Thursday, October 25, 2007

La demora del coito
En el sexo es más importante el proceso que el objetivo, lo saben especialmente los practicantes de las enseñanzas del tantra. ¿Qué importa si se llega o no al orgasmo si durante cada posición, penetración, caricia o abrazo de la relación sexual se siente excitación y placer absoluto?

El coito que exalta el placer y lo prolonga implica concentración en el cuerpo del otro y disfrutar cada uno de los pasos de este encuentro. El resto no existe, ni las creencias, ni el pasado ni el presente. En este espacio no hay reuniones, deberes o compromisos. Sólo dos cuerpos y mentes dispuestos.

En letra de las enseñanzas tántricas, lo que en realidad se busca en un encuentro sexual es prolongar la excitación sexual, más allá del orgasmo que durante unos segundos que se desvanecen demasiado rápido.

No buscar el orgasmo es difícil cuando se ha crecido tratando de conseguirlo. Para enfocar una relación sexual de una forma distinta, con un placer y goce mutuo más allá de un momento, cobran utilidad los consejos, recomendaciones y cada uno de los pasos que las técnicas milenarias del tantra nos transmiten. Son mucho más que un recetario, pero es una forma de introducirse en este mundo y aquí hay una muestra.

Un ejercicio básico y que constituye el preámbulo del rito hacia el placer durante horas es no consumar la penetración completa de inmediato. El pene sólo debe entrar hasta el primer tercio de la vagina, no más de dos centímetros y medio. El hombre debe mantenerse en esta posición durante aproximadamente un minuto, retirarse y dejar descansar el pene sobre el prepucio del clítoris hasta volver a penetrar de la misma forma, sin llegar al fondo. La idea es evitar la eyaculación, un derroche de energía vital. Se busca retardarla y disfrutar la excitación de este proceso. No se trata de un acto mecánico y rápido, es justamente la antesala de lo que viene y quedarse en este juego por 20 minutos es el mínimo que lo asegura.

Un dato, la piel de hombres y mujeres posee 600 mil puntos sensibles y la base de estos ritos amatorios pretende la exploración de todos. El tantra describe diez posiciones iniciales para prolongar la excitación sexual mutua. Cada una encadenada a la otra con intervalos de descanso y relajo cuando sea necesario, en especial cuando la excitación esté a punto de desembocar en la eyaculación. Si quiere hasta puede beber y comer ligeramente.

Lo que viene es una secuencia que comienza con cariños y palabras amorosas, mirándose mutuamente, concentrados en el otro y sus sensaciones. Ambos sentados, recostados levemente hacia atrás apoyados en los brazos. Se produce la penetración lentamente y la pelvis se mueve circularmente. Le sigue una penetración profunda para lo cual la mujer debe abrir bastante las piernas. Esto requiere esfuerzo físico, por lo tanto y casi para compensar, se continúa sentados, cara a cara, los cuerpos erguidos y las piernas entrelazadas. Es una postura para abrazarse, acariciarse y dejar que circulen los sentimientos.

Ya llevamos tres posturas, la cuarta es la llamada “el misionero”, donde el hombre debe estar aún más atento de no llegar a la eyaculación. Luego se puede estirar sobre la cama mientras la pareja se sienta sobre él en cuclillas en plenitud, ambos tomados de las manos y moviendo sus pelvis en círculos. Variamos un poco, colocando unos almohadones debajo de la espalda y el torso de la mujer queda a merced de la visión del hombre. Ocasión, como tantas otras, de acariciar sus pechos y besarlos.

Detención obligada, mirarse cara a cara. Es difícil, pero es el remanso necesario para tener fuerzas para continuar. Pueden quedarse ambos acostados de lado, abrazados, él encima de ella. Relajados.

La fase final se acerca y en la octava etapa el hombre se pone encima, por detrás de la mujer, ambos estirados, con penetraciones profundas y embestidas largas. ¿Han escuchado o practicado la llamada “tijeras”? este es su momento. Ella recibe casi de espaldas, pasando una pierna sobre la cintura de su pareja, que la penetra profundamente, entrelazando los cuerpos.

La última postura llega con la mujer posándose encima de su pareja que yace semirecostado. Sentada sobre él, le da la espalda y es penetrada suavemente mientras él la acaricia en los pechos y besa su cuello.

Secuencia de posturas que se recorren encadenadas y que por cierto tardarán más de 10 minutos en transitar, experimentando la excitación en cada una de ellas, no dejando que explote, manteniéndola. La excitación de ambos es absoluta. Ha llegado el momento de vivir de desatar la energía acumulada, el tantra lo llama hiperorgasmo.

Hiperorgasmo para todos
El más, más de los orgasmos. Los superlativos no alcanzan para explicar lo que el tantra denomina hiperorgasmo, el que sólo se logra con horas de practicar el sexo sin eyacular ni pensar en “el orgasmo”.


In-des-crip-ti-ble puede llegar a ser el orgasmo al final de las faenas amorosas al modo que lo explica el tantra. El orgasmo habitual, o lo que nuestra cultura llama orgasmo, es una nimiedad al lado del hiperorgasmo.

Aparentemente puede parecer que se trata de una competencia por quién siente más, pero lograrlo tiene más dedicación, amor y entrega que comparación. Hay que trabajar, buscar, explorar, una y otra vez. Y esa es la gracia, el objetivo está puesto en el proceso y no en el final.

El tantra con su infinita sabiduría nutre nuestros conocimientos occidentales con metodologías que nos acercan a esta “marea de placer imparable”, “más alto que el de un orgasmo ordinario”. Seguir sus recomendaciones al pié de la letra no garantizan el resultado, no es un manual, pero no se puede negar su utilidad como guía, al menos para empezar.

¿Hay que tener alguna dotación especial para conseguir el hiperorgasmo?

Respire aliviado o aliviada, no necesita ser super atleta, ni estar super dotado (a). Se requiere cierta preparación, nada extraordinario, pero hay que intentar juntar la mayor cantidad de los siguientes factores: sensibilidad, sutileza, desinhibición, dedicación, concentración, olvidar problemas y reuniones. Agregue, para un buen rendimiento físico, no comer graso, escasez de alcohol y tabaco.

Es importante olvidarse del orgasmo. No se trata del preámbulo para llegar a él. Cada parte del encuentro importa de la misma forma. Se trata de alcanzar un estado denominado “hiperestesia erógena” que no es otra cosa que hiper sensibilidad que desembocará en el orgasmo, que será “hiper” también.

Así las cosas, no estamos hablando de un espasmo físico, sino de un punto sensible de altísimo placer que tiene larga duración. Sin citar expresiones de quienes sostienen haber experimentado esta sensación, lo explican como la superación del umbral del orgasmo común, que viene a ser apenas un espasmo nervioso, de placer muy corto. Hablan de un “maremoto de placer indescriptiblemente más alto que el de un orgasmo corriente, que mantiene a todo tu ser en éxtasis por un tiempo ilimitado”.

Todo forma parte de una secuencia de sexo tántrico que se constituye de varias fases: carias tántricas, coito tántrico y el hiperorgasmo. Cada una de ellas descansa sobre el cariño mutuo y la sensibilidad compartida, lentitud, delicadeza. No hay apuro, en cada movimiento se debe tomar tiempo, ya sabe, es posible y deseable que dure varias horas. El tantra habla de un mínimo de tres horas desarrollando y acumulando sensibilidad, placer, estimulación, excitación.

A riesgo de resultar redundante, ninguna recomendación técnica o sugerencia sirve si no están ambos de acuerdo y dispuestos a iniciarse y compartir una experiencia de este tipo.

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