Monday, August 20, 2007

Preguntas al azar de La Nación a Jorge González

–“Comprado en Europa” habla del joven futbolista latinoamericano vendido como promesa a un club del viejo continente, pero que al final no debuta nunca, porque o lo mandan a préstamo o lo dejan siempre en la banca. ¿Es sólo fútbol o también trata de la industria musical que, a veces, promete grandes conciertos y promoción y al final no pasa nada?
–No pensé para nada en lo de la industria de la música en esta letra. La verdad, sólo en la imagen del futbolista que pierde sus mejores años en la banca, aunque “asegurándose el futuro”, cómo si tal cosa se pudiera lograr de alguna manera.

–¿Y qué te pasa cuando te nombran como el padre del rock chileno?
–Mirá, me parece exagerado. Es lindo que los pibes se copen y digan eso, pero… Qué sé yo…

–Hoy existe un debate respecto a mejorar aspectos de los derechos de autor, en cuanto a piratería, copias caseras e Internet. En este contexto, tú lanzas un EP y publicas de inmediato los temas en Myspace. ¿Cuál es tu idea, mientras muchos cuidan que sus temas no lleguen a Internet? ¿La industria cambió y sólo vale tocar en vivo?
–El problema de la piratería de CD es uno: es barato y sencillo hacer copias. Contra eso no hay mucho que hacer, excepto cambiar el soporte fonográfico, lo que estaría muy bueno, ya que el compact disc tiene una calidad muy limitada, más aún que la del viejo y querido vinilo. Incluso, por duración, tiene cosas que enseñar. He encontrado vinilos de, por ejemplo, Mario Lanza, que son de comienzos de los ’50 y suenan perfecto, además de tener un bello diseño. Los CD se rayan y mueren, no duran más de 10 años.
Cuando a fines de los ’80 el compact prendió, la industria de la música ya estaba en declive y los nuevos artistas no prendían en el público como los discos de los ’70, cuando Peter Frampton, Kiss, Bee Gees o Julio Iglesias vendían discos por camionadas, pero el CD engañó esa realidad, haciendo que todo el mundo reemplazara la colección de Los Beatles o de Sui Generis por estos disquitos chicos con carátulas enanas. Y, lo de tocar en vivo, nunca dejó de ser la manera verdadera de popularizar la música. En todo caso, la piratería es un asunto que ha beneficiado a algunos. Mira a Johnny Depp, de “Los piratas del Caribe”, ya van en la tres.
“LA MUERTE DE PINOCHET NO ME CAMBIÓ EL DÍA”
–Cuando se habla de los ’80, muchas veces se explica la falta de conocimientos de la prensa como producto del apagón cultural bajo dictadura. Sin embargo, hoy, cuando el periodista Rodrigo Guendelman escribe un comentario sobre tu nuevo EP y nombra a tu esposa y acompañante de Los Updates, Loreto Otero, como Teresita Cabeza, uno puede sumar una descarada falta de rigurosidad. Este ejemplo de cómo trabaja alguna prensa amarilla, ¿te hace reflexionar sobre los tiempos que corren en Chile a nivel mediático, que todo se mezcla con farándula y se ensucia?
–Tengo la impresión que Copesa y Edwards buscan gente que no se les escape de la línea editorial, que a grosso modo es estupidizar y asustar, para preparar el camino al esquivo presidente de derecha que esos importantes consorcios anhelan, aunque no lo necesitan, ya que con los DC están mejor que nunca. Parecen tener una política de no contratar a gente muy despierta. Ahora, igual me parece que ha sido saludable el chacreamiento tan obvio de la televisión, por ejemplo, porque la revela como lo que siempre ha sido, un invento alucinante mal aprovechado.
–Falleció Gladys Marín, a quien acompañaste en su campaña presidencial en 1999, y Augusto Pinochet, líder de la derecha los últimos 30 años. En Cuba, donde estuviste un tiempo, ha tenido graves problemas de salud Fidel Castro. ¿Qué te pasa con estos hechos?
–Lo de Gladys Marín fue triste. Queda la sensación que era la única capaz de levantar y mantener los ideales más bellos de la izquierda chilena. Lo de Castro y Pinochet, me avergüenza reconocer que me dieron lo mismo, no me cambiaron el día.
–En el libro “Maldito sudaca” (Ril, 2005) dices que nos haría bien una mujer en el poder. Hoy, el Gobierno de Michelle Bachelet no ha estado exento de problemas, como el Transantiago, lo que redunda en que ha bajado su popularidad. ¿Cuál es tu opinión de su Gobierno? ¿Las críticas a su gestión son sólo producto de una sociedad machista?
–Llevo más de dos años en México, así que, por supuesto, dar una opinión es irresponsable, además de irrelevante, pero no es difícil imaginar que para los lores y zares de la ultraderecha chilena debe ser una pastilla difícil de tragar tener una mujer al volante.
–¿Por quién votarías en la próxima elección?
–Chile casi se convirtió en Estados Unidos: da como lata votar y uno vota por el proyecto menos dañino. O sea, por la Concertación, para que no salga la derecha, pero sabiendo que sus políticas también son de derecha. ¿Por quién votaré en las próximas elecciones? Por el menos malo, de nuevo.

“A VECES ME PEGO GUATAZOS, COMO LEER A PAUL AUSTER”
–Hace un tiempo leías al francés Michel Houellebecq y lo recomendabas para entender más sobre lo que nos sucede como sociedad. “Irreverente, formal y obsceno a la vez”, dice de él la crítica internacional. ¿Lo sigues leyendo? ¿Qué lees hoy?
–Ya se me acabaron sus libros. No son tantos como hacen falta. Hoy lo que estoy leyendo, que está muy bueno, se llama “No country for old man” (No es un pueblo para viejos), de Cormack McCarthy. La semana pasada leí ”El quinto en discordia”, de Robertson Davies, muy clásico, como las cosas que uno leía de niño y releí el ochentero “Cabeza de turco”, de Günter Wallraff. Eso sí, a veces, me cuesta datearme bien y me pego guatazos, como leer a Paul Auster.

Blog Archive