Todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos.
Daniel Defoe
Friday, December 28, 2007
23 de noviembre al 21 de diciembre PARA EL 2008
Después de reencontrarse con muchas cosas que tenía pendientes, entre otras con él mismo, el mítico centauro inicia una etapa mucho más concreta y pragmática, donde seguirá realizando los poderosos cambios iniciados hace unos meses y podrá diversificarse.
Lentamente y por fin –después de casi 14 años- el transformador y crudo Plutón abandona tu signo y podrás sentir el alivio de empezar a tener más certezas; siempre que hayas aprendido la lección del desapego, por nombrar alguna. El propósito de este año es dejar las dudas, dejar de idealizar y de soñar despierto para disponerte a ejecutar tareas más pequeñas y concretas que te hagan sentir cómodo con tu vida.
Cuidado con mantener equilibrios precarios en relaciones o situaciones financieras porque se romperán. Otro de los temas del año será sacarte la venda de los ojos y ver tu realidad tal cuál es y a quienes te rodean. Además, tendrás que resolver ciertos embrollos ligados a deslealtades o a gente inestable.
VIDA AFECTIVA: Deja que la miel bañe y dulcifique esta área de tu vida. Afirma las ganas de enojarte y de agarrar tus cosas e irte a la primera. Este año tendrás que enfrentar el compromiso afectivo y trabajarlo contigo principalmente. Después de eso, podrás decidir en paz qué deseas, sin escándalo. Querrás ponerle glamour a esta área y serán bienvenidos los gustos caros en pareja. No olvides las copas y un buen vino porque podrás brindar.
MUNDO MATERIAL: Grandes sorpresas te esperan. Hechos inesperados se traducirán en liberación. Aunque con una cuota de miedo e inestabilidad, podrás dar pasos muy nuevos en materia profesional. Habrá viajes y mucho movimiento que te mantendrá despierto. Te vendrá un arrebato de responsabilidad y podrás incrementar tu capital con mucha visión. Gente materialista te mostrará el poder del dinero.
CUERPO Y ALMA: Es tiempo de protegerse porque podrías tener días de reposo. Tendrás que cultivar la paciencia con tu cuerpo, ya que él manifestará su voluntad y no siempre podrás cabalgar como te gusta. Habrá que atender huesos y articulaciones. Ojo con penas y leves depresiones, acéptalas porque se transformarán en una gran oportunidad. Días de silencio, aprender a ver las cosas de otra manera, experiencias místicas y mucha entrega es lo que buscará tu espíritu.
Después de reencontrarse con muchas cosas que tenía pendientes, entre otras con él mismo, el mítico centauro inicia una etapa mucho más concreta y pragmática, donde seguirá realizando los poderosos cambios iniciados hace unos meses y podrá diversificarse.
Lentamente y por fin –después de casi 14 años- el transformador y crudo Plutón abandona tu signo y podrás sentir el alivio de empezar a tener más certezas; siempre que hayas aprendido la lección del desapego, por nombrar alguna. El propósito de este año es dejar las dudas, dejar de idealizar y de soñar despierto para disponerte a ejecutar tareas más pequeñas y concretas que te hagan sentir cómodo con tu vida.
Cuidado con mantener equilibrios precarios en relaciones o situaciones financieras porque se romperán. Otro de los temas del año será sacarte la venda de los ojos y ver tu realidad tal cuál es y a quienes te rodean. Además, tendrás que resolver ciertos embrollos ligados a deslealtades o a gente inestable.
VIDA AFECTIVA: Deja que la miel bañe y dulcifique esta área de tu vida. Afirma las ganas de enojarte y de agarrar tus cosas e irte a la primera. Este año tendrás que enfrentar el compromiso afectivo y trabajarlo contigo principalmente. Después de eso, podrás decidir en paz qué deseas, sin escándalo. Querrás ponerle glamour a esta área y serán bienvenidos los gustos caros en pareja. No olvides las copas y un buen vino porque podrás brindar.
MUNDO MATERIAL: Grandes sorpresas te esperan. Hechos inesperados se traducirán en liberación. Aunque con una cuota de miedo e inestabilidad, podrás dar pasos muy nuevos en materia profesional. Habrá viajes y mucho movimiento que te mantendrá despierto. Te vendrá un arrebato de responsabilidad y podrás incrementar tu capital con mucha visión. Gente materialista te mostrará el poder del dinero.
CUERPO Y ALMA: Es tiempo de protegerse porque podrías tener días de reposo. Tendrás que cultivar la paciencia con tu cuerpo, ya que él manifestará su voluntad y no siempre podrás cabalgar como te gusta. Habrá que atender huesos y articulaciones. Ojo con penas y leves depresiones, acéptalas porque se transformarán en una gran oportunidad. Días de silencio, aprender a ver las cosas de otra manera, experiencias místicas y mucha entrega es lo que buscará tu espíritu.
Thursday, December 27, 2007
Cristián Warnken
Jueves 27 de Diciembre de 2007
Clemente
Llora por ti tu jardín, que siempre insistías en llamar "mi jardín". Llora el intruso gato blanco y negro, que merodeaba por las tardes y que tú llamabas mi gato amigo. Llora el cerro Manquehue, que veías desde la ventana de tu pieza. Llora la plaza de Almirante Acevedo, alrededor de la cual corrías una y otra vez, como un Forrest Gump de tres años. Lloran los resbalines que te vieron crecer en temeridad y por los que te lanzabas con gozo. Llora la montaña del camino de La Pirámide, destrozada por la construcción de autopistas y a la que decías "pobre montaña". Llora tu nana, a la que llamabas "mi reina", "mi Karencita hermosa", piropero precoz.
Lloran las fuentes de agua, ante las que te quedabas en éxtasis mirando caer el agua, el agua que te asombró más que nada en el mundo, el agua de los ríos, el agua de las llaves de agua de la casa, que abrías sin cesar, el agua del mar, oh, tu locura por el agua, Clemente, toda el agua del mundo llora por ti, y mana en nuestras lágrimas.
Lloran por ti Whinnie the Poo y Tigret y Christopher Robbin, y todos sus amigos, porque en sus libros de aventuras te sentías en familia. Tú eras como Whinnie the Poo, tierno, goloso, amical. Llora por ti tu chupete gastado y fiel, que intentamos vanamente botar tantas veces y que ahora te espera sobre la almohada vacía. Lloran por ti las esculturas del Parque de las Esculturas de Pedro de Valdivia, donde fuimos el día antes de tu partida, a correr, a subir al olmo gigante; llora por ti la escultura del ángel sin cabeza que miraste extrañado, llora por ti la librería Ulises, donde estuvimos esa misma tarde y donde hojeaste libros sobre un sillón de cuero. Llora por ti el libro de "Willie, el oso", que te regaló esa tarde Benjamín, el librero, y que no alcancé a leerte.
Llora la escalera de madera de nuestra casa, que bajaste todas las mañanas de tus días. Llora el espejo del baño hacia el cual te empinabas para mirarte, como si fuera extraño tu propio rostro, oh, hermoso, demasiado hermoso para durar aquí, al otro lado del reflejo. Llora la canción "Cangrejito" del grupo Zapallo, que bailaste tantas veces y querías volver a escuchar, pero que se perdió en algun rincón de nuestro bello desorden. Llorará la lluvia en invierno cuando no te encuentre debajo del panel de vidrio, mirándola gota a gota. Lloran los caballos del Club de Polo que siempre venías a espiar. Lloran los cuadros de Santos Guerra que cuelgan de nuestras murallas, y el pueblo de cuento y sus personajes a los que saludábamos como si fueran reales, el hombre del paraguas verde, tus amigos al otro lado del sueño. Llora la playa de Wailandia, donde corrimos mojándonos los pies con las olas, qué fiesta, qué gritos, qué risa. Lloran las gaviotas que pasaban por ahí, llora el restaurant Caleuche, donde fuimos a ver la puesta de sol con Angélica y Laura, llora el rayo verde que nunca se hizo ver. Llora el Estadio Santa Rosa de Las Condes, donde apenas empezabas a ir a clases de fútbol, estadio que desaparecerá, como desaparece todo y todos, porque somos un duelo sin fin. Llora el Parque Forestal donde naciste, llora la calle Ismael Valdés Vergara. Lloran los taxis en los que te gustaba que te llevara en las mañanas a tu jardín. Lloran los tres cojines que tú mismo instalabas obsesivo, hasta que quedaran perfectos (y tu decías "perfecto"), adonde posabas tu cabecita llena de rulos para tomarte tu mamadera. Todos lloran, también tu piscina amada, que te vio, dichoso, nadar, ¡cómo llora desconsolada! Lloran las cosas que tocaste, los lugares donde anduviste, y lloramos nosotros, ya sin lágrimas.
Entonces, ¿por qué ríes, por qué tu cara pura de niño muerto insiste en reír, mientras todos lloran sin consuelo? ¿Por qué ríes, Clemente, amor mío, dolor nuestro?
Jueves 27 de Diciembre de 2007
Clemente
Llora por ti tu jardín, que siempre insistías en llamar "mi jardín". Llora el intruso gato blanco y negro, que merodeaba por las tardes y que tú llamabas mi gato amigo. Llora el cerro Manquehue, que veías desde la ventana de tu pieza. Llora la plaza de Almirante Acevedo, alrededor de la cual corrías una y otra vez, como un Forrest Gump de tres años. Lloran los resbalines que te vieron crecer en temeridad y por los que te lanzabas con gozo. Llora la montaña del camino de La Pirámide, destrozada por la construcción de autopistas y a la que decías "pobre montaña". Llora tu nana, a la que llamabas "mi reina", "mi Karencita hermosa", piropero precoz.
Lloran las fuentes de agua, ante las que te quedabas en éxtasis mirando caer el agua, el agua que te asombró más que nada en el mundo, el agua de los ríos, el agua de las llaves de agua de la casa, que abrías sin cesar, el agua del mar, oh, tu locura por el agua, Clemente, toda el agua del mundo llora por ti, y mana en nuestras lágrimas.
Lloran por ti Whinnie the Poo y Tigret y Christopher Robbin, y todos sus amigos, porque en sus libros de aventuras te sentías en familia. Tú eras como Whinnie the Poo, tierno, goloso, amical. Llora por ti tu chupete gastado y fiel, que intentamos vanamente botar tantas veces y que ahora te espera sobre la almohada vacía. Lloran por ti las esculturas del Parque de las Esculturas de Pedro de Valdivia, donde fuimos el día antes de tu partida, a correr, a subir al olmo gigante; llora por ti la escultura del ángel sin cabeza que miraste extrañado, llora por ti la librería Ulises, donde estuvimos esa misma tarde y donde hojeaste libros sobre un sillón de cuero. Llora por ti el libro de "Willie, el oso", que te regaló esa tarde Benjamín, el librero, y que no alcancé a leerte.
Llora la escalera de madera de nuestra casa, que bajaste todas las mañanas de tus días. Llora el espejo del baño hacia el cual te empinabas para mirarte, como si fuera extraño tu propio rostro, oh, hermoso, demasiado hermoso para durar aquí, al otro lado del reflejo. Llora la canción "Cangrejito" del grupo Zapallo, que bailaste tantas veces y querías volver a escuchar, pero que se perdió en algun rincón de nuestro bello desorden. Llorará la lluvia en invierno cuando no te encuentre debajo del panel de vidrio, mirándola gota a gota. Lloran los caballos del Club de Polo que siempre venías a espiar. Lloran los cuadros de Santos Guerra que cuelgan de nuestras murallas, y el pueblo de cuento y sus personajes a los que saludábamos como si fueran reales, el hombre del paraguas verde, tus amigos al otro lado del sueño. Llora la playa de Wailandia, donde corrimos mojándonos los pies con las olas, qué fiesta, qué gritos, qué risa. Lloran las gaviotas que pasaban por ahí, llora el restaurant Caleuche, donde fuimos a ver la puesta de sol con Angélica y Laura, llora el rayo verde que nunca se hizo ver. Llora el Estadio Santa Rosa de Las Condes, donde apenas empezabas a ir a clases de fútbol, estadio que desaparecerá, como desaparece todo y todos, porque somos un duelo sin fin. Llora el Parque Forestal donde naciste, llora la calle Ismael Valdés Vergara. Lloran los taxis en los que te gustaba que te llevara en las mañanas a tu jardín. Lloran los tres cojines que tú mismo instalabas obsesivo, hasta que quedaran perfectos (y tu decías "perfecto"), adonde posabas tu cabecita llena de rulos para tomarte tu mamadera. Todos lloran, también tu piscina amada, que te vio, dichoso, nadar, ¡cómo llora desconsolada! Lloran las cosas que tocaste, los lugares donde anduviste, y lloramos nosotros, ya sin lágrimas.
Entonces, ¿por qué ríes, por qué tu cara pura de niño muerto insiste en reír, mientras todos lloran sin consuelo? ¿Por qué ríes, Clemente, amor mío, dolor nuestro?
Pablo Neruda :
recepción del Premio Nobel de Literatura
Suecia, 21 de octubre de 1971
Mi discurso será una larga travesía, un viaje mío por regiones, lejanas y antípodas, no por eso menos semejantes al paisaje y a las soledades del norte. Hablo del extremo sur de mi país. Tanto y tanto nos alejamos los chilenos hasta tocar con nuestros limites el Polo Sur, que nos parecemos a la geografía de Suecia, que roza con su cabeza el norte nevado del planeta.
Por allí, por aquellas extensiones de mi patria adonde me condujeron acontecimientos ya olvidados en sí mismos, hay que atravesar, tuve que atravesar los Andes buscando la frontera de mi país con Argentina. Grandes bosques cubren como un túnel las regiones inaccesibles y como nuestro camino era oculto y vedado, aceptábamos tan sólo los signos más débiles de la orientación. No había huellas, no existían senderos y con mis cuatro compañeros a caballo buscábamos en ondulante cabalgata -eliminando los obstáculos de poderosos árboles, imposibles ríos, roqueríos inmensos, desoladas nieves, adivinando mas bien el derrotero de mi propia libertad. Los que me acompañaban conocían la orientación, la posibilidad entre los grandes follajes, pero para saberse más seguros montados en sus caballos marcaban de un machetazo aquí y allá las cortezas de los grandes árboles dejando huellas que los guiarían en el regreso, cuando me dejaran solo con mi destino. Cada uno avanzaba embargado en aquella soledad sin márgenes, en aquel silencio verde y blanco, los árboles, las grandes enredaderas, el humus depositado por centenares de años, los troncos semi-derribados que de pronto eran una barrera más en nuestra marcha. Todo era a la vez una naturaleza deslumbradora y secreta y a la vez una creciente amenaza de frío, nieve, persecución. Todo se mezclaba: la soledad, el peligro, el silencio y la urgencia de mi misión. A veces seguíamos una huella delgadísima, dejada quizás por contrabandistas o delincuentes comunes fugitivos, e ignorábamos si muchos de ellos habían perecido, sorprendidos de repente por las glaciales manos del invierno, por las tormentas tremendas de nieve que, cuando en los Andes se descargan, envuelven al viajero, lo hunden bajo siete pisos de blancura.
A cada lado de la huella contemplé, en aquella salvaje desolación, algo como una construcción humana. Eran trozos de ramas acumulados que habían soportado muchos inviernos, vegetal ofrenda de centenares de viajeros, altos cúmulos de madera para recordar a los caídos, para hacer pensar en los que no pudieron seguir y quedaron allí para siempre debajo de las nieves. También mis compañeros cortaron con sus machetes las ramas que nos tocaban las cabezas y que descendían sobre nosotros desde la altura de las coníferas inmensas, desde los robles cuyo último follaje palpitaba antes de las tempestades del invierno. Y también yo fui dejando en cada túmulo un recuerdo, una tarjeta de madera, una rama cortada del bosque para adornar las tumbas de uno y otro de los viajeros desconocidos.
Teníamos que cruzar un río. Esas pequeñas vertientes nacidas en las cumbres de los Andes se precipitan, descargan su fuerza vertiginosa y atropelladora, se tornan en cascadas, rompen tierras y rocas con la energía y la velocidad que trajeron de las alturas insignes: pero esa vez encontramos un remanso, un gran espejo de agua, un vado. Los caballos entraron, perdieron pie y nadaron hacia la otra ribera. Pronto mi caballo fue sobrepasado casi totalmente por las aguas, yo comencé a mecerme sin sostén, mis pies se afanaban al garete mientras la bestia pugnaba por mantener la cabeza al aire libre. Así cruzamos. Y apenas llegados a la otra orilla, los baqueanos, los campesinos que me acompañaban me preguntaron con cierta sonrisa:
-¿Tuvo mucho miedo?
-Mucho. Creí que había llegado mi última hora, dije.
Íbamos detrás de usted con el lazo en la mano me respondieron. -Ahí mismo -agregó uno de ellos- cayó mi padre y lo arrastró la corriente. No iba a pasar lo mismo con usted. Seguimos hasta entrar en un túnel natural que tal vez abrió en las rocas imponentes un caudaloso río perdido, o un estremecimiento del planeta que dispuso en las alturas aquella obra, aquel canal rupestre de piedra socavada, de granito, en el cual penetramos. A los pocos pasos las cabalgaduras resbalaban, trataban de afincarse en los desniveles de piedra, se doblegaban sus patas, estallaban chispas en las herraduras: más de una vez me vi arrojado del caballo y tendido sobre las rocas. La cabalgadura sangraba de narices y patas, pero proseguimos empecinados el vasto, el espléndido, el difícil camino.
Algo nos esperaba en medio de aquella selva salvaje. Súbitamente, como singular visión, llegamos a una pequeña y esmerada pradera acurrucada en el regazo de las montañas: agua clara, prado verde, flores silvestres, rumor de rios y el cielo azul arriba, generosa luz ininterrumpida por ningún follaje.
Allí nos detuvimos como dentro de un círculo mágico, como huéspedes de un recinto sagrado: y mayor condición de sagrada tuvo aun la ceremonia en la que participé. Los vaqueros bajaron de sus cabalgaduras. En el centro del recinto estaba colocada, como en un rito, una calavera de buey. Mis compañeros se acercaron silenciosamente, uno por uno, para dejar unas monedas y algunos alimentos en los agujeros de hueso. Me uní a ellos en aquella ofrenda destinada a toscos Ulises extraviados, a fugitivos de todas las raleas que encontrarían pan y auxilio en las órbitas del toro muerto. Pero no se detuvo en este punto la inolvidable ceremonia. Mis rústicos amigos se despojaron de sus sombreros e iniciaron una extraña danza, saltando sobre un solo pie alrededor de la calavera abandonada, repasando la huella circular dejada por tantos bailes de otros que por allí cruzaron antes. Comprendí entonces de una manera imprecisa, al lado de mis impenetrables compañeros, que existía una comunicación de desconocido a desconocido, que había una solicitud, una petición y una respuesta aún en las más lejanas y apartadas soledades de este mundo.
Más lejos, ya a punto de cruzar las fronteras que me alejarían por muchos años de mi patria, llegamos de noche a las últimas gargantas de las montañas. Vimos de pronto una luz encendida que era indicio cierto de habitación humana y, al acercarnos, hallamos unas desvencijadas construcciones, unos destartalados galpones al parecer vacíos. Entramos a uno de ellos y vimos, al calor de la lumbre, grandes troncos encendidos en el centro de la habitación, cuerpos de árboles gigantes que allí ardían de día y de noche y que dejaban escapar por las hendiduras del techo ml humo que vagaba en medio de las tinieblas como un profundo velo azul. Vimos montones de quesos acumulados por quienes los cuajaron a aquellas alturas. Cerca del fuego, agrupados como sacos, yacían algunos hombres. Distinguimos en el silencio las cuerdas de una guitarra y las palabras de una canción que, naciendo de las brasas y la oscuridad, nos traía la primera voz humana que habíamos topado en el camino. Era una canción de amor y de distancia, un lamento de amor y de nostalgia dirigido hacia la primavera lejana, hacia las ciudades de donde veníamos, hacia la infinita extensión de la vida.
Ellos ignoraban quienes éramos, ellos nada sabían del fugitivo, ellos no conocían mi poesía ni mi nombre. ¿O lo conocían, nos conocían? El hecho real fue que junto a aquel fuego cantamos y comimos, y luego caminamos dentro de la oscuridad hacia unos cuartos elementales. A través de ellos pasaba una corriente termal, agua volcánica donde nos sumergimos, calor que se desprendía de las cordilleras y nos acogió en su seno.
Chapoteamos gozosos, cavándonos, limpiándonos el peso de la inmensa cabalgata. Nos sentimos frescos, renacidos, bautizados, cuando al amanecer emprendimos los últimos kilómetros de jornadas que me separarían de aquel eclipse de mi patria. Nos alejamos cantando sobre nuestras cabalgaduras, plenos de un aire nuevo, de un aliento que nos empujaba al gran camino del mundo que me estaba esperando. Cuando quisimos dar (lo recuerdo vivamente) a los montañeses algunas monedas de recompensa por las canciones, por los alimentos, por las aguas termales, por el techo y los lechos, vale decir, por el inesperado amparo que nos salió al encuentro, ellos rechazaron nuestro ofrecimiento sin un ademán. Nos habían servido y nada más. Y en ese nada más en ese silencioso nada más había muchas cosas subentendidas, tal vez el reconocimiento, tal vez los mismos sueños.
Señoras y Señores:
Yo no aprendí en los libros ninguna receta para la composición de un poema: y no dejaré impreso a mi vez ni siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mí alguna gota de supuesta sabiduría. Si he narrado en este discurso ciertos sucesos del pasado, si he revivido un nunca olvidado relato en esta ocasión y en este sitio tan diferentes a lo acontecido, es porque en el curso de mi vida he encontrado siempre en alguna parte la aseveración necesaria, la fórmula que me aguardaba, no para endurecerse en mis palabras sino para explicarme a mí mismo.
En aquella larga jornada encontré las dosis necesarias a la formación del poema. Allí me fueron dadas las aportaciones de la tierra y del alma. Y pienso que la poesía es una acción pasajera o solemne en que entran por parejas medidas la soledad y la solidaridad, el sentimiento y la acción, la intimidad de uno mismo, la intimidad del hombre y la secreta revelación de la naturaleza. Y pienso con no menor fe que todo esta sostenido -el hombre y su sombra, el hombre y su actitud, el hombre y su poesia en una comunidad cada vez más extensa, en un ejercicio que integrará para siempre en nosotros la realidad y los sueños, porque de tal manera los une y los confunde. Y digo de igual modo que no sé, después de tantos años, si aquellas lecciones que recibí al cruzar un vertiginoso río, al bailar alrededor del cráneo de una vaca, al bañar mi piel en el agua purificadora de las más altas regiones, digo que no sé si aquello salía de mí mismo para comunicarse después con muchos otros seres, o era el mensaje que los demás hombres me enviaban como exigencia o emplazamiento. No sé si aquello lo viví o lo escribí, no sé si fueron verdad o poesía, transición o eternidad los versos que experimenté en aquel momento, las experiencias que canté más tarde.
De todo ello, amigos, surge una enseñanza que el poeta debe aprender de los demás hombres. No hay soledad inexpugnable. Todos los caminos llevan al mismo punto: a la comunicación de lo que somos. Y es preciso atravesar la soledad y la aspereza, la incomunicación y el silencio para llegar al recinto mágico en que podemos danzar torpemente o cantar con melancolía; mas en esa danza o en esa canción están consumados los más antiguos ritos de la conciencia: de la conciencia de ser hombres y de creer en un destino común.
En verdad, si bien alguna o mucha gente me consideró un sectario, sin posible participación en la mesa común de la amistad y de la responsabilidad, no quiero justificarme, no creo que las acusaciones ni las justificaciones tengan cabida entre los deberes del poeta. Después de todo, ningún poeta administró la poesía, y si alguno de ellos se detuvo a acusar a sus semejantes, o si otro pensó que podría gastarse la vida defendiéndose de recriminaciones razonables o absurdas, mi convicción es que sólo la vanidad es capaz de desviarnos hasta tales extremos. Digo que los enemigos de la poesía no están entre quienes la profesan o resguardan, sino en la falta de concordancia del poeta. De ahí que ningún poeta tenga más enemigo esencial que su propia incapacidad para entenderse con los más ignorados y explotados de sus contemporáneos; y esto rige para todas las épocas y para todas las tierras.
El poeta no es un pequeño dios. No, no es un pequeño dios. No está signado por un destino cabalístico superior al de quienes ejercen otros menesteres y oficios. A menudo expresé que el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree dios. Él cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el pan de cada día, con una obligación comunitaria. Y si el poeta llega a alcanzar esa sencilla conciencia, podrá también la sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesanía, de una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad, la transformación de las condiciones que rodean al hombre, la entrega de la mercadería: pan, verdad, vino, sueños. Si el poeta se incorpora a esa nunca gastada lucha por consignar cada uno en manos de los otros su ración de compromiso, su dedicación y su ternura al trabajo común de cada día y de todos los hombres, el poeta tomará parte en el sudor, en el pan, en el vino, en el sueño de la humanidad entera. Sólo por ese camino inalienable de ser hombres comunes llegaremos a restituirle a la poesía el anchuroso espacio que le van recortando en cada época, que le vamos recortando en cada época nosotros mismos.
Los errores que me llevaron a una relativa verdad, y las verdades que repetidas veces me condujeron al error, unos y otras no me permitieron -ni yo lo pretendí nunca- orientar, dirigir, enseñar lo que se llama el proceso creador, los vericuetos de la literatura. Pero sí me di cuenta de una cosa: de que nosotros mismos vamos creando los fantasmas de nuestra propia mitificacion. De la argamasa de lo que hacemos, o queremos hacer, surgen más tarde los impedimentos de nuestro propio y futuro desarrollo. Nos vemos indefectiblemente conducidos a la realidad y al realismo, es decir, a tomar una conciencia directa de lo que nos rodea y de los caminos de la transformación, y luego comprendemos, cuando parece tarde, que hemos construido una limitación tan exagerada que matamos lo vivo en vez de conducir la vida a desenvolverse y florecer. Nos imponemos un realismo que posteriormente nos resulta más pesado que el ladrillo de las construcciones, sin que por ello hayamos erigido el edificio que contemplábamos como parte integral de nuestro deber. Y en sentido contrario, si alcanzamos a crear el fetiche de lo incomprensible (o de lo comprensible para unos pocos), el fetiche de lo selecto y de lo secreto, si suprimimos la realidad y sus degeneraciones realistas, nos veremos de pronto rodeados de un terreno imposible, de un tembladeral de hojas, de barro, de libros, en que se hunden nuestros pies y nos ahoga una incomunicación opresiva.
En cuanto a nosotros en particular, escritores de la vasta extensión americana, escuchamos sin tregua el llamado para llenar ese espacio enorme con seres de carne y hueso. Somos conscientes de nuestra obligación de pobladores y -al mismo tiempo que nos resulta esencial el deber de una comunicación critica en un mundo deshabitado y, no por deshabitado menos lleno de injusticias, castigos y dolores, sentimos también el compromiso de recobrar los antiguos sueños que duermen en las estatuas de piedra, en los antiguos monumentos destruidos, en los anchos silencios de pampas planetarias, de selvas espesas, de ríos que cantan como sueños. Necesitamos colmar de palabras los confines de un continente mudo y nos embriaga esta tarea de fabular y de nombrar. Tal vez ésa sea la razón determinante de mi humilde caso individual: y en esa circunstancia mis excesos, o mi abundancia, o mi retórica, no vendrían a ser sino actos, los más simples, del menester americano de cada día. Cada uno de mis versos quiso instalarse como un objeto palpable: cada uno de mis poemas pretendió ser un instrumento útil de trabajo: cada uno de mis cantos aspiró a servir en el espacio como signos de reunión donde se cruzaron los caminos, o como fragmento de piedra o de madera con que alguien, otros que vendrán, pudieran depositar los nuevos signos.
Extendiendo estos deberes del poeta, en la verdad o en el error, hasta sus últimas consecuencias, decidí que mi actitud dentro de la sociedad y ante la vida debía ser también humildemente partidaria. Lo decidí viendo gloriosos fracasos, solitarias victorias, derrotas deslumbrantes. Comprendí, metido en el escenario de las luchas de América, que mi misión humana no era otra sino agregarme a la extensa fuerza del pueblo organizado, agregarme con sangre y alma, con pasión y esperanza, porque sólo de esa henchida torrentera pueden nacer los cambios necesarios a los escritores y a los pueblos. Y aunque mi posición levantara o levante objeciones amargas o amables, lo cierto es que no hallo otro camino para el escritor de nuestros anchos y crueles países, si queremos que florezca la oscuridad, si pretendemos que los millones de hombres que aún no han aprendido a leernos ni a leer, que todavía no saben escribir ni escribirnos, se establezcan en el terreno de la dignidad sin la cual no es posible ser hombres integrales.
Heredamos la vida lacerada de los pueblos que arrastran un castigo de siglos, pueblos los más edénicos, los más puros, los que construyeron con piedras y metales torres milagrosas, alhajas de fulgor deslumbrante: pueblos que de pronto fueron arrasados y enmudecidos por las épocas terribles del colonialismo que aún existe.
Nuestras estrellas primordiales son la lucha y la esperanza. Pero no hay lucha ni esperanza solitarias. En todo hombre se juntan las épocas remotas, la inercia, los errores, las pasiones, las urgencias de nuestro tiempo, la velocidad de la historia. Pero, ¿Qué sería de mí si yo, por ejemplo, hubiera contribuido en cualquiera forma al pasado feudal del gran continente americano? ¿Cómo podría yo levantar la frente, iluminada por el honor que Suecia me ha otorgado, si no me sintiera orgulloso de haber tomado una mínima parte en la transformación actual de mi país? Hay que mirar el mapa de América, enfrentarse a la grandiosa diversidad, a la generosidad cósmica del espacio que nos rodea, para entender que muchos escritores se niegan a compartir el pasado de oprobio y de saqueo que oscuros dioses destinaron a los pueblos americanos.
Yo escogí el difícil camino de una responsabilidad compartida y, antes de reiterar la adoración hacia el individuo como sol central del sistema, preferí entregar con humildad mi servicio a un considerable ejército que a trechos puede equivocarse, pero que camina sin descanso y avanza cada día enfrentándose tanto a los anacrónicos recalcitrantes como a los infatuados impacientes. Porque creo que mis deberes de poeta no sólo me indicaban la fraternidad con la rosa y la simetría, con el exaltado amor y con la nostalgia infinita, sino también con las ásperas tareas humanas que incorporé a mi poesía.
Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: A l'aurore, armés d'une ardente patience, nous entrerons aux splendides villes. (Al amanecer, armados de una ardiente paciencia entraremos en las espléndidas ciudades.)
Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente. Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso tal vez he llegado hasta aquí con mi poesía, y también con mi bandera.
En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
Así la poesía no habrá cantado en vano.
recepción del Premio Nobel de Literatura
Suecia, 21 de octubre de 1971
Mi discurso será una larga travesía, un viaje mío por regiones, lejanas y antípodas, no por eso menos semejantes al paisaje y a las soledades del norte. Hablo del extremo sur de mi país. Tanto y tanto nos alejamos los chilenos hasta tocar con nuestros limites el Polo Sur, que nos parecemos a la geografía de Suecia, que roza con su cabeza el norte nevado del planeta.
Por allí, por aquellas extensiones de mi patria adonde me condujeron acontecimientos ya olvidados en sí mismos, hay que atravesar, tuve que atravesar los Andes buscando la frontera de mi país con Argentina. Grandes bosques cubren como un túnel las regiones inaccesibles y como nuestro camino era oculto y vedado, aceptábamos tan sólo los signos más débiles de la orientación. No había huellas, no existían senderos y con mis cuatro compañeros a caballo buscábamos en ondulante cabalgata -eliminando los obstáculos de poderosos árboles, imposibles ríos, roqueríos inmensos, desoladas nieves, adivinando mas bien el derrotero de mi propia libertad. Los que me acompañaban conocían la orientación, la posibilidad entre los grandes follajes, pero para saberse más seguros montados en sus caballos marcaban de un machetazo aquí y allá las cortezas de los grandes árboles dejando huellas que los guiarían en el regreso, cuando me dejaran solo con mi destino. Cada uno avanzaba embargado en aquella soledad sin márgenes, en aquel silencio verde y blanco, los árboles, las grandes enredaderas, el humus depositado por centenares de años, los troncos semi-derribados que de pronto eran una barrera más en nuestra marcha. Todo era a la vez una naturaleza deslumbradora y secreta y a la vez una creciente amenaza de frío, nieve, persecución. Todo se mezclaba: la soledad, el peligro, el silencio y la urgencia de mi misión. A veces seguíamos una huella delgadísima, dejada quizás por contrabandistas o delincuentes comunes fugitivos, e ignorábamos si muchos de ellos habían perecido, sorprendidos de repente por las glaciales manos del invierno, por las tormentas tremendas de nieve que, cuando en los Andes se descargan, envuelven al viajero, lo hunden bajo siete pisos de blancura.
A cada lado de la huella contemplé, en aquella salvaje desolación, algo como una construcción humana. Eran trozos de ramas acumulados que habían soportado muchos inviernos, vegetal ofrenda de centenares de viajeros, altos cúmulos de madera para recordar a los caídos, para hacer pensar en los que no pudieron seguir y quedaron allí para siempre debajo de las nieves. También mis compañeros cortaron con sus machetes las ramas que nos tocaban las cabezas y que descendían sobre nosotros desde la altura de las coníferas inmensas, desde los robles cuyo último follaje palpitaba antes de las tempestades del invierno. Y también yo fui dejando en cada túmulo un recuerdo, una tarjeta de madera, una rama cortada del bosque para adornar las tumbas de uno y otro de los viajeros desconocidos.
Teníamos que cruzar un río. Esas pequeñas vertientes nacidas en las cumbres de los Andes se precipitan, descargan su fuerza vertiginosa y atropelladora, se tornan en cascadas, rompen tierras y rocas con la energía y la velocidad que trajeron de las alturas insignes: pero esa vez encontramos un remanso, un gran espejo de agua, un vado. Los caballos entraron, perdieron pie y nadaron hacia la otra ribera. Pronto mi caballo fue sobrepasado casi totalmente por las aguas, yo comencé a mecerme sin sostén, mis pies se afanaban al garete mientras la bestia pugnaba por mantener la cabeza al aire libre. Así cruzamos. Y apenas llegados a la otra orilla, los baqueanos, los campesinos que me acompañaban me preguntaron con cierta sonrisa:
-¿Tuvo mucho miedo?
-Mucho. Creí que había llegado mi última hora, dije.
Íbamos detrás de usted con el lazo en la mano me respondieron. -Ahí mismo -agregó uno de ellos- cayó mi padre y lo arrastró la corriente. No iba a pasar lo mismo con usted. Seguimos hasta entrar en un túnel natural que tal vez abrió en las rocas imponentes un caudaloso río perdido, o un estremecimiento del planeta que dispuso en las alturas aquella obra, aquel canal rupestre de piedra socavada, de granito, en el cual penetramos. A los pocos pasos las cabalgaduras resbalaban, trataban de afincarse en los desniveles de piedra, se doblegaban sus patas, estallaban chispas en las herraduras: más de una vez me vi arrojado del caballo y tendido sobre las rocas. La cabalgadura sangraba de narices y patas, pero proseguimos empecinados el vasto, el espléndido, el difícil camino.
Algo nos esperaba en medio de aquella selva salvaje. Súbitamente, como singular visión, llegamos a una pequeña y esmerada pradera acurrucada en el regazo de las montañas: agua clara, prado verde, flores silvestres, rumor de rios y el cielo azul arriba, generosa luz ininterrumpida por ningún follaje.
Allí nos detuvimos como dentro de un círculo mágico, como huéspedes de un recinto sagrado: y mayor condición de sagrada tuvo aun la ceremonia en la que participé. Los vaqueros bajaron de sus cabalgaduras. En el centro del recinto estaba colocada, como en un rito, una calavera de buey. Mis compañeros se acercaron silenciosamente, uno por uno, para dejar unas monedas y algunos alimentos en los agujeros de hueso. Me uní a ellos en aquella ofrenda destinada a toscos Ulises extraviados, a fugitivos de todas las raleas que encontrarían pan y auxilio en las órbitas del toro muerto. Pero no se detuvo en este punto la inolvidable ceremonia. Mis rústicos amigos se despojaron de sus sombreros e iniciaron una extraña danza, saltando sobre un solo pie alrededor de la calavera abandonada, repasando la huella circular dejada por tantos bailes de otros que por allí cruzaron antes. Comprendí entonces de una manera imprecisa, al lado de mis impenetrables compañeros, que existía una comunicación de desconocido a desconocido, que había una solicitud, una petición y una respuesta aún en las más lejanas y apartadas soledades de este mundo.
Más lejos, ya a punto de cruzar las fronteras que me alejarían por muchos años de mi patria, llegamos de noche a las últimas gargantas de las montañas. Vimos de pronto una luz encendida que era indicio cierto de habitación humana y, al acercarnos, hallamos unas desvencijadas construcciones, unos destartalados galpones al parecer vacíos. Entramos a uno de ellos y vimos, al calor de la lumbre, grandes troncos encendidos en el centro de la habitación, cuerpos de árboles gigantes que allí ardían de día y de noche y que dejaban escapar por las hendiduras del techo ml humo que vagaba en medio de las tinieblas como un profundo velo azul. Vimos montones de quesos acumulados por quienes los cuajaron a aquellas alturas. Cerca del fuego, agrupados como sacos, yacían algunos hombres. Distinguimos en el silencio las cuerdas de una guitarra y las palabras de una canción que, naciendo de las brasas y la oscuridad, nos traía la primera voz humana que habíamos topado en el camino. Era una canción de amor y de distancia, un lamento de amor y de nostalgia dirigido hacia la primavera lejana, hacia las ciudades de donde veníamos, hacia la infinita extensión de la vida.
Ellos ignoraban quienes éramos, ellos nada sabían del fugitivo, ellos no conocían mi poesía ni mi nombre. ¿O lo conocían, nos conocían? El hecho real fue que junto a aquel fuego cantamos y comimos, y luego caminamos dentro de la oscuridad hacia unos cuartos elementales. A través de ellos pasaba una corriente termal, agua volcánica donde nos sumergimos, calor que se desprendía de las cordilleras y nos acogió en su seno.
Chapoteamos gozosos, cavándonos, limpiándonos el peso de la inmensa cabalgata. Nos sentimos frescos, renacidos, bautizados, cuando al amanecer emprendimos los últimos kilómetros de jornadas que me separarían de aquel eclipse de mi patria. Nos alejamos cantando sobre nuestras cabalgaduras, plenos de un aire nuevo, de un aliento que nos empujaba al gran camino del mundo que me estaba esperando. Cuando quisimos dar (lo recuerdo vivamente) a los montañeses algunas monedas de recompensa por las canciones, por los alimentos, por las aguas termales, por el techo y los lechos, vale decir, por el inesperado amparo que nos salió al encuentro, ellos rechazaron nuestro ofrecimiento sin un ademán. Nos habían servido y nada más. Y en ese nada más en ese silencioso nada más había muchas cosas subentendidas, tal vez el reconocimiento, tal vez los mismos sueños.
Señoras y Señores:
Yo no aprendí en los libros ninguna receta para la composición de un poema: y no dejaré impreso a mi vez ni siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mí alguna gota de supuesta sabiduría. Si he narrado en este discurso ciertos sucesos del pasado, si he revivido un nunca olvidado relato en esta ocasión y en este sitio tan diferentes a lo acontecido, es porque en el curso de mi vida he encontrado siempre en alguna parte la aseveración necesaria, la fórmula que me aguardaba, no para endurecerse en mis palabras sino para explicarme a mí mismo.
En aquella larga jornada encontré las dosis necesarias a la formación del poema. Allí me fueron dadas las aportaciones de la tierra y del alma. Y pienso que la poesía es una acción pasajera o solemne en que entran por parejas medidas la soledad y la solidaridad, el sentimiento y la acción, la intimidad de uno mismo, la intimidad del hombre y la secreta revelación de la naturaleza. Y pienso con no menor fe que todo esta sostenido -el hombre y su sombra, el hombre y su actitud, el hombre y su poesia en una comunidad cada vez más extensa, en un ejercicio que integrará para siempre en nosotros la realidad y los sueños, porque de tal manera los une y los confunde. Y digo de igual modo que no sé, después de tantos años, si aquellas lecciones que recibí al cruzar un vertiginoso río, al bailar alrededor del cráneo de una vaca, al bañar mi piel en el agua purificadora de las más altas regiones, digo que no sé si aquello salía de mí mismo para comunicarse después con muchos otros seres, o era el mensaje que los demás hombres me enviaban como exigencia o emplazamiento. No sé si aquello lo viví o lo escribí, no sé si fueron verdad o poesía, transición o eternidad los versos que experimenté en aquel momento, las experiencias que canté más tarde.
De todo ello, amigos, surge una enseñanza que el poeta debe aprender de los demás hombres. No hay soledad inexpugnable. Todos los caminos llevan al mismo punto: a la comunicación de lo que somos. Y es preciso atravesar la soledad y la aspereza, la incomunicación y el silencio para llegar al recinto mágico en que podemos danzar torpemente o cantar con melancolía; mas en esa danza o en esa canción están consumados los más antiguos ritos de la conciencia: de la conciencia de ser hombres y de creer en un destino común.
En verdad, si bien alguna o mucha gente me consideró un sectario, sin posible participación en la mesa común de la amistad y de la responsabilidad, no quiero justificarme, no creo que las acusaciones ni las justificaciones tengan cabida entre los deberes del poeta. Después de todo, ningún poeta administró la poesía, y si alguno de ellos se detuvo a acusar a sus semejantes, o si otro pensó que podría gastarse la vida defendiéndose de recriminaciones razonables o absurdas, mi convicción es que sólo la vanidad es capaz de desviarnos hasta tales extremos. Digo que los enemigos de la poesía no están entre quienes la profesan o resguardan, sino en la falta de concordancia del poeta. De ahí que ningún poeta tenga más enemigo esencial que su propia incapacidad para entenderse con los más ignorados y explotados de sus contemporáneos; y esto rige para todas las épocas y para todas las tierras.
El poeta no es un pequeño dios. No, no es un pequeño dios. No está signado por un destino cabalístico superior al de quienes ejercen otros menesteres y oficios. A menudo expresé que el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree dios. Él cumple su majestuosa y humilde faena de amasar, meter al horno, dorar y entregar el pan de cada día, con una obligación comunitaria. Y si el poeta llega a alcanzar esa sencilla conciencia, podrá también la sencilla conciencia convertirse en parte de una colosal artesanía, de una construcción simple o complicada, que es la construcción de la sociedad, la transformación de las condiciones que rodean al hombre, la entrega de la mercadería: pan, verdad, vino, sueños. Si el poeta se incorpora a esa nunca gastada lucha por consignar cada uno en manos de los otros su ración de compromiso, su dedicación y su ternura al trabajo común de cada día y de todos los hombres, el poeta tomará parte en el sudor, en el pan, en el vino, en el sueño de la humanidad entera. Sólo por ese camino inalienable de ser hombres comunes llegaremos a restituirle a la poesía el anchuroso espacio que le van recortando en cada época, que le vamos recortando en cada época nosotros mismos.
Los errores que me llevaron a una relativa verdad, y las verdades que repetidas veces me condujeron al error, unos y otras no me permitieron -ni yo lo pretendí nunca- orientar, dirigir, enseñar lo que se llama el proceso creador, los vericuetos de la literatura. Pero sí me di cuenta de una cosa: de que nosotros mismos vamos creando los fantasmas de nuestra propia mitificacion. De la argamasa de lo que hacemos, o queremos hacer, surgen más tarde los impedimentos de nuestro propio y futuro desarrollo. Nos vemos indefectiblemente conducidos a la realidad y al realismo, es decir, a tomar una conciencia directa de lo que nos rodea y de los caminos de la transformación, y luego comprendemos, cuando parece tarde, que hemos construido una limitación tan exagerada que matamos lo vivo en vez de conducir la vida a desenvolverse y florecer. Nos imponemos un realismo que posteriormente nos resulta más pesado que el ladrillo de las construcciones, sin que por ello hayamos erigido el edificio que contemplábamos como parte integral de nuestro deber. Y en sentido contrario, si alcanzamos a crear el fetiche de lo incomprensible (o de lo comprensible para unos pocos), el fetiche de lo selecto y de lo secreto, si suprimimos la realidad y sus degeneraciones realistas, nos veremos de pronto rodeados de un terreno imposible, de un tembladeral de hojas, de barro, de libros, en que se hunden nuestros pies y nos ahoga una incomunicación opresiva.
En cuanto a nosotros en particular, escritores de la vasta extensión americana, escuchamos sin tregua el llamado para llenar ese espacio enorme con seres de carne y hueso. Somos conscientes de nuestra obligación de pobladores y -al mismo tiempo que nos resulta esencial el deber de una comunicación critica en un mundo deshabitado y, no por deshabitado menos lleno de injusticias, castigos y dolores, sentimos también el compromiso de recobrar los antiguos sueños que duermen en las estatuas de piedra, en los antiguos monumentos destruidos, en los anchos silencios de pampas planetarias, de selvas espesas, de ríos que cantan como sueños. Necesitamos colmar de palabras los confines de un continente mudo y nos embriaga esta tarea de fabular y de nombrar. Tal vez ésa sea la razón determinante de mi humilde caso individual: y en esa circunstancia mis excesos, o mi abundancia, o mi retórica, no vendrían a ser sino actos, los más simples, del menester americano de cada día. Cada uno de mis versos quiso instalarse como un objeto palpable: cada uno de mis poemas pretendió ser un instrumento útil de trabajo: cada uno de mis cantos aspiró a servir en el espacio como signos de reunión donde se cruzaron los caminos, o como fragmento de piedra o de madera con que alguien, otros que vendrán, pudieran depositar los nuevos signos.
Extendiendo estos deberes del poeta, en la verdad o en el error, hasta sus últimas consecuencias, decidí que mi actitud dentro de la sociedad y ante la vida debía ser también humildemente partidaria. Lo decidí viendo gloriosos fracasos, solitarias victorias, derrotas deslumbrantes. Comprendí, metido en el escenario de las luchas de América, que mi misión humana no era otra sino agregarme a la extensa fuerza del pueblo organizado, agregarme con sangre y alma, con pasión y esperanza, porque sólo de esa henchida torrentera pueden nacer los cambios necesarios a los escritores y a los pueblos. Y aunque mi posición levantara o levante objeciones amargas o amables, lo cierto es que no hallo otro camino para el escritor de nuestros anchos y crueles países, si queremos que florezca la oscuridad, si pretendemos que los millones de hombres que aún no han aprendido a leernos ni a leer, que todavía no saben escribir ni escribirnos, se establezcan en el terreno de la dignidad sin la cual no es posible ser hombres integrales.
Heredamos la vida lacerada de los pueblos que arrastran un castigo de siglos, pueblos los más edénicos, los más puros, los que construyeron con piedras y metales torres milagrosas, alhajas de fulgor deslumbrante: pueblos que de pronto fueron arrasados y enmudecidos por las épocas terribles del colonialismo que aún existe.
Nuestras estrellas primordiales son la lucha y la esperanza. Pero no hay lucha ni esperanza solitarias. En todo hombre se juntan las épocas remotas, la inercia, los errores, las pasiones, las urgencias de nuestro tiempo, la velocidad de la historia. Pero, ¿Qué sería de mí si yo, por ejemplo, hubiera contribuido en cualquiera forma al pasado feudal del gran continente americano? ¿Cómo podría yo levantar la frente, iluminada por el honor que Suecia me ha otorgado, si no me sintiera orgulloso de haber tomado una mínima parte en la transformación actual de mi país? Hay que mirar el mapa de América, enfrentarse a la grandiosa diversidad, a la generosidad cósmica del espacio que nos rodea, para entender que muchos escritores se niegan a compartir el pasado de oprobio y de saqueo que oscuros dioses destinaron a los pueblos americanos.
Yo escogí el difícil camino de una responsabilidad compartida y, antes de reiterar la adoración hacia el individuo como sol central del sistema, preferí entregar con humildad mi servicio a un considerable ejército que a trechos puede equivocarse, pero que camina sin descanso y avanza cada día enfrentándose tanto a los anacrónicos recalcitrantes como a los infatuados impacientes. Porque creo que mis deberes de poeta no sólo me indicaban la fraternidad con la rosa y la simetría, con el exaltado amor y con la nostalgia infinita, sino también con las ásperas tareas humanas que incorporé a mi poesía.
Hace hoy cien años exactos, un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados, escribió esta profecía: A l'aurore, armés d'une ardente patience, nous entrerons aux splendides villes. (Al amanecer, armados de una ardiente paciencia entraremos en las espléndidas ciudades.)
Yo creo en esa profecía de Rimbaud, el vidente. Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso tal vez he llegado hasta aquí con mi poesía, y también con mi bandera.
En conclusión, debo decir a los hombres de buena voluntad, a los trabajadores, a los poetas, que el entero porvenir fue expresado en esa frase de Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
Así la poesía no habrá cantado en vano.
Isaac Newton
1642-1727. Matemático y físico británico, considerado uno de los más grandes científicos de la historia, que hizo importantes descubrimientos como la ley de la gravedad.
Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano.
Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que cualquier otro talento.
Si consigo ver más lejos es porque he conseguido auparme a hombros de gigantes.
Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.
La unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la ley suprema del universo.
He sido un niño pequeño que, jugando en la playa, encontraba de tarde en tarde un guijarro más fino o una concha más bonita de lo normal. El océano de la verdad se extendía, inexplorado, delante de mi.
1642-1727. Matemático y físico británico, considerado uno de los más grandes científicos de la historia, que hizo importantes descubrimientos como la ley de la gravedad.
Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano.
Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que cualquier otro talento.
Si consigo ver más lejos es porque he conseguido auparme a hombros de gigantes.
Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes.
La unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la ley suprema del universo.
He sido un niño pequeño que, jugando en la playa, encontraba de tarde en tarde un guijarro más fino o una concha más bonita de lo normal. El océano de la verdad se extendía, inexplorado, delante de mi.
Wednesday, December 26, 2007
Por Amanda / Lanacion.cl
Masturbación sin apuros
No existe una sola forma de masturbación masculina. Llegar al orgasmo por la estimulación individual, lejos de ser un acto mecánico, otorga la posibilidad de conocer su cuerpo y las distintas posibilidades de goce. Los hombres desarrollan su erotismo. ¿Por qué conformarse con sólo una forma, si se dispone de muchas?
Una forma de mirar una relación sexual es como la suma de masturbaciones mutuas, como parte del juego erótico de una pareja, que a través de distintas formas de masturbación van dando temperatura y sabor al encuentro hasta llegar al orgasmo, si lo desean.
Los hombres se masturban desde pequeños y lo hacen con más libertad que las mujeres, pero a juzgar de sus comentarios y chistes, ésta parece ser un acto mecánico y algo desesperado. Pero más allá de la satisfacción de un par de minutos, desarrollan su erotismo a través de la masturbación. Prueban, exploran sus cuerpos y posibilidades de placer que luego pondrán en práctica con su compañía sexual. Veamos cómo aprenden.
La forma clásica de masturbación masculina es la que sostiene el cuerpo del pene con una mano y con un movimiento sostenido y rítmico. Las variables son múltiples, pero suele seguir con caricias en el cuerpo del pene desde arriba abajo o estimular directamente en el glande y el frenillo (bajo el glande, en la parte inferior un poco más ancha).
Para alcanzar el orgasmo con esta estimulación, lo más importante es sostener el ritmo: es la regularidad del movimiento la que crea la tensión sexual. Durante este proceso se puede también acariciar, masajear o sujetar los testículos al mismo tiempo, frotar el perineo (zona situada entre los testículos y el ano).
Algunos podrán llegar al orgasmo frotando el glande cada vez más rápido, en cambio otros, con sensibilidad extrema, pueden encontrarlo doloroso. El nivel de presión, la rapidez y la amplitud del movimiento varía de un individuo a otro. Presionar la base del pene aumenta la sensibilidad y facilita la erección.
Hay otras formas, acariciando suavemente con los dedos el pene y los testículos hasta tener una erección, luego con dos o tres dedos más el pulgar, frote en un vaivén. Siempre se puede más e ir alternando con posturas más complejas, por ejemplo, intente mantener un dedo en el frenillo, deslizando los otros dedos y el pulgar por encima del pene, en un movimiento corto. Para estimular zonas diferentes, basta con efectuar el movimiento girando la muñeca y la palma del otro lado del pene.
Masturbación + orgasmo
Una masturbación, por más mecánica y natural que les resulte a algunos hombres, no tiene por qué ser sólo encerrados en el baño o en la ducha. Los hombres también pueden jugar con su erotismo y jugar. Masturbarse en encima de la cama, en el sofá, de pie o delante de un espejo. Para algunos lo del espejo puede ser una exageración y un tanto narcisista, pero el ejercicio puede servir para estimular otros sentidos y aumentar la excitación. Quizá sea más eficientes y erótico que sólo buscar excitación mirando revistas y películas pornográficas. Pueden también estimularse con fantasías eróticas y ocupar la imaginación para evocarlas. Muchas veces, las fantasías sexuales son un estimulante mucho más eficaz.
No siempre se tiene la confianza con una pareja para innovar y practicar nuevas fórmulas sexuales. Masturbándose puede ensayar. Los lubricantes son un recurso eficiente tanto para la masturbación como para una relación sexual. Siempre es preferible usarlos a base de agua. Duran mucho y dan una sensación diferente porque permiten un frotamiento más intenso con toda la palma de la mano directamente sobre el glande y como es a base de agua evitamos posibles irritaciones del pene.
Las formas para alcanzar realismo pueden llegar hasta el uso de muñecas inflables tamaño natural, pero hay otras más rudimentarias y también efectivas. De pie o de rodillas con una almohada doblada delante, simulando una cavidad vaginal con lo que puede fantasear con un coito. También puede colocar la almohada a la altura de la ingle, frotando el pene de adelante hacia atrás y hacia arriba. De esta forma aumenta la excitación.
El orgasmo de una masturbación llega luego, como a los dos o cinco minutos. Sin embargo, y a pesar de ser una respuesta más bien orgánica, de reacción a la estimulación adecuada en zonas altamente sensibles, también depende del estado de ánimo, el estrés, el cansancio, la excitación o el estado de euforia.
Lo más usual es que se acaricie el pene o frote el glande, aumentando la rapidez en la medida que el orgasmo se acerca y otros sujetan sus testículos o la base del pene o mientras eyaculan, pero si se desea retardar la llegada del espasmo llamado orgasmo y extender su sensación de placer, debe intentar ir más despacio o detener el movimiento, para luego volver a empezar. La sensación de placer durará más y el orgasmo será, sin duda, más intenso. Ojo que si lo ha retardado durante demasiado tiempo puede prolongarlo, pero disminuir la intensidad. Durante el orgasmo, los hombres disminuyen o detienen su estimulación. En ese momento, el pene y, sobre todo, el glande son extremadamente sensibles.
Como se ve, la masturbación no reemplaza una relación sexual en la que intervienen, entre muchos factores, las emociones y los afectos, aumentando el placer y la satisfacción en dimensiones completamente distintas. Sin embargo, la estimulación tiene básicamente los mismos principios de sensibilidad, zonas erógenas, presiones y ritmos. Su reconocimiento es importante porque determina la comprensión de su cuerpo, sus reacciones, los puntos de más excitación, lo que más le gusta y lo que no. Agrega experiencia a la hora de enfrentar las relaciones sexuales, tanto en los albores de la vida sexual como en todo su desarrollo.
Masturbación y conciencia sexual
Cuando un varón llega a la adolescencia empieza a atravesar importantes cambios en sus emociones. La conciencia sexual se acentúa e intenta liberar la tensión erótica mediante la masturbación, esto se acentua cuando no tiene pareja. Muchos hombres continúan masturbandose durante toda su vida, incluso cuando mantienen relaciones con otra persona. Según diversos estudios, un 94% de hombres se han masturbado alguna vez hasta llegar al orgasmo. Mediante la experiencia personal se aprenden las técnicas y ritmos que dan mejor resultado. De esta forma el hombre conoce sus respuestas y se puede anticipar al orgasmo. El uso de lubricantes reduce la fricción y puede hacer que aumente el placer.
Masturbación sin apuros
No existe una sola forma de masturbación masculina. Llegar al orgasmo por la estimulación individual, lejos de ser un acto mecánico, otorga la posibilidad de conocer su cuerpo y las distintas posibilidades de goce. Los hombres desarrollan su erotismo. ¿Por qué conformarse con sólo una forma, si se dispone de muchas?
Una forma de mirar una relación sexual es como la suma de masturbaciones mutuas, como parte del juego erótico de una pareja, que a través de distintas formas de masturbación van dando temperatura y sabor al encuentro hasta llegar al orgasmo, si lo desean.
Los hombres se masturban desde pequeños y lo hacen con más libertad que las mujeres, pero a juzgar de sus comentarios y chistes, ésta parece ser un acto mecánico y algo desesperado. Pero más allá de la satisfacción de un par de minutos, desarrollan su erotismo a través de la masturbación. Prueban, exploran sus cuerpos y posibilidades de placer que luego pondrán en práctica con su compañía sexual. Veamos cómo aprenden.
La forma clásica de masturbación masculina es la que sostiene el cuerpo del pene con una mano y con un movimiento sostenido y rítmico. Las variables son múltiples, pero suele seguir con caricias en el cuerpo del pene desde arriba abajo o estimular directamente en el glande y el frenillo (bajo el glande, en la parte inferior un poco más ancha).
Para alcanzar el orgasmo con esta estimulación, lo más importante es sostener el ritmo: es la regularidad del movimiento la que crea la tensión sexual. Durante este proceso se puede también acariciar, masajear o sujetar los testículos al mismo tiempo, frotar el perineo (zona situada entre los testículos y el ano).
Algunos podrán llegar al orgasmo frotando el glande cada vez más rápido, en cambio otros, con sensibilidad extrema, pueden encontrarlo doloroso. El nivel de presión, la rapidez y la amplitud del movimiento varía de un individuo a otro. Presionar la base del pene aumenta la sensibilidad y facilita la erección.
Hay otras formas, acariciando suavemente con los dedos el pene y los testículos hasta tener una erección, luego con dos o tres dedos más el pulgar, frote en un vaivén. Siempre se puede más e ir alternando con posturas más complejas, por ejemplo, intente mantener un dedo en el frenillo, deslizando los otros dedos y el pulgar por encima del pene, en un movimiento corto. Para estimular zonas diferentes, basta con efectuar el movimiento girando la muñeca y la palma del otro lado del pene.
Masturbación + orgasmo
Una masturbación, por más mecánica y natural que les resulte a algunos hombres, no tiene por qué ser sólo encerrados en el baño o en la ducha. Los hombres también pueden jugar con su erotismo y jugar. Masturbarse en encima de la cama, en el sofá, de pie o delante de un espejo. Para algunos lo del espejo puede ser una exageración y un tanto narcisista, pero el ejercicio puede servir para estimular otros sentidos y aumentar la excitación. Quizá sea más eficientes y erótico que sólo buscar excitación mirando revistas y películas pornográficas. Pueden también estimularse con fantasías eróticas y ocupar la imaginación para evocarlas. Muchas veces, las fantasías sexuales son un estimulante mucho más eficaz.
No siempre se tiene la confianza con una pareja para innovar y practicar nuevas fórmulas sexuales. Masturbándose puede ensayar. Los lubricantes son un recurso eficiente tanto para la masturbación como para una relación sexual. Siempre es preferible usarlos a base de agua. Duran mucho y dan una sensación diferente porque permiten un frotamiento más intenso con toda la palma de la mano directamente sobre el glande y como es a base de agua evitamos posibles irritaciones del pene.
Las formas para alcanzar realismo pueden llegar hasta el uso de muñecas inflables tamaño natural, pero hay otras más rudimentarias y también efectivas. De pie o de rodillas con una almohada doblada delante, simulando una cavidad vaginal con lo que puede fantasear con un coito. También puede colocar la almohada a la altura de la ingle, frotando el pene de adelante hacia atrás y hacia arriba. De esta forma aumenta la excitación.
El orgasmo de una masturbación llega luego, como a los dos o cinco minutos. Sin embargo, y a pesar de ser una respuesta más bien orgánica, de reacción a la estimulación adecuada en zonas altamente sensibles, también depende del estado de ánimo, el estrés, el cansancio, la excitación o el estado de euforia.
Lo más usual es que se acaricie el pene o frote el glande, aumentando la rapidez en la medida que el orgasmo se acerca y otros sujetan sus testículos o la base del pene o mientras eyaculan, pero si se desea retardar la llegada del espasmo llamado orgasmo y extender su sensación de placer, debe intentar ir más despacio o detener el movimiento, para luego volver a empezar. La sensación de placer durará más y el orgasmo será, sin duda, más intenso. Ojo que si lo ha retardado durante demasiado tiempo puede prolongarlo, pero disminuir la intensidad. Durante el orgasmo, los hombres disminuyen o detienen su estimulación. En ese momento, el pene y, sobre todo, el glande son extremadamente sensibles.
Como se ve, la masturbación no reemplaza una relación sexual en la que intervienen, entre muchos factores, las emociones y los afectos, aumentando el placer y la satisfacción en dimensiones completamente distintas. Sin embargo, la estimulación tiene básicamente los mismos principios de sensibilidad, zonas erógenas, presiones y ritmos. Su reconocimiento es importante porque determina la comprensión de su cuerpo, sus reacciones, los puntos de más excitación, lo que más le gusta y lo que no. Agrega experiencia a la hora de enfrentar las relaciones sexuales, tanto en los albores de la vida sexual como en todo su desarrollo.
Masturbación y conciencia sexual
Cuando un varón llega a la adolescencia empieza a atravesar importantes cambios en sus emociones. La conciencia sexual se acentúa e intenta liberar la tensión erótica mediante la masturbación, esto se acentua cuando no tiene pareja. Muchos hombres continúan masturbandose durante toda su vida, incluso cuando mantienen relaciones con otra persona. Según diversos estudios, un 94% de hombres se han masturbado alguna vez hasta llegar al orgasmo. Mediante la experiencia personal se aprenden las técnicas y ritmos que dan mejor resultado. De esta forma el hombre conoce sus respuestas y se puede anticipar al orgasmo. El uso de lubricantes reduce la fricción y puede hacer que aumente el placer.
Pascal Quignard
--------------------------------------------------------------------------------
(Francia, 1948)
Escritor francés nacido en Verneuil-sur-Avre (región de Alta Normandía). De niño fue ligeramente autista un par de veces y la primera de ellas, su tío, que había salido del campo de concentración nazi de Dachau, le volvió a enseñar a hablar y a comer haciéndole chupar un palo de regaliz que parecía una rama. Pintor hasta 1968, organista y violonchelista, licenciado en filosofía, fue profesor de la Universidad de Vincennes y de la Escuela Práctica de Estudios Superiores en Ciencias Sociales. Ha publicado una veintena de obras donde la ficción se mezcla con la reflexión. Entre sus escritos destacan las novelas, El salón de Wurtemberg (1986), Las escaleras de Chambord (1989), Todas las mañanas del mundo (1991), que Alain Corneau adaptó al cine y que cuenta la vida recluida de Monsieur de Sainte-Colombe, compositor barroco que cayó en el olvido; Vida secreta (1999), Terraza en Roma (2000), Les ombres errantes (Premio Goncourt, 2002) y Las tablillas de boj de Apronenia Avitia (2004), novela que recrea la biografía de un misterioso personaje, una patricia nacida en el año 343 sobre cuya identidad sólo se conocen algunas hipótesis aventuradas y unas cuantas tablillas de madera de boj donde comenta algunos detalles cotidianos de su azarosa vida en medio de la decadencia del imperio romano. También es autor de los ensayos, Pequeños tratados (ocho tomos), La lección de música, El odio a la música: diez pequeños tratados, El nombre en la punta de la lengua y Retórica especulativa. Ha sido fundador, junto a François Mitterrand, del Festival de la Ópera y del Teatro Barroco de Versalles. En 1990 fue nombrado secretario general de la editorial Gallimard. Pascal Quignard es sin duda el más iconoclasta de los escritores franceses contemporáneos.
Pascal Quignard
Retórica especulativa (fragmento)
" El lenguaje es en sí mismo investigación. En la tradición filosófica, el lenguaje no es más que un vestigio del que uno puede desprenderse o que se puede corregir, como el soma-sema, como el cuerpo animal convertido en tumba y signo, como las técnicas, como las artes. El lenguaje es la única sociedad del hombre (cháchara, cotilleo, familia, genealogía, ciudad, leyes, charla, cantos, aprendizaje, economía, teología, historia, amor, novela) y no se conoce ningún hombre que se haya librado de él. Así el logos fue desatendido por la philosophia en su despliegue, de la misma manera que el aire es ignorado por las alas de los pájaros, como el agua del río es ignorada por los peces excepto al morir por encima de la superficie del agua en donde se asfixian, una vez transportados por el anzuelo hacia la suavidad y la transparencia atmosféricas donde dejan de moverse y se iluminan.
(...)
Cuando una sociedad está a la espera del acontecimiento que puede extinguirla, cuando el miedo, el desamparo, la pobreza, la desherencia y la envidia de todos contra todos han llegado a un estado de madurez, comparable al de los frutos bajo el calor, una expresión secreta y ávida aparece en la mayoría de los rasgos de los vivos que se encuentran por las calles de las ciudades que son las nuevas selvas. Los rostros que nos rodean cargan con esa tristeza y manifiestan ese silencio que se extiende. Ese silencio, a pesar de la Historia, es decir, a causa del mito de la Historia, sigue siendo ignorante de su ferocidad. Las sociedades occidentales están de nuevo en ese estado de terrible madurez. Están en el límite de la carnicería. "
Pascal Quignard
Todas las mañanas del mundo (fragmento)
" Uno de sus alumnos, Cosme Le Blanc padre, contaba que llegaba a imitar todas las inflexiones de la voz humana: del suspiro de una joven al llanto de un hombre mayor, del grito de guerra de Enrique de Navarra a la dulzura del soplo de un niño aplicado que dibuja, del estertor desordenado al que el placer a veces incita a la gravedad casi muda, casi monocorde, de un hombre concentrado en sus oraciones. "
Michel de Montaigne
--------------------------------------------------------------------------------
(Francia, 1533-1592)
Escritor francés que introdujo por primera vez el ensayo como forma literaria. Sus ensayos, que abarcan un amplio abanico de temas, se caracterizan por un estilo discursivo, un tono coloquial y el uso de numerosas citas de autores clásicos. Montaigne nació el 28 de febrero de 1533, en el Château de Montaigne (cerca de Libourne). Su familia gozaba de una buena posición y Montaigne estudió en Guyenne. Posteriormente cursó estudios de leyes probablemente en Toulouse. Su primera empresa literaria fue una traducción, publicada en 1569, de la Theologia Naturalis, obra del teólogo español Raimundo de Sabunde. En 1571 Montaigne heredó las propiedades de la familia, entre las que figuraba el Château de Montaigne. Allí pasó el resto de su vida, entregado a las actividades propias de un hacendado, estudiando a sus autores clásicos favoritos y escribiendo los ensayos que constituyen su gran colección Ensayos. Los dos primeros tomos de esta obra vieron la luz en 1580. Posteriormente Montaigne viajó a Alemania, Italia y Suiza. A su regreso fue alcalde de Burdeos (1581-1585). Escribió un tercer tomo de ensayos que se incluyó en la quinta edición de sus Ensayos en 1588. Los últimos años de su vida los pasó recluido en su propiedad, con la excepción de algún viaje ocasional a París y Ruán. La única obra que escribió además de sus Ensayos es un relato de sus viajes publicado en 1774. Como pensador, Montaigne destaca por su análisis de las instituciones, opiniones y costumbres, así como por su oposición a cualquier forma de dogmatismo carente de una base racional. Montaigne observaba la vida con escepticismo filosófico y puso de relieve las contradicciones e incoherencias inherentes a la naturaleza y la conducta humana. Sin embargo, su moral tendía básicamente hacia el epicureísmo, revelando las actitudes propias de un humanista que rechazaba la esclavitud de las pasiones y los deseos. El más extenso de sus ensayos, Apología de Raimundo de Sabunde, es un estudio de la capacidad racional y las aspiraciones religiosas del ser humano. En algunos momentos su visión del mundo es conservadora. En literatura y filosofía admiraba a los autores de la antigüedad, y en materia política defendía la monarquía como la forma de gobierno más adecuada para garantizar la paz y el orden. En lo que respecta a la educación, Montaigne se interesó por la formación del aristócrata y sostuvo la necesidad de enseñar a los alumnos el arte de vivir. Este arte se adquiere a través de la capacidad de observación y conversación y a través de los viajes. La lectura debería servir para ayudar a emitir juicios correctos y no sólo para desarrollar la facultad de la memoria. Montaigne insistió en la importancia de practicar con rigor y asiduidad el ejercicio físico, como parte indisociable del desarrollo integral de la persona.
Michel de Montaigne
Ensayos (fragmento)
" No es que el sabio no pueda vivir contento en cualquier parte, incluso en medio del gentío de un palacio; mas si le das a escoger, huirá, según dice, incluso de esa visión. Soportará esto, si es preciso; mas si de él depende, elegirá lo otro. Parécele no haberse desecho lo bastante de los vicios, si ha de codearse con los del prójimo. "
--------------------------------------------------------------------------------
(Francia, 1533-1592)
Escritor francés que introdujo por primera vez el ensayo como forma literaria. Sus ensayos, que abarcan un amplio abanico de temas, se caracterizan por un estilo discursivo, un tono coloquial y el uso de numerosas citas de autores clásicos. Montaigne nació el 28 de febrero de 1533, en el Château de Montaigne (cerca de Libourne). Su familia gozaba de una buena posición y Montaigne estudió en Guyenne. Posteriormente cursó estudios de leyes probablemente en Toulouse. Su primera empresa literaria fue una traducción, publicada en 1569, de la Theologia Naturalis, obra del teólogo español Raimundo de Sabunde. En 1571 Montaigne heredó las propiedades de la familia, entre las que figuraba el Château de Montaigne. Allí pasó el resto de su vida, entregado a las actividades propias de un hacendado, estudiando a sus autores clásicos favoritos y escribiendo los ensayos que constituyen su gran colección Ensayos. Los dos primeros tomos de esta obra vieron la luz en 1580. Posteriormente Montaigne viajó a Alemania, Italia y Suiza. A su regreso fue alcalde de Burdeos (1581-1585). Escribió un tercer tomo de ensayos que se incluyó en la quinta edición de sus Ensayos en 1588. Los últimos años de su vida los pasó recluido en su propiedad, con la excepción de algún viaje ocasional a París y Ruán. La única obra que escribió además de sus Ensayos es un relato de sus viajes publicado en 1774. Como pensador, Montaigne destaca por su análisis de las instituciones, opiniones y costumbres, así como por su oposición a cualquier forma de dogmatismo carente de una base racional. Montaigne observaba la vida con escepticismo filosófico y puso de relieve las contradicciones e incoherencias inherentes a la naturaleza y la conducta humana. Sin embargo, su moral tendía básicamente hacia el epicureísmo, revelando las actitudes propias de un humanista que rechazaba la esclavitud de las pasiones y los deseos. El más extenso de sus ensayos, Apología de Raimundo de Sabunde, es un estudio de la capacidad racional y las aspiraciones religiosas del ser humano. En algunos momentos su visión del mundo es conservadora. En literatura y filosofía admiraba a los autores de la antigüedad, y en materia política defendía la monarquía como la forma de gobierno más adecuada para garantizar la paz y el orden. En lo que respecta a la educación, Montaigne se interesó por la formación del aristócrata y sostuvo la necesidad de enseñar a los alumnos el arte de vivir. Este arte se adquiere a través de la capacidad de observación y conversación y a través de los viajes. La lectura debería servir para ayudar a emitir juicios correctos y no sólo para desarrollar la facultad de la memoria. Montaigne insistió en la importancia de practicar con rigor y asiduidad el ejercicio físico, como parte indisociable del desarrollo integral de la persona.
Michel de Montaigne
Ensayos (fragmento)
" No es que el sabio no pueda vivir contento en cualquier parte, incluso en medio del gentío de un palacio; mas si le das a escoger, huirá, según dice, incluso de esa visión. Soportará esto, si es preciso; mas si de él depende, elegirá lo otro. Parécele no haberse desecho lo bastante de los vicios, si ha de codearse con los del prójimo. "
Juan Rulfo
--------------------------------------------------------------------------------
(México, 1918-1986)
Novelista y cuentista mexicano, nacido en Jalisco, escenario de la guerra cristera (1926-1929) que habría de influir mucho en su vida y en su obra. Escribe El llano en llamas (cuentos, 1953) y Pedro Páramo (novela, 1955), traducidas a todos los idiomas. Cumple oficios diversos, hace guiones de cine (El gallo de oro, 1964; La fórmula secreta, 1965…), magníficas fotografías. Varios premios, entre ellos el Príncipe de Asturias, 1983. Simplificando, su obra se ha etiquetado como realismo mágico o estereotipado como indigenista. Emparentado con la tradición de la literatura de la Revolución Mexicana (Azuela, Guzmán, Muñoz), luego Revueltas (1943), o Yáñez (1947), la fractura con un nuevo lenguaje y una forma inigualables, creando a Comala, devastada por la violencia y habitada sólo por almas en pena. Monsiváis sintetiza: "En nuestra cultura nacional Juan Rulfo ha sido un intérprete absolutamente confiable… de la lógica íntima, los modos de ser, el sentido idiomático, la poesía secreta y pública de los pueblos y las comunidades campesinas, mantenidas en la marginalidad y el olvido…". Para Borges, "Pedro Páramo es una de las mejores novelas de la literatura de lengua hispánica, y aún de la literatura". Murió en la ciudad de México en 1986. © eMe
--------------------------------------------------------------------------------
(México, 1918-1986)
Novelista y cuentista mexicano, nacido en Jalisco, escenario de la guerra cristera (1926-1929) que habría de influir mucho en su vida y en su obra. Escribe El llano en llamas (cuentos, 1953) y Pedro Páramo (novela, 1955), traducidas a todos los idiomas. Cumple oficios diversos, hace guiones de cine (El gallo de oro, 1964; La fórmula secreta, 1965…), magníficas fotografías. Varios premios, entre ellos el Príncipe de Asturias, 1983. Simplificando, su obra se ha etiquetado como realismo mágico o estereotipado como indigenista. Emparentado con la tradición de la literatura de la Revolución Mexicana (Azuela, Guzmán, Muñoz), luego Revueltas (1943), o Yáñez (1947), la fractura con un nuevo lenguaje y una forma inigualables, creando a Comala, devastada por la violencia y habitada sólo por almas en pena. Monsiváis sintetiza: "En nuestra cultura nacional Juan Rulfo ha sido un intérprete absolutamente confiable… de la lógica íntima, los modos de ser, el sentido idiomático, la poesía secreta y pública de los pueblos y las comunidades campesinas, mantenidas en la marginalidad y el olvido…". Para Borges, "Pedro Páramo es una de las mejores novelas de la literatura de lengua hispánica, y aún de la literatura". Murió en la ciudad de México en 1986. © eMe
Mis condolencias a Cristián Warnken
Rudyard Kipling
(Gran Bretaña, 1865-1936)
Si
" Si puedes mantener intacta tu firmeza
cuando todos vacilan a tu alrededor
Si cuando todos dudan, fías en tu valor
y al mismo tiempo sabes exaltar su flaqueza
Si sabes esperar y a tu afán poner brida
O blanco de mentiras esgrimir la verdad
O siendo odiado, al odio no le das cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad
Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores.
Si puedes soportan que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados.
O mirar hecha trizas tu adora quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados.
Si todas tu ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar
y las pierdes, y luego con bravo corazón
sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar.
Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlo cuando en ti todo flaquea
menos la voluntad que te dice adelante.
Si entre la turba das a la virtud abrigo
Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo
Si marchando con reyes del orgullo has triunfado
Si eres bueno con todos pero no demasiado
Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más, serás hombre hijo mío. "
Rudyard Kipling
(Gran Bretaña, 1865-1936)
Si
" Si puedes mantener intacta tu firmeza
cuando todos vacilan a tu alrededor
Si cuando todos dudan, fías en tu valor
y al mismo tiempo sabes exaltar su flaqueza
Si sabes esperar y a tu afán poner brida
O blanco de mentiras esgrimir la verdad
O siendo odiado, al odio no le das cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad
Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores.
Si puedes soportan que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados.
O mirar hecha trizas tu adora quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados.
Si todas tu ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar
y las pierdes, y luego con bravo corazón
sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar.
Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlo cuando en ti todo flaquea
menos la voluntad que te dice adelante.
Si entre la turba das a la virtud abrigo
Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo
Si marchando con reyes del orgullo has triunfado
Si eres bueno con todos pero no demasiado
Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más, serás hombre hijo mío. "
AI: Inteligencia artificial
Kubrick, Spielberg y los límites de lo humano
23 de septiembre de 2001
Christian Ramírez
Artes y Letras, El Mercurio
AI: Inteligencia artificial
Artificial intelligence: AI
2001
Dirección: Steven Spielberg
Guión: Ian Watson
Elenco: William Hurt, Jude Law, Frances O'Connor, Haley Joel Osment
En los olimpos artísticos se supone que, por lo general, la ambición desmedida se paga caro. En ese sentido, "A. I. Inteligencia artificial" es culpable. Lo hermoso es que en este caso los pasos en falso no bastan para contrapesar la densidad y absoluta belleza que transmiten las imágenes.
Desde que la cinefilia se transformó en ocupación de tiempo completo, los fanáticos lo han gastado (o perdido) gustosamente imaginando los proyectos que sus directores favoritos acariciaron, pero nunca llevaron a cabo. El misterioso Rey Lear de Orson Welles (del que aparentemente existen unas cuantas secuencias), Las afinidades electivas de Coppola, La batalla de Leningrado de Sergio Leone, La lista de Schindler según Billy Wilder, Gershwin por Martin Scorsese o La dalia negra de David Lynch, forman parte de una suerte de limbo cinematográfico del que, aparte de decenas de suposiciones, muy rara vez surge algo en limpio. Eso, salvo que la obsesión por llevar a cabo tal o cual "proyecto imposible" sea muy fuerte.
Inteligencia artificial (A.I.), el filme que Stanley Kubrick no llegó a dirigir y que ahora se estrena cortesía de Steven Spielberg, es el último y tal vez el mejor ejemplo de estas resurrecciones fílmicas. No es el caso más polémico, pero sin duda que esta producción de Kubrick, que consideró la idea durante una década antes de abandonarla, y Spielberg - que "heredó" el proyecto, lo reescribió y luego rodó en tres meses y medio- , tiene tanto sabor a sacrilegio como a milagro.
Sacrilegio, porque este supuesto matrimonio entre las sensibilidades de los directores de El resplandor y El imperio del sol ha hecho que muchos contemplen al filme como un monstruo de dos cabezas. Milagro, porque las preguntas y respuestas que produjo esta fusión son decididamente valiosas y únicas en el cine de los últimos años. Tal cual.
Eso sí, habría que hacer una advertencia. A.I. Inteligencia artificial no es "la obra maestra instantánea", la película póstuma del canon kubrickiano o una rara combinación entre E.T. El extraterrestre, y 2001: Odisea del espacio. Una vez que todas las comparaciones están en el bolsillo, recién es posible ver el filme no como uno, sino como tres ambiciosos relatos: un denso cuento de hadas para adultos (basado ostensiblemente en Pinocho), una gigantesca fijación edípica, una empeñosa meditación sobre la naturaleza humana.
Sería fácil sacarse el problema de encima argumentando que los primeros temas son puro Spielberg y el último ciento por ciento Kubrick, pero hasta el argumento podría desmentirlo.
EL CUENTO DE HADAS
En un futuro donde los polos llevan tiempo derretidos, la cibernética se declara lista para crear un robot capaz de establecer un vínculo emocional con su dueño, una máquina que puede devolver "el amor" que (en teoría) le entregan. Un matrimonio cuyo hijo enfermo está sometido a hibernación, recibe al primer prototipo: David (Haley Joel Osment), niño mecánico que una vez programado se entrega por entero a llenar el vacío experimentado por Mónica, su "madre".
Entonces, Martin, el verdadero hijo, despierta. La rivalidad entre los hermanos se desata y Mónica no está en posición de elegir: en vez de devolver el robot a la fábrica, donde lo destruirán, lo abandona a su suerte en el bosque, donde él y Teddy (su súper osito de peluche) deberán valerse por sí solos. En su desesperación, David recuerda la historia de Pinocho y de cómo el Hada Azul transformó al muñeco de madera en un niño de verdad. De ahora en adelante su vida quedará consagrada a encontrar al Hada, rogarle que lo transforme en humano y, como tal, regresar a casa.
(Advertencia: el análisis de esta película obliga a contar el final, de modo que los que no la han visto tal vez deberían abstenerse de leer lo que está en cursiva).
Tras vagar por el bosque, David termina preso en la Feria de la Carne, suerte de campo de exterminio donde los humanos encierran y destruyen a los robots de maneras horribles, y en su escape es protegido por Gigolo Joe, un androide prostituto (mitad Lobo Feroz, mitad Fred Astaire) que ha optado por servirse de los humanos tal como éstos se sirven de él. Joe será el encargado de conducir a David hacia Man-Hattan, el fin del mundo, la ciudad sumergida (y, en el fondo, el Monstruo o Leviathan del cuento de Pinocho). Pero en vez del Hada Azul, el niño robot encuentra allí a su creador - el profesor Hobby (Geppeto, el demiurgo, ¿Kubrick?)- quien lo modeló a imagen y semejanza de su fallecido hijo. Incapaz de lidiar con la idea de ser el primero de una serie lista para la venta, David se sumerge en las profundidades, donde, en los restos de un parque de Coney Island, al fin encuentra al Hada. No es más que una estatua, pero el chico reza y reza ante ella hasta que las luces de su nave se apagan, el océano se congela y su pila se agota. Trascurren dos mil años durante los cuales la raza humana se extingue. David es el último vestigio de la humanidad y es descongelado por una suerte de meta-robots, quienes deciden cumplir su máximo deseo: por un solo día podrá volver a casa, volver a mamá.
Las referencias al cuento infantil en la obra de Spielberg no son novedad: ya habían aparecido en Encuentros cercanos del tercer tipo, cuya banda sonora viene plagada de citas de "When You Wish Upon a Star", la canción principal del Pinocho de Disney, y en la que su protagonista (Roy Neary) está obsesionado con entrar en la inmensa nave azul. Lo realmente interesante es notar que esos lazos también están presentes en Kubrick.
La humanidad a la que al comienzo aspira David no es muy distinta de la que percibe la computadora HAL-9000 - en 2001- en el preciso momento en que el comandante Bowman comienza a desconectarla: HAL, que se había jurado sobrehumana al eliminar a la tripulación, termina aferrándose a la vida y cantando una canción de cuna. La máquina "descubre" la naturaleza humana justo cuando acepta su propia falibilidad (cualidad esencial del hombre), de modo que - mientras Bowman se dirige hacia Júpiter y más allá del infinito- sus suspiros digitales son lo último "humano" que aparece en dicho filme.
Gran parte de lo que impulsaba a la narración en 2001 era el instinto de supervivencia. Finalizada esa necesidad, liquidada la película. Las exigencias de A.I. son aún más extremas: en un lado figura David, quien necesita saberse humano (y mortal) para recibir el amor de su madre. En el otro está la fría inmortalidad de la máquina. No hay soluciones intermedias.
EDIPO REVISITADO
Ya se ha dicho que la mayoría de los detractores de A.I. la despachan como un engendro de dos cabezas; pero, aun en ese caso, la bestia debería tener al menos tres. Kubrick, Spielberg y Haley Joel Osment.
Desde el punto de vista autoral, hay ciertos momentos de la cinta en que el protagonista de Sexto sentido tiene tanta responsabilidad en el asunto como su director. Osment, un consumado actor de método cuya efectividad no tiene nada que ver con la simpatía o aplomo físico de un DiCaprio, es quien soporta en sus espaldas toda la carga emocional de la historia. El es el instrumento que administra, reprime, libera y, en último término, sublima todas las potencias de David, a medida que su odisea se va aproximando al confín de lo humano.
Su perpetua ansiedad no tiene mucho que ver con la curiosidad de Elliot en relación con su amigo E.T. y sí se acerca a los inaguantables niveles de crueldad absorbidos y expresados por el personaje clave en la obra de Spielberg: Jim, el protagonista de El imperio del sol, un chico que al ser separado de sus padres y obligado a sobrevivir en un campo de prisioneros, termina volviéndose loco, primero, y adulto, después, a causa de tanto abandono.
Mientras Spielberg se encarga del "trabajo ingrato" (establecer paralelos con Pinocho y hacer avanzar la narración sin perder de vista el abstracto entramado moral kubrickiano), Osment permite que el espectador perciba cómo su ciego amor por mamá se transforma sucesivamente en miedo, amargura, fanatismo, fervor religioso y finalmente en un éxtasis místico donde la brutal necesidad de amar se colma a sí misma y termina por tragarse a la historia, a la película, a todas las cosas.
MISTICISMO, AMOR Y MUERTE
Es justamente la vertiente mística de A.I. la que ha resultado el mayor escollo para la crítica. No es sencillo que el más racionalista de los cineastas (Kubrick) y el más calculador (Spielberg) intenten medir sus fuerzas en terrenos propios de Dreyer, Ozu o Tarkovski, pero es la misma progresión del filme, desde el cuento de hadas hacia la abstracción pura, la que los obliga a seguir ese camino.
El pausado ritmo que deliberadamente adopta la película, ese quietismo que emana en sus secuencias clave y que lo emparenta de inmediato con la inmovilidad de cintas recientes como El protegido y Naúfrago, termina por convencer al espectador que lo que está presenciando no es una lectura del futuro a lo Blade Runner, sino una suerte de filme en probeta donde la emoción se concentra hasta el punto de la disolución, una fábula encapsulada muy al modo de Solaris, de Tarkovski (otra historia repleta de dobles, seres amados que vuelven a la vida, nostalgia y deseos concedidos).
Escenas como la programación de David -el momento en que Mónica lo convierte en su hijo, leyéndole una secuencia de palabras- o la interminable plegaria del chico bajo el mar (que refiere abiertamente al fervor mariano) parecen defender la posición que Spielberg ha sostenido por las buenas y por las malas en sus últimas películas, en cuanto a que la fuerza de lo humano termina inexorablemente por impregnar todo lo que toca. Al revés, el instante en que David contempla a su "familia" desde el fondo de la piscina (y en que adquiere conciencia de su perturbadora inmortalidad), el paseo del chico por el laboratorio del profesor Hobby, repleto de Davids inanimados y la secuencia de los súper robots leyendo la mente de chico como si sus recuerdos fuesen películas, arrojan luces sobre la obsesión kubrickiana con lo efímero de la experiencia humana versus la inmutabilidad de los conceptos, las instituciones y la memoria.
De modo que es tiempo perdido tratar de adivinar si lo que ocurre en los últimos minutos de A.I., ese día perfecto de David junto a mamá, es real o no. Lo clave es que su fuerza alegórica contribuye a completar la humanidad que David había conquistado antes, al descabezar (y asesinar) a su réplica en la oficina del profesor Hobby con un pie de lámpara que bien puede equivaler al bastón de Alex (La naranja mecánica) o al hacha de Jack Torrance (El resplandor).
Lo que al fin convierte a David en humano es simplemente su comprensión cabal del amor y la muerte. Y no existe fábula que pueda acabar de extraer todo el sentido de eso.
Kubrick, Spielberg y los límites de lo humano
23 de septiembre de 2001
Christian Ramírez
Artes y Letras, El Mercurio
AI: Inteligencia artificial
Artificial intelligence: AI
2001
Dirección: Steven Spielberg
Guión: Ian Watson
Elenco: William Hurt, Jude Law, Frances O'Connor, Haley Joel Osment
En los olimpos artísticos se supone que, por lo general, la ambición desmedida se paga caro. En ese sentido, "A. I. Inteligencia artificial" es culpable. Lo hermoso es que en este caso los pasos en falso no bastan para contrapesar la densidad y absoluta belleza que transmiten las imágenes.
Desde que la cinefilia se transformó en ocupación de tiempo completo, los fanáticos lo han gastado (o perdido) gustosamente imaginando los proyectos que sus directores favoritos acariciaron, pero nunca llevaron a cabo. El misterioso Rey Lear de Orson Welles (del que aparentemente existen unas cuantas secuencias), Las afinidades electivas de Coppola, La batalla de Leningrado de Sergio Leone, La lista de Schindler según Billy Wilder, Gershwin por Martin Scorsese o La dalia negra de David Lynch, forman parte de una suerte de limbo cinematográfico del que, aparte de decenas de suposiciones, muy rara vez surge algo en limpio. Eso, salvo que la obsesión por llevar a cabo tal o cual "proyecto imposible" sea muy fuerte.
Inteligencia artificial (A.I.), el filme que Stanley Kubrick no llegó a dirigir y que ahora se estrena cortesía de Steven Spielberg, es el último y tal vez el mejor ejemplo de estas resurrecciones fílmicas. No es el caso más polémico, pero sin duda que esta producción de Kubrick, que consideró la idea durante una década antes de abandonarla, y Spielberg - que "heredó" el proyecto, lo reescribió y luego rodó en tres meses y medio- , tiene tanto sabor a sacrilegio como a milagro.
Sacrilegio, porque este supuesto matrimonio entre las sensibilidades de los directores de El resplandor y El imperio del sol ha hecho que muchos contemplen al filme como un monstruo de dos cabezas. Milagro, porque las preguntas y respuestas que produjo esta fusión son decididamente valiosas y únicas en el cine de los últimos años. Tal cual.
Eso sí, habría que hacer una advertencia. A.I. Inteligencia artificial no es "la obra maestra instantánea", la película póstuma del canon kubrickiano o una rara combinación entre E.T. El extraterrestre, y 2001: Odisea del espacio. Una vez que todas las comparaciones están en el bolsillo, recién es posible ver el filme no como uno, sino como tres ambiciosos relatos: un denso cuento de hadas para adultos (basado ostensiblemente en Pinocho), una gigantesca fijación edípica, una empeñosa meditación sobre la naturaleza humana.
Sería fácil sacarse el problema de encima argumentando que los primeros temas son puro Spielberg y el último ciento por ciento Kubrick, pero hasta el argumento podría desmentirlo.
EL CUENTO DE HADAS
En un futuro donde los polos llevan tiempo derretidos, la cibernética se declara lista para crear un robot capaz de establecer un vínculo emocional con su dueño, una máquina que puede devolver "el amor" que (en teoría) le entregan. Un matrimonio cuyo hijo enfermo está sometido a hibernación, recibe al primer prototipo: David (Haley Joel Osment), niño mecánico que una vez programado se entrega por entero a llenar el vacío experimentado por Mónica, su "madre".
Entonces, Martin, el verdadero hijo, despierta. La rivalidad entre los hermanos se desata y Mónica no está en posición de elegir: en vez de devolver el robot a la fábrica, donde lo destruirán, lo abandona a su suerte en el bosque, donde él y Teddy (su súper osito de peluche) deberán valerse por sí solos. En su desesperación, David recuerda la historia de Pinocho y de cómo el Hada Azul transformó al muñeco de madera en un niño de verdad. De ahora en adelante su vida quedará consagrada a encontrar al Hada, rogarle que lo transforme en humano y, como tal, regresar a casa.
(Advertencia: el análisis de esta película obliga a contar el final, de modo que los que no la han visto tal vez deberían abstenerse de leer lo que está en cursiva).
Tras vagar por el bosque, David termina preso en la Feria de la Carne, suerte de campo de exterminio donde los humanos encierran y destruyen a los robots de maneras horribles, y en su escape es protegido por Gigolo Joe, un androide prostituto (mitad Lobo Feroz, mitad Fred Astaire) que ha optado por servirse de los humanos tal como éstos se sirven de él. Joe será el encargado de conducir a David hacia Man-Hattan, el fin del mundo, la ciudad sumergida (y, en el fondo, el Monstruo o Leviathan del cuento de Pinocho). Pero en vez del Hada Azul, el niño robot encuentra allí a su creador - el profesor Hobby (Geppeto, el demiurgo, ¿Kubrick?)- quien lo modeló a imagen y semejanza de su fallecido hijo. Incapaz de lidiar con la idea de ser el primero de una serie lista para la venta, David se sumerge en las profundidades, donde, en los restos de un parque de Coney Island, al fin encuentra al Hada. No es más que una estatua, pero el chico reza y reza ante ella hasta que las luces de su nave se apagan, el océano se congela y su pila se agota. Trascurren dos mil años durante los cuales la raza humana se extingue. David es el último vestigio de la humanidad y es descongelado por una suerte de meta-robots, quienes deciden cumplir su máximo deseo: por un solo día podrá volver a casa, volver a mamá.
Las referencias al cuento infantil en la obra de Spielberg no son novedad: ya habían aparecido en Encuentros cercanos del tercer tipo, cuya banda sonora viene plagada de citas de "When You Wish Upon a Star", la canción principal del Pinocho de Disney, y en la que su protagonista (Roy Neary) está obsesionado con entrar en la inmensa nave azul. Lo realmente interesante es notar que esos lazos también están presentes en Kubrick.
La humanidad a la que al comienzo aspira David no es muy distinta de la que percibe la computadora HAL-9000 - en 2001- en el preciso momento en que el comandante Bowman comienza a desconectarla: HAL, que se había jurado sobrehumana al eliminar a la tripulación, termina aferrándose a la vida y cantando una canción de cuna. La máquina "descubre" la naturaleza humana justo cuando acepta su propia falibilidad (cualidad esencial del hombre), de modo que - mientras Bowman se dirige hacia Júpiter y más allá del infinito- sus suspiros digitales son lo último "humano" que aparece en dicho filme.
Gran parte de lo que impulsaba a la narración en 2001 era el instinto de supervivencia. Finalizada esa necesidad, liquidada la película. Las exigencias de A.I. son aún más extremas: en un lado figura David, quien necesita saberse humano (y mortal) para recibir el amor de su madre. En el otro está la fría inmortalidad de la máquina. No hay soluciones intermedias.
EDIPO REVISITADO
Ya se ha dicho que la mayoría de los detractores de A.I. la despachan como un engendro de dos cabezas; pero, aun en ese caso, la bestia debería tener al menos tres. Kubrick, Spielberg y Haley Joel Osment.
Desde el punto de vista autoral, hay ciertos momentos de la cinta en que el protagonista de Sexto sentido tiene tanta responsabilidad en el asunto como su director. Osment, un consumado actor de método cuya efectividad no tiene nada que ver con la simpatía o aplomo físico de un DiCaprio, es quien soporta en sus espaldas toda la carga emocional de la historia. El es el instrumento que administra, reprime, libera y, en último término, sublima todas las potencias de David, a medida que su odisea se va aproximando al confín de lo humano.
Su perpetua ansiedad no tiene mucho que ver con la curiosidad de Elliot en relación con su amigo E.T. y sí se acerca a los inaguantables niveles de crueldad absorbidos y expresados por el personaje clave en la obra de Spielberg: Jim, el protagonista de El imperio del sol, un chico que al ser separado de sus padres y obligado a sobrevivir en un campo de prisioneros, termina volviéndose loco, primero, y adulto, después, a causa de tanto abandono.
Mientras Spielberg se encarga del "trabajo ingrato" (establecer paralelos con Pinocho y hacer avanzar la narración sin perder de vista el abstracto entramado moral kubrickiano), Osment permite que el espectador perciba cómo su ciego amor por mamá se transforma sucesivamente en miedo, amargura, fanatismo, fervor religioso y finalmente en un éxtasis místico donde la brutal necesidad de amar se colma a sí misma y termina por tragarse a la historia, a la película, a todas las cosas.
MISTICISMO, AMOR Y MUERTE
Es justamente la vertiente mística de A.I. la que ha resultado el mayor escollo para la crítica. No es sencillo que el más racionalista de los cineastas (Kubrick) y el más calculador (Spielberg) intenten medir sus fuerzas en terrenos propios de Dreyer, Ozu o Tarkovski, pero es la misma progresión del filme, desde el cuento de hadas hacia la abstracción pura, la que los obliga a seguir ese camino.
El pausado ritmo que deliberadamente adopta la película, ese quietismo que emana en sus secuencias clave y que lo emparenta de inmediato con la inmovilidad de cintas recientes como El protegido y Naúfrago, termina por convencer al espectador que lo que está presenciando no es una lectura del futuro a lo Blade Runner, sino una suerte de filme en probeta donde la emoción se concentra hasta el punto de la disolución, una fábula encapsulada muy al modo de Solaris, de Tarkovski (otra historia repleta de dobles, seres amados que vuelven a la vida, nostalgia y deseos concedidos).
Escenas como la programación de David -el momento en que Mónica lo convierte en su hijo, leyéndole una secuencia de palabras- o la interminable plegaria del chico bajo el mar (que refiere abiertamente al fervor mariano) parecen defender la posición que Spielberg ha sostenido por las buenas y por las malas en sus últimas películas, en cuanto a que la fuerza de lo humano termina inexorablemente por impregnar todo lo que toca. Al revés, el instante en que David contempla a su "familia" desde el fondo de la piscina (y en que adquiere conciencia de su perturbadora inmortalidad), el paseo del chico por el laboratorio del profesor Hobby, repleto de Davids inanimados y la secuencia de los súper robots leyendo la mente de chico como si sus recuerdos fuesen películas, arrojan luces sobre la obsesión kubrickiana con lo efímero de la experiencia humana versus la inmutabilidad de los conceptos, las instituciones y la memoria.
De modo que es tiempo perdido tratar de adivinar si lo que ocurre en los últimos minutos de A.I., ese día perfecto de David junto a mamá, es real o no. Lo clave es que su fuerza alegórica contribuye a completar la humanidad que David había conquistado antes, al descabezar (y asesinar) a su réplica en la oficina del profesor Hobby con un pie de lámpara que bien puede equivaler al bastón de Alex (La naranja mecánica) o al hacha de Jack Torrance (El resplandor).
Lo que al fin convierte a David en humano es simplemente su comprensión cabal del amor y la muerte. Y no existe fábula que pueda acabar de extraer todo el sentido de eso.
Tuesday, December 25, 2007
Tatuajes
¿Duele hacerse un tatuaje?
Sin duda alguna . Sin embargo, cabe matizarlo un poco: más que un dolor, se trata de una molestia continuada. No se trata del típico dolor de una inyección ya que las agujas únicamente agujerean la piel de forma superficial. Más bien se trata de una vibración o roce constante. No obstante, cada persona soporta de diferente forma el dolor. Además, hay zonas del cuerpo más dolorosas que otras. Por ejemplo, tatuarse sobre huesos suele ser más doloroso. Además, hay varios tipos de agujas: aquellas usadas para realizar líneas o perfilar acostumbran doler más, a diferencia de aquellas usadas para rellenar o sombrear.
¿Puede borrarse un tatuaje?
En principio, es una práctica irreversible. Es muy difícil, por no decir casi imposible, eliminar un tatuaje sin dejar algún tipo de marca o cicatriz. Algunos métodos para quitarlos:
1) Cirugía plástica.
2) Dermoabrasión: raspar las diferentes capas de la piel quitando tanto la piel como el pigmento coloreado que forma el tatuaje.
3) Láser: al igual que se hace con los lunares u otras marcas.
El resultado de un láser puede variar según el tipo de tatuaje, la calidad de éste, sus colores, zona donde se encuentra, tipo de piel, etc. Hay también varios tipos de láser según los diferentes aspectos mencionados. En cualquier caso, se necesitarán varias sesiones.
¿Es peligroso tatuarse?
Se habla mucho del peligro de contraer enfermedades, pero hay que dejar claro que, de ninguna manera, dicho riesgo depende de la práctica del tatuaje en sí, sino de la forma de trabajar de cada tatuador. Un estudio profesional que cumpla la normativa y actúe de forma ética y correcta no tiene por qué acarrear algún peligro.
Sin embargo, contraer el Sida no es el único peligro, a menudo se olvida la Hepatitis B, la cual es una enfermedad aún más fácil de contraer.
¿Qué es lo mínimo que se debe exigir?
Que todo el material sea esterilizado cada vez que se use. Que la tinta que se utilice nunca venga directamente del recipiente donde se guarda sino que se coloque en pequeños potes y la pintura restante se bote.
¿Se puede tatuar cualquier parte del cuerpo?
Sí, cualquier parte, excepto pelo, dientes y uñas. Ahora bien, hay que tener en cuenta algunos aspectos como los siguientes:
- Lunares: es peligroso estimularlos de forma violenta para que no lleguen a empeorar o convertirse en malignos.
- Cicatrices: una vieja cicatriz tiene un relieve diferente al resto de la piel y es más brillante con lo que los colores y el brillo del dibujo mostrarán variaciones notables.
¿Es normal que pique el tatuaje?
Es normal que los primeros días pique un poco la piel. Es muy importante que el tatuaje esté bien hidratado, humedeciéndolo frecuentemente con agua fría y aplicándole la crema especial recomendada por tu tatuador, así se evitará que pique.
¿Es normal que se inflame?
No. No es normal. La piel puede quedar resentida, pero no debe inflamarse. Si se inflama es porque algo pasa.
¿Cómo podemos saber si un estudio cumple con la normativa vigente que regula un mínimo de seguridad e higiene?
Si nos centramos en la higiene del estudio, todos deben poseer titulación y permiso para la práctica del tatuaje así como herramientas de esterilización. Hay que fijarse si el artista posee dicha titulación e instrumentos como máquinas de ultrasonido para limpieza del material y autoclaves para la esterilización.
Todas las agujas deben ser desechables y únicas para cada persona. Estas tampoco deben tocar ni la mesa ni el suelo. Los demás utensilios o puntas deben ser esterilizados con el autoclave.
Además, el tatuador deberá lavarse las manos antes de ponerse los guantes con jabones clínicos o soluciones antisépticas. Una vez se haya puestos los guantes, no puede tocar otra cosa que no sea el cuerpo, agujas o utensilios a usar durante el tatuaje. En definitiva, deberá cambiarse los guantes cada vez que toque algo no esterilizado.
¿Duele hacerse un tatuaje?
Sin duda alguna . Sin embargo, cabe matizarlo un poco: más que un dolor, se trata de una molestia continuada. No se trata del típico dolor de una inyección ya que las agujas únicamente agujerean la piel de forma superficial. Más bien se trata de una vibración o roce constante. No obstante, cada persona soporta de diferente forma el dolor. Además, hay zonas del cuerpo más dolorosas que otras. Por ejemplo, tatuarse sobre huesos suele ser más doloroso. Además, hay varios tipos de agujas: aquellas usadas para realizar líneas o perfilar acostumbran doler más, a diferencia de aquellas usadas para rellenar o sombrear.
¿Puede borrarse un tatuaje?
En principio, es una práctica irreversible. Es muy difícil, por no decir casi imposible, eliminar un tatuaje sin dejar algún tipo de marca o cicatriz. Algunos métodos para quitarlos:
1) Cirugía plástica.
2) Dermoabrasión: raspar las diferentes capas de la piel quitando tanto la piel como el pigmento coloreado que forma el tatuaje.
3) Láser: al igual que se hace con los lunares u otras marcas.
El resultado de un láser puede variar según el tipo de tatuaje, la calidad de éste, sus colores, zona donde se encuentra, tipo de piel, etc. Hay también varios tipos de láser según los diferentes aspectos mencionados. En cualquier caso, se necesitarán varias sesiones.
¿Es peligroso tatuarse?
Se habla mucho del peligro de contraer enfermedades, pero hay que dejar claro que, de ninguna manera, dicho riesgo depende de la práctica del tatuaje en sí, sino de la forma de trabajar de cada tatuador. Un estudio profesional que cumpla la normativa y actúe de forma ética y correcta no tiene por qué acarrear algún peligro.
Sin embargo, contraer el Sida no es el único peligro, a menudo se olvida la Hepatitis B, la cual es una enfermedad aún más fácil de contraer.
¿Qué es lo mínimo que se debe exigir?
Que todo el material sea esterilizado cada vez que se use. Que la tinta que se utilice nunca venga directamente del recipiente donde se guarda sino que se coloque en pequeños potes y la pintura restante se bote.
¿Se puede tatuar cualquier parte del cuerpo?
Sí, cualquier parte, excepto pelo, dientes y uñas. Ahora bien, hay que tener en cuenta algunos aspectos como los siguientes:
- Lunares: es peligroso estimularlos de forma violenta para que no lleguen a empeorar o convertirse en malignos.
- Cicatrices: una vieja cicatriz tiene un relieve diferente al resto de la piel y es más brillante con lo que los colores y el brillo del dibujo mostrarán variaciones notables.
¿Es normal que pique el tatuaje?
Es normal que los primeros días pique un poco la piel. Es muy importante que el tatuaje esté bien hidratado, humedeciéndolo frecuentemente con agua fría y aplicándole la crema especial recomendada por tu tatuador, así se evitará que pique.
¿Es normal que se inflame?
No. No es normal. La piel puede quedar resentida, pero no debe inflamarse. Si se inflama es porque algo pasa.
¿Cómo podemos saber si un estudio cumple con la normativa vigente que regula un mínimo de seguridad e higiene?
Si nos centramos en la higiene del estudio, todos deben poseer titulación y permiso para la práctica del tatuaje así como herramientas de esterilización. Hay que fijarse si el artista posee dicha titulación e instrumentos como máquinas de ultrasonido para limpieza del material y autoclaves para la esterilización.
Todas las agujas deben ser desechables y únicas para cada persona. Estas tampoco deben tocar ni la mesa ni el suelo. Los demás utensilios o puntas deben ser esterilizados con el autoclave.
Además, el tatuador deberá lavarse las manos antes de ponerse los guantes con jabones clínicos o soluciones antisépticas. Una vez se haya puestos los guantes, no puede tocar otra cosa que no sea el cuerpo, agujas o utensilios a usar durante el tatuaje. En definitiva, deberá cambiarse los guantes cada vez que toque algo no esterilizado.
Estilos de tatuajes
Existen muchos tipos de tatuajes. Conforme han ido pasando los años se han ido instaurando modas sobre los lugares, las formas y sobre todo, han ido variando las técnicas y los pigmentos. Hace años era impensable el color en un "tatoo", en cambio hoy en día es algo que hace cualquier tatuador profesional.
Entre los estilos que actualmente se conocen y son los más difundidos están:
Tatuaje Egipcio
El tatuaje egipcio o tribal estaba relacionado con el lado erótico, emocional y sensual de la vida. El tatuaje en aquel tiempo estaba caracterizado por diseños gruesos lineales y de color negro, que se asemejan a los diseños tribales actuales, y en muchas de las culturas los animales son el tema mas frecuente. Están asociados tradicionalmente con la magia, protección y el deseo de la persona tatuada de identificarse con el espíritu del animal.
Se cree que el proceso del tatuaje era mucho más elaborado que en la actualidad, era un ritual que por ejemplo en Egipto era realizado casi exclusivamente por mujeres, un proceso doloroso que la mayoría de las veces se usaba para demostrar valentía o confirmar la madurez, en la misma forma que todavía se puede observar en los rituales de tribus de Nueva Zelanda.
Tatuaje Japonés
A pesar de sus inicios gloriosos en el 500 D.C. en Japón como adorno del primer emperador, el tatuaje estaba reservado para aquellos que habían cometido crímenes serios. Los individuos tatuados eran aislados por sus familias y se les negaba cualquier participación en la vida comunitaria. Esto debido a la idiosincrasia japonesa era el peor de los castigos posibles para un japonés.
El tatuaje era asociado con la mafia constituida por los "yakuza" que a pesar de estar fuera de la ley, poseían un estricto código moral para defender a la gente común. Expresaban sus ideales por medio del tatuaje ya que el proceso era doloroso para mostrar valentía, era permanente para mostrar lealtad de por vida a la banda y al ser ilegal los convertía en marginales para siempre.
El tatuaje japonés clásico usa héroes legendarios y motivos religiosos, que pueden combinarse con decoraciones florales, lunas, paisajes y animales simbólicos como dragones y tigres, contra fondos de olas, nubes y rayos.
Los diseños no eran pequeños ya que se trasladó la pintura tradicional a los cuerpos dando por resultado dibujos grandes que cubrían en su totalidad espaldas, pechos y costillas. Se cree que el tatuaje de cuerpo entero proviene del querer ocultar las marcas de castigo.
Era común que los amantes llevaran cada uno la mitad de un tatuaje que al juntarse formarían un solo tatuaje (irebokuro). También estaba de moda formalizar su relación delante de los dioses, pero lejos del mundo y por medio de tatuajes creados en el templo.
Este movimiento duró hasta 1842 cuando el emperador Matsuhito, ante la apertura de Japón al occidente, decidió prohibir los tatuajes para no dar la impresión de salvajismo ante los extranjeros. También se prohibió porque contradecía la doctrina de Confucio respecto a mantener el cuerpo de la misma forma en que se recibe al nacer. Pero fueron los mismos extranjeros los que alabaron este arte, e inclusive algunos visitantes famosos como los nietos de la Reina Victoria, el heredero ruso Nicolás II y otros dignatarios europeos se tatuaron allí.
Tatuaje Incaico
Estaba caracterizado por diseños gruesos y abstractos que se asemejan a los tribales actuales. En muchas culturas los animales son el tema más frecuente y están asociados tradicionalmente con la magia, tótems y el deseo de la persona tatuada de identificarse con el espíritu del animal.
Tatuaje Céltico
Suelen realizarse en negro, pero eso no significa que no se puedan hacer en color. Este tipo de motivos requieren una gran habilidad por parte del tatuador.
New School
De un estilo parecido al graffiti. Sus colores son fuertes, contornos más bien desdibujados. Se eligen colores que contrasten mucho para llamar la atención.
Aguada en Negro y Gris
Es una técnica que se utiliza para tatuar retratos. La tinta, en negro, se usa en varios tonos para difuminar y hacer sombras. Son los que más tiempo se conservan en buen estado.
Fine Line
Es un estilo muy detallista y fino, de líneas muy depuradas. Especialmente indicado para tatuajes femeninos y de pequeño tamaño. Este estilo detallado ayuda a que el tatuaje sea más realista .
Temporales
En los llamados tatuajes temporales o de henna se usan unas tintas vegetales o minerales que, a pesar que no profundizan en la piel como lo hacen los tatuajes permanentes, no dejan de ser tintas que marcan la piel por algunos meses
COVER UP: Mejorar un tatuaje, trabajar sobre uno ya existente y borrarlo o recargarlo
tatuarte.cl, especial de emol.
CUIDADOS
La legislación chilena
Mucho se ha hablado y normado el arte del tatuaje en los últimos años. Sin embargo, aún existe desconocimiento o una simple falta de responsabilidad a la hora de decidir hacerse un tatuaje.
Para aquellas personas que ya tomaron la decisión de tatuarse es aconsejable tener presente la elección de un tatuaje y de un tatuador, quien según la legislación chilena debe utilizar guantes de látex, estar vacunado contra la hepatitis B y recibir un certificado sanitario oficial al momento de realizar la obra.
De esta manera, para irse a la segura es necesario fijarse en que el establecimiento en el que se realice el tatuaje cuente con el debido permiso del Ministerio de Salud, normativa que en 2003 reguló el ejercicio de esta práctica.
Además de esas normas básicas de higiene y control es también recomendable tener presente otros factores, entre ellos: la tinta que se utilizará; el tamaño del dibujo y el lugar del cuerpo donde se tatuará (considerando el paso de los años y los cambios físicos); y el tipo de piel, para lo que se recomienda hacer una prueba de alergia al pigmento 24 horas antes.
Según el decreto 304 del Ministerio de Salud, "bajo ninguna circunstancia se realizarán procedimientos de este tipo si la piel o mucosa que serán intervenidas tienen un proceso infeccioso u otro tipo de lesión, tal como pústulas, abscesos, acné o dermatitis (inflamación de la dermis)".
Bajo ningún concepto puede usarse un instrumento que anteriormente ya ha sido utilizado en otra persona. Esto no sólo tiene que ver con las agujas, sino además con el agua con la que se aclara la punta para limpiarla del color, la cuchilla usada para rasurar la zona a tatuar, la vaselina, los guantes, las puntas (que deben ser colocadas en la máquina esterilizadora después de cada uso), entre otros.
Asimismo, se recomienda antes de tatuarse no ingerir alcohol al menos 24 horas antes de la sesión, no hacerlo con el estómago vacío, de manera de evitar mareos, si es necesario depilarse la zona a tatuar, y llegar a la sesión descansado, para evitar que el músculo esté contraído y cause dolor.
Una vez ya tatuado
Después de tatuarse, el artista protegerá la zona con vaselina y lo vendará con un plástico. Pasadas unas pocas horas, se debe retirar el vendaje, limpiar con agua y jabón hipoalergénico y secar con una toalla suave. Finalmente, se debe aplicar una pomada cicatrizante que contenga antibióticos recomendada por el artista.
Las curaciones del tatuaje deberán ser al menos tres veces al día durante la primera semana, limpiando la zona con toallitas húmedas, y pomadas antibióticas. No existen problemas para ducharse, pero no hay que frotar la zona.
No se debe olvidar, en ningún momento, que un tatuaje es una herida abierta y, por tanto, debe ser tratado como tal. Por ello, hay que evitar la luz directa del sol, el agua de mar, rascarse, sudar, utilizar ropa ajustada y faltar en la higiene.
A juicio de la dermatóloga Hilda Rojas, presidente de la Sociedad de Dermatología de Chile, no es normal que la zona se inflame . "Lo que sienten las personas que se tatúan es dolor por el pinchacito, pero no tendría por qué inflamarse. Eso significa que algo está pasando. Puede quedar sensible, pero no inflamarse", asegura.
Pasado el tiempo de curación (aproximadamente unos 10 días), no requiere ningún cuidado extraordinario excepto el mantener la zona limpia e hidratada, al igual que el resto del cuerpo. Es muy difícil que el tatuaje se estropee si no se producen heridas profundas en él.
Respecto al cuidado de la cicatriz, Rojas señala que "se caiga naturalmente, no sacarla, no traumatizarla".
Riesgos
El arte de tatuarse el cuerpo puede traer consigo serias complicaciones si los procedimientos no se realizan en condiciones adecuadas. Entre éstas están:
- Las alergias: provocadas por el rechazo del organismo a la tinta o la pieza metálica. Sobre todo cuando tiene níquel en su aleación. Aparecerán en las primeras tres o cuatro semanas.
- Las infecciones: bacterianas o virales. A través de las punciones se pueden transmitir virus causantes de enfermedades tan peligrosas como los de las hepatitis B y C y el del Sida. Además de ser crónicas -para toda la vida-, pueden causar la muerte. Las infecciosas bacterianas son instantáneas, las virales, en cambio, son más largas, puede ser que después de algunos meses se manifieste una hepatitis o un VIH.
- Los cánceres: después años se pueden desarrollar producto de las tintas o malas manipulaciones.
Existen muchos tipos de tatuajes. Conforme han ido pasando los años se han ido instaurando modas sobre los lugares, las formas y sobre todo, han ido variando las técnicas y los pigmentos. Hace años era impensable el color en un "tatoo", en cambio hoy en día es algo que hace cualquier tatuador profesional.
Entre los estilos que actualmente se conocen y son los más difundidos están:
Tatuaje Egipcio
El tatuaje egipcio o tribal estaba relacionado con el lado erótico, emocional y sensual de la vida. El tatuaje en aquel tiempo estaba caracterizado por diseños gruesos lineales y de color negro, que se asemejan a los diseños tribales actuales, y en muchas de las culturas los animales son el tema mas frecuente. Están asociados tradicionalmente con la magia, protección y el deseo de la persona tatuada de identificarse con el espíritu del animal.
Se cree que el proceso del tatuaje era mucho más elaborado que en la actualidad, era un ritual que por ejemplo en Egipto era realizado casi exclusivamente por mujeres, un proceso doloroso que la mayoría de las veces se usaba para demostrar valentía o confirmar la madurez, en la misma forma que todavía se puede observar en los rituales de tribus de Nueva Zelanda.
Tatuaje Japonés
A pesar de sus inicios gloriosos en el 500 D.C. en Japón como adorno del primer emperador, el tatuaje estaba reservado para aquellos que habían cometido crímenes serios. Los individuos tatuados eran aislados por sus familias y se les negaba cualquier participación en la vida comunitaria. Esto debido a la idiosincrasia japonesa era el peor de los castigos posibles para un japonés.
El tatuaje era asociado con la mafia constituida por los "yakuza" que a pesar de estar fuera de la ley, poseían un estricto código moral para defender a la gente común. Expresaban sus ideales por medio del tatuaje ya que el proceso era doloroso para mostrar valentía, era permanente para mostrar lealtad de por vida a la banda y al ser ilegal los convertía en marginales para siempre.
El tatuaje japonés clásico usa héroes legendarios y motivos religiosos, que pueden combinarse con decoraciones florales, lunas, paisajes y animales simbólicos como dragones y tigres, contra fondos de olas, nubes y rayos.
Los diseños no eran pequeños ya que se trasladó la pintura tradicional a los cuerpos dando por resultado dibujos grandes que cubrían en su totalidad espaldas, pechos y costillas. Se cree que el tatuaje de cuerpo entero proviene del querer ocultar las marcas de castigo.
Era común que los amantes llevaran cada uno la mitad de un tatuaje que al juntarse formarían un solo tatuaje (irebokuro). También estaba de moda formalizar su relación delante de los dioses, pero lejos del mundo y por medio de tatuajes creados en el templo.
Este movimiento duró hasta 1842 cuando el emperador Matsuhito, ante la apertura de Japón al occidente, decidió prohibir los tatuajes para no dar la impresión de salvajismo ante los extranjeros. También se prohibió porque contradecía la doctrina de Confucio respecto a mantener el cuerpo de la misma forma en que se recibe al nacer. Pero fueron los mismos extranjeros los que alabaron este arte, e inclusive algunos visitantes famosos como los nietos de la Reina Victoria, el heredero ruso Nicolás II y otros dignatarios europeos se tatuaron allí.
Tatuaje Incaico
Estaba caracterizado por diseños gruesos y abstractos que se asemejan a los tribales actuales. En muchas culturas los animales son el tema más frecuente y están asociados tradicionalmente con la magia, tótems y el deseo de la persona tatuada de identificarse con el espíritu del animal.
Tatuaje Céltico
Suelen realizarse en negro, pero eso no significa que no se puedan hacer en color. Este tipo de motivos requieren una gran habilidad por parte del tatuador.
New School
De un estilo parecido al graffiti. Sus colores son fuertes, contornos más bien desdibujados. Se eligen colores que contrasten mucho para llamar la atención.
Aguada en Negro y Gris
Es una técnica que se utiliza para tatuar retratos. La tinta, en negro, se usa en varios tonos para difuminar y hacer sombras. Son los que más tiempo se conservan en buen estado.
Fine Line
Es un estilo muy detallista y fino, de líneas muy depuradas. Especialmente indicado para tatuajes femeninos y de pequeño tamaño. Este estilo detallado ayuda a que el tatuaje sea más realista .
Temporales
En los llamados tatuajes temporales o de henna se usan unas tintas vegetales o minerales que, a pesar que no profundizan en la piel como lo hacen los tatuajes permanentes, no dejan de ser tintas que marcan la piel por algunos meses
COVER UP: Mejorar un tatuaje, trabajar sobre uno ya existente y borrarlo o recargarlo
tatuarte.cl, especial de emol.
CUIDADOS
La legislación chilena
Mucho se ha hablado y normado el arte del tatuaje en los últimos años. Sin embargo, aún existe desconocimiento o una simple falta de responsabilidad a la hora de decidir hacerse un tatuaje.
Para aquellas personas que ya tomaron la decisión de tatuarse es aconsejable tener presente la elección de un tatuaje y de un tatuador, quien según la legislación chilena debe utilizar guantes de látex, estar vacunado contra la hepatitis B y recibir un certificado sanitario oficial al momento de realizar la obra.
De esta manera, para irse a la segura es necesario fijarse en que el establecimiento en el que se realice el tatuaje cuente con el debido permiso del Ministerio de Salud, normativa que en 2003 reguló el ejercicio de esta práctica.
Además de esas normas básicas de higiene y control es también recomendable tener presente otros factores, entre ellos: la tinta que se utilizará; el tamaño del dibujo y el lugar del cuerpo donde se tatuará (considerando el paso de los años y los cambios físicos); y el tipo de piel, para lo que se recomienda hacer una prueba de alergia al pigmento 24 horas antes.
Según el decreto 304 del Ministerio de Salud, "bajo ninguna circunstancia se realizarán procedimientos de este tipo si la piel o mucosa que serán intervenidas tienen un proceso infeccioso u otro tipo de lesión, tal como pústulas, abscesos, acné o dermatitis (inflamación de la dermis)".
Bajo ningún concepto puede usarse un instrumento que anteriormente ya ha sido utilizado en otra persona. Esto no sólo tiene que ver con las agujas, sino además con el agua con la que se aclara la punta para limpiarla del color, la cuchilla usada para rasurar la zona a tatuar, la vaselina, los guantes, las puntas (que deben ser colocadas en la máquina esterilizadora después de cada uso), entre otros.
Asimismo, se recomienda antes de tatuarse no ingerir alcohol al menos 24 horas antes de la sesión, no hacerlo con el estómago vacío, de manera de evitar mareos, si es necesario depilarse la zona a tatuar, y llegar a la sesión descansado, para evitar que el músculo esté contraído y cause dolor.
Una vez ya tatuado
Después de tatuarse, el artista protegerá la zona con vaselina y lo vendará con un plástico. Pasadas unas pocas horas, se debe retirar el vendaje, limpiar con agua y jabón hipoalergénico y secar con una toalla suave. Finalmente, se debe aplicar una pomada cicatrizante que contenga antibióticos recomendada por el artista.
Las curaciones del tatuaje deberán ser al menos tres veces al día durante la primera semana, limpiando la zona con toallitas húmedas, y pomadas antibióticas. No existen problemas para ducharse, pero no hay que frotar la zona.
No se debe olvidar, en ningún momento, que un tatuaje es una herida abierta y, por tanto, debe ser tratado como tal. Por ello, hay que evitar la luz directa del sol, el agua de mar, rascarse, sudar, utilizar ropa ajustada y faltar en la higiene.
A juicio de la dermatóloga Hilda Rojas, presidente de la Sociedad de Dermatología de Chile, no es normal que la zona se inflame . "Lo que sienten las personas que se tatúan es dolor por el pinchacito, pero no tendría por qué inflamarse. Eso significa que algo está pasando. Puede quedar sensible, pero no inflamarse", asegura.
Pasado el tiempo de curación (aproximadamente unos 10 días), no requiere ningún cuidado extraordinario excepto el mantener la zona limpia e hidratada, al igual que el resto del cuerpo. Es muy difícil que el tatuaje se estropee si no se producen heridas profundas en él.
Respecto al cuidado de la cicatriz, Rojas señala que "se caiga naturalmente, no sacarla, no traumatizarla".
Riesgos
El arte de tatuarse el cuerpo puede traer consigo serias complicaciones si los procedimientos no se realizan en condiciones adecuadas. Entre éstas están:
- Las alergias: provocadas por el rechazo del organismo a la tinta o la pieza metálica. Sobre todo cuando tiene níquel en su aleación. Aparecerán en las primeras tres o cuatro semanas.
- Las infecciones: bacterianas o virales. A través de las punciones se pueden transmitir virus causantes de enfermedades tan peligrosas como los de las hepatitis B y C y el del Sida. Además de ser crónicas -para toda la vida-, pueden causar la muerte. Las infecciosas bacterianas son instantáneas, las virales, en cambio, son más largas, puede ser que después de algunos meses se manifieste una hepatitis o un VIH.
- Los cánceres: después años se pueden desarrollar producto de las tintas o malas manipulaciones.
sagitarius
MENSAJE. Aspectos que se encuentran con frecuencia en horóscopos de personas que han triunfado, pero deben considerarse otras fuerzas estabilizadoras.
TRABAJO. La posición que ocupa es muy fuerte y todo viene a indicar que será la culminación de temas importantes. Suele suceder que el verdadero potencial se desarrolle más adelante. Se le otorga una inteligencia superior a lo normal.
VIDA SENTIMENTAL. Da el aspecto de buena persona, aunque puede ser engreído. Se desarrollan las cualidades filantrópicas para practicarlas con los amigos. Magnífica influencia en la que se hallan presentes el optimismo y la generosidad.
SALUD. Es de esperar que se mueva en un ambiente apacible y alegre, todo muy a propósito para que mejore el sistema nervioso.
MENSAJE. Aspectos que se encuentran con frecuencia en horóscopos de personas que han triunfado, pero deben considerarse otras fuerzas estabilizadoras.
TRABAJO. La posición que ocupa es muy fuerte y todo viene a indicar que será la culminación de temas importantes. Suele suceder que el verdadero potencial se desarrolle más adelante. Se le otorga una inteligencia superior a lo normal.
VIDA SENTIMENTAL. Da el aspecto de buena persona, aunque puede ser engreído. Se desarrollan las cualidades filantrópicas para practicarlas con los amigos. Magnífica influencia en la que se hallan presentes el optimismo y la generosidad.
SALUD. Es de esperar que se mueva en un ambiente apacible y alegre, todo muy a propósito para que mejore el sistema nervioso.
Mitología sagitario
Con sus dos caras, animal y humano, Sagitario era el centauro Quirón que crió a Jasón, Aquiles y Eneas. Famoso como profeta, doctor y sabio, era hijo de Filira y Cronos, también padre de Zeus, quien sorprendido en el acto, se convirtió en garañón y huyó a galope dejando a Filira. Ella, disgustada por su hijo medio-hombre, medio-caballo, se convirtió asimismo en un tilo.
Sagittarius (el arquero) es una constelación del zodíaco, generalmente representada como un centauro sosteniendo un arco. Sagittarius se encuentra entre Scorpius al oeste y Capricornus al este.
Astrología Se considera sagitario a las personas nacidas entre el 22 de noviembre y el 21 de diciembre. Sagitario es un signo de fuego: optimista, inteligente, voluntarioso y benévolo aunque también puede ser supersticioso y exagerado.
Se lleva bien con Aries, Géminis, Libra, Leo y Acuario. Su planeta regente es Júpiter, el sabio soberano de los dioses en la mitología romana y Zeus en la mitología griega. Se dice que se lleva bien con Leo porque son hermanos y también los más fuertes de todos los signos zodiacales. Tiene el predominio sobre los demás signos, lo acompañan escorpio y capricornio como sus manos derechas.
Con sus dos caras, animal y humano, Sagitario era el centauro Quirón que crió a Jasón, Aquiles y Eneas. Famoso como profeta, doctor y sabio, era hijo de Filira y Cronos, también padre de Zeus, quien sorprendido en el acto, se convirtió en garañón y huyó a galope dejando a Filira. Ella, disgustada por su hijo medio-hombre, medio-caballo, se convirtió asimismo en un tilo.
Sagittarius (el arquero) es una constelación del zodíaco, generalmente representada como un centauro sosteniendo un arco. Sagittarius se encuentra entre Scorpius al oeste y Capricornus al este.
Astrología Se considera sagitario a las personas nacidas entre el 22 de noviembre y el 21 de diciembre. Sagitario es un signo de fuego: optimista, inteligente, voluntarioso y benévolo aunque también puede ser supersticioso y exagerado.
Se lleva bien con Aries, Géminis, Libra, Leo y Acuario. Su planeta regente es Júpiter, el sabio soberano de los dioses en la mitología romana y Zeus en la mitología griega. Se dice que se lleva bien con Leo porque son hermanos y también los más fuertes de todos los signos zodiacales. Tiene el predominio sobre los demás signos, lo acompañan escorpio y capricornio como sus manos derechas.
Sagitario
21/11 - 20/12
Características de sagitario
Su lado positivo: Intelectual, honesto, sincero y simpático. A los sagitario les caracteriza el optimismo, su modestia y su buen humor.
Su lado negativo: Son tan optimistas a veces que llegan a ser irresponsables. Superficial, descuidado y inquieto.
Le gusta a un sagitario... No le gusta a un sagitario...
La libertad, viajar, leyes, aventura y la capacidad de comprender.
Sentirse atado a una situación, tener que preocuparse por los detalles.
Descripción de sagitario
El sagitario es uno de los signos más positivos del zodiaco. Son versátiles y les encanta la aventura y lo desconocido. Tienen la mente abierta a nuevas ideas y experiencias y mantienen un actitud optimista incluso cuando las cosas se les ponen difíciles. Son fiables, honestas, buenos y sinceros y dispuestas a luchar por buenas causas cueste lo que cueste.
Los sagitario suelen creer en la ética y les gusta seguir los ritos de la religión, de un partido político o de una organización. Esto les puede llevarles a tener ciertas tendencias supersticiosas a veces. Les encanta abarcar nuevos proyectos y aprender sobre cosas nuevas. Son intuitivos y buenos organizadores y, aunque son generosos, también son muy cuidadosos, lo que les convierte en buenos gestores de situaciones y proyectos.
Algunos sagitario tienen un gran genio que puede aparecer ante situaciones que para los demás carecen de importancia. También pecan de impaciencia cuando los demás no van al mismo paso que ellos. Son capaces de sacrificarse para realizar un objetivo. Esto hace que a veces son demasiado exigentes con los demás.
Sagitario y el trabajo
Las diversas habilidades de los sagitario hace que puedan triunfar en un gran numero de profesiones. Son buenos docentes y predicadores, y su capacidad para investigar lo desconocido les convierte en excelentes científicos. También pueden tener éxito como abogados, políticos, relaciones públicas, publicidad, músicos y deportes. El hecho que les gusta el riesgo hace que puedan convertirse en pilotos de aviones o coches de carreras.
Sagitario y las relaciones personales
Los sagitario son básicamente sinceros y controlados en sus relaciones de pareja, aunque si se les traiciona pueden perder los papeles.
Si su relación es estable, son excelentes esposos y padres, aunque rara vez logren suprimir de todo su espíritu aventurero. Necesitan sentirse libres y a veces ponen sus intereses profesionales por delante de los intereses de su pareja.
Son muy amigos de sus amigos, fiables y leales. No tienen pelos en la lengua si tienen que recriminar un amigo de algo, pero saben perdonar cuando hace falta.
Sagitario: Características
--------------------------------------------------------------------------------
Simboliza: Los viajes largos, los países extranjeros, la filosofia, las leyes, la religión, los altos cargos eclesiásticos, la profecia, la mente abstracta, las aventuras, el comercio con el extranjero, la navegación intercontinental, la vida al aire libre, los ejercicios físicos, las carreras de caballos, la velocidad, las apuestas, los sabios, los estudios superiores, la independencia.
Profesiones: Viajeros, agentes de viajes, guías turísticos, pilotos, azafatas, comercio exterior, filósofos, teólogos, sacerdocio, preparadores de caballos, jockeys, polistas, ,jugadores, jueces, abogados, diplomáticos, catedráticos, intérpretes, exploradores, ciclistas, fotógrafos, consejeros.
Sagitario positivo. Alegres, joviales, optimistas, aventureros, estudiosos, independientes, necesitan movimiento, aman la libertad, normativos, idealistas, comprensivos, justos, adaptables, vitales, entusiastas, intuitivos, proféticos, orgullosos, aman los deportes y la vida al aire libre, honestos.
Sagitario negativo. Dados a la exageración, extremistas, descuidados, irreflexivamente optimistas, irresponsables, caprichosos, jugadores, charlatanes, argumentativos, imprudentes, de moral elástica, gusto exagerado por el riesgo, glotones, coléricos, fanfarrones, egoistas, ególatras, envidiosos, prepotentes, petulantes.
21/11 - 20/12
Características de sagitario
Su lado positivo: Intelectual, honesto, sincero y simpático. A los sagitario les caracteriza el optimismo, su modestia y su buen humor.
Su lado negativo: Son tan optimistas a veces que llegan a ser irresponsables. Superficial, descuidado y inquieto.
Le gusta a un sagitario... No le gusta a un sagitario...
La libertad, viajar, leyes, aventura y la capacidad de comprender.
Sentirse atado a una situación, tener que preocuparse por los detalles.
Descripción de sagitario
El sagitario es uno de los signos más positivos del zodiaco. Son versátiles y les encanta la aventura y lo desconocido. Tienen la mente abierta a nuevas ideas y experiencias y mantienen un actitud optimista incluso cuando las cosas se les ponen difíciles. Son fiables, honestas, buenos y sinceros y dispuestas a luchar por buenas causas cueste lo que cueste.
Los sagitario suelen creer en la ética y les gusta seguir los ritos de la religión, de un partido político o de una organización. Esto les puede llevarles a tener ciertas tendencias supersticiosas a veces. Les encanta abarcar nuevos proyectos y aprender sobre cosas nuevas. Son intuitivos y buenos organizadores y, aunque son generosos, también son muy cuidadosos, lo que les convierte en buenos gestores de situaciones y proyectos.
Algunos sagitario tienen un gran genio que puede aparecer ante situaciones que para los demás carecen de importancia. También pecan de impaciencia cuando los demás no van al mismo paso que ellos. Son capaces de sacrificarse para realizar un objetivo. Esto hace que a veces son demasiado exigentes con los demás.
Sagitario y el trabajo
Las diversas habilidades de los sagitario hace que puedan triunfar en un gran numero de profesiones. Son buenos docentes y predicadores, y su capacidad para investigar lo desconocido les convierte en excelentes científicos. También pueden tener éxito como abogados, políticos, relaciones públicas, publicidad, músicos y deportes. El hecho que les gusta el riesgo hace que puedan convertirse en pilotos de aviones o coches de carreras.
Sagitario y las relaciones personales
Los sagitario son básicamente sinceros y controlados en sus relaciones de pareja, aunque si se les traiciona pueden perder los papeles.
Si su relación es estable, son excelentes esposos y padres, aunque rara vez logren suprimir de todo su espíritu aventurero. Necesitan sentirse libres y a veces ponen sus intereses profesionales por delante de los intereses de su pareja.
Son muy amigos de sus amigos, fiables y leales. No tienen pelos en la lengua si tienen que recriminar un amigo de algo, pero saben perdonar cuando hace falta.
Sagitario: Características
--------------------------------------------------------------------------------
Simboliza: Los viajes largos, los países extranjeros, la filosofia, las leyes, la religión, los altos cargos eclesiásticos, la profecia, la mente abstracta, las aventuras, el comercio con el extranjero, la navegación intercontinental, la vida al aire libre, los ejercicios físicos, las carreras de caballos, la velocidad, las apuestas, los sabios, los estudios superiores, la independencia.
Profesiones: Viajeros, agentes de viajes, guías turísticos, pilotos, azafatas, comercio exterior, filósofos, teólogos, sacerdocio, preparadores de caballos, jockeys, polistas, ,jugadores, jueces, abogados, diplomáticos, catedráticos, intérpretes, exploradores, ciclistas, fotógrafos, consejeros.
Sagitario positivo. Alegres, joviales, optimistas, aventureros, estudiosos, independientes, necesitan movimiento, aman la libertad, normativos, idealistas, comprensivos, justos, adaptables, vitales, entusiastas, intuitivos, proféticos, orgullosos, aman los deportes y la vida al aire libre, honestos.
Sagitario negativo. Dados a la exageración, extremistas, descuidados, irreflexivamente optimistas, irresponsables, caprichosos, jugadores, charlatanes, argumentativos, imprudentes, de moral elástica, gusto exagerado por el riesgo, glotones, coléricos, fanfarrones, egoistas, ególatras, envidiosos, prepotentes, petulantes.
Sagitario
23 de noviembre al 21 de diciembre
Sagitario está en los aeropuertos esperando por su próximo vuelo donde recorrerá tierras extrañas y traerá un montón de fotos; es el fuego en la punta de las flechas en “Corazón valiente” lanzadas por los aliados de “William Wallace”, el mismo fuego que antes fundió el metal y el vidrio, el sol tibio del atardecer; está en el entusiasmo de una nueva aventura, en el niño que cree que sería capaz de comerse todos los dulces de la confitería. Es el profesor entregando su doctrina en la sala de clases o el maestro espiritual. Es la sangre gitana que recorre el mundo con sus colores y que no teme a los extraños, los ideales puros de “Mafalda”, el Quijote de la Mancha que atraviesa duros desafíos y delira buscando a Dulcinea, Marco Polo rumbo al Nuevo Mundo.
Frase: Yo comprendo... la existencia.
Emoción fundamental en la vida: El optimismo.
Elemento: El fuego que transforma todo lo que toca.
Planeta y energía: Júpiter con todo su crecimiento e ideales.
Necesitan: Expandir los límites, crecer, viajar y conocer nuevos mundos, encontrarle sentido a la vida, tener ideales por los que luchar.
Sus mayores talentos: Abrir horizontes a su vida y a los demás, contagiar su entusiasmo, el espíritu de exploración del mundo, entregar lo que saben.
Poder espiritual: La búsqueda.
En luz, sus cualidades son: Libertarios, independientes, joviales, aventureros, idealistas, con conciencia social, amistosos, osados, profundos, grandes maestros, adaptables: excelentes viajeros. Éticos, intelectuales, buenos filósofos, con ideas claras.
En sombra, caen en: Exageración exagerada, dogmático: su visión es la verdad; desatinados: capaces de decirle la novia (en pleno matrimonio) que su vestido está pasado de moda; invasivos con preguntas incómodas, poco sutiles; copuchentos; caprichosos, aduladores, inconsecuentes con los ideales que pregonan, intolerantes.
Su propia trampa: Creer que el fin justifica los medios, que la verdad de otros pesa menos y que la mesura es aburrida.
Lo bueno para sus cercanos: Sin duda, viajarán o, al menos, se contactarán con el extranjero; saldrán del término medio para conocer la abundancia, se contagiarán de su búsqueda y, probablemente, terminen en un taller o curso que alimente sus vidas.
Lo que deben evitar: Tener padres restrictivos y creer que eso es la vida; tener vértigo o terror a los aviones, vivir en un pueblo aislado, tener como padre o madre al canciller del país y no poder acompañarlo, hacerle caso a sus exageraciones sin reflexionar, creer que el crecimiento personal es cuantitativo en vez de cualitativo.
Terapia recomendada para crecer: Participar de un reality y luego observar todas sus exageraciones; tomar un curso de protocolo; hacer clases; conocer en profundidad a un Virgo o pasar un día con un Escorpión para conocer el lado real y oscuro de la vida.
Regalo ideal: Un pasaporte nuevo, una lupa, una brújula, una alfombra mágica; “El hombre en busca de sentido” de Victor Frankl; una pizarra, un libro de medicina china, un birrete para su próxima graduación.
23 de noviembre al 21 de diciembre
Sagitario está en los aeropuertos esperando por su próximo vuelo donde recorrerá tierras extrañas y traerá un montón de fotos; es el fuego en la punta de las flechas en “Corazón valiente” lanzadas por los aliados de “William Wallace”, el mismo fuego que antes fundió el metal y el vidrio, el sol tibio del atardecer; está en el entusiasmo de una nueva aventura, en el niño que cree que sería capaz de comerse todos los dulces de la confitería. Es el profesor entregando su doctrina en la sala de clases o el maestro espiritual. Es la sangre gitana que recorre el mundo con sus colores y que no teme a los extraños, los ideales puros de “Mafalda”, el Quijote de la Mancha que atraviesa duros desafíos y delira buscando a Dulcinea, Marco Polo rumbo al Nuevo Mundo.
Frase: Yo comprendo... la existencia.
Emoción fundamental en la vida: El optimismo.
Elemento: El fuego que transforma todo lo que toca.
Planeta y energía: Júpiter con todo su crecimiento e ideales.
Necesitan: Expandir los límites, crecer, viajar y conocer nuevos mundos, encontrarle sentido a la vida, tener ideales por los que luchar.
Sus mayores talentos: Abrir horizontes a su vida y a los demás, contagiar su entusiasmo, el espíritu de exploración del mundo, entregar lo que saben.
Poder espiritual: La búsqueda.
En luz, sus cualidades son: Libertarios, independientes, joviales, aventureros, idealistas, con conciencia social, amistosos, osados, profundos, grandes maestros, adaptables: excelentes viajeros. Éticos, intelectuales, buenos filósofos, con ideas claras.
En sombra, caen en: Exageración exagerada, dogmático: su visión es la verdad; desatinados: capaces de decirle la novia (en pleno matrimonio) que su vestido está pasado de moda; invasivos con preguntas incómodas, poco sutiles; copuchentos; caprichosos, aduladores, inconsecuentes con los ideales que pregonan, intolerantes.
Su propia trampa: Creer que el fin justifica los medios, que la verdad de otros pesa menos y que la mesura es aburrida.
Lo bueno para sus cercanos: Sin duda, viajarán o, al menos, se contactarán con el extranjero; saldrán del término medio para conocer la abundancia, se contagiarán de su búsqueda y, probablemente, terminen en un taller o curso que alimente sus vidas.
Lo que deben evitar: Tener padres restrictivos y creer que eso es la vida; tener vértigo o terror a los aviones, vivir en un pueblo aislado, tener como padre o madre al canciller del país y no poder acompañarlo, hacerle caso a sus exageraciones sin reflexionar, creer que el crecimiento personal es cuantitativo en vez de cualitativo.
Terapia recomendada para crecer: Participar de un reality y luego observar todas sus exageraciones; tomar un curso de protocolo; hacer clases; conocer en profundidad a un Virgo o pasar un día con un Escorpión para conocer el lado real y oscuro de la vida.
Regalo ideal: Un pasaporte nuevo, una lupa, una brújula, una alfombra mágica; “El hombre en busca de sentido” de Victor Frankl; una pizarra, un libro de medicina china, un birrete para su próxima graduación.
Monday, December 24, 2007
La luz que ilumina a todo ser humano
Por Felipe Berríos, S.J.
A finales de los 80 en Tanzania, África, se hacía un esfuerzo de llevar la electricidad al interior del país. Con tal motivo era necesario preparar eléctricos y, estando por entonces en Tanzania y teniendo ciertos conocimientos sobre la materia, fui contratado como profesor de electricidad. En mi modesto taller les enseñaba a jóvenes los principios básicos de la electricidad. Recuerdo la primera vez que, frente a mis alumnos, conecté una pequeña ampolleta de linterna a una batería. Cuando uní los cables desde la fuente de poder a la ampolleta, ésta se encendió y los alumnos, llenos de alegría, se abrazaban y daban gritos de júbilo. Inmediatamente tomaron la ampolleta encendida para llevársela y mostrar aquel prodigio. Pero, obviamente, al arrancar la ampolleta de los cables, ésta se apagó provocándoles gran desconcierto y tristeza. Al volverla a conectar se volvió a iluminar, haciendo que también se iluminaran de alegría sus rostros. Insistieron en sacarla para de nuevo llevársela y al desenchufarla se produjo la misma decepción. Lentamente comprendieron algo que para quienes hemos nacido con el privilegio de la electricidad nos parece obvio. Entendieron que para que una ampolleta emita luz es imperioso que esté debidamente conectada a una fuente de poder.
A quienes vivimos en países con cierto nivel de desarrollo nos parece ingenua y hasta graciosa esta anécdota. Pareciera increíble que les tomara trabajo poder descubrir qué hacer para que una ampolleta se ilumine. Sin embargo, aquellos mismos tanzanios que vivían desprovistos de nuestra tecnología y de nuestro confort, que estaban expuestos al dolor y a una temprana muerte y que vivían en forma comunitaria en un estrecho contacto con la naturaleza, tenían una sabiduría distinta. Ellos, que respetaban a los mayores aprovechando su sabiduría y alegremente se llenaban de niños, tenían más claro que nosotros que la vida no es un derecho, sino que es un don y que ésta se iluminaría sólo en contacto con quien nos donó la vida. Para ellos era más obvio e importante comprender esto que entender el porqué brilla una ampolleta. Sin embargo, a nosotros, que nos parece obvio lo de la ampolleta, nos cuesta mucho trabajo entender cómo hacer para que nuestra vida se ilumine. Una y otra vez tenemos que experimentar la oscuridad y el desconcierto en nuestra existencia para poder ir entendiendo que sólo unidos a quien nos donó la vida, ésta se nos iluminará.
Por Navidad nos vemos rodeados de lucecitas que rítmicamente se prenden y se apagan y destellan múltiples colores pretendiendo darnos una sensación de alegría. Curiosamente esas alegres lucecitas son parte de la parafernalia que opaca el sentido más profundo que debería iluminar esta fiesta. Lo central de la Navidad es el encuentro con Jesús, que se nos regala sin que lo merezcamos y así ilumina de sentido nuestra vida, por muy oscura que ésta se encuentre. Llenarnos de regalos y desearnos lánguidamente paz, amor y felicidad pero sin conectarnos con Jesús de Nazaret, que es la fuente de todo esto, es tan ridículo como pretender que la ampolleta siga encendida desconectada de su batería. La familia y todo lo que somos y tenemos por sí mismos no nos garantizan una vida luminosa. Ellas iluminarán nuestra vida solamente si a semejanza de los cables que unen la ampolleta con una fuente de poder, sean ellas las que nos conecten continuamente con Dios, fuente inagotable de alegría.
Por Felipe Berríos, S.J.
A finales de los 80 en Tanzania, África, se hacía un esfuerzo de llevar la electricidad al interior del país. Con tal motivo era necesario preparar eléctricos y, estando por entonces en Tanzania y teniendo ciertos conocimientos sobre la materia, fui contratado como profesor de electricidad. En mi modesto taller les enseñaba a jóvenes los principios básicos de la electricidad. Recuerdo la primera vez que, frente a mis alumnos, conecté una pequeña ampolleta de linterna a una batería. Cuando uní los cables desde la fuente de poder a la ampolleta, ésta se encendió y los alumnos, llenos de alegría, se abrazaban y daban gritos de júbilo. Inmediatamente tomaron la ampolleta encendida para llevársela y mostrar aquel prodigio. Pero, obviamente, al arrancar la ampolleta de los cables, ésta se apagó provocándoles gran desconcierto y tristeza. Al volverla a conectar se volvió a iluminar, haciendo que también se iluminaran de alegría sus rostros. Insistieron en sacarla para de nuevo llevársela y al desenchufarla se produjo la misma decepción. Lentamente comprendieron algo que para quienes hemos nacido con el privilegio de la electricidad nos parece obvio. Entendieron que para que una ampolleta emita luz es imperioso que esté debidamente conectada a una fuente de poder.
A quienes vivimos en países con cierto nivel de desarrollo nos parece ingenua y hasta graciosa esta anécdota. Pareciera increíble que les tomara trabajo poder descubrir qué hacer para que una ampolleta se ilumine. Sin embargo, aquellos mismos tanzanios que vivían desprovistos de nuestra tecnología y de nuestro confort, que estaban expuestos al dolor y a una temprana muerte y que vivían en forma comunitaria en un estrecho contacto con la naturaleza, tenían una sabiduría distinta. Ellos, que respetaban a los mayores aprovechando su sabiduría y alegremente se llenaban de niños, tenían más claro que nosotros que la vida no es un derecho, sino que es un don y que ésta se iluminaría sólo en contacto con quien nos donó la vida. Para ellos era más obvio e importante comprender esto que entender el porqué brilla una ampolleta. Sin embargo, a nosotros, que nos parece obvio lo de la ampolleta, nos cuesta mucho trabajo entender cómo hacer para que nuestra vida se ilumine. Una y otra vez tenemos que experimentar la oscuridad y el desconcierto en nuestra existencia para poder ir entendiendo que sólo unidos a quien nos donó la vida, ésta se nos iluminará.
Por Navidad nos vemos rodeados de lucecitas que rítmicamente se prenden y se apagan y destellan múltiples colores pretendiendo darnos una sensación de alegría. Curiosamente esas alegres lucecitas son parte de la parafernalia que opaca el sentido más profundo que debería iluminar esta fiesta. Lo central de la Navidad es el encuentro con Jesús, que se nos regala sin que lo merezcamos y así ilumina de sentido nuestra vida, por muy oscura que ésta se encuentre. Llenarnos de regalos y desearnos lánguidamente paz, amor y felicidad pero sin conectarnos con Jesús de Nazaret, que es la fuente de todo esto, es tan ridículo como pretender que la ampolleta siga encendida desconectada de su batería. La familia y todo lo que somos y tenemos por sí mismos no nos garantizan una vida luminosa. Ellas iluminarán nuestra vida solamente si a semejanza de los cables que unen la ampolleta con una fuente de poder, sean ellas las que nos conecten continuamente con Dios, fuente inagotable de alegría.
Matar a los ídolos y glorificar a los asesinos
Por Fran Benavente / La Nación
“El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” se estrena el jueves
Había una vez en el viejo Oeste
El filme de Andrew Dominik explora una de las leyendas más recurrentes del Far West: la traición. La desaparición del héroe coincide con la proliferación de imágenes de James y su comercialización. Acá, un ensayo sobre mito y tragedia en el último filme de Brad Pitt.
Aunque se habla de deconstrucción del mito, no estamos ante la habitual y típica propuesta revisionista. El valor de un filme reside, antes que en la certeza de sus proposiciones, en la adecuación de las preguntas que enuncia. La interrogación que recorre la película de Andrew Dominik se revela pronto. La formula desde el inicio: Jesse James (Brad Pitt) pregunta a Robert Ford (Casey Affleck), su joven admirador y posterior asesino, "¿Quieres ser como yo o quieres ser yo?".
La cuestión resuena en el relato y enmarca, ante todo, nociones aparentemente insoslayables a la hora de abordar el western en la contemporaneidad: las dinámicas de transmisión, la herencia, la filiación y, al hilo de éstas, los procesos de identificación y las solicitaciones del espectador. Robert Ford busca la compañía de Jesse James, escruta en sus palabras y acciones, imita las poses. Es un espectador fascinado por un héroe que, sin embargo, no se acomoda a la imagen pública ("son todo mentiras", dice Jesse James de los relatos que sobre él ha leído Robert Ford), que en cierta manera desiste y que aparece por momentos como el espectro de una figura construida por la ficción. En todo caso, debe soportar la pesada carga de la leyenda.
DECONSTRUCCIÓN
El filme extrae lecciones de "Sin Perdón" (1992). En aquella película, otro joven, Schofield Kid, solicitaba el retorno de la figura legendaria del pistolero William Munny. No casualmente, el personaje padecía un problema de visión que traducía metafóricamente su incapacidad para apercibirse de la distancia que media entre el mito como fantasma y la presencia real, determinada por el tiempo, del héroe. Lo mismo ocurre en "El Asesinato...". Sólo que, en este caso, el director trabaja en el intersticio, cifra el matiz diferencial a través de la puesta en escena, en forma de dos regímenes de imagen: una imagen de concreción realista y otra de contornos difusos o visión imprecisa. Esta última corresponde a la evocación mítica y aparece ligada a la voz en off, o bien, se traduce en una figura recurrente: la mirada a través de un cristal que desdibuja los perfiles. Dialéctica en la imagen entre distancia aurática y presencia cotidiana.
Se ha hablado de deconstrucción del mito aunque es dudoso que estemos ante una típica película revisionista. La insistencia en la mirada, la presencia de un intermediario del espectador, es una marca reflexiva que, al menos desde "Raíces Profundas" (1952), determina una lógica de la nostalgia -una supervivencia sintomal- y acompaña a una cierta inadecuación del héroe atrapado en un dilema existencial trágico; una conciencia acusada de final.
"¿QUIERES SER YO?"
No es casual que la película arranque con el último golpe de la banda de los hermanos James. La secuencia, que ha sido concebida como danza espectral entre sombras y contraluces, es, precisamente, el principio de un final. El relato se centra, a partir de ese momento, en el último año de la vida de Jesse James. El cese de la acción, la detención del movimiento sin clausura, abre las brechas por las que se filtra el tiempo, dato trágico que se une a los presagios de muerte escanciados en la narración y determina el destino que acecha a los protagonistas. No hay complacencia en la lentitud, como se ha dicho, sino morosidad obligada por la profundización psicológica, dilatación necesaria en la exploración del dilema que dispone la pregunta central.
Cuando los caminos de Jesse James y Robert Ford se separan, la película se fractura, alterna entre personajes, ofrece espacio y tiempo a los miembros de la banda, excelentes secundarios.
El relato contempla una progresiva inundación de la lógica del delirio que conduce a la escena nuclear que da título al filme. Poco antes de su muerte, Jesse James regala a Robert Ford la pistola con la que le disparará. Jesse se entrega al destino. Ford, en cambio, se ve impelido por él.
El final de una época se concreta. El antiguo forajido, la leyenda, aparece ahora convertido en materia para la era de la reproductibilidad técnica. La desaparición del héroe coincide con la proliferación de imágenes y su comercialización; particularmente, con el auge de la fotografía. En esta nueva lógica, ¿quién ocupará el centro de la escena? He ahí la prolongación del dilema inicial.
Robert Ford deviene en actor de su propia historia, pero siempre desde una extraña disonancia. Pronto, empieza a experimentar sobre los escenarios una siniestra familiaridad con el pasado; a ocupar su lugar real como traidor. Perseguido por su propio personaje, encontrará la muerte en 1892. Sólo un año después, Frederick Jackson Turner pronunciará su famosa conferencia, depósito ideológico del western, sobre el sentido de la frontera en la historia americana. El bucle se cierra: las huellas del mito, disuelto entre imágenes, perduran en el movimiento de la historia apoyada en fantasmagorías para el consumo de las masas. El tema del traidor y del héroe retorna. Naturalmente, la pregunta persiste: "¿Quieres ser como yo o quieres ser yo?".
El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford
ASCANIO CAVALLO
De la veintena de westerns filmados en torno a la figura de Jesse James –el proscrito más admirado de la cultura norteamericana– los seis más destacados abordan a su asesino de diversa manera. En Jesse James (1939), Henry King fijó la doble imaginería del bandido noble, que se rebela contra los abusos de los nordistas, y del "cobarde Bob Ford", el tembloroso y torvo sujeto que lo mata por la espalda mientras Jesse descuelga un letrero que dice "Hogar dulce hogar". Fritz Lang usó la misma escena, el mismo actor y la misma idea para su sombría La venganza de Frank James (1940), donde el atormentado hermano mayor ha de saldar cuentas con Ford.
Luego vinieron dos giros sustantivos. Primero, el debut de Samuel Fuller en el cine, Yo maté a Jesse James (1949), donde el bandido es un sujeto peligroso y Bob Ford no es un cobarde, sino un hombre que comete el peor error de su vida y desde entonces sólo espera su muerte. Y más tarde La leyenda de los malos (1957), donde Nicholas Ray, en perfecta coherencia con el resto de su obra, presenta a un Jesse James adolescente, violento y angustiado, más enojado con los adultos que con los nordistas, y a un Robert Ford que, de pura admiración, cumple el mismo destino que Sal Mineo con James Dean en Rebelde sin causa. El letrero que arregla Jesse James antes de morir es más irónico que el otro: "El trabajo duro conduce al éxito".
Las otras dos películas son reflexiones sobre el género. The great Northfield Minnesota raid (1971), de Philip Kaufman, retrata principalmente la alianza de las bandas de los James y los Younger para asaltar a un pueblo que los resiste. Y Cabalgata infernal (1980) vuelve sobre lo que siempre le interesó a Walter Hill: el mito en estado puro, simple y directo; aquí la violencia de los personajes se explica sólo porque se acostumbraron a ella durante la Guerra de Secesión.
El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford es un esfuerzo mayúsculo de revisión de la leyenda. Así lo indican su costosa producción y un metraje nada comedido con la síntesis. Así lo sugiere su título, que usa de manera irónica el adjetivo de "cobarde". Más cerca de Ray que de las otras versiones, aquí Jesse James (Brad Pitt) es al mismo tiempo un héroe con matices románticos y un asesino despiadado; Frank (Sam Shepard), un hermano-padre; y Bob Ford (Casey Affleck), un discípulo confundido que (como en la versión de Hill) cree más en la inevitabilidad de la historia que en su ética personal.
El detalle principal no está tomado de las versiones anteriores, sino de otro western tortuoso, Pat Garrett y Billy the Kid (1973), de Sam Peckinpah, donde el bandolero advierte por un espejo que será asesinado, como si se tratase de un suicidio indirecto. Quizás la postmodernidad se trate de esto: espejos engañosos, héroes que no son tales, traidores que no se comprenden, leyendas desmanteladas, abundantes referencias culturales y, como dirían los italianos, molto chiaroscuro.
Por Fran Benavente / La Nación
“El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” se estrena el jueves
Había una vez en el viejo Oeste
El filme de Andrew Dominik explora una de las leyendas más recurrentes del Far West: la traición. La desaparición del héroe coincide con la proliferación de imágenes de James y su comercialización. Acá, un ensayo sobre mito y tragedia en el último filme de Brad Pitt.
Aunque se habla de deconstrucción del mito, no estamos ante la habitual y típica propuesta revisionista. El valor de un filme reside, antes que en la certeza de sus proposiciones, en la adecuación de las preguntas que enuncia. La interrogación que recorre la película de Andrew Dominik se revela pronto. La formula desde el inicio: Jesse James (Brad Pitt) pregunta a Robert Ford (Casey Affleck), su joven admirador y posterior asesino, "¿Quieres ser como yo o quieres ser yo?".
La cuestión resuena en el relato y enmarca, ante todo, nociones aparentemente insoslayables a la hora de abordar el western en la contemporaneidad: las dinámicas de transmisión, la herencia, la filiación y, al hilo de éstas, los procesos de identificación y las solicitaciones del espectador. Robert Ford busca la compañía de Jesse James, escruta en sus palabras y acciones, imita las poses. Es un espectador fascinado por un héroe que, sin embargo, no se acomoda a la imagen pública ("son todo mentiras", dice Jesse James de los relatos que sobre él ha leído Robert Ford), que en cierta manera desiste y que aparece por momentos como el espectro de una figura construida por la ficción. En todo caso, debe soportar la pesada carga de la leyenda.
DECONSTRUCCIÓN
El filme extrae lecciones de "Sin Perdón" (1992). En aquella película, otro joven, Schofield Kid, solicitaba el retorno de la figura legendaria del pistolero William Munny. No casualmente, el personaje padecía un problema de visión que traducía metafóricamente su incapacidad para apercibirse de la distancia que media entre el mito como fantasma y la presencia real, determinada por el tiempo, del héroe. Lo mismo ocurre en "El Asesinato...". Sólo que, en este caso, el director trabaja en el intersticio, cifra el matiz diferencial a través de la puesta en escena, en forma de dos regímenes de imagen: una imagen de concreción realista y otra de contornos difusos o visión imprecisa. Esta última corresponde a la evocación mítica y aparece ligada a la voz en off, o bien, se traduce en una figura recurrente: la mirada a través de un cristal que desdibuja los perfiles. Dialéctica en la imagen entre distancia aurática y presencia cotidiana.
Se ha hablado de deconstrucción del mito aunque es dudoso que estemos ante una típica película revisionista. La insistencia en la mirada, la presencia de un intermediario del espectador, es una marca reflexiva que, al menos desde "Raíces Profundas" (1952), determina una lógica de la nostalgia -una supervivencia sintomal- y acompaña a una cierta inadecuación del héroe atrapado en un dilema existencial trágico; una conciencia acusada de final.
"¿QUIERES SER YO?"
No es casual que la película arranque con el último golpe de la banda de los hermanos James. La secuencia, que ha sido concebida como danza espectral entre sombras y contraluces, es, precisamente, el principio de un final. El relato se centra, a partir de ese momento, en el último año de la vida de Jesse James. El cese de la acción, la detención del movimiento sin clausura, abre las brechas por las que se filtra el tiempo, dato trágico que se une a los presagios de muerte escanciados en la narración y determina el destino que acecha a los protagonistas. No hay complacencia en la lentitud, como se ha dicho, sino morosidad obligada por la profundización psicológica, dilatación necesaria en la exploración del dilema que dispone la pregunta central.
Cuando los caminos de Jesse James y Robert Ford se separan, la película se fractura, alterna entre personajes, ofrece espacio y tiempo a los miembros de la banda, excelentes secundarios.
El relato contempla una progresiva inundación de la lógica del delirio que conduce a la escena nuclear que da título al filme. Poco antes de su muerte, Jesse James regala a Robert Ford la pistola con la que le disparará. Jesse se entrega al destino. Ford, en cambio, se ve impelido por él.
El final de una época se concreta. El antiguo forajido, la leyenda, aparece ahora convertido en materia para la era de la reproductibilidad técnica. La desaparición del héroe coincide con la proliferación de imágenes y su comercialización; particularmente, con el auge de la fotografía. En esta nueva lógica, ¿quién ocupará el centro de la escena? He ahí la prolongación del dilema inicial.
Robert Ford deviene en actor de su propia historia, pero siempre desde una extraña disonancia. Pronto, empieza a experimentar sobre los escenarios una siniestra familiaridad con el pasado; a ocupar su lugar real como traidor. Perseguido por su propio personaje, encontrará la muerte en 1892. Sólo un año después, Frederick Jackson Turner pronunciará su famosa conferencia, depósito ideológico del western, sobre el sentido de la frontera en la historia americana. El bucle se cierra: las huellas del mito, disuelto entre imágenes, perduran en el movimiento de la historia apoyada en fantasmagorías para el consumo de las masas. El tema del traidor y del héroe retorna. Naturalmente, la pregunta persiste: "¿Quieres ser como yo o quieres ser yo?".
El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford
ASCANIO CAVALLO
De la veintena de westerns filmados en torno a la figura de Jesse James –el proscrito más admirado de la cultura norteamericana– los seis más destacados abordan a su asesino de diversa manera. En Jesse James (1939), Henry King fijó la doble imaginería del bandido noble, que se rebela contra los abusos de los nordistas, y del "cobarde Bob Ford", el tembloroso y torvo sujeto que lo mata por la espalda mientras Jesse descuelga un letrero que dice "Hogar dulce hogar". Fritz Lang usó la misma escena, el mismo actor y la misma idea para su sombría La venganza de Frank James (1940), donde el atormentado hermano mayor ha de saldar cuentas con Ford.
Luego vinieron dos giros sustantivos. Primero, el debut de Samuel Fuller en el cine, Yo maté a Jesse James (1949), donde el bandido es un sujeto peligroso y Bob Ford no es un cobarde, sino un hombre que comete el peor error de su vida y desde entonces sólo espera su muerte. Y más tarde La leyenda de los malos (1957), donde Nicholas Ray, en perfecta coherencia con el resto de su obra, presenta a un Jesse James adolescente, violento y angustiado, más enojado con los adultos que con los nordistas, y a un Robert Ford que, de pura admiración, cumple el mismo destino que Sal Mineo con James Dean en Rebelde sin causa. El letrero que arregla Jesse James antes de morir es más irónico que el otro: "El trabajo duro conduce al éxito".
Las otras dos películas son reflexiones sobre el género. The great Northfield Minnesota raid (1971), de Philip Kaufman, retrata principalmente la alianza de las bandas de los James y los Younger para asaltar a un pueblo que los resiste. Y Cabalgata infernal (1980) vuelve sobre lo que siempre le interesó a Walter Hill: el mito en estado puro, simple y directo; aquí la violencia de los personajes se explica sólo porque se acostumbraron a ella durante la Guerra de Secesión.
El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford es un esfuerzo mayúsculo de revisión de la leyenda. Así lo indican su costosa producción y un metraje nada comedido con la síntesis. Así lo sugiere su título, que usa de manera irónica el adjetivo de "cobarde". Más cerca de Ray que de las otras versiones, aquí Jesse James (Brad Pitt) es al mismo tiempo un héroe con matices románticos y un asesino despiadado; Frank (Sam Shepard), un hermano-padre; y Bob Ford (Casey Affleck), un discípulo confundido que (como en la versión de Hill) cree más en la inevitabilidad de la historia que en su ética personal.
El detalle principal no está tomado de las versiones anteriores, sino de otro western tortuoso, Pat Garrett y Billy the Kid (1973), de Sam Peckinpah, donde el bandolero advierte por un espejo que será asesinado, como si se tratase de un suicidio indirecto. Quizás la postmodernidad se trate de esto: espejos engañosos, héroes que no son tales, traidores que no se comprenden, leyendas desmanteladas, abundantes referencias culturales y, como dirían los italianos, molto chiaroscuro.
El humor silencioso recuerda a su genio: Charles Chaplin
Lunes 24 de Diciembre de 2007 EMOL.CL
SANTIAGO.- "La vida es una tragedia si la ves de cerca, pero una comedia si la miras con distancia", decía Charles Chaplin y, a un día de cumplirse treinta años de su fallecimiento, todavía no hay distancia suficiente para explicar la dramática trayectoria vital de uno de los mayores genios del humor.
"Este es un momento muy emocionante para mí y las palabras parecen futiles, tan enclenques... Sólo puedo decir gracias por el honor de haber sido invitado aquí. Son maravillosos, gente dulce", expresó entre lágrimas Charles Chaplin cuando Hollywood le rindió homenaje en 1972 con un Oscar honorífico.
Ni siquiera un solo reproche dedicó Chaplin (Londres, 1889) al mundo que lo había vetado políticamente durante la Caza de Brujas. Era su regreso después de veinte años de exilio en Europa, y sólo agradeció el reconocimiento y el afecto, aunque volvió a despreciar a la palabra, cuya llegada al cine nunca encajó con deportividad.
"Las palabras son escasas. Lo más grande que puedes decir con ellas es 'elefante'", ironizaba el cineasta. Y no recurrió a ellas hasta 1935 en "Tiempos modernos" ("Modern Times"), aunque en ella todos hablaban menos él, en el que fue su primer proyecto de cine sonoro.
El pequeño Charles Spencer Chaplin había decidido ser cómico cuando, durante una enfermedad que le mantuvo en cama durante semanas, su madre le representaba las escenas que sucedían en la calle para entretenerlo.
Procedente de una familia más que modesta, la infancia británica de Chaplin fue digna de los más desesperanzadores relatos de Charles Dickens y retratada por él mismo de manera indirecta en la enternecedora y magistral película "El chico" ("The Kid", 1921).
Y es que lo que hizo a Chaplin maestro de la comedia fue, probablemente, su profundo conocimiento del drama, su emoción vivida de primera mano que quedó plasmada en una filmografía ilustrada por niños, por una ciega en "Luces de la ciudad" ("City Lights", 1931) y, desde luego, siempre por el desamparo de su inmortal vagabundo Charlot.
Amado, menospreciado e investigado
En 1912 se instaló en Estados Unidos, en 1918 fundó su propio estudio y su creciente popularidad -fue el primer actor en ser portada de la revista Time en 1925- le hizo el mayor ícono del cine mudo.
Pero su genio atormentado y su compleja personalidad pronto encontraron detractores: Los británicos, por considerarle traidor, y la crítica, sobre todo años más tarde, por eclipsar a otros fenómenos cómicos de la época como Harold Lloyd o Buster Keaton.
Bertrand Tavernier y Jean Pierre Coursudon escribieron en su enciclopedia crítica "50 años de cine norteamericano" que "el lacrimoso humanismo, el tono lloriqueante y a veces masoquista (de Chaplin) suelen aliarse a un simplismo de lo más irritante", a lo que añadían su fama de intratable.
"Como todos los megalómanos, despreciaba todo lo que no hubiera creado él mismo (fotografía, escenografía). En lugar de servirse de esos elementos, los consideraba como otros tantos obstáculos que se alzaban entre él y su creación", escriben en el libro.
Por eso, quizá parecen más matizadas y fuera del encanto del bombín, el bigote y los zapatones en títulos como "La quimera del oro" ("The Gold Rush", 1925) sus obras más amargas, en las que captó al cómico crepuscular y la incomprensión personal e ideológica a la que la opinión pública estadounidense le sometió.
Así, "Monsieur Verdoux" (1947) -el último Charlot- y "Candilejas" ("Limelight", 1952) dieron la vuelta a su filmografía mientras se revelaban los entresijos polémicos y trágicos del genio que, al promocionar la última de ellas en Reino Unido, no pudo volver a Estados Unidos.
Sus inclinaciones políticas chocaron contra el Comité de Actividades Antiamericanas -que vieron en "Tiempos modernos" y "El gran dictador" ("The Great Dictator", 1940) contenidos comunistas-, y sus matrimonios, siempre con mujeres notablemente menores que él -con su cuarta y última mujer, Oona O'Neill, se casó con 54 años cuando ella tenía 18-, le hicieron persona non grata para la moral de la época.
De hecho, la biografía "Tramp: The Life of Charlie Chaplin", de Joyce Milton, aseguraba que Vladimir Nabokov se inspiró en él para crear su obra maestra "Lolita".
Sea como fuere, una vez en Inglaterra rodó "Un rey en Nueva York" ("A King in New York", 1957) y "La condesa de Hong Kong" ("A Countess From Hong Kong", 1967), que supusieron un broche indigno a su trayectoria, un fracaso de crítica y público.
Pero Hollywood subsanó su error en la década de 1970 y, además del citado homenaje honorífico, en 1973 le dieron un nuevo premio en competencia por la música que él compuso para "Candilejas", que nunca había sido estrenada en Los Angeles hasta entonces.
Con 88 años, Chaplin murió de manera tranquila en la madrugada del 25 de diciembre de 1977, mientras dormía en la localidad suiza de Vevey, pero su cuerpo aún sufrió un último revés tragicómico: el 3 de marzo de 1978 fue robado del cementerio local y no fue encontrado por la policía hasta el 18 de mayo.
Billy Wilder, que siempre reconoció la influencia de Chaplin en su humor, escribiría: "Al crear a Chaplin, Dios estaba en muy buena forma. Necesitará uno o dos siglos para conseguir hacer otro genio de este calibre".
Lunes 24 de Diciembre de 2007 EMOL.CL
SANTIAGO.- "La vida es una tragedia si la ves de cerca, pero una comedia si la miras con distancia", decía Charles Chaplin y, a un día de cumplirse treinta años de su fallecimiento, todavía no hay distancia suficiente para explicar la dramática trayectoria vital de uno de los mayores genios del humor.
"Este es un momento muy emocionante para mí y las palabras parecen futiles, tan enclenques... Sólo puedo decir gracias por el honor de haber sido invitado aquí. Son maravillosos, gente dulce", expresó entre lágrimas Charles Chaplin cuando Hollywood le rindió homenaje en 1972 con un Oscar honorífico.
Ni siquiera un solo reproche dedicó Chaplin (Londres, 1889) al mundo que lo había vetado políticamente durante la Caza de Brujas. Era su regreso después de veinte años de exilio en Europa, y sólo agradeció el reconocimiento y el afecto, aunque volvió a despreciar a la palabra, cuya llegada al cine nunca encajó con deportividad.
"Las palabras son escasas. Lo más grande que puedes decir con ellas es 'elefante'", ironizaba el cineasta. Y no recurrió a ellas hasta 1935 en "Tiempos modernos" ("Modern Times"), aunque en ella todos hablaban menos él, en el que fue su primer proyecto de cine sonoro.
El pequeño Charles Spencer Chaplin había decidido ser cómico cuando, durante una enfermedad que le mantuvo en cama durante semanas, su madre le representaba las escenas que sucedían en la calle para entretenerlo.
Procedente de una familia más que modesta, la infancia británica de Chaplin fue digna de los más desesperanzadores relatos de Charles Dickens y retratada por él mismo de manera indirecta en la enternecedora y magistral película "El chico" ("The Kid", 1921).
Y es que lo que hizo a Chaplin maestro de la comedia fue, probablemente, su profundo conocimiento del drama, su emoción vivida de primera mano que quedó plasmada en una filmografía ilustrada por niños, por una ciega en "Luces de la ciudad" ("City Lights", 1931) y, desde luego, siempre por el desamparo de su inmortal vagabundo Charlot.
Amado, menospreciado e investigado
En 1912 se instaló en Estados Unidos, en 1918 fundó su propio estudio y su creciente popularidad -fue el primer actor en ser portada de la revista Time en 1925- le hizo el mayor ícono del cine mudo.
Pero su genio atormentado y su compleja personalidad pronto encontraron detractores: Los británicos, por considerarle traidor, y la crítica, sobre todo años más tarde, por eclipsar a otros fenómenos cómicos de la época como Harold Lloyd o Buster Keaton.
Bertrand Tavernier y Jean Pierre Coursudon escribieron en su enciclopedia crítica "50 años de cine norteamericano" que "el lacrimoso humanismo, el tono lloriqueante y a veces masoquista (de Chaplin) suelen aliarse a un simplismo de lo más irritante", a lo que añadían su fama de intratable.
"Como todos los megalómanos, despreciaba todo lo que no hubiera creado él mismo (fotografía, escenografía). En lugar de servirse de esos elementos, los consideraba como otros tantos obstáculos que se alzaban entre él y su creación", escriben en el libro.
Por eso, quizá parecen más matizadas y fuera del encanto del bombín, el bigote y los zapatones en títulos como "La quimera del oro" ("The Gold Rush", 1925) sus obras más amargas, en las que captó al cómico crepuscular y la incomprensión personal e ideológica a la que la opinión pública estadounidense le sometió.
Así, "Monsieur Verdoux" (1947) -el último Charlot- y "Candilejas" ("Limelight", 1952) dieron la vuelta a su filmografía mientras se revelaban los entresijos polémicos y trágicos del genio que, al promocionar la última de ellas en Reino Unido, no pudo volver a Estados Unidos.
Sus inclinaciones políticas chocaron contra el Comité de Actividades Antiamericanas -que vieron en "Tiempos modernos" y "El gran dictador" ("The Great Dictator", 1940) contenidos comunistas-, y sus matrimonios, siempre con mujeres notablemente menores que él -con su cuarta y última mujer, Oona O'Neill, se casó con 54 años cuando ella tenía 18-, le hicieron persona non grata para la moral de la época.
De hecho, la biografía "Tramp: The Life of Charlie Chaplin", de Joyce Milton, aseguraba que Vladimir Nabokov se inspiró en él para crear su obra maestra "Lolita".
Sea como fuere, una vez en Inglaterra rodó "Un rey en Nueva York" ("A King in New York", 1957) y "La condesa de Hong Kong" ("A Countess From Hong Kong", 1967), que supusieron un broche indigno a su trayectoria, un fracaso de crítica y público.
Pero Hollywood subsanó su error en la década de 1970 y, además del citado homenaje honorífico, en 1973 le dieron un nuevo premio en competencia por la música que él compuso para "Candilejas", que nunca había sido estrenada en Los Angeles hasta entonces.
Con 88 años, Chaplin murió de manera tranquila en la madrugada del 25 de diciembre de 1977, mientras dormía en la localidad suiza de Vevey, pero su cuerpo aún sufrió un último revés tragicómico: el 3 de marzo de 1978 fue robado del cementerio local y no fue encontrado por la policía hasta el 18 de mayo.
Billy Wilder, que siempre reconoció la influencia de Chaplin en su humor, escribiría: "Al crear a Chaplin, Dios estaba en muy buena forma. Necesitará uno o dos siglos para conseguir hacer otro genio de este calibre".
Charles Dickens
1812-1870. Escritor británico.
Libros de Charles Dickens
El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico.
Acostumbramos a cometer nuestras peores debilidades y flaquezas a causa de la gente que más despreciamos.
Nunca es tarde para el arrepentimiento y la reparación.
Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año.
El hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta.
Cada fracaso le enseña al hombre algo que necesitaba aprender.
He aquí una regla fundamental en los negocios: házselo a los demás, puesto que ellos te lo harán a ti.
Hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes.
Hay hombres que parecen tener sólo una idea y es una lástima que sea equivocada.
No fracasa en este mundo quien le haga a otro más llevadera su carga.
Hay cuerdas en el corazón humano que sería mejor no hacerlas vibrar.
El número de malhechores no autoriza el crimen.
Cuando lo hayas encontrado, anótalo.
1812-1870. Escritor británico.
Libros de Charles Dickens
El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico.
Acostumbramos a cometer nuestras peores debilidades y flaquezas a causa de la gente que más despreciamos.
Nunca es tarde para el arrepentimiento y la reparación.
Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año.
El hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta.
Cada fracaso le enseña al hombre algo que necesitaba aprender.
He aquí una regla fundamental en los negocios: házselo a los demás, puesto que ellos te lo harán a ti.
Hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes.
Hay hombres que parecen tener sólo una idea y es una lástima que sea equivocada.
No fracasa en este mundo quien le haga a otro más llevadera su carga.
Hay cuerdas en el corazón humano que sería mejor no hacerlas vibrar.
El número de malhechores no autoriza el crimen.
Cuando lo hayas encontrado, anótalo.
Sunday, December 23, 2007
COMELIBROS
Por qué me entristece Neil Gaiman
En los 90, amábamos a Neil Gaiman y nos gustaba The Sandman. The Sandman era a los cómics lo que Echo & The Bunnymen a los discos. O Love & Rockets. Sí, Love & Rockets: mal que mal la carátula de un disco solista de Daniel Ash se parecía sospechosamente a esa historieta escrita por Neil Gaiman y dibujada por gente tan disímil como Sam Kieth, Kelly Jones o Jill Thompson. Por supuesto, en esa época Sandman era la historieta industrial más sofisticada posible (aunque a años luz de Black hole de Burns o Maus de Spiegelman) o, mejor dicho, la que más les podía gustar a los amantes de la literatura.
Ya se sabe: uno de sus momentos más brillantes y premiados era aquel donde Shakespeare y su compañía interpretaban Sueño de una noche de verano ante un público compuesto por seres mágicos. No estaba mal. Teatro in yer face para hadas. Tristísima posmodernidad pop. Era brillante. Y a nosotros nos encantaba por cosas así. Mal que mal, había inventado a un atribulado héroe dark que predecía a todos los góticos de este siglo y el próximo; había puesto a Lucifer como el pianista de su propio cabaret mientras volaba por ahí una versión barriobajera del cuervo de Poe, en medio de un sinfín de intrigas melancólicas, el diablo se cansaba del infierno, los muertos que volvían a la vida y el apocalipsis que podía leerse como una tormenta que no amainaba nunca.
Así era Gaiman y por eso lo queríamos. Cuando The Sandman terminó nos entristecimos. Pero también sospechábamos de él: de sus pretensiones artísticas, de tanta cita bien puesta y de su deseo paulatino y medio solapado de acercarse a la literatura por medio de la historieta. Sus novelas posteriores lo confirmaron. Stardust está bien, pero sólo eso, un divertimento para que Charles Vess ensayara sus perfectas ilustraciones. Neverwhere es rápida pero todavía le queda el gustito a los guiones en los que se basó. Dioses americanos era genial, pero le sobran más de cien páginas. Y a Los hijos de Anansi el tono de comedia de cámara se le hace insuficiente.
¿Qué pasó? Algo se perdió en el camino. Gaiman, que era un periodista londinense fan de los cómics conceptuales de Alan Moore -el maestro que no ha superado jamás-, se volvió medio neoyorquino, medio norteamericano. Dejó de tener autocrítica. En sus primeros tiempos, en los 80, sus ideas eran tan originales como conmovedoras, al punto de que era capaz de transformar un pequeño cuento de fantasmas en una parábola sobre la vida política del gobierno de la Thatcher. El Gaiman actual -que le agradece a Tori Amos que le haya prestado su casa de verano en Irlanda para escribir- se vendió a Marvel para escribir cómics más o menos cultos que homenajeaban a Jack Kirby (Los Eternos), al mismo tiempo que al teatro isabelino (1602). Para Marvel son sus proyectos estrellas, pero para nosotros, que nos hemos leído casi todo Gaiman, nos parecen voladores de luces, pálidos reflejos de algo que ya fue.
Porque Gaiman es el Paul Auster de los cómics, aquel autor en el que todos confiamos y que luego se convirtió en su propia caricatura. Gaiman escribe novelas y Auster dirige películas. Lo raro con Gaiman -lo mismo que con Auster- es que seguimos leyéndolo. Lectores acérrimos suyos, nos enfrentamos a sus historias con la esperanza de que en algún momento repunten y ese escritor afilado y perfecto y triste y original vuelva. No pasa mucho, la verdad. Apenas tenemos sombras: frases sueltas que subrayamos, escenas al azar, destellos de un talento perdido en el páramo de su propia complacencia.
Por qué me entristece Neil Gaiman
En los 90, amábamos a Neil Gaiman y nos gustaba The Sandman. The Sandman era a los cómics lo que Echo & The Bunnymen a los discos. O Love & Rockets. Sí, Love & Rockets: mal que mal la carátula de un disco solista de Daniel Ash se parecía sospechosamente a esa historieta escrita por Neil Gaiman y dibujada por gente tan disímil como Sam Kieth, Kelly Jones o Jill Thompson. Por supuesto, en esa época Sandman era la historieta industrial más sofisticada posible (aunque a años luz de Black hole de Burns o Maus de Spiegelman) o, mejor dicho, la que más les podía gustar a los amantes de la literatura.
Ya se sabe: uno de sus momentos más brillantes y premiados era aquel donde Shakespeare y su compañía interpretaban Sueño de una noche de verano ante un público compuesto por seres mágicos. No estaba mal. Teatro in yer face para hadas. Tristísima posmodernidad pop. Era brillante. Y a nosotros nos encantaba por cosas así. Mal que mal, había inventado a un atribulado héroe dark que predecía a todos los góticos de este siglo y el próximo; había puesto a Lucifer como el pianista de su propio cabaret mientras volaba por ahí una versión barriobajera del cuervo de Poe, en medio de un sinfín de intrigas melancólicas, el diablo se cansaba del infierno, los muertos que volvían a la vida y el apocalipsis que podía leerse como una tormenta que no amainaba nunca.
Así era Gaiman y por eso lo queríamos. Cuando The Sandman terminó nos entristecimos. Pero también sospechábamos de él: de sus pretensiones artísticas, de tanta cita bien puesta y de su deseo paulatino y medio solapado de acercarse a la literatura por medio de la historieta. Sus novelas posteriores lo confirmaron. Stardust está bien, pero sólo eso, un divertimento para que Charles Vess ensayara sus perfectas ilustraciones. Neverwhere es rápida pero todavía le queda el gustito a los guiones en los que se basó. Dioses americanos era genial, pero le sobran más de cien páginas. Y a Los hijos de Anansi el tono de comedia de cámara se le hace insuficiente.
¿Qué pasó? Algo se perdió en el camino. Gaiman, que era un periodista londinense fan de los cómics conceptuales de Alan Moore -el maestro que no ha superado jamás-, se volvió medio neoyorquino, medio norteamericano. Dejó de tener autocrítica. En sus primeros tiempos, en los 80, sus ideas eran tan originales como conmovedoras, al punto de que era capaz de transformar un pequeño cuento de fantasmas en una parábola sobre la vida política del gobierno de la Thatcher. El Gaiman actual -que le agradece a Tori Amos que le haya prestado su casa de verano en Irlanda para escribir- se vendió a Marvel para escribir cómics más o menos cultos que homenajeaban a Jack Kirby (Los Eternos), al mismo tiempo que al teatro isabelino (1602). Para Marvel son sus proyectos estrellas, pero para nosotros, que nos hemos leído casi todo Gaiman, nos parecen voladores de luces, pálidos reflejos de algo que ya fue.
Porque Gaiman es el Paul Auster de los cómics, aquel autor en el que todos confiamos y que luego se convirtió en su propia caricatura. Gaiman escribe novelas y Auster dirige películas. Lo raro con Gaiman -lo mismo que con Auster- es que seguimos leyéndolo. Lectores acérrimos suyos, nos enfrentamos a sus historias con la esperanza de que en algún momento repunten y ese escritor afilado y perfecto y triste y original vuelva. No pasa mucho, la verdad. Apenas tenemos sombras: frases sueltas que subrayamos, escenas al azar, destellos de un talento perdido en el páramo de su propia complacencia.
Subscribe to:
Posts (Atom)
Blog Archive
-
▼
2007
(830)
-
▼
December
(140)
- Todo nuestro descontento por aquello de lo que car...
- 23 de noviembre al 21 de diciembre PARA EL 2008...
- Cristián Warnken Jueves 27 de Diciembre de 2007 Cl...
- Pablo Neruda :recepción del Premio Nobel de Litera...
- Isaac Newton 1642-1727. Matemático y físico britán...
- Por Amanda / Lanacion.cl Masturbación sin apuros...
- Pascal Quignard-----------------------------------...
- Michel de Montaigne-------------------------------...
- Juan Rulfo----------------------------------------...
- Mis condolencias a Cristián WarnkenRudyard Kipling...
- AI: Inteligencia artificial Kubrick, Spielberg y l...
- Tatuajes¿Duele hacerse un tatuaje? Sin duda alguna...
- Estilos de tatuajesExisten muchos tipos de tatuaje...
- sagitariusMENSAJE. Aspectos que se encuentran con ...
- Mitología sagitarioCon sus dos caras, animal y hu...
- Sagitario21/11 - 20/12 Características de sagitari...
- La alegría es la piedra filosofal que todo lo conv...
- Sagitario23 de noviembre al 21 de diciembreSagitar...
- EL CABALLO EN EL AÑO DE LA RATALlega el amor. Un c...
- La luz que ilumina a todo ser humano Por Felip...
- Matar a los ídolos y glorificar a los asesinosPor ...
- El humor silencioso recuerda a su genio: Charles C...
- Charles Dickens 1812-1870. Escritor británico.Libr...
- COMELIBROSPor qué me entristece Neil Gaiman En l...
- Universo chilote El archipiélago de Chiloé pued...
- BAILAR ES NATURAL (o cuicos talentosos con demasi...
- FilosofíaDe WikiquoteLa Filosofía es el conjunto d...
- Cosmos, conducida y escrita por el fallecido astró...
- Cosmos: Un viaje personalDe Wikipedia, la enciclop...
- Kislev es el signo de Sagitario. Es la Columna Cen...
- La Kabbalah –el cuerpo de conocimiento espiritual ...
- Javiera Díaz de Valdés A esta actriz le gustaro...
- Mi viejo Por Francisco MouatHace tiempo que lo ...
- Cuando la televisión es buena, nada es mejor. Cuan...
- Enfermos crónicosNo pueden vivir sin contar histor...
- Naguib Mahfuz 1911-2006. Novelista egipcio.El arte...
- Navidad Por Marisol GarcíaNavidad. La palabra más...
- ¿Qué son los radicales libres?Los radicales libres...
- Ácidos grasos omega 3De Wikipedia, la enciclopedia...
- Diario de lectura Roberto Merino Poesía en el tie...
- Domingo 16 de diciembre de 2007 revista de libros ...
- QUIERO MIS 30 Por Sergio CancinoDespedí mis 30 año...
- AlegríaSi exagerásemos nuestras alegrías, como hac...
- SabiduríaNo basta saber, se debe también aplicar. ...
- Donde está tu corazón, está tu tesoro Por Felip...
- El Dani Por Francisco MouatConocí a Daniel Rier...
- De arriba prueban tu fortaleza. Cerrarás una etapa...
- Michael Clayton Ascanio Cavallo REVISTA EL ...
- Como pez koi en el agua
- El Chapulín ColoradoDe Wikipedia, la enciclopedia ...
- MALETÍN 2007Dylan no ganó el Nobel ni Parra el Cer...
- HOUELLEBECQ EN CHILE, TOUR 2007“Mejor que cualquie...
- "En el debate sobre el lucro hay prejuicios ideoló...
- "Sin el peso de la iglesia, es sexo es mucho más p...
- Dignificar a Chile El Sábado, 20 de agosto de 2005...
- CHISTES MACHISTAS1. Está Adán en el Paraíso solo y...
- Chistes machistas sorry Siempre he desconfiado ...
- Frank Capra 1897-1991. Director de cine estadounid...
- Truman Capote 1924-1984. Escritor estadounidense.T...
- En el amor no basta atacar, hay que tomar la plaza...
- Paul Auster: "Mis obras se aman o se odian"En entr...
- Emociones:DUEÑO DE MIS EMOCIONESHoy seré dueño de ...
- MANEJO DE LAS RELACIONES La importancia de la dest...
- EMPATÍA¿Reconoce usted los sentimientos de las dem...
- MOTIVACIÓNLa tercera habilidad intrapersonal de la...
- CONTROL EMOCIONALLa segunda habilidad práctica de ...
- AUTOCONCIENCIA "El dolor termina sólo a través de...
- La inteligencia intrapersonal es uno de los compon...
- Cáchense este texto...uffSacado de www.caminosalse...
- "Tienes que SER el cambio que quieres ver en el mu...
- La vida transfigurada El Sábado, 13 de agosto de 2...
- Por Freddy Stock / La Nación Mentalidad Televisiv...
- Así corrompe el ocio al cuerpo humano, como se cor...
- Sergio Cancino fue a ver The Police (menos mal)Lo ...
- LogosDe Wikipedia, la enciclopedia librePara otros...
- Anatema (del latín anathema y del griego Ανάθεμα) ...
- EthosDe Wikipedia, la enciclopedia libreEthos es u...
- Déjenme en paz Los 90 Por Sergio PazPara cuand...
- Descripción de las siete inteligenciasAl tener est...
- Dante Alighieri 1265-1321. Poeta, escritor, filóso...
- Eugene O'Neill 1888-1953. Dramaturgo estadounidens...
- el ladron de chicle POR ALBERTO FUGUETSoy un fan...
- NO HAY CASO CON MARISOL GARCÍA. QUIERO MUCHO A EST...
- Donoso monstruo Alvaro BisamaHan pasado once año...
- Gitano Star TONINO CAROTONE EN PANIKP.CL-¿De dó...
- Cuando una revista dice “estos son los mejores dis...
- 2007 según www.zona.clEl programa más hot del año:...
- El amor te regala sonrisas. Tendrás demasiados est...
- ¿Todo te pasa a ti? No te victimices. Días célebre...
- Jaime Moreno Fuentes Por Francisco MouatNo puedo ...
- Analfabetismo manual Por Felipe Berríos, S.J.El...
- Las elecciones de la vidaEn el desenvolvimiento de...
- Rudyard Kipling 1865-1936. Novelista británico.Lib...
- ceder a la tentacion... ...a la tentación del frac...
- conversando en Jalisco POR ALBERTO FUGUETaqui po...
- Vivir consciente Columna en revista El Sábado el 2...
- Nombre: Khalil GibránDatos del autor:(1883-1931)Po...
- Gibran Khalil GibranGibran Khalil Gibran fue un po...
- La gente joven está convencida de que posee la ver...
- Habilidades interpersonales- Escucha activa- Perso...
-
▼
December
(140)