Thursday, November 19, 2009

Hugo Medina:
Mensajero de la tierra a las estrellas
El actor, Altazor 2007, personifica al mismísimo Galileo Galilei, recordando que el egocentrismo humano, o geocentrismo de hace 400 años, hoy está obsoleto, aunque nuevos inquisidores aparezcan en medio de los principales problemas ecológicos del siglo XXI. Apuesta por los grandes personajes del teatro, aunque confiesa que por un par de detalles con el Fondart, no podrá interpretar al rey Lear en marzo próximo, como estaba previsto.
Miércoles 18 de Noviembre de 2009


“Maldita la tierra que necesita héroes”, grita el actor Hugo Medina, interpretando a Galileo Galilei, dejando en el aire una frase que parece ajustarse tanto al Renacimiento como a nuestros tiempos.

El Altazor 2007 al Mejor Actor de Teatro (por “El jardín de los cerezos”), que viene siendo un rostro frecuente en la tele y el cine, desde “Marta a las ocho”, “La Quintrala”, “Rompecorazón”, “Johnny cien pesos”, “Historias de Fútbol”, “El chacotero sentimental”, hasta hoy con “Ilusiones Ópticas”, llegó disculpándose a la entrevista por el atraso.

Es que en pleno día viernes, a las seis de la tarde, el taco hace imposible un viaje expedito desde la Comunidad Ecológica de Peñalolén hasta el Teatro Agustín Siré, en Morandé.

Ahí con la obra “Galilei”, en pleno Año Internacional de la Astronomía -y en tiempos en que el propio Vaticano reúne especialistas para debatir la posibilidad de vida extraterrestre- se recuerda que hace 400 años el físico y matemático italiano, el “mensajero de las estrellas”, dio a conocer sus hallazgos, tras ser el primer humano en ver Saturno, en descubrir cuatro cuerpos que orbitan Júpiter y que la luna no es una esfera de vidrio, sino que tiene cráteres, además de que la Vía Láctea está conformada por estrellas.

Pero lo que también se recuerda y se transforma en el punto más álgido de la obra dirigida por Aliocha de la Sotta, es el tema más conflictivo, legal y humanamente hablando, de Galilei: para salvarse de la hoguera, ante la amenaza de la Inquisición, el italiano debió abjurar que el Sol era el centro que orbitaban los planetas, incluyendo la tierra, y apoyar la tesis de la Iglesia que postulaba que el Universo era estático y que su centro era gobernado por nuestro planeta, mientras que el resto era sostenido por esferas de cristal que lo rodeaban. Con todo, el italiano no se salvó de la cadena perpetua que pagó en su casa, mientras la difusión de sus textos quedaba estrictamente prohibida.

-Han pasado 400 años, ¿qué nos acerca hoy a Galilei?
“Creo que la cosa fundamental planteada aquí y que es la medula de la obra, es que un problema que parece tan lejano como era la postura de los científicos frente a los poderes de ese momento, es tema también hoy día para los científicos de Chile y de todo el mundo”.

-¿Algún ejemplo?
“Ejemplos tenemos muchos y por nombrar solo alguno, están los cisnes de Valdivia; cómo se hace una denuncia por los ecologistas, cómo se hace un estudio; la empresa que se defiende hace un nuevo estudio y dice que no, que la empresa no tiene nada que ver con el tema de los cisnes (se ríe). O estudios hechos por universidades extrajeras sobre Pascua Lama. Hacen una investigación muy completa del impacto que va a significar destruir estos hielos eternos a futuro y ellos vienen y sacan estudios, pagan para que esos argumentos sean rebatidos inmediatamente y además, la empresa empieza a hacer una inversión inmensa para poder ganarse a la gente que va a ser afectada directamente. Hacen proyectos para los campesinos, para los cesantes y se compran a todo el mundo. Es espantoso. Así, cómo no va a tener vigencia el problema, seguimos con lo mismo que hace 400 años”.

-Hoy, ¿quién es el inquisidor?
“El inquisidor ahora es otro poder. Son los grandes consorcios internacionales, ya ni siquiera de los países”.

-En Peñalolén, en la Comunidad Ecológica donde vives, la situación debe ser algo diferente que en la ciudad. Lejos de esos problemas de las empresas y contaminación, un lugar más rico, ¿no?
“Bueno, todavía rico. Lamentablemente, se ha ido destruyendo también por los intereses económicos. Nosotros luchamos durante muchos años -yo vivo hace más de 20 años ahí- para que la subdivisión fuera de no menos de mil metros cuadrados por propiedad. Lo que según se había estudiado, eso significaba que no se iba a romper la ecología, porque no había que botar más árboles. Pero hay gente con mucho dinero que ha llegado en los últimos 10 años, que lo primero que hace es comprar el sitio y ¡paaaa! Arrasa, pone pasto y construye. ¡Es brutal! ¡Salvaje! De comunidad ecológica le queda el puro nombre no más”.

Como una prueba de la lucha que se batalla en sector sur-oriente de Santiago, Hugo da cuenta de los cerca de 40 mil árboles nativos que han plantado desde hace dos décadas y de cómo ellos mismos financiaron el traslado del cablerío bajo la tierra -“y eso cuesta como tres veces lo que vale ponerlo arriba”, dice- para evitar que mueran los pájaros.

“¿Sabes que Peñalolén es un lugar de tránsito de las aves migratorias? Es una zona de detención de las aves que vienen desde la Patagónica y van hacia Norteamérica, que descansan ahí porque no tienen hasta mucho después dónde poder parar”, dice preocupado.

-¿Qué mejora han logrado trasladando los cables a la tierra?
“Gracias a eso todavía hay pajaritos que no existen aquí en Santiago; loicas, codornices… (Sonríe) A mi patio llegan loicas todavía, hay conejos también, pero la gente lleva a sus perros que se los van comiendo y destruyen sus cuevas. Antes había conejos por todos lados”.

-¿Hace 20 años cómo era?
“Era precioso. (Se ríe) Todos me decían: ‘¡Loco, cómo te vas a ir a vivir allá!’ Había un puro camino de tierra. Hoy hay asfalto para que los autos no sufran tanto, pero yo prefiero que sufran los autos y que no suframos nosotros. El ir construyendo cada vez más cemento y el ir rompiendo la forestación impide que cuando vienen las aguas lluvias, éstas se absorban”.

-¿Eso explica las inundaciones?
“Claro, lo que estamos haciendo es que, cada vez más, la ciudad de Santiago se llene de agua porque ésta no tiene dónde absorberse, sino que baja por el cemento y se llenan los colectores que ya no dan abasto.
“Además, se va creando una erosión del suelo, se va arrastrando la poca tierra que hay a través del cemento cuando llueve. ¿Sabías que toda la tierra fértil está en los 80 primeros centímetros de arriba? Toda la riqueza de la tierra está en una primera capa, no en el fondo, así que si hago un hoyo de 2 metros no encontraré vitaminas para plantar nada. Así que cuando llueve, toda esa agua que viene va tirando al alcantarillado la parte de la tierra capaz de producir la vida”.

-“Maldita la tierra que necesita héroes”. ¿Quiénes son los Galileos de hoy?
“La dirección plantea que ojalá que no se necesitaran héroes, que la gente no tuviera que inmolarse por ser consecuente hasta las últimas, porque a ellos, el sistema los mata y por lo tanto, se convierten en héroes. Ojalá que fuéramos más libres, que permitieran que el conocimiento y la creación tuvieran libertad y no necesitáramos ser mártires”.

Armado de una frondosa barba para personificar al matemático y con sus características largas cejas que siempre han acompañado al actor -“a las maquilladoras les tiemblan las manos por cortarlas”, cuenta-, Hugo relata su principal inspiración para mirar al cielo y comprobar la inmensidad del universo, y así preparar esta obra:

“Dos meses antes había estado en un observatorio y quedé anonadado cuando el tipo que nos guiaba nos mostró una estrella y nos dijo: ‘Esa estrella que están viendo está tan lejos que puede ser un sol más grande que el nuestro. Incluso es posible que haya desaparecido hace 200 años luz’. ¿A ver? Pero si la estoy viendo. ‘Claro, porque las estrellas son bullentes, tienen luz propia y están explotando constantemente, pero llega un momento en que ya no tienen combustión y mueren. Entonces, esa estrella que estás mirando puede ser solamente la luz y que haya muerto millones de años luz antes’. ¿Cachái la distancia? (se ríe) Entonces, ahí tú dices ¡somos la nada! Esa cuestión me dejó como un mes pagando”.

Para enero, su look de matemático renacentista desaparecerá, ya que en el marco de Santiago a Mil se reunirá con Arnaldo Berríos, Elsa Poblete, Oscar Hernández y Luis Alarcón para presentar la obra de Marco Antonio de la Parra “Lo crudo, lo cocido y lo podrido”, bajo la dirección de Gustavo Meza.

Está feliz, aunque aún algo dolido porque para marzo próximo se esperaba que el inglés Pete Brooks lo dirigiera en el “Rey Lear”, junto a Francisco Melo, Arnaldo Berríos, Francisco Pérez-Bannen, Óscar Hernández, Begoña Basauri, Lorene Prieto y Claudia Di Girólamo. Pero...

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