Wednesday, July 18, 2007

Harry Potter y la orden del fénix

JUAN PABLO VILCHES

Más que películas, las versiones cinematográficas de los libros de Harry Potter son una pieza o más bien un tentáculo de lo que las multinacionales del entretenimiento pretenden brindar a su insaciable público: una "experiencia" completa. Los libros son el motor de una estrategia que pretende tomar por asalto las mentes y bolsillos de sus fanáticos con juguetes, legos, álbumes, agendas y un sinnúmero de artículos más; mientras que las películas son sólo una parte más de este entramado, por lo que está claro que sus intenciones están más cerca de imponer una presencia de marca que de aportar más luz y más ideas a una creación literaria que, sin ser particularmente poderosa, es respetable y efectiva en lo suyo.Esto no quiere decir que en el caso de Harry Potter nos enfrentemos necesariamente con malas cintas. Con un arranque flojo y con cierta irregularidad, las adaptaciones de las novelas de J.K. Rowling llegaron a un nivel de astucia y concisión notables en Harry Potter y el cáliz de fuego, que ponen la vara relativamente alta para esta entrega.El desafío, en todo caso, es doble, pues su fuente es una novela que por coherencia y estructura es la más lograda de la saga hasta el momento. Teniendo en cuenta lo anterior, salir decepcionado de la proyección es una probabilidad bastante alta que se hace concreta, pero no inmediatamente.I want to be aloneHarry Potter (Daniel Radcliffe) es un adolescente rabioso de 15 años que debe soportar la incredulidad y la hostilidad de casi todo el mundo de los magos. Su tendencia a la soledad y la misantropía es uno de los tópicos de la novela, y sin embargo en la película aparece episódicamente más como una excusa para la acción. El problema de llevar 900 páginas a algo más de 2 horas de duración es que el primer deber es replicar sus elementos más importantes y atractivos, muchos de los cuales apenas funcionan como presencias que duran segundos y, por ende, no permiten mucha profundidad en lo que a desarrollo de personajes y situaciones se refiere.Ésta es la razón de por qué el crecimiento de Harry al enseñar a otros lo que sabe, o la aproximación paulatina hacia el conocimiento de la verdad sobre su relación con su archienemigo Voldemort, tienden a igualarse dramáticamente y a ser absorbidas por las necesidades de la acción. Todo parece en un mismo plano en esta película y sin embargo nada de esto parece importar demasiado mientras transcurre la historia. Se empieza a notar después, lo que no deja de ser un mérito. La saga de J.K. Rowling exuda un desprecio indisimulado por esos gemelos que son la aristocracia y el esnobismo, una desconfianza por las instituciones que parece venir desde la izquierda y una exaltación del valor y la lealtad como valores principales, por sobre la piedad o la responsabilidad. La película no traiciona nada de esto, pero desperdicia la oportunidad de darle el justo peso a su expresión en el ejército clandestino de niños que lidera Potter cuando ya nada se puede esperar de los adultos.Está claro que la comparación de las películas con sus fuentes literarias es una discusión bastante añeja y por lo general inconducente, pero sí vale preguntarse por las decisiones respecto de qué es lo que se deja adentro y qué es lo que se deja afuera y por qué razones. En ese sentido, la apertura hacia la dimensión más seria y compleja del mundo adulto (aunque sea uno de magos) es un tema con demasiado potencial como para descuidarlo impunemente, y lo mismo vale para el despertar sexual o para la forja de la propia identidad.Es improbable que una película de 140 minutos pueda lidiar competentemente con estos tópicos, pero sería bueno que al menos se detuviera seriamente en alguno de ellos y lo escogiera como un eje que le diera algún sentido más amplio que el de suprimir dos horas de nuestro paso por el mundo, como si éste fuera una tortura. Bueno, después de todo, en eso consiste la entretención.Aunque algunas de las omisiones de esta versión pueden atribuirse a la intención de potenciar la adaptación del sexto libro -más débil que La Orden del Fénix y un largo preámbulo para el libro final-, la decisión de fondo que se tomó al escribir y filmar esta película fue privilegiar la velocidad. Esa velocidad que todo lo iguala, que aturde el pensamiento y deja en quien no quiera pensar en el asunto el deseo de más: más juguetes, más libros, más "experiencia" multimedial.EN SÍNTESISEsta película cumple a rajatabla con los requerimientos del entretenimiento actual, en ritmo, fluidez y una superficialidad que sólo podría molestar a quienes exigen más de la tal vez el mejor libro de la saga."HARRY POTTER Y LA ORDEN DEL FÉNIX"

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