una plazo fatal para forzar a sus personajes y vuelve a utilizar la identificación como principal vehículo emotivo. Sus planos largos y sin cortes, la cámara conservadora e invisible, la poca o nula ostentación de efectos de fotografía o montaje ocultan mediante sobriedad y aparente distancia su gran apuesta: entre más cercanos nos sintamos a sus personajes, con más facilidad sentiremos sus problemas y, por lo tanto, sus emociones. En la maestría con que utiliza este recurso, Linklater tiene poco que envidiarle a Hitchcock, Truffaut o Rohmer.

Hay que reconocer que la mirada generacional –esa larga exploración sobre que significa dejar la juventud y convertirse en lo que vas a ser el resto de tu vida, cierta inevitable nostalgia por los años de frescura e inocencia, la dificultad para encajar expectativas y realidad– podría atentar en que el público menor de 25 y mayor de 50, por nombrar edades algo arbitrariamente, no se involucre con la misma facilidad de los que mediamos los treintantos. Podría. Mi modesto lugar en mí mismo no me permite asegurarlo. Posiblemente en este punto estoy equivocado.

Antes del atardecer es una extraña película. Resulta increíblemente familiar, pero a la vez extraña. Siento que, a pesar de todo lo que he dicho aquí, no he podido definir su magnífico encanto, su perturbadora emoción. Si Antes del amanecer está marcada por la separación inevitable a la salida del sol, aquí la madurez de los personajes permite pensar que quizás podrían seguir viéndose. Significaría el fin de un matrimonio, la separación de su hijo, pero podrían. Ello hace que, a medida que se acerca la hora de partida al aeropuerto de Jesse, el cierre en la ventana del tiempo, el desgarro producido por las preguntas comienza a acentuarse. ¿Vale más un acto que una toda una vida? ¿Se puede elegir entre la plenitud y el sufrimiento que provocará esa búsqueda de la plenitud? ¿Esta es la forma que tiene el entendimiento? ¿Cuál es la ficción y cuál es la vida verdadera? Es posible que estas respuestas sean más sencillas lo que creemos. Para Linklater y su equipo, bajo las incontables capas de argumentos y razonamientos con que nos protegemos y resguardamos, no estamos compuestos más que por emoción.
UN PATIO Por Jorge Luis Borges

Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.



Jorge Luis Borges


La Universidad debiera insistirnos en lo antiguo y en lo ajeno. Si insiste en lo propio y lo contemporáneo, la Universidad es inútil, porque está ampliando una función que ya cumple la prensa.

El infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto.

Dicen que soy un gran escritor. Agradezco esa curiosa opinión, pero no la comparto. El día de mañana, algunos lúcidos la refutarán fácilmente y me tildarán de impostor o chapucero o de ambas cosas a la vez.

La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible.

Yo no bebo, no fumo, no escucho la radio, no me drogo, como poco. Yo diría que mis únicos vicios son El Quijote, La divina comedia y no incurrir en la lectura de Enrique Larreta ni de Benavente.

Estoy solo y no hay nadie en el espejo. Borges

Yo creo que es mejor pensar que Dios no acepta sobornos.

Democracia: es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística.

Si de algo soy rico es de perplejidades y no de certezas.

La Historia Universal es la de un solo hombre.

El tiempo es el mejor antologista, o el único, tal vez.

No sé hasta qué punto un escritor puede ser revolucionario. Por lo pronto, está trabajando con el idioma, que es una tradición.

He firmado tantos ejemplares de mis libros que el día que me muera va a tener un gran valor uno que no lleve mi firma.

Biografías: Son el ejercicio de la minucia, un absurdo. Algunas constan exclusivamente de cambios de domicilio.

Monday, November 24, 2008

Evangelios para Sanar ( Entrevista de Drago a Jodorowsky)

Alejandro Jodorowsky: DVD del libro "Evangelios para sanar"

Alejandro Jodorowsky, un Acto Psicomagico para el Mundo

Alejandro Jodorowsky y El Tarot

Alejandro Jodorowsky y La Psicomagia

Alejandro Jodorowsky y El Cine

Alejandro Jodorowsky en La Belleza de Pensar

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Jorge Teillier en una Belleza Nueva

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Siempre vuelvo a Bolaño, no hay caso (La belleza de pensar)

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Hay personas que nunca dicen garabatos, pero son muy groseros
Hay personas que te acusan de resentido, pero ellos son el resentemiento en acción. La personnificación del resentimiento.
Admiramos las cosas por motivos, pero las amamos sin motivos.
Gilbert Keith Chesterton

Sunday, November 23, 2008

Video “Trata de escribir” de Jorge González:
En el breve rapeo de Jorge González, demuestra más talento, huevos y calle que toda la discografía de Molotov.

Convertirse en animal te libra del peso de ser hombre. Hunter Thompson

En este contexto casi experimental, el rockero Gustavo Cerati debuta como actor, y en una charla con la Agencia Télam dejó algunos conceptos que intentan aclarar la idea del film: «a la hora de crear se construye en mí un mundo con ingredientes éticos que consciente o inconscientemente funcionan en dirección del bien. Sé que lo que yo haga va a tener una proyección hacia afuera y que eso va a ser bueno y puede ayudar a mejorar el mundo de alguien aunque puede que yo no lo registre». Fotograma.com

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