Sunday, December 09, 2007

NO HAY CASO CON MARISOL GARCÍA. QUIERO MUCHO A ESTA TIPA

No hay rockero argentino que me despierte más admiración, curiosidad y avidez biográficista (sé mucho menos sobre él de lo que quisiera) que Luca Prodán. Los pasajes asombrosos de su vida, llena de viajes y contactos con los personajes más diversos de cuatro continentes, su penosa drogadicción, y su paso dúctil entre mundos y clases sociales son lo que uno se imagina define la esencia no tanto del ethos rockero sino del personaje destinado a la leyenda. Sin ser una experta en la discografía de Sumo, Luca es otro de los entrevistados de sueño que nunca tendré.

Entiendo que habían existido ya dos (malos) intentos por documentar audiovisualmente su vida. Pero la cinta de Rodrigo Espina que se estrenará en Santiago el próximo domingo en el In-Edit no puede ser mala: se filmó en cuatro países, buscó a sus amigos de infancia hasta en Escocia, tuvo a su disposición a la madre del músico para una entrevista de ocho horas en Roma y, sobre todo, se permite el lujo de que sea la voz del propio Luca la que narre la historia, gracias a cassettes cedidos por la familia y que el cantante les hacía llegar a Europa a modo de cartas parlantes desde Buenos Aires.

Andrea Prodán, su hermano, contaba en una entrevista que la película sobre la vida de Luca Prodán ya estaba filmada en Atrapado sin salida. Pero eso es metáfora. Todo indica que la de Rodrigo Espina será el documento que merece un hombre que al parecer mejoró la vida de quien tuvo al frente. Va mi entrevista con el director, hoy en La Nación Domingo:

Se estrena primer documental sobre el líder de Sumo
"Luca empujaba la vida de quienes lo rodeaban"

Hace quince años el realizador argentino Rodrigo Espina comenzó con las gestiones para filmar un documental sobre su amigo muerto, Luca Prodán. Luego de viajes a Europa, horas de entrevista con la familia Prodán, encuentros casuales y programados con quienes lo conocieron en tres continentes "Luca" no tendrá competencia como la historia más poderosa en torno a lo que el cineasta califica "un héroe de la Argentina".

Por Marisol García (La mejor de todas)/ publicada en La Nación Domingo, diciembre 2007.

50 mil almas sobre la cancha del estadio de River Plate para el festival Quilmes Rock 2007. Otoño en Buenos Aires y un solo grito que recorre a los asistentes: "¡¡Luca no se murió!!".

A exactos veinte años de la muerte del carismático cantante de Sumo siguen acumulándose pruebas de su huella indeleble, y no sólo en Argentina. Luca es el primer documental exhaustivo sobre una vida asombrosa —mezcla de rock, viajes, droga y lucha de clases—, y Rodrigo Espina (Buenos Aires, 1957), su director, confía en que se contagie entre los espectadores el ejemplo de gran libertario que él conoció en el autor de "Mejor no hablar de ciertas cosas". El documental tuvo su estreno esta semana en Buenos Aires y será parte del venidero festival In-Edit de Santiago. Luca no es sólo una biopic de rockero. Es el retrato entusiasmado, cercano y cosmopolita (con filmaciones en Italia, Escocia, Inglaterra y Argentina) de a quien Espina llama "un héroe de la Argentina".

"Luca era un ser humano múltiple. Era como el lobo estepario de Herman Hesse. Le importaban tres pepinos quién es importante y quién no. Salía de compras con su bolsita y se demoraba cuatro horas, porque se paraba a conversar o una señora lo invitaban a almorzar milanesas y él partía".


—¿Hace alguna diferencia en el documental el hecho de que tú hayas sido su amigo?
—Por haberlo conocido lo pude amar. Entonces, cuando me preguntan por qué hice una película de Luca digo que es alguien a quien yo amo y que cambió mi vida, como cambió la vida de todos quienes lo conocieron. Luca empujaba la vida de quienes lo rodeaban. Le encantaba motivarte, sacarte de tus límites. A mí me decía: "Rodri-go" (sonríe). Nos puso al día. Él fue quien se encargó de hacernos escuchar el punk, el reggae, cuando llegó desde Europa y nosotros seguíamos escuchando a Genesis, Emerson Lake and Palmer y Pink Floyd. En una carta él cuenta: "Los estoy haciendo escuchar new wave". No podía creer que aún no conociéramos a los Clash.

—Y con el punk les trajo también todo un nuevo modo de comportarse en el escenario, ¿no?
—¡Y en pleno proceso militar! Aunque ahora se están encargando de que no lo parezca y lo están rodeando de auspicios y llevándoselo para el costal del sistema, el rock es, en esencia, peligroso. Imagínate que, antes de Luca, algunos cantaban hasta con carterita. Cruzaban los brazos o eran más hippies. Con Luca vimos un animal de escena: nunca habrá una persona tan visceral sobre el escenario como él. Quizás el gran alumno de Luca sea Alejandro Sokol, el cantante de Las Pelotas. Luca no actuaba. Mientras Gustavo Cerati se pasaba no sé cuanto tiempo en la peluqería, Luca salía como fuera.

—¿Te preocupaba no parecer un fan mientras filmabas?
—Es que soy un fan. Ahora, eso no quita que buscamos siempre a un Luca abajo del pedestal, con sus debilidades, sus contradicciones y su autodestrucción. En ese sentido, aunque éste sea un documental-musical, la línea dramática es como de largo de ficción.

—Hablas de autodestrucción. En el caso de Luca Prodán, la historia de su drogadicción es muy penosa.
—No quisimos hacer una apología ni una condena. La historia de Luca con las drogas es como un tema aparte. Luca eligió ser un drogadicto. Y, como sucede con muy pocas personas —se me ocurre, quizás, William Burroughs—, él dejó la heroína cuando encontró los hongos. Y se la bancó solo viniendo a la Argentina, sin médicos ni nada. Sobre esto podríamos hablar mucho rato, pero cuando uno habla de drogas tiene que hablar también de cultura. Luca, como todo artista, necesitaba del caos y expandir su percepción. Pensé que tendría que responder esta pregunta cien veces y es la primera vez que me la hacen (sonríe). Pasa que Luca eligió ser un heroinómano, sabiendo cuáles eran sus consecuencias. Pero también Luca demostró ser mucho más que su adicción.

—¿Qué había detrás de esa elección por la droga?
—Una elección por la vida intensa. Cuando su familia lo manda a estudiar al culo del mundo —al norte de Escocia, casi en el Polo Norte— Luca hace un pacto con él mismo y dice: "Voy a ser libre, voy a vivir hasta el fondo hasta el último instante". Él estaba en una escuela muy exclusiva, en la que te enseñan para ser, no sé, mandatario del mundo. Y él se salió tres meses antes de obtener su título. Luca eligió empezar de cero, ser un hombre libre y hacer él su vida.

—Entrevistaste a su madre y a sus hermanos. Tienes cintas con la voz de Luca enviadas a su familia. Imagino que la colaboración de la familia fue vital para el documental.
—Fue clave, decisiva. La madre es una mujer muy carismática, una encantadora de serpientes, igual que Luca. Fueron ocho horas de entrevista que podrían haber sido 26, porque estábamos todos maravillados con ella, quien de pronto hablaba en inglés y luego en italiano o en francés. Pero, además, la película la narra Luca, gracias a esos cassettes a los que tuvimos acceso y que él le enviaba a su familia desde Argentina. Quiero decir también que fue muy importante la participación de mis dos socios (Aníbal Esmoris y Marcelo Schapes), porque no es fácil llegar a buen término con una película como ésta: cara, complicada, que nos tomó ¡quince años! luego de puertas que se nos cerraban en todos lados. La lección de vida que me deja la película es que todo llega en su momento. Pero dudé muchas veces sobre mi capacidad como cineasta, en algún momento casi quemo todo el archivo. También es una historia de frustración.

—Con locaciones en varios países, ¿crees que éste es el retrato de un rockero europeo o argentino?
—Cuando estaba en Italia, a Luca le decían "El Inglés". En Inglaterra le decía "El Tano". Su madre es escocesa nacida en China; su padre, un austro-húngaro que vivió casi toda su vida en China. Luca viajó por África... fue un hombre de mundo. No puedo dejar de reconocerte que los argentinos lo hemos adoptado en el corazón. Los azares de esa gran guionista que es la vida lo trajeron acá, y Argentina estaba lista para acoger a alguien como Luca. A su vez, al mes de llegar él ya está hablando castellano. Te diré algo que no he contado y no pude meter en la película: mucho antes de venirse a Argentina, Luca va a ver a una adivina, y ella le dice: "Irás a un país que se llama Argentina y serás la reencarnación de Eva Perón". Fue entonces que él comenzó a averiguar sobre nuestro país y su historia.

—¿Y crees que la predicción se cumplió?
—Jaja, no me hagas responderte eso, que no soy peronista. Pero no puedo dejar de ver el cariño que le tenía la gente a Evita. Y a Luca también.

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