Tuesday, November 20, 2007

Hermes y Bjork

Bueno, aquí estoy con una crítica que no es de cine, pero que tengo que escribir porque soy espontáneo. Resulta que para celebrar el día del cine con la Lu y la cacha de la espada, decidimos ir al concierto de la comadre esa que es igual a Yuyito y que siempre hace cosas raras, con osos de peluche gigantes, ropa colorinche, peinados cuáticos de Star Wars, y que todas las minocas alternativas imitan. (Menos ponerse el cisne muerto de vestido, porque ahí te quiero ver). Así que gracias a mi viejo, que por el trabajo siempre le mandan cosas de regalo ultra bacanes que a él le importan un queso, porque es viejo y la única vez que escuchó a la Yuyito pensó que alguien estaba torturando un electrodoméstico y se puso un algodón en el oído porque según él le había salido líquido (Gil). Bueno, a él le regalaron dos entradas super mega top platinum bañadas en chocolate VIP, y yo dije matanga dijo la changa, y partimos.


Así que partimos al San Carlos del Poncho del Diablo, y mientras más nos acercábamos más gente rara iba apareciendo y parecía Halloween. Fue divertido porque era gente re normal, de esa que uno encontraría mirando las disquerías enanas en Lyon con subterráneo, pero con alguna cosa rara encima. Lentes gigantes, autoadhesivos en la cara, bufandas peludas, etc. El que más risa me dio fue un gordito entero de negro que tenía la frente y la nariz pintada, y caminaba más solo que un dedo, como si nada, pero con la frente y la nariz blanca, como si le hubieran pegado con una torta que ya iba a la mitad.


(Aquí quiero manifestar mi molestia por la expresión “más solo que un dedo”. ¿Quién inventa estas cuestiones? Los dedos siempre andan con otro dedo al lado, a no ser que sea un niñito en alguna campaña contra el hilo curado, los fuegos artificiales o las pirañas. O algo así. Y cuando uno ve a esas personas le da pena, porque eso no debería pasar. Y más encima los dedos de repente tienen anillos, uñas pintadas, pelitos, o sea, la media parafernalia. Aparte de no ser solos, son estilosos, y uno los usa heavy. Tienen la huella digital, que es como la media cuestión. De todo el cuerpo yo diría que incluso son los más abacanados y le sacan pica el resto del cuerpo. El índice los apunta y los demás se ríen, y si les contestan, el del medio los insulta. Maleteros los giles. Así que eso. “Más solo que un dedo” no sirve. ¿Por qué no decir más solo que el ombligo? Ese sí que es solo. Más encima horrible, como el nudo de un globo metido para dentro. Y no hace nada aparte juntar pelusa o asomarse de repente y cachar qué onda. Pobre).


Pero bueno. Cuento corto, llegamos. Aquí está mi crítica al concierto de Yuyito: Es cuadriculada, roja con blanco, gigante, salta de repente y se mueve con la respiración. Se nota que es de buen corte, pero era muy delgada, y me tinca que uno se la pone y da ene frío. Además al ser cuadriculada roja con blanco es igual al mantel de Carozzi y todo mal. Dos estrellitas. Porque claro, eso es todo lo que pude ver del concierto por culpa del guatón bestia con su camisa Carozzi que se puso delante mío y no me dejaba ver ni pío. Qué onda, guatón. Lo peor es que cuando le dije que se agachara me miró y me dijo que todos estaban parados así que él tenía que pararse también, sorry. Ahí obligado a pararme en el asiento para ver, y ahí le embarré la onda a los que estaban atrás, que también tuvieron que pararse en el asiento pero además empinarse, y así hasta el infinito. Los de la última fila tuvieron que hacer una torre humana como esos españoles que salen en los programas del cable con los pañuelos rojos. Todo por culpa del guatón Carozzi, que empezó con la leserita. ¿Estás contento, guatón Carozzi?


Lo que pude ver igual me gustó, para qué me hago el gil. Tenía una pantalla gigante al lado y a veces el guatón Carozzi se agarraba la cabeza llorando y yo aprovechaba de mirar por el sobaco. La Yuyito salió con un vestido que tenía cualquier huelito y que parecía de esas monas mexicanas que son como las pololas de los Equecos. Salió más chascona que no sé qué, y detrás tenía el medio Orfeón de Carabineros, pero con chinitas clones en vez de Carabineros, y túnicas cuáticas y banderitas de carro de golf que les salían de atrás, y que deben servir heavy para no perderse en la FISA.


También había como cuatro pericos que durante todo el concierto jugaron con unos Nintendos cuáticos que no cacho para qué servían, porque más el atado que hacían los otros moviendo el Tetris y la lesera, pero no pasaba nada y la música se escuchaba igual. Una comadre que parecía vampiro al lado mío decía que eran instrumentos que había inventado la Yuyito, pero no me vengan con cuestiones porque yo avivé el oído y el ojo (soy crítico famoso) y cuando el compadre movía un rayo láser, no pasaba nada en la canción, así que veinte estrellas menos por ponerse a jugar mientras el computador hace toda la pega y vender la pomada. Somos chilenos pero no giles.


La Yuyito sí que se ganaba los porotos, encontré yo. La comadre se pegaba los medios gritos, bailaba como si le diera la corriente (andaba a pata pelada y de repente pisaba los cables), movía las manos y tiraba rayos, y se elevaba y a un inválido que estaba en primera fila lo hizo volver a caminar, y después le sacaron el medio parte porque se había estacionado en el lugar para los lisiaditos y el perla llegó saltando.


A mí la canción que más me gustó es una que según un flaco que fumaba una cuestión entera hedionda se llamaba Pluto. Yo le dije que ni cantando una canción tan la zorra era en honor a un perro tan mamón, pero el compadre hizo como que no me escuchó. Es una que tiene todo el rato el ruido de un robot asesino electrocutándose y echando pericos, y me dieron ganas de ser gigante y electrocutarlos a todos con los relámpagos que me salían de la boca, partiendo por el guatón Carozzi. Ahora que lo pienso, más que relámpagos, lo que me salía de la boca eran mil abejas robots, y en vez de picar electrocutaban, pero no morían después de atacar porque eran abejas androides Terminator.


Lo malo del concierto es que duró como siete minutos y quedé con gusto a poco. Las canciones que más me gustan son esa del video cuático, y esa otra que es más movida. Faltó que tocara esa que no me acuerdo cómo se llama, y esa que salía en uno de los compacts antiguos, que es la mejor, según yo. Ah, al final la comadre gritó “Viva la revolución” y todos los compadres que pagaron cien lucas saltando, enrabiados con el sistema, y diciendo lo mismo que decía la Yuyito. Acá también empezaron a llegar como mil pericos de las otras partes del estadio que se habían colado porque estaban chatos de verle la espalda a los otros. Me dio pánico un rato porque pensé que me iban a aplastar a la Lu, pero eché un par de pericos y puse mi mejor cara de ándate por la sombrita, y los locos se calmaron y siguieron saltando vueltos locos.


Bueno, así con la cuestión. No cacho mucho de música ni de conciertos, pero de que estuvo bueno, estuvo. Yo creo que a esta comadre la van a echar todos de menos cuando se aburra y vuelva a su planeta a vivir en una flor gigante, con los gorilas dentistas, y las mariposas de rayo láser que tocan el arpa eléctrico. Setecientos millones de estrellas.

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