Juan Pablo Meneses
Mi primera vez en Francia fue junto a dos leyendas del fútbol chileno: Chamaco Valdés y Leonel Sánchez. Se jugaba el Mundial de 1998. A la hora del almuerzo, la mesa de Chamaco y Leonel era siempre la más animada: los dos competían en relatar las mejores anécdotas de su época como futbolistas.
El viaje comenzó en Burdeos. A Chamaco y Leonel no les interesaba recorrer, sólo querían estar con los jugadores de la selección. "Los futbolistas no conocemos las ciudades", me dijo Chamaco orgulloso, y una semana más tarde, cuando los dos fueron invitados por el fin de semana a Londres, respondió con un "no, gracias, nos quedamos con el equipo. Además, a Inglaterra ya fuimos el 66".
Para los chilenos que vivían en Europa, Leonel y Chamaco seguían siendo los mismos ídolos de 1973. Después del empate contra Italia, una chilena nos invitó a los tres a comer a su casa, en el País Vasco. Al final llamó por teléfono a su padre, un colocolino que se quedó en Santiago. "Papi, adivina con quién estoy", dijo. Chamaco le habló unos minutos al papá. Todos lloramos. Al día siguiente, ella nos llevó en auto a Biarritz. En una tienda Leonel y Chamaco miraron perfumes largo rato, pero ninguno tenía dinero para comprar.
En Saint-Etienne, Chamaco se agarró la cabeza y gritó "¡no puede ser!" cuando, faltando un minuto para el triunfo chileno, Austria hizo el gol del empate. Los hinchas les decían: "Chamaco, debiste jugar tú". "Leonel, contigo no pasaba esto".
Volvimos a París en bus. Hablaba con Chamaco y Leonel cuando vimos la torre Eiffel: les dio lo mismo. Su único paseo fue a la calle del Moulin Rouge, para comprar souvenirs baratos.
Celebramos la clasificación como si fuéramos jugadores. Ellos lo seguían siendo. Chamaco corría y saltaba a lo largo del bus. Leonel le hacía burlas. Por fuera pasaba Francia, pero eso no importaba.
Dos semanas después de volver a Santiago, nos vimos en la Plaza de Armas. Miramos fotos del viaje y quedamos en juntarnos de nuevo. A Leonel lo vi dos veces más. A Chamaco me lo crucé un día en el metro, y nos abrazamos. De eso ya han pasado diez años. Esta semana supe que murió. Cada vez que vuelvo a Francia, me acuerdo de ellos.
Juan Pablo Meneses.
Thursday, August 20, 2009
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