Tuesday, March 25, 2008

SICÓPATA AMERICANO www.zona.cl

Esta columna la publicamos en mayo del año pasado cuando estrenaron Dexter en EE.UU, la misma que elegimos como “mejor serie nueva” del 2007.Si no la bajaste ni la viste por cable premium, acá esta la buena nueva noticia: la estrenan este miércoles en Fox, mientras su segunda temporada parte en el cable premium. Ya no hay excusas para no verla.

Por Isabel Plant



Cada cierto tiempo el Dios-Cable premia a los mortales televidentes con un personaje perfecto. Ese es Dexter: hermano buena onda, pololo ejemplar, forense extraordinario y asesino en serie. Una mezcla de amoralidad con inteligencia, un anti-héroe como hace tiempo no se veía. Porque acá dan ganas de hacerle barra al malo. Una nueva serie que va a hacer delirar a los fanáticos de CSI, Los Sopranos o Six Feet Under. En serio, así de buena es.

Dexter es perturbadora como la primera temporada de Nip/Tuck, detectivescamente entretenida como CSI (Las Vegas, no Miami ni N.Y, obvio) y algunas de sus escenas son visualmente tan atractivas como las películas de David Fincher (Los Siete Pecados Capitales, El Club de la Pelea).

Obvio que en algunos capítulos quieren mostrar un poco más la vida de los personajes secundarios, pero eso a uno no le importa tanto como ver a Dexter siguiendo a alguien y después taladrándole el cuello. Es que no todo puede ser sangre, aunque la sangre es la vida de Dexter Morgan.



Primero, porque es forense: a través de las manchas de sangre sabe a qué hora, cómo y con qué le dispararon - rajaron - cortaron - etc… el cuerpo - extremidad - cabeza - etc…. a alguien. Y segundo, porque colecciona una gota de sangre de cada persona a la que ha matado.

Esos trofeos los obtiene de sus víctimas, desnudas y amarradas a una camilla, cuando él y las paredes están bien forradas de plástico para no deja rastros. Ahí les pasa un cuchillo por la cara, saca una gota con una pipeta (mi profesor de biología estaría orgulloso de mí), la deposita entre dos cristales y después taladra/corta/cercena el cuerpo del seleccionado. Mientras sigue vivo, por supuesto.

Más tarde cuando llega a su ordenada casa, guarda la nueva adquisición en los compartimentos individuales que tiene su cajita de coleccionista.



Al otro día Dexter parte al trabajo donde todos lo adoran. Donde ve a su hermana que lo ama, su jefa que le tira los cortes, a donde lo llama su polola que lo quiere y le da gracias a Dios por haber encontrado a un hombre que trate tan bien a sus niños.

Probablemente si uno conociera a Dexter Morgan sería su amigo. Cuando no está desollando gente es un excelente tipo.

Dexter mata sólo a quienes la ley ha dejado escapar, a los que piensan que están por arriba del sistema. A los malos. Como al tipo que atropellaba gente y se escapaba, o al pedófilo. No lo puede evitar.

Que la serie sea tan pero tan buena como es, no sería posible sin Michael C. Hall (Six Feet Under) como protagonista. Porque cuando pone cara de sicópata, es de esas de verdad y no de los que abren mucho los ojos y uno sabe que están poniendo cara-de-malo.

En el ránking de los más parecidos a Lucifer, estaría detrás de Jack Nicholson cuando levanta las cejas. En serio: después de darme una maratón con los primero cinco capítulos de la serie, me dio susto levantarme al baño en la mitad de la noche: ahora Michael Hall rankea bastante arriba en mi lista personal de “Personas que nunca me quiero encontrar de noche en mi pasillo”.

Basado en “Darkly dreaming Dexter” (04), una novela de Jeff Lindsay, a ratos me recordó a otro libro: “Curioso incidente del perro a medianoche” (04) escrito por Mark Haddon, en donde el protagonista tiene el síndrome de Asperger.

Las personas con Asperger son incapaces de entender los dobles sentidos, de leer el lenguaje corporal y comprender las convenciones, de identificar lo que sienten y lo que hacen sentir a los demás. Es como la ausencia de todo el rollo de la inteligencia emocional.

Dexter es un inválido más que un loco: no sabe lo que es sentir. Y ahí como que uno se desespera, porque el saber funcionar socialmente y contestar el “¿Cómo estás?” con un “Bien, gracias, y tú”, en lugar de gritar “como el %&$, me duele la cabeza, mi jefe me acosa, soy infeliz y quiero morir”, comienza a parecer un arte.

Eso es lo terrible de la serie, a uno le da pena Dexter. O más bien, nos interesa. Gusta, pero asusta.


Dexter se auto-define como un monstruo. Pero al mismo tiempo, no mata si el otro “no se lo merece”. Pero lo suyo no es venganza: él necesita matar, sólo que es “mejor” asesinar a un malo que a un bueno.

Dexter es una mezcla de amoralidad con inteligencia, un anti-héroe como hace tiempo no se veía (Dr. House queda como una dulce niña que se viste de rosado en comparación). Y por lo mismo es excelente. Hace tiempo que uno no se sentía tan bien haciéndole barra al malo.

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