Saturday, March 31, 2007

Para sanar

Hermann Hesse Demian (fragmento)
Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría.(...)Acostumbramos a trazar límites demasiado estrechos a nuestra personalidad. Consideramos que solamente pertenece a nuestra persona lo que reconocemos como individual y diferenciador. Pero cada uno de nosotros está constituido por la totalidad del mundo; y así como llevamos en nuestro cuerpo la trayectoria de la evolución hasta el pez y aún más allá, así llevamos en el alma todo lo que desde un principio ha vivido en las almas humanas. Todos los dioses y demonios que han existido, ya sea entre los griegos, chinos o cafres, existen en nosotros como posibilidades, deseos y soluciones. Si el género humano se extinguiera con la sola excepción de un niño medianamente inteligente, sin ninguna educación, este niño volvería a descubrir el curso de todas las cosas y sabría producir de nuevo dioses, demonios, paraísos, prohibiciones, mandamientos y Viejos y Nuevos Testamentos.


Hermann Hesse El último verano de Klingsor (fragmento)
" Cada cual tiene sus estrellas -comentó Klingsor, dejando caer las palabras-. Yo sólo creo en una cosa: en el ocaso. Viajamos en un carruaje sobre el abismo, y los caballos se han espantado. Nos hallamos en el ocaso, todos; tenemos que morir, tenemos que nacer de nuevo; ha llegado el momento del gran viaje. "

Hermann Hesse Obstinación (fragmento)
" Una virtud hay que quiero mucho, una sola. Se llama obstinación. Todas las demás, sobre las que leemos en los libros y oímos hablar a los maestros, no me interesan. En el fondo se podría englobar todo ese sinfín de virtudes que ha inventado el hombre en un solo nombre. Virtud es: obediencia. La cuestión es a quién se obedece. La obstinación también es obediencia. Todas las demás virtudes, tan apreciadas y ensalzadas, son obediencia a las leyes dictadas por los hombres. Tan sólo la obstinación no pregunta por esas leyes. El que es obstinado obedece a otra ley, a una sola, absolutamente sagrada, a la ley que lleva en sí mismo, al "propio sentido". "

John Keats Oda a una urna griega (fragmento)
" Cuando la vejez consuma esta generación, tú permanecerás, en medio de la aflicción que no es la nuestra, amiga del hombre, para decir: La belleza es la verdad, esto es todo lo que sabes de la tierra, todo lo que necesitas saber. "

Bertrand Russell La conquista de la felicidad (fragmento)
" Hay personas que son incapaces de sobrellevar con paciencia los pequeños contratiempos que constituyen, si se lo permitimos, una parte muy grande de la vida. Se enfurecen cuando pierden un tren, sufren ataques de rabia si la comida está mal cocinada, se hunden en la desesperación si la chimenea no tira bien y claman venganza contra todo el sistema industrial cuando la ropa tarda en llegar de la lavandería. Con la energía que estas personas gastan en problemas triviales, si se empleara bien, se podrían hacer y deshacer imperios. El sabio no se fija en el polvo que la sirvienta no ha limpiado, en la patata que el cocinero no ha cocido, ni en el hollín que el deshollinador no ha deshollinado. No quiero decir que no tome medidas para remediar estas cuestiones, si tiene tiempo para ello; lo que digo es que se enfrenta a ellas sin emoción. La preocupación, la impaciencia y la irritación son emociones que no sirven para nada. Los que las sienten con mucha fuerza pueden decir que son incapaces de dominarlas, y no estoy seguro de que se puedan dominar si no es con esa resignación fundamental de que hablábamos antes. Ese mismo tipo de concentración en grandes proyectos no personales, que permite sobrellevar el fracaso personal en el trabajo o los problemas de un matrimonio desdichado, sirve también para ser paciente cuando perdemos un tren o se nos cae el paraguas en el barro. Si uno tiene un carácter irritable, no creo que pueda curarse de ningún otro modo. (...)El que ha conseguido liberarse de la tiranía de las preocupaciones descubre que la vida es mucho más alegre que cuando estaba perpetuamente irritado. Las idiosincrasias personales de sus conocidos, que antes le sacaban de quicio, ahora parecen simplemente graciosas. Si fulano está contando por trescientas cuarenta y siete vez la anécdota del obispo de la Tierra del Fuego, se divertirá tomando nota de la cifra y no intentará en vano acallarle con una anécdota propia. Si se le rompe el cordón del zapato justo cuando tiene que correr para tomar el tren de la mañana, pensará, después de soltar los tacos pertinentes, que el incidente en cuestión no tiene demasiada importancia en la historia del cosmos. Si un vecino pesado le interrumpe cuando está a punto de proponerle matrimonio a una chica, pensará que a toda la humanidad le han ocurrido desastres semejantes, exceptuando a Adán, e incluso él tuvo sus problemas. No hay límites a lo que se puede hacer para consolarse de los pequeños contratiempos mediante extrañas analogías y curiosos paralelismos. Yo creo que toda persona civilizada, hombre o mujer, tiene una imagen de sí misma y se molesta cuando ocurre algo que parece estropear esa imagen. El mejor remedio consiste en no tener una sola imagen, sino toda una galería, y seleccionar la más adecuada para el incidente en cuestión. Si algunos de los retratos son un poco ridículos, tanto mejor; no es prudente verse todo el tiempo como un héroe de tragedia clásica. Tampoco recomiendo que uno se vea siempre a sí mismo como un payaso de comedia, porque los que hacen esto resultan aún más irritantes; se necesita un poco de tacto para elegir un papel adecuado a la situación. Por supuesto, si uno es capaz de olvidarse de sí mismo y no representar ningún papel, me parece admirable. Pero si estamos acostumbrados a representar papeles, más vale hacerse un repertorio para así evitar la monotonía. "


PREGUNTAS A ALBERTO FUGUET
–¿Hacer cine es ser otro?
–Hummm, a ver… No creo. Interesante. A ver… No. Escribir es hacer y ser otro. Ahí hay más desdoblamiento. Sobre todo si tu personaje, por mucho que tenga cosas de ti, es otro. Casi tienes que actuar cuando estás escribiendo. Quizás para un actor, hacer cine es ser otro. Pero ser director, hacer cine, es ser uno. Nada de negociaciones. Ahí estás ciento por ciento con toda tu visión del mundo: desde estética a rítmica. Creo que se puede mentir más escribiendo que filmando. Hacer cine es ser uno y, de una extraña manera, compartirse.
–¿Eres un autista recuperado?
–Espero que no. Quiero ser un autista funcional. Que funcione. Pero me gusta estar solo, soy solo, me hice escritor para tener una excusa para estar solo, veo cine porque el cine es un rito de gente sola rodeada de gente. No creo que sea el único. Mi impresión es que hay una legión de autistas. Uso la palabra en su nuevo sentido. Antes, la opción de “andar solo por la vida” no era una opción, era una maldición. Hoy, capto que es una legión inmensa. Y nada de tonta.


"La literatura es la forma más agradable de ignorar la vida"
Fernando Pessoa

El ocio
Por Francisco Mouat
fmouat@mercurio.cl
Última semana de vacaciones. Actividades del día: matar hormigas en la cocina, seguir con atención los movimientos del gato de la casa que a veces concluyen con una lagartija entre sus dientes, leer, jugar pimpón con mis hijos y cuidarme de que ellos recojan la pelota del suelo porque la guata pesa bastante.
También hacer un listado de libros disponibles en las estanterías que no he leído y que quiero leer este 2007. La nómina es tan grande, que me lleva a una conclusión saludable para la economía doméstica: no comprar más libros este año ni el próximo. Con lo que hay, podría mantenerme activo y feliz de la vida a lo menos hasta el 2009. En cuanto a mi Plan Bicentenario para bajar de peso, hacer ejercicio y llegar al 2010 en buena condición física, lo que a estas alturas supone eliminar veinticinco kilos, la familia sigue haciendo mofa de mi fallida fuerza de voluntad. Cuando digo en la mesa que mi vuelta a la oficina significa el comienzo de una dieta estricta y un plan sistemático de gimnasio día por medio, todos se ríen a carcajadas. Es el chiste preferido hasta de mi hija Agustina, que con sus casi cinco años de edad no trepida en llamarme guatón glotón y darme las sobras de sus platos, las que acepto para no defraudarla.
Roland Barthes dice que el ejercicio del ocio en los tiempos modernos está asociado a una nueva manera de experimentar la pereza: la libertad. Que como ya es difícil moverse en este mundo sin hacer nada, lo mejor es introducir una diversión en la mitad del trabajo. A Barthes lo deslumbra la simplicidad de un poema zen que él quisiera vivir en carne propia: "Sentado apaciblemente sin hacer nada / la primavera llega / y la hierba crece por sí misma". Conservar el espíritu de este poema será mi caballo de batalla apenas vuelva a las faenas.
Hasta hace pocos años, el Código Penal chileno sancionaba con cárcel la vagancia. Artículo 305: son vagos los que no tienen hogar fijo ni medios de subsistencia, ni ejercen habitualmente alguna profesión, oficio u ocupación lícita, teniendo aptitudes para el trabajo. Joaquín Edwards Bello decía que si el dinero no hace la felicidad, en cambio, la ausencia de dinero nos hace desgraciados. Trabajamos entonces para no caer en desgracia, para sobrevivir, y en el camino nos convertimos en unos sujetos irritables, estresados, neuróticos, infames y abominables. Para juntar fuerzas y preparar mi inminente regreso a la oficina, leo a Robert Louis Stevenson y su Apología de la pereza. El escocés escribe que la devoción perpetua a lo que un hombre llama su profesión sólo puede mantenerse mediante el perpetuo abandono de muchas otras cosas. La pereza, según Stevenson, no es no hacer nada, sino hacer muchas cosas no reconocidas por la clase dirigente. Vuelvo entusiasmado a lo mío: las hormigas de la cocina, el gato, leer, jugar pimpón, que ya sobrará tiempo durante el año para conjugar ese verbo horrendo: trabajar.

Revista de libros 11 de marzo 2007
Bertoni
Roberto Merino

Me doy cuenta de que tengo todos o casi todos los libros de Claudio Bertoni. Claro, me falta la primera edición de El cansador intrabajable, publicada en Londres en el 73, pero ese libro no lo tiene nadie, ni el propio Bertoni, me parece. Si es prodigiosa esta acumulación bibliográfica se debe a que durante años Bertoni fue un escritor semioculto, un tipo de quien se sabían cosas a través de terceros. Era un poeta que no publicaba y que no aparecía mucho por Santiago. Yo lo conocí entre el 79 y el 80, en una perdida noche en La Reina, en una casa a la que creo haber llegado con Roberto Brodsky. No alcanzo a retener los rostros de las personas reunidas en ese lugar, "gente inteligente pero improductiva", según Rodrigo Lira. Meses después vi a Bertoni en una fuente de soda de Arturo Prat con la Alameda, en la mesa del fondo, acompañado de una Pílsener y de un cuaderno en el que presumiblemente escribía. No entré. Nos saludamos desde lejos, a través de la vidriera. Alguien me dijo después que él había valorado mi decisión de no interrumpirlo.
Me llegó ahora el último libro de Bertoni, En qué quedamos, de las ediciones Bordura, gerenteadas por Vicente Undurraga y Tal Pinto. Si un criticón dijera que en esta nueva obra sólo hay "más de lo mismo" no podríamos contradecirlo, pero habría que agregar que en este caso el "más de lo mismo" es un punto a favor. Bertoni siempre ha estado escribiendo un puro libro, en el cual deja entender que la poesía no es cuestión estrictamente de metáforas y carambolas, sino más bien de una cierta vigilancia emocional sobre el curso de la vida en sus detalles mínimos.
Con En qué quedamos me ha sucedido lo mismo que la primera vez que leí los textos de Bertoni: una inminente curiosidad me lleva a revisar los poemas en desorden, a cerrar el libro, a abrirlo otra vez. Lo que se produce es una agitación privada. El breve poema sobre la muerte de Gonzalo Millán, con su simpleza cotidiana, vuelve empalagoso e intolerable el recuerdo de la cincuentena de elogios fúnebres que hemos alguna vez escuchado. El problema que Bertoni ha solucionado es el de cómo hablar: cómo hablar poéticamente, por escrito, sin alejarse del modo en el que hablamos - a los demás y a nosotros mismos- todos los condenados o luminosos días de nuestra vida.
Una última cosa: los textos de Bertoni producen un efecto retardado en el lector. Uno queda sumergido en algo así como una hiperrealidad, observando con asombro sus propias manos, la luz del cigarro, el chasquido del fósforo, el contenido del refrigerador, el color del té o el viento en los árboles de más allá.

Coca-cola Gabo
Por Álvaro Bisama

Uno no se cansa de escribir sobre García Márquez. Incluso para celebrar sus ochenta años - como lo ha hecho la prensa nacional y extranjera- , a pesar de que nació en 1928. En esta misma revista se ha armado una polémica llena de algunas estocadas elegantes y otras no tanto. Pero el tipo sigue vivo. No sé si coleando. Y desde hace tiempo, un buen rato, que su literatura ya no es lo que era. Él mismo se convirtió en una marca, en una empresa. En algún aspecto, Gabo puede ser nuestra Coca-Cola: la bebida que todos querían imitar o desbancar, pero cuyo sabor posee un secreto inexpugnable en su fórmula. Y eso siempre lo supo. Ése es su arte, su talento. Está en sus mejores obras eso de equilibrar los ingredientes: un poco de épica oral por allá, un poco de Faulkner por acá, un diluvio en este lado, unos centenares de muertos en este otro, una pizca de modernismo para sonar anacrónico, un dictador o una guerra civil para el color local, una mujer voladora para amarrarlo todo. Mitos para regalar. Nombres raros. Dictadores. Bien. Funciona. Pero hay que leerlo con cuidado, vadeando los efectos especiales o metiéndose a fondo en ellos. Mal que mal, Gabo inventó algo nuevo que el resto del boom - y el post boom completo- volvió viejo de inmediato, pero cuya primera lectura desnuda, despoblada de cualquier efecto especial, deslumbra hasta el día de hoy. Asesina a sangre fría. Ahí está Cien años de soledad para probarlo: lo más parecido a una biblia latinoamericana jamás escrito. Yo mismo lo leí a los 15 años y me di cuenta de que el resto de mis lecturas adolescentes palidecían ante esa catedral hecha de maravillas y desechos. Al lado de García Márquez - prefiero los dos apellidos, a pesar de la majadería de Armando Uribe de llamarlo con uno- Hesse era un pobre pelele, Richard Bach un imbécil y los rusos, un montón de señores aburridísimos. Por supuesto exagero, salvo en lo de Bach. Pero el efecto era ése. Porque para este redactor, que creció en un pueblo donde un profeta que aspiraba pegamento - y que luego se haría travesti- veía a la Virgen ante decenas de miles de fieles todos los domingos, García Márquez le pareció en algún momento un autor realista, casi documental. Mi vidente sangraba, hacía aparecer hostias, hablaba en lenguas, era como una novela de Gabo, contemplada casi en vivo y en directo, en los extraños años 80. Pero paradójicamente, en la época en que yo lo descubría, García Márquez ya había comenzado a perderse en su propio mito: sus mejores novelas las estaba haciendo Isabel Allende, y el mismo Donoso - que lo abrazaba como un hermano en su Historia personal del boom- se quejaba amargamente en El jardín de al lado de la penosa obligación de los escritores latinoamericanos en Europa de ser algo parecido a Gabo. Por supuesto, esa discusión se extiende hasta hoy, McOndo mediante. Porque García Márquez es la encarnación de la mejor literatura americana, pero también de sus clichés y pedanterías, de sus carencias y obviedades. Del hecho de que lo latinoamericano - como señalaría Juan Villoro- terminara siendo una colección de lugares comunes listos para ser devorados por europeos ávidos de una otredad exótica. Nos guste o no, García Márquez sería el primero en administrar esa franquicia con una eficacia imperturbable. El dueño de la disco. Por supuesto, se trataría de un escritor total y genial, lamentablemente frito en el aceite de su propia contradicción, ahogado en la bebida cola que todos beberíamos: intentando describir un lugar nuevo, lo transformaría en un parque temático donde algunos - o casi todos- intentarían en vano escapar.


Fedor Dostoievski
Los endemoniados (fragmento)
" He pensado que algún día me llevarías a un lugar habitado por una araña del tamaño de un hombre y que pasaríamos toda la vida mirándola, aterrados. "



Domingo 4 de marzo de 2007Un café para Cancino:
(Entrevista que apareció en macedonia.yoll.net al mejor crítico de música de Chile).
Primera parte: Grande y al unísono.
Sábado por la mañana. Pide un Mocca para sus donas y sus neuronas algo dormidas. No le funcionan las matemáticas a la hora de calcular sus meses de vida ni la edición lingüística para frenar y centrarse en el cuestionario que, después de todo, no fue más que un pretexto para que Sergio Cancino, con esa misma voz plasticinosa y variopinta que sale por los aires de Radio Concierto, hablara de algo más que de paz. De música, películas y blogs. De Dios, el inventor del semáforo y Juan Antonio Labra.El Oriundo de Molina que escribía cuentos para la Zona de Contacto en su época dorada, es alguien que a la hora de tomar riesgos prefiere la grandilocuencia a lo insignificante. Prefiere una charla monumental a reducir todo a un cuestionario. Un café junto a Cancino que sólo se enfriará en el próximo capítulo.¿Nombre?Sergio Cancino¿Nombre incompleto?Que pregunta más capciosa... Paso.¿Meses en la tierra?30 por 12 son... 460. Como se nota que es temprano por la mañana, mis matemáticas están terribles. Pero se justifica, es sábado y tuve que soportar a Ana "Torreja" anoche en el Festival de Viña.¿Meses en otro planeta?Una eternidad¿Actividad actual?Formalmente, editor de Radio Concierto
¿Preferirías ser Director de cine, músico, escritor, deportista o common people?Me gustaría ser todas las cosas al mismo tiempo. Ser una estrella deportiva, el delantero más goleador de Cobreloa (mi equipo favorito), tener una banda y hacer discos monumentales... Pero creo que lo más cercano a mis talentos, si existe y se aplica a mi realidad, es escribir. Tengo una novela que rescaté hace dos años de un computador que murió y mejor no digo más porque tengo que terminarla. Además me gusta subir cerros. Si bien con eso no vas a obtener mucha fama, puedes ser un ‘andinista part time’ y sacarte lindas fotos a 2000mts. de altura.¿Tuviste otra vida?Supongo porque hay cosas que no me puedo explicar. Eternos deja vú y sentimientos de ¿Por qué sé hacer esto si no debería saberlo? siento que pesqué truchas durante toda una vida ¿por qué me sale tan natural?¿Tienes vida ahora?Si y me gustaria tener todavía más.¡Error!Marcador no definido.¿Chica o Grande?Grande. Todo tiene que ser grande, incluso los fracasos tienen que ser los más grandes y épicos posibles. Si la vamos a cagar que sea al 500%, y viceversa.A mi me gustan las historias de grandes fracasos épicos, esos personajes que la historia dejó de lado pero que tienen cosas más interesantes que contar que los propios ganadores.Dos ejemplos que me obsesionan son Garrett Augustus Morgan, el inventor del semáforo y Doug Yule, el reemplazante de John Cale, el bajista oficial de la Velvet Underground. El primero fue un negro americano que tuvo que luchar contra la discriminación de toda una sociedad que se quería apoderar de sus inventos. Tuvo una vida muy épica pues fue inventor en una época donde ser negro era muy complicado. Doug lo que hizo fue seguir con la banda después de que se fuera Lou Reed en 1970 y hasta 1974. Incluso grabó un disco entre 72-73 llamado 'Squeeze'. Lo que me gusta de esta historia fue la perspectiva y el sentido del humor con que se tomo la nula consideración de la banda en su revival durante los 90's e incluso en su ingreso al Salón de la Fama del Rock'n Roll. El tipo es de una humildad increíble, un sentido común y una sensatez que a mí me conmueven profundamente. Hizo música por derecho propio, además. ¿Oscuro o claro?las dos cosas al mismo tiempo.¿A medialuz?No precisamente. Son como dos dimensiones paralelas coincidiendo al mismo tiempo.
Objeto personal que adorasAparte de lo típico, es decir, mis discos, mis libros, mi bicicleta y todo eso... mi destornillador y mis cajas de cachureos. Como Andy Warhol, que creaba “capsulas del tiempo”. El se iba de compras un dia y luego metía las cosas en cajas que cerraba. Eso para el era encapsular el tiempo en un momento puntual. Recuerdo una exposición de estas cajas donde habia una que me llamó mucho la atención. Era de 1986 y se veía que había comprado la banda sonora de Rocky IV. Imaginaba a Warhol comprándola y me parecía un momento genial.
Objeto ajeno que adores (especificar sujeto y razones)H abia un objeto ajeno que me gustaba mucho pero afortunadamente me lo regalaron porque debo haberlo mirado por tanto tiempo con unos ojos como los del Gato con Botas de Shrek 2. Era una figurita de plastico y con pelo de Paul McCartney que la abuela de mi novia le habia regalado. Creo que lo miré tantas veces que un dia me dijo ‘Toma, Paul es tuyo’ y lo tengo ahí puesto en mi galería de figuritas coleccionables.
Canción favoritasi tuviera que elegir una hoy, a esta hora sería Life on Mars de David Bowie. Es una cancion que tiene todo lo que uan cancion debiera tener. Es suave, es violenta, es emocional. Instrumentalmente es preciosa y es de Bowie.Canción favorita que te de vergüenza que sea tu favoritaYo formaria el "Partido Anti Placer Culpable". Es que si algo te gusta te tiene que gustar y punto, no tienes que darle explicaciones a nadie. Suficientes culpas tenemos con el psicoanálisis de Freud para andar más encima culpandonos porque nos gustan ciertas cosas.En el ultimo tiempo me he dado cuenta que hay canciones de Laura Pausini que me gustan. Porque es una mujer que sabe sufrir con clase. Escribe buenas letras que podrían ser de autoayuda sin caer en la obviedad de aquello. Laura Pausini podria caminar por providencia y no creo que mucha gente se voltearía a mirarla. Además, siempre la encontré bonita. Siempre vi algo más en esa nariz prominente, esos ojos rasgados y en que era morena... tiene algo Laura Pausini que me gusta y no siento ninguna culpa por eso. Tampoco la siento si me gustan canciones de Kudai o de Cristóbal o de quien sean. Si la canción es buena no importa quien la haya hecho.¿The Beatles o The Rolling Stones?The Beatles, absolutamente. Porque ahí esta McCartney y para mí McCartney es Dios.Disco de tu discoteca que debieras quemarYo tengo un aprecio y un cariño por los objetos enorme. No podría quemar un disco. De hecho, he guardado muchas cosas que aunque no escucho solo de mirarlas me llevan a una época puntual que me hace alucinar. Por ejemplo, tengo singles de Marky Mark and the Funky Bunch, los tengo ahí junto a singles de Milli Vanilli antes que se rebelara el escándalo de que los negros no cantaban. Yo sé que hay fanáticos que rompieron esos singles y creo que no debieron haberlo hecho. A mí me gustan los objetos y no los podría romper. Grupo o solista al que deberiamos linchar¿Por crímenes cometidos contra la música?, ¿Contra la humanidad?, ¿Esto es como un tribunal de Nuremberg de la música pop?. Yo creo que incluso los seres más repudiables en algún momento atinaron por suerte o coincidencia a hacer un par de frases, un par de compases o un corito por ahí que los redime. Sé que he dicho muchas veces 'Perdónalos señor, no saben lo que hacen' por alguna banda o solista. Creo que no lincharía a nadie, a lo más les cobraría una infracción cada vez que hicieran una tontera con su carrera. Hay gente que deberían linchar por hacer estupideces en su carrera. Por ejemplo, yo multaría a Sergio Lagos por haber lanzado 'Telephone' como single. Ese disco tiene cosas mejores y lanzarlo fue exponerse a una paliza innecesariamente.Es más, creo que ni René de la Vega se merece que lo linchen, fue un tipo corajudo. Ni siquiera a Delfín Quishpe o la Tigresa del Oriente. Mientras sea honesto, que hagan lo que quieran¡Error!Marcador no definido.Personaje Televisivo y radial al que deberiamos rendir honoresIba a decir Andy Warhol por haber inventado los 15 minutos de fama, pero si tiene que ser chileno... es raro, no se me viene nadie automáticamente. Hay mucha gente que ha hecho contribuciones para que las cosas estén mejor.Persona en el mundo a la que matariasNo, ya es mucho. Están matando demasiada gente como para que me sume a su cruzada demoníaca. No, no quiero matar a nadie.
Persona en este mundo (y en el otro) al que le darias vida eternaCreo que es complicado lo de la vida eterna. Basta ver esa gran saga llamada Highlander. Porque el ser humano no esta hecho para vivir eternamente ni para vivir más de 200 años, es un exceso vivir tanto tiempo. Creo que la muerte define como seres humanos, saber que nos vamos a morir. También nadie puede ser eternamente creativo y genial por un lapso prolongado. Todas las personas tienen momentos, hasta David Bowie tiene unos discos malos a fines de los 80's, los Rolling Stones tienen 'guatazos'. Una eternidad es mucho tiempo, no se puede mantener la llama ardiendo. Además, sería un sacrilegio ofender a Dios, ¿no?Una cosa que harias si fueras DiosComo dijo Sandra Bullock... paz mundial.Una cosa que harias si fueses “el otro”Daría una entrevista. Creo que hay muchas buenas preguntas para hacerle al demonio y que nadie se las ha hecho porque, hasta que yo sepa, además Al Pacino nadie más ha hablado con él. El problema es que hay que ser malo y morirse para entrevistarlo.Si pudieras te convertirias en...Buena pregunta... No me convertiría en nadie.¿Te vas a morir...?Espero que saquen todos los órganos que pudieran servirle a alguien más, que me incineren y que quien sobreviva lleve mis cenizas y las arroje puntualmente en la cordillera de la 7ma. región, ojala cerca de la Laguna de las Animas que esta a 2000mts de altura. He sido profundamente feliz ahí y creo que las cenizas de uno deben estar donde uno fue feliz, ¿no?. Creo que es fome estar enterrado y pudriéndote bajo tierra.

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