Saturday, September 26, 2009

Once apuntes sobre el Once
por Daniel Villalobos WWW.SOMOSBLOGS.CL

1
¿Qué es más perturbador en el video de Torres Gemelas, la extraña canción mutante del ecuatoriano Delfín Quishpe? ¿La crudeza del montaje, la frialdad con que pega las imágenes del desastre o los guiños a Morricone en los arreglos? ¿Los ojos inexpresivos de Delfín mientras intenta doblar su propia voz teniendo de fondo los edificios en llamas? ¿O la idea de que su ‘amorcito’ era una trabajadora ilegal que ni siquiera fue mencionada en las listas de víctimas?
2
Dawson Isla 10 es una película ordenada y correcta que podría haber sido filmada en cualquier lugar del mundo. Aparte de las caras de chilenos que tienen la mayoría de sus actores (y qué reconocible puede ser la cara de chileno en estos días) su divorcio de las circunstancias que rodearon al presidio de Sergio Bitar y sus compañeros de generación es completo.
Excepto por un breve flashback (¿o delirio?) donde vemos la muerte de Allende a manos de un militar, nuestros ojos en la subjetiva del verdugo disparándole al presidente a metros de una ventana. La escena no tiene excusa argumental: los personajes jamás hablan del Once o del ataque a La Moneda. Es sólo un chispazo, un eco de una realidad paralela o tal vez el momento en que el pasado muerto se cuela en el filme para recordar que no, que hay cosas que no están resueltas.
3
“Un hombre en San Francisco durmió mientras su esposa le llamaba desde el World Trade Center. La torre ardía a su alrededor y ella hablaba desde su celular. Le dejó su último mensaje en la contestadora. Llamaba para despedirse. Había sólo una cosa por decir, esas palabras que ni el más terrible arte, ni las peores canciones y películas, ni las más seductoras mentiras podrán nunca abaratar. Te amo”.
“Lo dijo una y otra vez antes que la línea quedara muerta. Y eso era todo lo que ellos tenían que decir, desde los aviones secuestrados y desde las torres en llamas. Sólo hubo amor y después la nada. Amor era todo lo que tenían contra el odio de sus asesinos”.
(Ian McEwan, Only love and then oblivion, artículo para The Guardian, 15 sep. 2001)
4
Estadio Nacional, de Carmen Luz Parot, 2001: El hombre camina hacia una esquina del espacio, una habitación desnuda con muros y suelo de cemento. Hay poca luz. El hombre peina canas y viste abrigo. Separa las manos frente a su cara y explica: aquí nos echábamos a dormir. Por allá estaba Zutano. Acá Mengano. En esa puerta se ponía un guardia. De este lado, había un balde. Mueve las manos, apunta, señala, dibuja en el aire ángulos y formas de cuerpos y objetos que ya no están. Reconstruye en el mismo espacio un recuerdo que sólo subsiste en su cabeza y en sus manos.
5
“Me conociste en un período muy extraño de mi vida”, le dice Edward Norton a Helena Bonham-Carter mientras la toma de la mano. Afuera, los edificios de las megacorporaciones se derrumban y el capitalismo deja de existir tal como le conocemos. Todo esto un año y medio antes del ataque a las Torres. En sus mejores momentos, Hollywood ha reflejado con pasmosa exactitud el estado de ánimo norteamericano y sus pesares y esperanzas. Pero en unas cuantas ocasiones, consigue predecir su propio futuro, un futuro negro, humeante y nihilista. “El auto-mejoramiento es masturbarse. Ahora, la auto-destrucción es otra cosa”: la frase de Tyler Durden que también podría haber dicho uno de los pilotos de Al-Qaeda.
6
Titulares de principales medios gringos días después de los ataques (recopilados por Greil Marcus para Salon.com): CNN: “America Under Attack” / Fox News: “America’s New War” / Newsweek: “War on Terror” / New York Times: “A Day of Terror” / y el periódico satírico The Onion: “Holy Fucking Shit”.
7
Recuerdo que no lloré con la cobertura televisiva del día de los ataques. Recuerdo sí que mucha gente alrededor mío lloraba. Y recuerdo que por fin lloré cuando entré a ver La Hora 25, cuya memorable secuencia de créditos iniciales se despliega sobre los haces de luz que se instalaron en Manhattan para evocar a las Torres casi un año después.
8
Contra el Enemigo, una mala película dirigida por Edward Zwick en 1998, imagina una campaña de terrorismo musulmán en Manhattan. Un general interpretado por Bruce Willis declara el estado de sitio y convierte los estadios locales en campos de prisioneros donde los inmigrantes son torturados hasta la muerte. Cinco años después, la película se hace realidad, pero con ciertas variantes: entre ellas, la existencia de Guantánamo y Abu Ghraib.
9
Juegos de Poder es una simpática sátira sobre un senador gringo (Tom Hanks) que miente y engaña para poder darles armas a los afganos en su lucha contra los soviéticos. Estamos a principios de los años ’80 y es la era Reagan. Hacia el final, el gobierno corta los suministros y deja al héroe en la pitilla, quien advierte que abandonar a Medio Oriente será dejar el paso libre a extremistas y fanáticos religiosos. Fin.
La nota a pie de página: el final original del guión muestra a Hanks, viejo y retirado, preparando su desayuno en un departamento de Nueva York. Alguien le llama y grita: “Enciende el televisor”. Hanks cuelga y corre al balcón, fuera de cámara. En una esquina del plano, vemos el televisor en mute, con la imagen de la primera torre humeante.
Según Hanks, esa fue la escena que le convenció de aceptar el papel. La escena nunca se llegó a filmar.
10
Santiago, once de septiembre del 2001, diez de la mañana. Un amigo periodista junto a otros cibertekkies de la naciente web 2.0 miran CNN en un televisor de su trabajo. Uno de ellos mira por la ventana y ve pasar a alguien agitando una bandera chilena, solo, anónimo, casi invisible. “Sonamos con nuestro once”, dice en voz alta, la única frase que mi amigo recuerda de todas las cosas que se dijeron en Chile aquel día.
11
“Michimalonco, como caudillo (toqui) general de los indios de la comarca, encabezó contra la recién fundada ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, un asalto el 11 de septiembre de 1541 que terminó en fracaso, merced a la sostenida resistencia de los españoles que guarnecían la plaza.”

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