Preguntas en la Naciòn.cl a Carolina Rebolledo, directora de Teatro Engranaje que puso en escena “Micromundos”

-Es raro ver un teatro con base en la biología. ¿Cuáles son las preguntas que los motivan como compañía?
-Tenemos dos inquietudes muy fuertes: la relación del hombre con la naturaleza y la contemplación de ésta. No somos ecológicos ni esotéricos, no tenemos banderas, pero estamos conscientes de las crisis ambientales que se generan a diario, por la ansiedad humana de poseer. Para preparar nuestros montajes, entrevistamos a bioquímicos y nos llenamos de libros que hablan sobre el ciclo del viento y el agua, sobre las plantas. Nuestra misión es hacer conciencia. Por otra parte, nos apasiona el uso de materiales y el movimiento. Aquí no hay diálogos, ni danza ni actuación, sino cuerpos vestidos de terciopelo negro que retratan una gota de agua, una hoja que va por un río. Los ojos y el tronco de un hombre que está hecho de la misma energía que lo originó.

-¿Qué rol tiene el hombre, un maldito depredador?
-No dejamos de cuestionarnos eso. Más que un malvado, el hombre es un inconsciente. Con el afán de devorarnos el mundo, nos vamos autodestruyendo, aserruchamos nuestro propio piso. No sé cuál va a ser nuestro destino ahora con el calentamiento global o la crisis energética, pero hay que reaccionar, abrir los ojos. Porque somos insignificantes ante el universo.

-¿Qué viene después de este montaje?
-Queremos llevar "El Viaje " a la calle o al menos un compilado de él. Mostrarle a la gente el engranaje que hay detrás, los trucos. En el verano, estaremos en la Plaza Camilo Mori y en el Festival de La Reina.