Saturday, April 12, 2008

"Diario de un mal año"

El Premio Nobel de Literatura J. M. Coetzee propone, en Diario de un mal año, otra muestra de su oficio y su talento. Se trata de un ejercicio de lectura que se desarrolla en tres niveles explícitos, tres textos distintos que se entrelazan y dialogan entre sí, que a su vez podrían desglosarse en otros niveles de lectura.

Un anciano escritor sudafricano, el señor C. –seis años mayor que Coetzee-, establecido en Australia, tiene que escribir un conjunto de "opiniones contundentes" para una editorial alemana. Varios escritores participan en el proyecto, que se propone analizar los males del mundo contemporáneo. En cada uno de los temas que aborda –entre otros, Guantánamo, la tortura, la competencia, la pedofilia, el diseño inteligente-, se desmarca notablemente del sentido común y descoloca constantemente al lector; cuando se argumenta fuera de los marcos que dan sentido histórico a nociones como la democracia, por ejemplo, el resultado es sorprendente. Pero, ya desde el comienzo, la parte inferior de cada página relata otra historia, cómo el señor C. conoció a Anya en la lavandería del edificio y de cómo ella llegó a ser su secretaria; poco más adelante, ambas líneas se intersectan con una tercera, donde Anya escribe sobre el escritor, sobre lo que mecanografía y sobre su pareja, Alan, que también opina. En estas dos líneas, las más propiamente narrativas, hay también un severo cuestionamiento de la primera: dos personas jóvenes y de distinta formación intelectual discuten muchas de las provocativas tesis del señor C.

Pero lo importante no está en el juego de las ideas, por muy atractivo que sea. El artilugio narrativo de Coetzee aborda, en el fondo, temas mucho más cercanos a la experiencia de cualquiera: el envejecimiento, el amor y el erotismo, pero especialmente los límites y las dimensiones de la inacabable tarea de conocerse a uno mismo y de conocer a otros. De la relación entre los tres salen inesperadas chispas, que no sólo cambian el tono y los motivos de la reflexión del señor C., sino también la manera en que se valoran y se relacionan entre sí; y esos giros en la mínima trama son tanto más notables puesto que el lector los aprecia al mismo tiempo que ellos, a medida que se miran en el reflejo de las palabras que dicen o que escriben.

Blog Archive