Wednesday, March 05, 2008

Una de las sorpresas en los premios Oscar:
"Juno": el sabor independiente


Ernesto Ayala

Al parecer, la crítica santiaguina ha tratado mal a Juno por las razones equivocadas, ya que no le perdonan que la cinta se apropie de una estética de "cine independiente", con canciones melancólicas y colores saturados, que ya habíamos visto en películas como Deseos y sospechas, Rushmore, Storytelling, Ghost World, Salvados o Esplendor americano. O sea, Juno se apropia de una retórica que los espectadores relacionábamos con cintas pequeñas, de bajo presupuesto, hechas a espaldas de la industria, con actores relativamente desconocidos, que a veces ni siquiera tenían la esperanza de llegar al cine, ni qué decir de postular a Mejor Película en un Oscar. Todo eso les daba un sabor único, de revelación, de dato exquisito, que en algún momento nos hizo sentirnos espectadores informados, en onda, alejados del conservador establishment. Es cierto que Juno costó "sólo" 6,5 millones de dólares, un comino para los estándares de Hollywood, pero resultó un éxito masivo y llegó a la glamorosa noche de los Oscar. En consecuencia, es algo inevitable tener la sensación de que su estética indie era sólo decorativa, un ropaje para que la película encuentre su público entre la multitud de estrenos convencionales de cada año. Pese a la natural simpatía que el año pasado generó Pequeña Miss Sunshine, esta película ya había despertado las mismas sospechas. Resulta entendible, entonces, que buena parte de la crítica, espectadores que a comienzos de los noventa veíamos el cine independiente con una mezcla de fervor y esperanza, ahora se sienta traicionada por un movimiento y una estética que terminó absorbida totalmente por la industria. Y Juno es la última manifestación de este fenómeno. El cine independiente hoy es un género, no muy distinto del cine de terror o el infantil.Ahora, hecha esta pérdida, ¿es tan atroz que el "cine independiente" se convierta en un género? Siempre habrá cine a espaldas de la industria de Hollywood, y ya tendremos los nombres adecuados para denominarlo: nuevo canon, cine alternativo, off Hollywood, lo que sea. Y el mal llamado género de "cine independiente" también tendrá un mejor nombre: ¿cine looser?, ¿cine urbano? El punto es que, mirada como película de género, o sea, en el contexto que corresponde, Juno no está tan mal. La historia de esta adolescente de 16 años (la notable Ellen Page) que queda embarazada y, en lugar de abortar, decide tener el hijo y darlo en adopción, se deja ver con agrado y placer. Jason Reitman, tal como en Gracias por fumar (2005), su debut como director, se las arregla para hacer sabroso y atractivo un guión con mucho texto, que pese a la astucia de sus líneas, no es especialmente brillante en su peripecia. La cinta se la juega en la atmósfera melancólica de suburbio, con una espléndida banda sonora, en poner en escena la angustia juvenil de Juno, cuya lucidez y sentido del humor, incluso antes de embarazo, ya la tenían convertida en el pájaro raro del colegio.

Si la cinta no se muestra más interesante y potente, es porque el calce entre Juno y los personajes que la rodean no siempre es de lo más afortunado. Pocos parecen estar a su altura.

La pareja de padres adoptivos que Juno elige para entregar su hijo es atrofiada e imposible, y Juno no es capaz de verlo, lo que resulta extremadamente sospechoso y resta verosimilitud a la historia. Vanesa (Jennifer Garner), la mujer, se hace muy difícil de tragar, al tiempo que no se entiende cómo un músico con alma de rockero (Jason Bateman) se convirtió en su marido. Michael Cera, como el papá de la guagua en camino, repite el registro del adolescente tímido, reservado y sensible de Supercool (2007), pero íntegro, como se supone que es, no es capaz de seguir con Juno durante su embarazo, lo que tampoco se explica satisfactoriamente.

Pese a que todo lo seductor que resulta el despliegue visual que lleva adelante Reitman, plenamente cómodo -e incluso sincero- en su retórica indie, la cinta hace agua en su arquitectura. Le alcanza para ser simpática, pero le falta para ser mucho más que eso.

"Juno", la película de Jason Reitman, tiene muchas virtudes, pero su arquitectura (especialmente la configuración de los personajes que giran en torno a la protagonista) muestra algunas grietas.

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