Saturday, February 02, 2008

DE MEMORIA CHILENA.CL

La novela policial en la literatura chilena

La crónica roja como crítica social


Aun cuando el género policial ha sido cultivado por escritores de la talla de Edgar Allan Poe, Gilbert Keith Chesterton y Arthur Conan Doyle, y ha despertado el interés de otros como los argentinos Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, quienes crearon la ya mítica colección “El séptimo círculo”, no han sido pocas las ocasiones en que crítica y academia han tendido a considerarlo más un subgénero que una forma seria de expresión literaria. La novela policial ha compartido esta condición con la ciencia ficción, siendo estos géneros asociados al folletín y a la literatura de diversión.

Tal vez por eso, el desarrollo de la novela policial en nuestro país ha sido menos vigoroso que en otras latitudes de Latinoamérica, por no mencionar la historia del género en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, esto no ha impedido que autores como Alberto Edwards -quien creó al detective Román Calvo- y Luis Enrique Délano hayan realizado incursiones en el género.

En los últimos años la novela policial, particularmente en su vertiente “negra”, ha experimentado un notorio impulso, en buena medida gracias a la obra de Ramón Díaz Eterovic, que ha hecho del género su fuerte, desarrollando un mundo literario rico y variado que gira en torno al detective Heredia, protagonista sempiterno de sus novelas.

Junto a este autor, destacan los nombres de otros que han desarrollado una labor en esta línea creativa, o han incorporado elementos de ella en su obra, como Poli Délano, Roberto Bolaño, José Román, Roberto Ampuero, Marco Antonio de la Parra, Gregory Cohen, Jaime Collyer, Gonzalo Contreras y Luis Sepúlveda, entre otros.

Este género se ha desarrollado en dos vertientes principales, la novela deductiva o de enigma, -al estilo Sherlock Holmes-; y la novela negra, surgida en los oscuros años del macartismo norteamericano y magistralmente cultivada por Dashiell Hammett y Raymond Chandler.

En Chile se ha desarrollado principalmente la novela negra, posiblemente debido a que esta corriente permite una descarnada crítica social, creando frescos de personajes ubicados en los márgenes de una sociedad violenta, donde reinan el poder, la impunidad y el dinero, y en la que el protagonista suele operar como un outsider, uno más de entre los marginales que habitan un paisaje netamente urbano y que viven de acuerdo a códigos éticos desahuciados por la sociedad del éxito y el individualismo.

En el contexto post-dictatorial, la novela policial chilena -o lo que se ha dado en llamar el neopolicial chileno- se ha centrado en la crítica a las instituciones, la impunidad y el crimen de origen político, situación que comparte con la cada día más vigente novela negra latinoamericana. Como señala el profesor Eddie Morales en su “Aproximación a la novela neopolicial de Ramón Díaz Eterovic”, “el género policial negro en Chile ha pasado a constituirse en una forma de representar la realidad nacional”. O, como más directamente asevera el mismo Díaz Eterovic, el género ha “ocupado el lugar de la novela social”.

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