Monday, November 05, 2007

Kapuscinski y los otros

Este libro póstumo del cronista polaco se centra en cómo los viajes nos obligan a toparnos con desconocidos: ¿qué tenemos en común?, ¿podremos entendernos?


"Cuando me paro a reflexionar sobre mis viajes por el mundo, viajes que se han prolongado durante muchos, muchos años, a veces tengo la impresión de que las fronteras y los frentes, así como las penalidades y los peligros propios de estos viajes, me han producido menos inquietud que la incógnita, siempre presente y renovada a cada momento, de cómo transcurriría cada nuevo encuentro con los Otros, con esas personas extrañas con las que me toparía mientras seguía mi camino. Pues siempre supe que de ese encuentro dependería mucho, muchísimo, si no todo. Cada uno de ellos era una incógnita: ¿cómo empezaría?, ¿cómo transcurriría?, ¿en qué acabaría?

"(...)El encuentro con el Otro, con personas diferentes, desde siempre ha constituido la experiencia básica y universal de nuestra especie. Los arqueólogos nos dicen que los grupos humanos más antiguos no contaban más que treinta o, a lo sumo, cincuenta personas (...) Y he aquí nuestra pequeña familia-tribu siguiendo su camino en busca de alimentos y que de pronto se topa con otra familia-tribu. ¡Qué momento tan trascendental en la historia del mundo! ¡Qué descubrimiento más fabuloso! ¡Descubrir que el mundo está habitado por otras personas! (...) ¿Cómo comportarse ante tamaña revelación? ¿Cómo actuar? ¿Qué decisiones tomar?

"¿Abalanzarse con ferocidad sobre los extraños? ¿Pasar a su lado con indiferencia y seguir el camino propio? ¿O, tal vez, intentar conocerlos y tratar de encontrar una nueva manera de entenderse con ellos?

"Esta misma necesidad de optar por una cosa u otra que se había planteado a nuestros antepasados hace miles de años se nos plantea también hoy a nosotros, y lo hace, además, con la misma intensidad.

(...) Cuando, hoy en día, camino por un poblado etíope levantado en medio de las montañas, corre tras de mí un grupo de niños deshechos en risas y regocijo; me señalan con el dedo y exclaman: ¡Ferenchi! ¡Ferenchi!, lo que significa, precisamente, "otro", "extraño". Es un pequeño ejemplo de la actual desjerarquización del mundo y de sus culturas. Es cierto que el Otro a mí se me antoja diferente, pero igual de diferente me ve él, y para él yo soy el Otro.

"(...) Mi experiencia de convivir con Otros, muy remotos, durante largos años me ha enseñado que la buena disposición hacia otro ser humano es esa única base que puede hacer vibrar en él la cuerda de la humanidad.

"¿Quién será ese nuevo Otro? ¿Cómo transcurrirá nuestro encuentro?(...) ¿Sabremos, entre los dos, seguir aquello que –en palabras de Joseph Conrad– "habla de nuestra capacidad de alegría y de admiración, dirígese al sentimiento del misterio que rodea nuestras vidas, a nuestro sentido de la piedad, de la belleza y del dolor, al sentimiento que nos vincula con toda la creación; y a la convicción sutil, pero invencible, de la solidaridad que une la soledad de innumerables corazones: a esa solidaridad en los sueños, en el placer, en la tristeza, en los anhelos, en las ilusiones, en la esperanza y el temor, que relaciona cada hombre con su prójimo y mancomuna toda la humanidad, los muertos con los vivos y los vivos con aquellos que aún han de nacer?"".

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