Saturday, September 12, 2009

Navidad

Ascanio Cavallo
Dos jóvenes de 18 años, Aurora (Manuela Martelli) y Alejandro (Pablo Ruiz), llegan a pasar la noche de Navidad en una casa abandonada de la precordillera de Santiago. La casa perteneció a la familia de Aurora, pero su madre la ha vendido tras la muerte del padre, y ahora la joven espera recuperar algunos recuerdos de su progenitor. Alejandro ha sido golpeado por su padre y entiende que no puede seguir en su hogar.
No son una pareja, pero estalla entre ambos un conflicto sentimental. Y cuando parece que todo llega a su fin, se presenta Alicia (Alicia Rodríguez), una niña de 15 años que ha huido de su casa para encontrarse con el padre al que nunca conoció. En la decisión de protegerla y acogerla transcurre el resto del metraje.
Como los de La sagrada familia, los personajes de Navidad están en el medio de una crisis de la institución familiar, desorientados e irritados, y buscan su lugar en el mundo sin que todavía hayan terminado de aceptar que el cielo protector se ha venido abajo. A tientas, en esta noche solitaria de la Nochebuena, los tres tratan de recomponer el espacio de pertenencia que esa crisis les ha quitado.
Lo hacen con los instrumentos que el instinto y los afectos les ofrecen: la búsqueda de la identidad sexual, la recuperación de las raíces perdidas, la constitución de una familia vicaria. Pero en el centro de sus conflictos hay una sola figura pivotal: el padre, la presencia más determinante en lo que Freud consideraba el mayor de los misterios, la formación de la identidad. El padre: el criminal más seductor dentro del triángulo edípico de la familia.
El padre muerto (Aurora), el padre ausente (Alicia) y el padre malo (Alejandro) son variantes de la misma dialéctica entre abandono e individuación, pérdida e infatuación, soledad y maduración. Desde el momento en que lo saben, los tres deben hacerse cargo de sí mismos. La cámara movediza y el montaje hiperfragmentado, que se van aquietando hacia el final, sugieren algo de este proceso.
En Navidad hay más guión que cine, aunque parezca lo contrario. La historia es mínima y los incidentes se suceden sin estridencia. Los personajes tienen poca densidad la improvisación no ayuda mucho y sus intervenciones caen con cierta flojera. Pero aquí y allá se advierten las preocupaciones típicas del guionista: que no queden cabos sueltos, que los datos entregados en un momento se completen o resuenen en otro, que los símbolos se presenten con naturalidad, que haya coherencia y unidad en el fondo de lo disperso.
En contraste, se divisan menos las preocupaciones típicas del cineasta: el punto de vista, la continuidad espacio-tiempo allí donde sea relevante, la significación del plano dentro de la escena y de ésta dentro del total, el cuidado del montaje.
Dado que Sebastián Lelio ocupa ambas funciones las de director y coguionista, es posible que Navidad tenga un problema de énfasis y equilibrio. Pero, a diferencia de La sagrada familia, presenta un foco claro y fuerte, un mundo propio y una línea temática consistente y atrevida. Un gran salto adelante.
Navidad
Dirección: Sebastián Lelio. Con: Manuela Martelli, Pablo Ruiz, Alicia Rodríguez.
Duración: 99 minutos.

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