Según Isabel Plant, las mujeres siempre, pero siempre prefieren los malos que a los pernos aburridos que siempre hacen lo correcto. Y que como en la naturaleza, las hembras buscan siempre al macho más fuerte. Interesante punto de vista, teniendo en cuenta que me gusta Isabel Plant.
Elegir entre Jack y Sawyer en “Lost”, es lo mismo que elegir entre Terry y Anthony en “Candy”. No es que los chicos buenos aburran tanto, es que al parecer, los malos son tanto mejores. Por Isabel Plant
Me gusta Sawyer. Me gusta cuando le dice sobrenombres mala onda a los otros personajes, porque no puede existir nada más hinchador que estar en una isla en la mitad de la nada y tener a alguien que te esté diciendo como te decían en cuarto básico. Me gusta cuando se pone a leer con unos anteojos que encontró que le quedan pésimo. Pero soy de lo menos original porque Sawyer le gusta a todos los que ven “Lost”. Da lo mismo si a alguien le gusta más Kate, Hurley o incluso es fan de Locke. Sawyer compite en favoritismo con sólo uno: Jack. El malo versus el bueno, una vez más. Y Sawyer gana: si uno busca en Google Trends, Josh Holloway (alter ego Sawyer) le gana por patadas en búsquedas y noticias a Matthew Fox (alter ego Jack). Sawyer es un estafador que ha matado a gente, no tiene ni Dios ni ley y cuando puede, se apropia de cosas y cobra comisión en una maldita isla desierta. Sawyer más que mino, es malo. Es el que se sentaba atrás en la clase, se llevaba mal con la profesora y no mucho mejor con el resto del curso, pero al que todos respetaban y se iba a la casa con la más matea y bonita. Cuando empezó “Lost” yo me inclinaba más por el bueno del doctor Jack. Un líder por obligación, cargando con las vidas de todos (y con esa barba como de tres días que le queda tan bien), pero a medida que avanzaban las temporadas Jack se puso más latero, más responsable, más intenso. Sawyer sigue igual de malo, pero es el que te hace reír, el que no tolera que le vengan con tonteras, el que te puede estafar cuando quiera y filo.No es la primera ni la última vez que las fuerzas del bien y el mal se enfrentan escondidas bajo los cuerpos de dos hombres. Por ejemplo, en “Gilmore Girls” hay un antes y un después de Jess Mariano. El pololo de Rory, que era malo e insoportable, el que su mamá odiaba pero que también leía libros y que la quería tanto. Era oscuro, un Marlon Brando en potencia. Mil veces mejor que su competencia, el pololo eterno, Dean. Guácala. Fome, con gusto a nada. Está bien, Jess hacía sufrir tanto a Rory, en cambio Dean le entregaba todo en bandeja. Jess, de hecho, se fue. Pero para taparle la boca a todas las madres de este mundo, el malo volvía, tenía una vida en Nueva York y había escrito un libro. Dean en cambio, se casaba joven, se quedaba en el pueblo y después le ponía el gorro a su señora quinceañera con Rory. Pastel.Para llegar a la raíz del efecto “Sawyer” (morir por el malo y aburrirse del bueno), es necesario aterrizar en un clásico: “Candy”. Las minas se definen por las que hubiera querido que se quedara con el bueno de Anthony, todo rubio y amoroso, y Terry. Uf, Terry. Millonario, pesado, mala onda, desastre, y el eterno enamorado de Candy. El que le hacía la vida más entretenida, pero insoportable. El que, coincidentemente, le decía “pecosa”, como Sawyer le dice “pecas” a la linda Kate. Ese coqueteo loco, que a las mujeres nos mata. Cuando Candy y Terry se dieron un beso por primera vez, el mundo se puso technicolor, igual que en Punch Drunk Love (02). Después del beso ella le pegó una cachetada (Candy, Candy, Candy, quién te entiende). Y, obvio, él le pegó de vuelta. (¿Paul Thomas Anderson habrá sido seguidor de Candy? Acála escena de Candy. Y acáel beso de la cinta, para que comparen). Sawyer es lo mismo. Le tiene poca paciencia a Kate, pero la quiere tanto. Y en esta tercera temporada, cuando por fin ya están juntos pero se siguen haciendo los choros, uno entiende por qué le gustaba tanto el malo. Porque cuando él estaba enjaulado (esto ya lo dieron en AXN, pero atención de spoiler igual) y lo iban a matar, la protegía mientras ella lloraba y él le gritaba que no mirara. Y uno entendía todo: esos actos de protección esporádicos, esos pequeños gestos, un breve microsegundo de “debilidad” del malo, valen mil veces más que un ramo de flores diarias del chico bueno. Es como Jess en “Gilmore Girls” : puede haber sido un maldito animal, pero sólo se amansaba con Rory. Es la posibilidad de dominar a la bestia la que es infinitamente atractiva. Un buen reto.
Saturday, May 26, 2007
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