Oscar 2008: ¿El año del cambio?
La selección de películas nominadas para la premiación de hoy es una de las más consistentes del último tiempo, el promedio de edad de los realizadores uno de los más bajos, y se afirma el imperio de las productoras independientes frente a los estudios. Los premios más conservadores de la industria fílmica han comenzado a sacudirse el polvo. Por fin.
Christian Ramírez
Hasta cierto punto, la entrega del Oscar es un ejercicio de masoquismo. Cinéfilo o no, uno se obliga a abanderarse por películas que, si bien representan los estándares de calidad de la industria cinematográfica ha fijado para sí misma, rara vez son un paradigma en términos de calidad, maestría y sutileza.
Es lo que explica que ganadoras del premio a Mejor Película, como "El paciente inglés", "Chicago" y "Una mente brillante" compartan el mismo galardón con "Los imperdonables", "Belleza americana" y "El retorno del rey", a sabiendas de la distancia sideral que separa a las unas de las otras.
Integrada en su mayoría por blancos, angloparlantes y mayores de 50 años, la Academia no se inventó para ir en busca de vanguardia, riesgo y nuevas tendencias, pero si miramos a los nominados de la edición número 80 -programada para hoy- la impresión es la contraria. ¿Qué pasó? ¿Cuándo cambió el panorama? ¿Esta gente se habrá contagiado de la moral del "cambio" que, desde la aparición de Obama, tiene apasionada a buena parte de la sociedad civil norteamericana?
De seguro que no, pero parece que el Hollywood que favorecía el cambio gradual -y que por años reservó a "revolucionarios" e inconformistas como los hermanos Coen, Tarantino, Charlie Kaufman y Alexander Payne un premio de consuelo (el Oscar al Mejor Guión)-, de pronto ha comenzado a jugar con otras reglas.
Recambio generacional
La primera clave hay que buscarla en la carrera por la Mejor Película. De las cinco seleccionadas, "Michael Clayton" es la única que por temática y estructura se acerca a lo que debería ser una cinta "nominable": un drama, con abogados, cuestionamientos morales y una estrella (George Clooney). Las cuatro restantes -todos filmes gestionados por productoras pequeñas o subsidiarias de estudios más grandes- han explotado a rabiar su perfil de independientes y la sensación de que, antes de representar los intereses de sus productores, son productos de un autor.
Lo siguiente es el nivel de los involucrados. Al contrario de años en que se han nominado verdaderas brutalidades al premio mayor ("Ghost", "El príncipe de las mareas", "Claroscuro", "Chocolate", entre otros inmortales desperdicios), el promedio de esta entrega es particularmente alto. No será 1975 -la mejor competencia de la historia: "Barry Lyndon", "Tarde de perros", "Tiburón", "Nashville" y la ganadora, "Atrapado sin salida"-, pero la edición 80 ya tiene un aspirante a clásico ("Petróleo sangriento"), la consagración de una pareja de cineastas ("Sin lugar para los débiles") y una corajuda adaptación literaria ("Expiación"). Incluso "Juno", el filme más débil según la crítica, pero uno de los mejor recibidos por los votantes de la Academia, es un ejemplo en términos de humor, puesta en escena y sentido de la oportunidad.
Otro punto es el recambio generacional. Seguramente, el Oscar jamás va a cambiar su objetivo básico -la difusión de las películas norteamericanas por todo el universo conocido-, pero los rostros que uno ve sentados en la transmisión de la ceremonia sí que van siendo reemplazados. Ocurrió a mediados de los años 60, cuando los realizadores que venían de la TV se infiltraron por todas partes, y también una década más tarde cuando los movie-brats (Coppola, Lucas, Spielberg y los suyos) aparecieron de la nada robándole nominaciones a los veteranos. De ahí en adelante, la hegemonía de estos renovadores fue combinándose con la de los artesanos alineados con la industria y con las aspiraciones de actores transformados en directores. Bueno, ya no más.
En 2007, Martin Scorsese -el único de los brats que se estaba quedando sin Oscar- levantó por fin la estatuilla con 64 años cumplidos. En esta temporada, el panorama es distinto: ninguno de los participantes tienen edad para jubilar y, salvo por los favoritos Joel (53) y Ethan (50) Coen, ambos en su época de mayor actividad creativa, todos los demás se encuentran en su "juventud" cinematográfica. Esto cuenta tanto para P.T. Anderson (37), quien está en vías de convertirse en un verdadero monstruo fílmico, como para el pintor Julian Schnabel (56), que siempre ha considerado al cine como una actividad paralela; pero sobre todo se aplica a los noveles Tony Gilroy y Jason Reitman (30), los que ya han ganado bastante con el hecho de haber sido incorporados a la lista final pasando por alto a directores con mayores pergaminos (David Cronenberg, Tim Burton, David Fincher).
Ahora, si bien la disminución del promedio de edad en la mayoría de los votantes está generando nominados cada vez más jóvenes, su efecto con el tiempo será más y más profundo. Ya están apareciendo voces dentro de la Academia que abogan por cambiar los sistemas de elección en ciertas categorías, y eso, en términos del conservador Oscar, sí que sería un acontecimiento. La víctima más obvia sería la votación por Mejor Documental, que ha resultado ser excesivamente estacional y no deja lugar para la diversidad: en su momento pasó por alto filmes extraordinarios ("Grizzly man", de Werner Herzog), y hoy es pasto casi exclusivo para producciones inspiradas por la guerra de Irak.
Firme candidato a enmienda es también el Oscar a la Mejor Banda Sonora, cuyas reglas de calificación por porcentaje de música original dentro de un filme son vetustas: este año afectaron a la brillante suite sinfónica que Jonny Greenwood -guitarrista de Radiohead- compuso para "Petróleo sangriento" y que fue descalificada a última hora porque incluía porciones del Concierto para violín de Brahms y los Fratres, de Arvo Pärt.
El mundo y Hollywood
Por último, el gran escándalo de 2008 y de casi todos los años: la Mejor Película Extranjera. Incluso los oficiales encargados del tema en la Academia se molestaron porque "4 meses, 3 semanas y 2 días", del rumano Christian Mungiu -ganadora de Cannes y del mejor filme europeo 2007-, no pasó la preselección.
Se cree que muchos de los votantes (que en esta categoría superan largamente el promedio de 60 años) ni siquiera se preocuparon por verla, así como en su tiempo no se han molestado por mirar los filmes de Kiarostami, los hermanos Dardenne y Wong Kar-wai, entre otros, dejando el premio totalmente al margen de las nuevas cinematografías.
El tiempo dirá si vale la pena pedirle peras a este olmo. Lo realmente importante es que sí o sí, esta noche la Academia premiará a una película que vale la pena. A su modo, cada una merece su Oscar.
Vapuleadas y olvidadas
Si la media de calidad de las nominadas es la mejor en muchos años, eso ocurre porque el total de la producción fue el que mejoró. Desde 1999 -aquellos días de "Magnolia", "¿Quiéres ser John Malkovich?", "Elección", "El club de la pelea", "Sexto sentido" y "El informante"- que no había tal cantidad de estrenos comerciales de interés, varios de los cuales esta vez quedaron marginados de las categorías mayores.
De partida, "Sweeney Todd", eliminada del juego por sangrienta, gótica y escaso impacto comercial. También quedó fuera "La conspiración" (In the valley of Elah), quizás el drama más macizo y emocionante de la lista de elegibles, pero que se resintió porque su director Paul Haggis quedó al debe tras el inexplicable triunfo de "Crash", hace un par de años.
Al menos las dos anteriores (con una nominación de consuelo cada una) tuvieron más fortuna que la increíble "Control" -la vida del vocalista de Joy Division escenificada por Anton Corbijn- y la cuasi legendaria "Zodiac". Esta última ya acumula votaciones para mejor filme de la década, pero la Academia actuó como si nunca hubiera existido.
Y una mención especial para "Hacia rutas salvajes" (Into the wild), la adaptación que Sean Penn dirigió a partir del libro homónimo de Jon Krakauer, sobre un veinteañero que deja atrás casa, familia y carrera para abrazar el muy americano sueño de vivir en la naturaleza... sólo que no calcula los costos. Ni idea de cuándo se estrenará por estos lados (ya está disponible en DVD), pero se trata de una cinta única, brillante y enervante, apasionante y desgarrada. Da lo mismo si la tomaron en cuenta o no (tiene una nominación): Penn no la hizo para ganar premios.
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