Monday, August 24, 2009

"La lista anual del cinéfilo es un grito de autoafirmación y una declaración de guerra, tanto por lo que incluye como por lo que omite (…). De hecho, si uno se pusiera extremadamente psicologista concluiría que la lista anual del cinéfilo debería constar de su propio nombre y apellido en cada una de las posiciones. En la celebración del cine que prefiere, el cinéfilo se canta a sí mismo". Desde su columna El inclemente en Otroscines.com.ar, Quintín dispara contra las listas y renuncia como protesta a confeccionar una propia considerando a la práctica más cercana al inventariado de un banco que a la medición de una actividad artística. Las listas, como las estrellas calificadoras, son de naturaleza perversa. Reducen la opinión a una escala matemática, a un antojadizo parámetro que esquiva más que lo que premia. Estoy absolutamente seguro que todos los críticos sin excepción que votaron en nuestro ranking, no vieron todas las películas del año. Su voto fue libre, pero no completamente informado. Así mientras unos cantan loas por alguna cinta, y otros preparan la hoguera para destruirla, hay quienes apenas supieron de su existencia. O sea, un cruce de preferencias, desprecios y omisiones que chocan para llegar a un obligado consenso. Pero cuando se trata de hacer balances, la imperfección de la herramienta se compensa con la utilidad del resultado. Porque si nos quedamos únicamente con las cifras de taquilla, es como ser mudos testigos del movimiento financiero de la bolsa. Jorge Morales.

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