Monday, April 28, 2008

DVD ALAN PAULS

Esther Kahn, de Arnaud Desplechin
Esther Kahn -bella digresión inglesa de un cineasta francés hasta la médula- nos reconcilia con un placer casi perdido: el placer de descubrir un personaje. El cine suele creer que para satisfacer esa vieja exigencia del mundo novelesco -una de las pocas que sobreviven casi intactas desde Homero- basta con un puñado de tics expeditivos: machacar un mismo nombre propio a lo largo de cien páginas de guión; endilgarle una serie de "acciones" espectaculares (descubrir, luchar, perseguir, fornicar, usar celulares); castear a un actor o actriz famosos para interpretarlo. Esther Kahn prueba que un personaje es otra cosa. Por lo pronto, un enigma, un agujero negro, algo encriptado que nos obliga a hacernos preguntas, a esperar, a ser pacientes. ¿Qué pasa con Esther? ¿Es sólo una estúpida más de fines del siglo XIX, una chica lenta cuyas taras atormentan a la familia de costureros judíos en la que ha nacido? ¿Por qué no habla, por qué no dice lo que piensa, qué es lo que espera, con qué sueña? ¿Es linda o fea, inteligente o boba, decidida o lánguida? La respuesta de Desplechin no figura en los manuales de guión de Syd Feld y es ésta: Esther es una resistencia. Una fuerza que se define por el no, como el Bartleby de Melville o más acá, más cerca de nuestra contemporaneidad neurótica, como la Delphine de El rayo verde de Rohmer. De la infancia de Esther entre telas, tijeras y cintas de medir en la casa familiar del East End londinense a su triunfo en los escenarios teatrales haciendo de Hedda Gabler, Desplechin no narra sólo una trayectoria exterior sino, sobre todo, un proceso íntimo, misterioso, al que el cine -arte eminentemente fenomenológico- rara vez accede: el despliegue de una conciencia de sí, esa batalla subjetiva silenciosa, completamente ilegible para los otros y para el mundo, en la que Esther Kahn se emparenta con las heroínas de las hermanas Brontë y la gran tradición radical-romántica de mediados del siglo XIX.

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