Monday, July 02, 2007

Leary: gurú de la contracultura Alvaro Bisama

Cualquier biografía -o novela- debería contener lo que contiene Flashbacks, las memorias de Timothy Leary, el hombre que puso de moda el LSD en América: drogas psicodélicas, persecuciones policiales, incontables cameos de famosos, el secreto de la realidad tangible, unas cuantas conspiraciones, las insinuaciones de Marilyn Monroe, viajes transoceánicos, budismo tibetano, sexo tántrico, asesinatos no resueltos y la sensación de que sí, una vida -la del mentado Leary- puede abarcarlo todo. No es broma. Leary acumula experiencias como quien junta estampillas: John Lennon le escribe una canción, el gobierno de Estados Unidos lo acosa sin pudor, Aldous Huxley le susurra sus últimas palabras.¿Demasiado? Publicada por primera vez en 1983, esta recién llegada versión corregida de 700 páginas compone, por supuesto, un viaje trepidante: Flashbacks tiene la velocidad de un comic-book y parece una teleserie mientras se despliega en un sinnúmero de países, aspirando a narrar completa la épica química de la segunda mitad del siglo XX.Pero al intentar abarcarlo todo -desde la psicología posfreudiana hasta las conspiraciones de Washington, pasando por los propios desastres personales-, Flashbacks no adquiere densidad más allá de la voluminosa cantidad de anécdotas con las que arremete. A pesar de haberse juntado con Ginsberg, Burroughs y Huxley, la prosa del gurú de la contracultura no es más que eficiente y no logra doblarse ni romperse jamás. Experto en consignas, Leary hace de su biografía un panfleto o un despliegue publicitario anacrónico, con la psicodelia como la forma final de rebelión: "Enchúfate, sintonízate, sal" es su slogan.Lo interesante es que, a pesar de ese exceso de ego, estas memorias aspiran a ser corales, colectivas. Las mejores partes de Flashbacks no son aquellas donde se describen viajes químicos sino aquellos momentos (las vendettas académicas de Harvard, la vida comunitaria de Millbroock, el fugaz paso por México) donde se captan las señales de su entorno y narra el signo de los tiempos, una documentación esencial y caleidoscópica que permite comprender los orígenes y las entrañas de la contracultura esencial.Porque Leary es una suerte de camaleón cultural, un Zelig con infinidad de máscaras: de profesor de Harvard a profeta drogado, de gurú a publicista, de académico a director/actor de happenings; de candidato a gobernador de California a fugitivo de la justicia. De ahí el valor de su lectura: empeñado en justificarse a sí mismo y sus cambios, Leary se hace cargo sin querer del ir y venir de la Historia, de la estupidez y fugacidad de las modas culturales, de lo feble que puede ser el deseo de trascendencia estético o filosófico.Leer a Leary es sumergirse en una larga lista de destellos contradictorios que pueden juntos formar una colección de verdades hecha de pura aporía histórica o un mea culpa por crímenes ya olvidados. En ese supertrip brilla la nostalgia frenética por una utopía cultural desvanecida. De ahí que el lector puede sentir, al finalizar el volumen completo, lo mismo que Arthur Koestler le dice a Leary, al concluir su último viaje psicodélico: "Nunca me he sentido mejor. Pero allí no hay sabiduría. Anoche resolví el secreto del universo, pero esta mañana he olvidado cuál era".
Álvaro Bisama
FLASHBACKS. UNA AUTOBIOGRAFÍA
Timothy Leary

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