Friday, May 23, 2008

Fuguet desde Hollywood

Cinéfilos cool, cinéfilos snob

Por Alberto Fuguet

Hace tiempo que no veía la advertencia "mayores de 21" en un cine. Y no era un cine sórdido, era el célebre ArcLight de Hollywood. Es que por la onda del sitio, hay algo casi pornográfico en la cantidad de detalles cool.

La cinta era para menores, y era una mirada nostálgica de un adulto hacia los niños. "Son of Rambow" es una cinta inglesa que arrasó en Sundance, acerca de esa necesidad que tienen ciertos niños de intentar hacer películas caseras, incluso en la imaginación. Dos chicos ven "Rambo" y quedan impresionados. Yo también lo quedé; la película es entrañable y la experiencia de la proyección fue notable. Demasiado notable.

¿Puede la experiencia cinéfila ser tan–tan cool? ¿No tiene algo de nerd y de sacrificio?

Aún no sé si odio o amo el Arclight.

Yo me crié con la idea de que Bergman se veía en un cine frío, con bufanda y ratones en los pasillos. Si algunos creen que ser cinéfilo tiene algo de snob, después de ir al Arclight sentirán que estaban en lo cierto. Aquí la gente se siente europea y aman "Sin aliento", de Godard sin saber quién es Godard. El Arclight tiene algo de hotel boutique o bar de moda. Entiende que tiene que ser distinto a un cine de barrio. No puede parecerse a los de los malls. No es una fantasía babilónica–barroca de un director de arte en ácido; es la aspiración de un productor de cine con casa en Malibu que desea sentirse en un lugar cool. Y lo logran: el público es más estilizado que la gente que está en la pantalla.

El Arclight cobra bastante más, lo que es la mejor manera en EE.UU. de ser democráticos, pero garantizar que no todos vendrán. Sobre todo aquellos que no son bellos, liberales y comen bien. El Arclight es el Hoyts de La Reina sin el segundo piso. Sólo cintas europeas, indies o curiosas; y cuando hay una de Hollywood (del barrio, mal que mal), son las que ganan premios.

La nueva de Indiana Jones la darán, pero para mayores de 21 años. El público podrá tomar vodkas con RedBull o un syrah chileno. Con el truco del alcohol, estos cines pueden cobrar más, parecer un club y alejar a los jóvenes. Curioso, porque en Hollywood nadie cumple 40. Todos quieren ver cintas de Judd Apatow, pero en estos cines no las quieren ver con los adolescentes no sofisticados que las protagonizan.

El sonido es impecable, las pantallas llegan al suelo y los asientos son de cuero. Un estudiante de cine presenta la película y cada espectador tiene su asiento reservado, como si se tratara del cine Oriente en 1987; el público es gente que lee libros como la biografía de Cassevettes que ahora salió en bolsillo. Por ahí está James Franco, solo, anotando en una moleskine. Una cosa es ir a ver Indiana Jones; otra es ir a ver "la nueva de Spielberg".

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