Saturday, September 12, 2009

Vagón fumador

Rodrigo Pinto
Otra buena noticia para los lectores chilenos: los libros de Eterna cadencia, una joven editorial independiente argentina, comenzaron a ser distribuidos en Chile por Uqbar Editores. Narrativa latinoamericana y ensayo son las principales líneas de un catálogo por ahora reducido, pero muy interesante. Entre sus títulos figura esta selección de cuentos hilada por el humo del cigarrillo, una antología modelo por el equilibrio entre voces de autores de distintas generaciones y países y por la excelente calidad de los relatos. Los responsables son Mariano Blatt y Damián Ríos, uno de los fundadores de Interzona, otra gran editorial independiente que el año pasado, por desgracia, quebró.
Escritos o no para la ocasión, ninguno de los relatos muestra esa pesadez del pie forzado que suele afectar a los cuentos por encargo; y es evidente que el primer criterio no fue la mera acumulación, sino la generación de una propuesta capaz de entusiasmar y convocar a los lectores. Tal como señalan Blatt y Ríos, "un poco a despecho de lo sencillamente temático, los autores que forman parte de esta antología fueron seleccionados por sus a veces evidentes, a veces secretas afinidades". Ese criterio agrega un insospechado valor a la colección, que, cito nuevamente, da cuenta de "un mundo posible de la literatura latinoamericana contemporánea", aunque hay que aclarar que la inmensa mayoría de los escogidos son argentinos. Las excepciones son quienes abren y cierran la selección, el chileno Alejandro Zambra y el mexicano Mario Bellatin (además hay una suerte de epílogo, el magnífico poema Tabaquería, de Fernando Pessoa). Así, el humo del cigarrillo y el tiempo que se condensa en torno a las blancas volutas que se dispersan lentamente son más bien un pretexto para poner en circulación similitudes y diferencias, enfoques, maneras de mirar, formas de apropiarse del lenguaje. Es lógico que en tiempos de persecución y anatema sean buenos motivos narrativos las estrategias y métodos para dejar de fumar, así como las normas legales que reducen al tabaquismo a una esfera cada vez más privada o librada a la intemperie, pero lo realmente importante es lo que pasa más acá o más allá del acto de fumar: cómo este puñado de autores traza una zona de ficción que, a pesar de las diferencias generacionales o nacionales o de género (cuatro mujeres, dos de ellas muy jóvenes, integran el grupo), puede leerse -o fumarse- como un continuo donde, de manera aparentemente contradictoria, las diferencias subrayan la pertenencia a un mismo espacio. Especialmente recomendables son los cuentos de Alejandro Zambra, Sol Prieto (el más extenso, urbano y político) y Alberto Laiseca.

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