Saturday, January 05, 2008

El tierno Enfant Terrible

La llegada de un escritor que admiras se puede comparar con la espera de un concierto. Reflexiones sobre la visita del autor de “El Mundo como Supermercado” y “La Posibilidad de una Isla“, Michel Houellebecq.

Por Cristóbal y Daniela Carrasco. WWW.PANIKO.CL



Entre las visitas de Andrés Calamaro, Chris Cornell, Antonio Banderas y Carmen Electra, llegó Michel Houellebecq. Y nadie entendía. Porque no existen razones para venir a Chile, y además porque no existen razones para que un-escritor-como-él venga a Chile. Pero llegó. Y claro, esperabas que Michel se riera de ti y dijera algunas pavadas sobre nuestra cultura. Sobre las preguntas del entrevistador. Pero no hizo nada de eso. Resultó ser un francés amable que habla más de sociología que de literatura. Y que provoca de maneras insospechadas.

La tarde del miércoles daba para hablar mucho. Podrías haber hablado del superclásico. Del clima también. Pero no. Hablamos de MH con MH en un atestado auditórium de la Universidad Católica, que en un esfuerzo casi religioso (un milagro para ellos) permitió una conversación basada en la interpelación de Gonzalo Garcés, que durante las tres horas de duración, actuó como traductor, grupi y académico. Eso no es malo, creo yo. Esas posturas te permiten ser cuantas personas quieres ser.

Pero vamos a la fiesta. MH se sienta (nos sentamos) y todo el mundo espera el laconismo habitual de un escritor acostumbrado a preguntas sobre “su estilo provocador” y su “ánimo misántropo”. Esperando al denominado enfant terrible. Pero no sucede así. Comienza a hablar como si fuera su primera entrevista, como si de pronto se hubiesen apagado los focos y MH ya no fuera la estrella literaria a punto de conseguir la excomulgación papal, sino el oficinista que de pronto entendió que era mejor ponerse a escribir que teclear. Y a sabiendas que ser escritor no era una profesión, porque claro, como contó cómo pensaba en sus tiempos de informático: nadie se puede ganar la vida escribiendo. Todos los escritores ya están muertos.



MH se detiene. Responde que nada funciona. No funciona el placer ni la abulia. Da lo mismo como lo mires. Puedes estar parado haciendo un stand up o sentado frente a tu computador. Después, se ríe y explica la forma en que un hombre se vuelve un hombre: lavando su auto. Eso puede ser cierto. No lo sé. Después siguen los chistes y volvemos a la pregunta sobre el escritor provocador. Pero a él no le importa. Tal como sus personajes, no le importa nada. Ni la pose de un escritor que tiene una interesante y complicada opinión sobre todo, ni estar en la Universidad Católica y hablar de Kant.

Antes de eso, el problema de MH con sus orígenes literarios se había resuelto fácilmente. George Perec es su pastor. También Proust (pero ese es el pastor de todos). Pero sobre todo, está esa necesidad de dejar las cosas en claro. Todos intentan eso, pero MH tiene un don. Un talento que maneja tan bien que es imposible dejarlo de escuchar. Su talento radica en una convicción fuerte de que todo va a terminar lo suficientemente mal para que nos importe. Entonces ahora da lo mismo. Todo es tan irrelevante que no parece sensato intentar algo para cambiar las cosas. El 68 en Francia fue así. Nuestros años 70 igual. La historia se repite tanto que parece extraño que tengamos que esperar a un escritor francés para empezar a reírnos como idiotas de lo que está frente a nuestros ojos hace cuarenta años: que el sexo da lo mismo, que la música ya no te importa como antes, y que incluso los libros te aburren. Que mientras el tiempo pasa vas hablando con menos personas, como explica. Te vas quedando solo, y comienzas a llenarte de elementos materiales que reemplazas los que buscas y no encuentras. Por eso Michel cuenta que él quiere se estudiado en el futuro antropológicamente como un testigo del momento que se vive hoy.

Entonces como contó en la charla: hay que vivir y escribir, no dejar la vida de lado. Las experiencias no las puedes inventar en tu cabeza ni tampoco puedes tener una vida sin salir a la calle y experimentar lo malo y lo bueno. Así explicó como llega Valérie a Plataforma. Uno de los mejores personajes femeninos que he leído. Probablemente porque describió en ella todo lo que un hombre podría esperar de una mujer. “Al llegar Valérie Plataforma se desvió”. Porque igual que la vida, explica, los personajes son algo que tú no dominas.

Eso pasa cuando lees a MH (y no cuando lo escuchas) cuando lo lees prefieres no leer. Pero cuando lo escucha su persuasión es tan grande que invita a seguir. Digamos, invita a luchar. También a reír y ser crueles y despertar algo de pasión entre nosotros.

Pero que sé yo. Ya firmó mi libro.

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