Dos cuerpos desnudos, de pie, frente a frente. Ella se encarama hasta la pelvis de su hombre y él la abraza y penetra, sosteniéndola y regulando la cadencia. Dos protagonistas, uno que dirige, sostiene y apreta y la otra se mantiene, abraza y también apreta. Postura clásica, de indudable fuerza dramática. ¿Cuál es la suya?
Nada nuevo bajo el sol. Las posturas sexuales son tan viejas como el hombre, la mujer y el sexo, sólo que ahora las nombramos y catalogamos, destacamos sus potenciales, casi como una guía. El aporte: conocernos más y buscar la que mejor calce con la ocasión. Un día preferimos la ternura, el abrazo y nos quedamos el calor de la “cucharita”, pero otro día la pasión y el salvajismo se apoderan del espacio y pasamos de la “carretilla” al “tornillo” y terminamos con “la sorpresa”. Busque su secuencia y agregue nuevos nombres a esta lista.
Nada nuevo bajo el sol. Las posturas sexuales son tan viejas como el hombre, la mujer y el sexo, sólo que ahora las nombramos y catalogamos, destacamos sus potenciales, casi como una guía. El aporte: conocernos más y buscar la que mejor calce con la ocasión. Un día preferimos la ternura, el abrazo y nos quedamos el calor de la “cucharita”, pero otro día la pasión y el salvajismo se apoderan del espacio y pasamos de la “carretilla” al “tornillo” y terminamos con “la sorpresa”. Busque su secuencia y agregue nuevos nombres a esta lista.
El molde
Más conocida como “cucharita” busca encajar. La mujer recostada con las piernas juntas y recogidas para presionar mejor el pene. Él se recuesta detrás de ella, en la misma posición y la penetra. Los movimientos son suaves y coordinados y la penetración lenta y profunda. Ambos cuerpos se amoldan y mueven acompasados como una pieza. Esta posición es perfecta para quienes necesitan más estimulación del clítoris. Las piernas son las grandes responsables de lograr este efecto tan placentero.
El abrazo.
Ambos de pie y de frente, ella trepa sobre él a la altura de sus caderas, abrazándolo con sus piernas y con los brazos en los hombros. En esta posición él la acerca más y la penetra. El abrazo más o menos apretado determinará el ritmo de penetración, de arriba hacia abajo se produce un fuerte roce de la vulva en el cuerpo de él y el peso hace que la penetración cobre una intensidad de la que se carece en las posiciones horizontales. El coito también puede ser adelante y atrás. La elección siempre dependerá de la forma que les proporcione más placer. El hombre requiere de cierta fortaleza para esta postura y la mujer habilidad para aferrase. Inténtelo, si lo logra, la sensación de riesgo aporta a la excitación.
La carretilla
Es simplemente entrar en el juego. Al borde de la cama ella, con los brazos apoyados, y el hombre levanta sus piernas por detrás y sosteniéndola de los muslos. El hombre dirige esta carretilla que concentra el estímulo en los genitales de ambos, llevando el ritmo y atrayendo y alejando el cuerpo del suyo. La gran posibilidad de esta posición es la variedad de movimientos y sensaciones: circulares, ascendentes y descendentes, con las piernas de ella más cerradas o bien abiertas. Una verdadera faena de trabajo.
El trapecio
El hombre sentado en la cama con las piernas abiertas y ella sentada frente a él es penetrada. La idea es que tomados de las muñecas, ella se va relajando hacia atrás hasta caer por completo. Es necesario intentar estar bien relajada al tiempo que el compañero intenta atraerla hasta su cuerpo con sus brazos provocando la embestida necesaria para el coito. Es un juego algo complejo, pero es verdaderamente una oportunidad de innovar y probar las sensaciones que este vaivén provoca. Una fuerte dosis para romper la rutina, profundizar en los equilibrios y jugar.
El tornillo
Suena complicado, pero la posición del “tornillo” es de las más placenteras para la mujer y estimulante para los hombres. Ella al borde de la cama con sus piernas juntas, flectadas hacia cualquiera de los costados de su cuerpo. En esta posición, el hombre de rodillas en el suelo, al borde de la cama penetra a la mujer, permitiendo que los labios vaginales atrapen el clítoris, lo presionen y lo estimulen como en pocas posturas se logra. Ella puede contraer y relajar toda la zona, mientras él la penetra y toca sus pechos. Verdaderamente una delicia a toda prueba.
Sorpresa
No sé por qué esta postura se puede llamar “sorpresa”, pero lo que importa es que se le atribuye un estado más salvaje o primitivo. Se trata del hombre de pie que por detrás penetra a la mujer tomándola desde la cintura. Ella se relaja inclinándose hacia delante, momento en el cual él la “sorprende” marcando la cadencia del coito. La gracia de esta “sorpresa” es que el placer se concentra en el ángulo de abertura de la vagina que, al ser limitado, provoca una sensación de estrechez muy placentera para muchas mujeres. En cambio, él es invadido por una sensación poderosa se extiende desde el glande, que entra y sale de la abertura vaginal a su antojo y acaricia el clítoris en las salidas más audaces. Esta primitiva postura proporciona un aliciente visual del ano, glúteos y la espalda femeninas, zonas altamente erógenas para muchos a lo que se suma el control total de la situación.
Las fusiones
Hay dos versiones de esta llamada postura de la “fusión”, que se parece bastante al trapecio. Se trata del hombre en la cama, un poco recostado apoyados sobre sus manos a los costados. Las piernas estiradas o flexionadas. La mujer encima pasando sus piernas por los costados y apoyada hacia atrás en sus manos. En este caso la batuta la lleva la mujer: ella domina el ritmo y la intensidad, y la movilidad del hombre está reducida al mínimo. La estimulación en esta postura es distinta a otras frontales o con más contacto corporal. Aquí las manos quedan fuera del juego, dejando espacio a recursos como la mirada, las palabras o la probación de la misma distancia. La conexión es la penetración, la cadencia y la fuerza. La variante de “la fusión” es más relajada y ya el hombre está completamente recostado (sin apoyo de los brazos) y ella sigue sobre él, pero más levantada, casi sentada sobre él. La penetración se hace más profunda y la mujer sigue dominando la situación con mayor capacidad de movimiento, sobre todo de arriba hacia abajo, que es lo que le resulta más fácil. Ambos tienen las manos libres y pueden usarlas… Las “fusiones” pueden ser en secuencia o alternadas con otras parecidas como el “trapecio”. Como siempre, lo que manda es el placer que cada una le cause y la voluntad de ambos.
La amazona
Siguiendo la línea salvaje, esta postura se ve algo compleja, pero remite a lo primitivo y salvaje de una cabalgata. El hombre bien relajado de espaldas en la cama con las piernas recogidas hacia su pecho y levemente abiertas. Ella se acomoda en cuclillas, sentándose en su pene erecto, muy lentamente. Será la fortaleza de sus muslos los que darán el movimiento de arriba hacia debajo de la penetración. La audacia de esta cabalgata está hecha para los espíritus salvajes y aventureros. La acrobática pone a prueba la flexibilidad. Si está fuera de forma o está iniciando esta ruta sexual, déjela para el final de la jornada. Si la elasticidad alcanza disfrutará de una excitación especial. Él acostado boca arriba encima de la cama u otra superficie, ella se posa sobre él, también boca arriba, momento en que es penetrada. Ella flexiona sus rodillas y se inclina hacia atrás tratando que el pene permanezca adentro. Este trabajo no es fácil, pero tiene recompensa, la manera de generar el movimiento depende de ella, levanta el vientre y relaja, se cansa y excita como nunca hasta el orgasmo. Mientras él tiene acceso fácil a los pechos y el clítoris. Si no le resulta a la primera, siga participando.