Friday, March 21, 2008

Gilbert Keith Chesterton
1874-1936. Escritor británico.


La aventura podrá ser loca, pero el aventurero ha de ser cuerdo.

El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo.

Si de verdad vale la pena hacer algo, vale la pena hacerlo a toda costa.

La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta.

Hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina.

Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción.

Democracia significa gobierno por los que no tienen educación, y aristocracia significa gobierno por los mal educados.

El periodismo consiste esencialmente en decir 'lord Jones ha muerto' a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo.

Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen.

Lo más increible de los milagros es que ocurren.

Hasta donde hemos perdido la creencia, hemos perdido la razón.

La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza.
¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios.

El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia.

La madurez hace al hombre más espectador que autor de vida social.

Bebed porque sois felices, pero nunca porque seáis desgraciados.

Cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa.

La idea que no trata de convertirse en palabra es una mala idea, y la palabra que no trata de convertirse en acción es una mala palabra.

El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso.

Siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcentines con nuestros pies?

A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro.

No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.

El sabio es quien quiere asomar su cabeza al cielo; y el loco es quien quiere meter el cielo en su cabeza.

El pesimista sabe rebelarse contra el mal. Sólo el optimista sabe extrañarse del mal.

No hay cosas sin interés. Tan sólo personas incapaces de interesarse.

Optimista es el que os mira a los ojos, pesimista, el que os mira a los pies.

Los ángeles pueden volar porque se toman a sí mismos a la ligera.

La única educación eterna es esta: estar lo bastante seguro de una cosa para decírsela a un niño.

Sentir que se ríe de nosotros algo al mismo tiempo inferior y más fuerte que uno es espantoso.

Solamente el bígamo cree de verdad en el matrimonio.

Las verdades se convierten en dogmas desde el momento en que comienzan a ser discutidas.

No es bueno que los hombres sepan hasta que punto somos buenos.

Un loco pierde todo, menos la razón.

No hay gente ineducada. Todo el mundo lo está; sólo que mucha gente está mal educada.

Puedo creer lo imposible pero no lo improbable.

No hay cínicos, no hay materialistas. Todo hombre es un idealista, sólo que sucede con demasiada frecuencia que tiene un ideal equivocado.

Muchos críticos de hoy han pasado de la premisa de que una obra maestra puede ser impopular, a la premisa de que si no es impopular no puede ser una obra maestra.

Una buena novela nos dice la verdad sobre su protagonista; pero una mala nos dice la verdad sobre su autor.

La fatalidad no pesa sobre el hombre cada vez que hace algo; pero pesa sobre él, a menos que haga algo.

La edad de oro retorna a los hombres cuando, aunque sólo sea momentáneamente, se olvidan del oro.

Donde acaba la biología comienza la religión.

El hombre puede ser un escéptico sistemático; pero entonces no puede ser ya ninguna otra cosa; y ciertamente tampoco un defensor del escepticismo sistemático.

Al hombre de cada siglo le salva un grupo de hombres que se oponen a sus gustos.

La respuesta a cualquiera que hable de "exceso de población" es preguntarle si él mismo es parte de ese exceso de población, o si no lo es, cómo sabe que no lo es.

Una de las grandes desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo.

El gran clásico es un hombre del que se puede hacer el elogio sin haberlo leído.

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