Sunday, April 27, 2008

Por Sebastián Montecino / La Nación.CL
Cable a tierra

La sanguinaria justicia de Dexter Morgan
El "jovencito de la película" no es de los típicos. No se considera a sí mismo como un ser humano, carece de cualquier emoción, aunque se da el trabajo de disimularlas y es un carnicero impulsivo cuyo único goce es torturar y asesinar al prójimo. Manipulador, carismático y adorable, considerado por la mayoría como un hombre normal... en fin, un sociópata de libro, mezcla afortunada de Horatio Caine, Batman y Hannibal Lecter: estoy hablando de Dexter Morgan, el asesino de masas protagonista de "Dexter", la serie que le da una patada en el culo a la moda del policial seudo forense que estalló tras el justificado éxito de "CSI".

Interpretado magistralmente por Michael C. Hall (el chico gay de Six feet under), Dexter es un especialista en sangre de la policía de Miami que posee un particular método de elegir a sus víctimas: asesinos y criminales que han escapado de la justicia por la ineptitud de la policía o la habilidad de algún abogado inescrupuloso. Un macabro justiciero que no siente particular placer por la justicia que imparte. Y si en su ritual homicida utiliza las fotos de las víctimas de su víctima, sólo es por el placer de verles la cara de horror a sus ejecutados a la hora de responder por sus acciones.

Su interés por el ser humano es equivalente al que siente un biólogo frente a un bacilo de microscopio. Ese es quizás uno de los grandes aciertos que hacen del personaje y de la serie un goce. Porque sus esfuerzos por parecer "normal", lo llevan a un constante cuestionamiento de la naturaleza humana más básica.

Incapaz de sentir amor, odio o pasión, sus disimulos provocan ese fenómeno mental escaso para la tele que solemos llamar racionamiento crítico. La voz en off que acompaña muchas de sus acciones está plagada de asertivas reflexiones y es capaz de espetar las más sutiles revelaciones sobre la naturaleza del amor, mientras descuartiza a una pareja de "coyotes" que se dedicaban a secuestrar y asesinar balseros cubanos.

El protagonista es incapaz de esconder su sonrisa frente a la escena del crimen más macabro (y aquí un aplauso doble para el talento de C. Hall), su absoluta comprensión de la mente homicida lo convierten en un extraordinario policía, en un juez implacable y en un meticuloso criminal.

"Dexter" nos lleva desde la truculencia al humor negro, desde el estómago revuelto a la carcajada, con frecuencia más generosa que los discursos de George Bush. Entre el impacto de los cuerpos mutilados, exhibidos con el mismo descaro que la escalofriante exposición Bodies, la acertada fotografía que se pasea desde los exuberantes paisajes de Miami, a los más macabros escenarios de terror y la extravagante y oscura doble vida del protagonista, terminamos golpeados por una serie tan adictiva y venenosa como la nicotina.

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