Tuesday, March 04, 2008

CIUDADANO DE ALTA INTENSIDAD
Marcelo Mellado es un escritor que desprecia a los escritores. Un tipo que vive en provincia dictando talleres de literatura, y que odia el ambiente “culturoso” de provincia. Un tipo de humor torcido, que mezcla lenguaje académico con puteadas. Un enemigo interno al que muchos de sus pares detestan. Un tipo que se salva de ser sólo un personaje bizarro, gracias a que sabe convertir sus aparentes contradicciones en paradojas. Y, por sobre todo, gracias a su último libro. Todo eso en esta entrevista.

Por Sebastián Labra www.zona.cl


EL ENEMIGO INTERNO

A simple vista, Marcelo Mellado es una contradicción con patas. Un escritor que creció en la capital, pero que desde Chiloé, San Antonio o Valparaíso —tres lugares en los que ha vivido desde que dejó Santiago— despotrica contra el centralismo, pero al que le parecen patéticos los intentos de “progreso cultural” de los provincianos.

Mellado es además un tipo al que le gustaría “destruir Valparaíso” (en términos retóricos) por considerarla “una ciudad culturosa patética, uno de cuyos peores defectos son los poetas y la poesía. Valparaíso está lleno de poetas rascas, chulos, ordinarios”, dice.

El enemigo interno. Mellado es un tipo que desprecia ese ambiente de artistas que viven soñando con ganarse un Fondart, pero está inmerso en él como un buzo, un “Buzo Táctico” como se llama el taller literario que imparte en San Antonio, su principal trabajo. Y se sabe, no hay nada más “culturoso” que los talleres literarios.

Para sumarle una tercera pata a su aparente contradicción, Mellado es un escritor que odia a los escritores. “Los escritores, e incluyo a los poetas, son asquerosos, han rentado la supremacía moral de la actividad de la escritura y no alcanzan a esconder del todo la voluntad de poder que tienen. Y por eso son doblemente siniestros. Lo que pasa es que no tienen la capacidad de hacer daño como un tipo que mueve otro tipo de poderes. Son basura humana. No he conocido a un escritor sano. Los escritores son hijos de puta”.

Y tú te consideras parte de esa “basura humana”, me imagino…

“Me imagino que sí, pero por lo menos tengo la conciencia de no valor. O de un valor diferente”. Y agrega: “No me gusta ser un escritor. Ser escritor es siempre un accidente. Ser escritor para mí fue un modo de sobrevivencia después de fracasar en la profesionalidad que uno hubiera querido tener. Es casi un destino”.

Sólo para completar el bosquejo, consignemos que a la hora de escribir a Mellado le gusta mezclar puteadas con un lenguaje académico, casi de tesis, lo que le da un extraño tono humorístico a cada una de ellas. Pero Mellado no sería más que un pintoresco personaje -y no lo estaríamos entrevistando- si no fuera por el libro que acaba de lanzar: Ciudadanos de Baja Intensidad.




DELIRIOS DE ALTA INTENSIDAD

En Ciudadano de Baja Intensidad (Editorial Calabaza del Diablo), Mellado compila catorce de sus relatos. La raíz común: ciudadanos sin poder, de baja intensidad, que desde su pequeño mundo se enfrentan sin querer queriendo a la adversidad, la burocracia gubernamental o algún tipo de poder institucional. Y que por ello terminan arrastrando su fracaso como un karma.

La ira de un funcionario que termina quemando su casa y la municipalidad en la que trabaja, la queja de un simple ciudadano a través de una inútil encuesta cívica que termina sacudiendo a un pelagato del Ministerio de Obras Públicas o un mecánico que se mete en el contrabando internacional sin querer, son algunos de sus protagonistas.

Cuando presentó tu libro, Gonzalo León dijo que tus cuentos fácilmente podrían ser cartas al director de un diario. ¿Crees que el libro sea una queja ciudadana?

“Sí, me gusta eso. Me encanta la apelación. Y más que transformarme o verme en este libro como un protector de la ciudadanía, como el ombudsman, me hubiese encantado ser el unibomber. Envidio a ese hueón. Me encantaría matar chilenos, pero no creo que lo haga porque soy muy mediocre”.

¿Por qué pelas cable con el concepto de lo “ciudadano” en tu último libro?

“Lo elijo porque es una ficción de la que siempre hemos vivido los chilenos. Es casi como una obsesión y la hemos convertido en política. Cómo se organiza el mundo con la ciudadanía, es la ficción organizativa. Mi vida en Chiloé por ejemplo (N. de la R: donde Mellado se dedicó a hacer quesos) fue la obsesión de la construcción de un nuevo orden a partir de otros parámetros no capitalistas. Sobre todo discurso y delirios. Para mí lo fundamental ha sido siempre percibir los delirios del otro. Esos delirios me han encantado siempre, es un lenguaje, un discurso entretenido. Son delirios totalmente paradojales”.

Así como tu delirio de pensar que el gobierno te robó la idea del maletín literario.

“La idea era preciosa. En una radio de San Antonio hicimos un trabajo que se llamaba la Biblioteca Mínima Familiar. De hecho, aún pienso que ellos nos robaron la idea. Era un anaquel, un mueble de madera, que contenía alrededor de 30 libros y que tenía muchas versiones. Podía contener hasta el Baldor si se quería, y esto supuestamente lo manejaría un estudiante. Era mucho mejor porque iba a ser más amplio. Pero claro, al gobierno no le interesan las buenas iniciativas ciudadanas. Ellos siempre van a funcionar con ideas fuerza que nacen de sus ministerios. Si tú vas con ideas, los hueones te rechazan, te defecan, desprecian y te quieren matar como lo han hecho conmigo, porque les cagái la pega”.

Los delirios son otro punto en común en los relatos de Ciudadanos de Baja Intensidad, una especie de extraño libro de reclamos, historias que suenan a quejas y rozan lo increíble. Mellado dibuja personajes que se parecen a cualquiera de nosotros, pero que, sin saberlo, esconden un propósito mayor que se revela sólo al final de cada relato, ese tipo de historias que te hacen exclamar “puta, esas cosas le pasan a los chilenos nomás”.

Pingüino de Humboldt, por ejemplo, es un cuento donde la ciudadanía chilena encuentra varado en una playa a un pingüino, y se preocupa de devolverlo a su ambiente natural. Pero terminan llevándolo a un lugar donde ese ejemplar en particular no pertenece, las frías aguas australes, y se dan cuenta tristemente cuando el pingüino se golpea contra los témpanos una y otra vez. Un relato, y un libro, marcado por el espíritu de un país que celebra los empates, una nación que siempre está tratando de encajar en un molde, esperando convertirse en una promesa de un futuro mejor.

Más allá de la visión particular del autor, son catorce buenos relatos escritos con una sinceridad brutal capaz de reírse de todo y todos, incluido el autor, ambientados en paisajes provincianos, con alcaldes caprichosos que sueñan por ejemplo, con instalar “una fuente de agua en la Plaza de Armas, igualita a una que pusieron en Santiago cerca de la Plaza Constitución”.





LA RECTA PROVINCIA

¿Por qué utilizas un lenguaje coprolálico para hablar sobre temas cultos y doctos?

“Creo que es una manera de tener conciencia del uso del lenguaje, y por lo tanto de lo equívoco, de una patología discursiva. Tener conciencia de que el lenguaje es una mediación que también es un fin, que estamos inmersos en el lenguaje y por lo tanto estamos en una ficción. Lo que hago es contaminar los discursos formales con la semilla de su propia destrucción, es decir, un lenguaje coprolálico…

Hablar así es una forma de lucha contra el fascismo de la Academia de la Lengua, las representaciones teatrales y todo eso que padecemos, que finalmente son controles sociales. Usar esta jerga de la galería se escapa. Claro que también está mal un tipo que no puede hablar en otros términos que no sean garabatos. Pero qué lata un hueón que habla pomposa y correctamente. Ahí es cuando hace falta que alguien le grite. “quéate callao conchetumadre”.

El tema de escribir sobre los lugares que has vivido te obliga a hablar desde la provincia. ¿Sirve de algo en particular plantearse así?

“El tema de las provincias me hace sentido, como un eje posible de la construcción de lo imposible. Es decir, que la provincia podría ser una cosa diferente, pero no lo es. Podría representar lo otro, lo que no hizo el centro, lo oficial, pero lamentablemente siempre van a tratar de imitar al centro. Y ese es el peor negocio que pueden hacer, pero se torna inevitable. Un ejemplo concreto es lo que yo vivo en San Antonio. Siempre hay un hueón santiaguino que les pasa plata y dependen de él. Todos esos hueones le chupan el pico a los de Santiago”.

Dichos como ése han hecho que Mellado protagonice escenas dignas de La Conjura de los Necios:en diciembre pasado a la entrada de un foro literario en el Consejo Nacional de Cultura y las Artes de esa ciudad, tres poetas porteños esperaban a Mellado para enfrentarlo por una columna que escribió en The Clinic. Resultado: un huevo y una “chuleta” de los poetas aludidos hacia el escritor.

Nada nuevo para él. Ya le había pasado con su libro Informe Tapia (04), donde dibuja una caricatura del trabajo cultural sanantonino. Mellado cuenta que recibió quejas, cartas al diario local y que incluso alguien quemó uno de sus libros en forma de protesta. Está claro que sus pares no lo quieren mucho y él tampoco a ellos.

Pero espera un poco, tú también dependes de Santiago…

“Todos dependemos de Santiago, pero yo tengo la conciencia y la voluntad para decir que no, aunque eso signifique morirme de hambre. De hecho no me dan pega. Estoy cesante desde hace un año y hago tan sólo unas pocas peguitas temporales. O sea, todos en el fondo trabajamos para la derecha en Chile”.

Por el otro lado está lo oficial, los Fondart, que es el gobierno al que también criticas. ¿Cuál es tu salida (como artista) a estas dos alternativas?

“O sea, yo también participo de estos trabajos oficiales. Al final han sido logros de los ejércitos de la cultura con los años. Es lógico trabajar para ese lado si no te gusta el otro. Lo que pasa es que el estatus que ha adquirido la cultura inventó una nueva cortesanía y eso es lo malo. Así que creo que no hay salida, y si la hubiera, sería la reinvención del mundo. Aunque mi histeria me indica que lo mejor es la reclusión, entre comillas, y prepararse para la guerra”.

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