Saturday, July 21, 2007

Canción con logo Por Marisol García

Suele discutirse, con algo de ingenuidad a mi juicio, sobre la incompatibilidad entre arte musical y comercio; o, más específicamente, entre pop y publicidad, como si no fuera todo parte de un mismo gran saco de expresión creativa contemporánea, cuyos límites de lucro son siempre difusos. El trato tiene límites, por cierto, y el cuerpo del melómano reacciona de manera instintiva cuando éstos se traspasan. La foto de más arriba a la derecha corresponde a una frustrada campaña de mercadeo para los bototos Doc Martens, cuyos publicistas tuvieron el mal gusto de calzarle a la memoria póstuma de Kurt Cobain unos zapatos que el cantante nunca quiso siquiera probarse en vida. "Tributo" lo llamaron los ejecutivos apenas empezaron las quejas de los fans, pero ya era tarde: la campaña fue retirada y la compañía incluso pidió disculpas por el descriterio. Del mismo modo, recuerdo hace poco haber leído en un blog de "cultura afroamericana" una petición formal por retirar una melodía de Nina Simone de un comercial de autos: "Nadie ayudó a Nina en vida y no vemos por qué su música tenga que ayudar a vender nada ahora que ya está muerta". La lógica ética es indiscutible, aunque sea porque Nina debe ser de las pocas figuras en justa categoría sacrosanta.Pero ¡Fergie! ¿Qué diablos le pasó a esa mujer para aceptar un trato comercial tan penoso como el que recién ajustó con una marca de ropa? Van detalles en la columna más reciente de esta malpagada servidora:

Los ringtones han resultado un efectivo antiinflamatorio para los músculos financieros de la industria del disco, esa misma industria que la última edición de Rolling Stone declara "sin esperanza a la vista". El año pasado se vendieron en Estados Unidos casi 200 millones de discos menos que en el año 2000. La baja del negocio ha sido consistente y, todo indica, irreversible. Ganar algo de dinero con indicadores de llamadas les ha parecido a los ejecutivos de grandes sellos un modo digno de aguantar un rato más la respiración.En tiempos desesperados también la imaginación se desata sin guía. Esta semana se dio a conocer un acuerdo insólito, de resultado económico aún incierto pero osadía preocupante (en la industria del entretenimiento el mal gusto suele ser señero). Hablemos de Fergie, cantante californiana que vino a Chile el año pasado como parte del grupo Black Eyed Peas. La chica tiene un nuevo disco solista (The duchess), cultiva una imagen entre deportiva y callejera, y sus canciones —agitadas, gritadas, seudofeministas— podrían acercarse a las de gente como Gwen Stefani. En la crisis de la industria musical, Fergie quiere ser parte de la solución, y ha aceptado convertirse en la primera intérprete en aceptar product-placement en sus canciones. El término alude a una técnica velada de publicitación de productos que viene usándose hace un tiempo en televisión y cine. La cantante habría recibido 3,7 millones de dólares de parte de la fábrica de ropa Candie's para que no sólo use sus prendas sino que mencione la marca en sus letras. "Te quiero más cuando usas tus zapatillas Candie's", o algo así. Aunque el manager de la cantante negó más tarde la información, ésta fue confirmada por su sello.Hace un par de años, McDonald's había intentado algo similar ofreciéndoles auspicio a los raperos que nombraran la marca en sus rimas. No se sabe de ninguno que haya aceptado, y ojo que el hip-hop estadounidense hace rato superó el recelo hacia las corporaciones (sus fotos son auténticos muestrarios de logos sobre la ropa). Una cosa es que una mala canción parezca un jingle ("Hay un límite", de Aleste, siempre nos sonó a propaganda de preuniversitario), y otra diferente es insertar un jingle en una canción. Hay músicos respetables que han compuesto melodías para publicidad, pero ninguno que haya convertido su disco en un comercial. Quizás los años que vengan conviertan estos argumentos en puritanismo. Los covers de viejos temas dirán "Baby, you can drive my Peugeot", "Dolé strawberry fields forever" y "Sólo así yo te veré a través de mi Luxaflex".

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