Saturday, December 08, 2007

Analfabetismo manual

Por Felipe Berríos, S.J.

El humorista Coco Legrand planteaba profunda y perceptivamente: "Hoy en día los padres no quieren que sus hijos se vayan de la casa, no tanto por el amor que les tienen, sino porque sin ellos no tendrán a nadie que sepa manejar los aparatos electrónicos...". Así con gracia expresaba el analfabetismo tecnológico en que podemos caer los adultos. Estamos rodeados por un variado y sofisticado mundo tecnológico e informático que nos maravilla y también nos aparta de las nuevas generaciones. Hoy día son los hijos quienes enseñan a los padres cómo funcionan las cosas. Todavía estamos leyendo el aburrido manual del nuevo aparato cuando el joven, sin leer nada, ya lo domina. Tratamos de luchar y ponernos al día, pero las nuevas tecnologías van más rápido y nos vamos transformando en "analfabetos informáticos".

Esta vorágine tecnológica a su vez afecta a los jóvenes en una especie de analfabetismo práctico o funcional. Saben leer y escribir, pero prácticamente no lo utilizan. Fuera de sus chateos y mails, difícilmente escribirán más sofisticadamente expresando una idea, desarrollando un pensamiento o describiendo un sentimiento. Algo similar les sucede con la lectura. Escasamente leerán un libro; su lectura más bien son los titulares de los diarios, su sección deportiva o de espectáculos.

Pero surge también un tercer tipo de analfabetismo que afecta al desarrollo del país, a los jóvenes y a todos quienes estamos sumidos en el confort que brinda la tecnología y la cultura de lo desechable. Podríamos llamarlo "el analfabetismo del lenguaje manual". Aquél lenguaje que dialoga con los elementos del saber reparar y hacer las cosas. Es difícil hablar este lenguaje en la cultura de lo reemplazable y de lo virtual donde todo se presenta fácil. Así, con el desarrollo tecnológico, el trabajo manual y su lenguaje cayeron en desuso. Tal vez por esto cada vez es más grande la brecha entre quienes prescindiendo del trabajo manual lo miran en menos, y quienes viven de él.

Hemos perdido el "abc" básico de este lenguaje manual que ha usado la humanidad desde sus orígenes –incluido el mismo Jesús– y que sirve para dialogar con la materia y aprender de ella. Tantos campesinos, pescadores, obreros, empleadas domésticas, técnicos y artistas que viven del trabajo manual y transforman nuestro mundo. Pero sumidos en esta ignorancia práctica, la sociedad no los valora y de alguna manera los discrimina.

Como sociedad revirtamos esta inoperancia manual invirtiendo recursos en la formación en oficios básicos y en la capacitación técnica de calidad, y no prioricemos tanto los estudios universitarios. Pues de la práctica del trabajo manual surge la destreza y la experiencia, y de ahí nuestra inventiva e innovación. Hoy en día mayoritariamente son las PYMES quienes sostienen esta innovación y creatividad aplicada, la cual desarrolla a los países en la base.

Sepamos como padres lo distorsionador y, a la larga, frustrante, que puede ser para los hijos mirar y trasformar los objetos sólo desde figuras tridimensionales en la pantalla de su computador, que apretando teclas cambian a su antojo. La realidad es muy distinta y compleja. Es importante que los hijos trabajen manualmente. Esta es otra razón para que construyan mediaguas con sus propias manos. Al usar el serrucho, el martillo, el chuzo, aprenden este lenguaje manual y descubren que no hay nada fácil, que todo requiere esfuerzo, habilidad y creatividad. Dejan de ser analfabetos manuales y aprenden el lenguaje de los trabajadores, se vinculan con ellos y los valoran.

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