Saturday, May 08, 2010

500 días con ella

Ascanio Cavallo
El mejor chiste de esta película lo dice el narrador en off, cuando explica que la principal convicción de su protagonista se debe a "una mala interpretación de la película El graduado", además de "una temprana exposición a la triste música pop británica". La convicción de Tom Hansen (Joseph Gordon-Levitt) consiste en que nunca podrá ser feliz si no encuentra a la mujer que le está destinada. Lo gracioso es que, en efecto, esa es la peor manera de entender El graduado, una película mucho más concentrada en desnudar la crisis de la familia norteamericana de los 60 que en proponer cualquier tipo de predestinación amorosa.
Tom, un arquitecto treintañero que trabaja redactando frases para tarjetas de saludo, está seguro de que halla a la mujer de su vida cuando aparece en su oficina la nueva asistente Summer Finn (Zooey Deschanel), una joven bella, delicada y sensual, con la que comparte algunos gustos y cierta sensibilidad estética. Sólo que Summer no está en busca de una relación amorosa, ni siquiera de una relación estable, sino sólo de una amistad libre y sin compromisos. Esto la convierte, a ojos de Tom, en una mujer incomprensible, un completo misterio.
Agudamente, el director debutante Marc Webb elige una estrategia narrativa fracturada. El relato parte en el día 290, regresa al 1, pasa al 3 y al 8 y luego salta al 154, para volver al 11, y así por delante. Esta estructura refuerza la idea de la dificultad de Tom para comprender a Summer. Dado que el narrador conoce el desenlace de los 500 días, la permanente perplejidad de Tom se convierte en el verdadero tema de la narración: es el estado en que permanece desde el comienzo hasta el final de su relación con Summer.
De este modo, la película no es tanto la historia de un romance, sino de la manera en que lo vive el protagonista. Y por ello el salto de un día a otro no sigue el patrón lineal de acumulación de información, sino que opera por asociaciones emocionales, como una conciencia que reconstruye sus propias ilusiones (y las idealiza) y sus propios tropiezos (y los magnifica).
No es que se trate de una narración de vanguardia. A su manera singular, es también una comedia clásica, dosificada con astucia, revestida con un humor inteligente y centrada en un protagonista que ofrece todas las ambivalencias posibles.
Al fin, 500 días con ella es el retrato agudo, divertido y perceptivo, de un temperamento neurótico alimentado por la cultura popular -la música, el cine- y estimulado por una idea del destino en la que se funda gran parte de la comedia romántica. Sólo que en esa idea -opinable como puede ser- no cree nadie en esta película, empezando por el mordaz y distante narrador. Y menos un espectador razonablemente consciente de El graduado.
(500) Days of Summer
Dirección: Marc Webb. Con: Joseph Gordon-Levitt, Zooey Deschanel, Geoffrey Arend, Chloe Moretz. 95 minutos.







Réplicas (2)

Francisco Mouat
Joaquín Edwards Bello escribió una vez que los terremotos son "lecciones de humanidad" y "devuelven a cada uno su valor real". También decía que después de los terremotos, los chilenos "se nivelan en el hoyo". No hay cómo desmentirlo.
Un par de días después del terremoto, les pedí a algunos de mis amigos y conocidos que se reportaran. Recibir sus respuestas fue como empezar a escribir el guión de una película de fragmentos. Mauricio y la Ange habían estado vacacionando a veinte minutos de Iloca, pero regresaron la tarde del viernes 26 de febrero a Santiago. El papá de Mauricio, nacido y criado en Constitución, juntaba ayuda en una camioneta para partir pronto al sur. Mario Peña aún no tenía noticias de su madre, que vive sola en Chanco. La casa de adobe en Santiago Centro donde viven la Marcela y la Elito había resistido "como una valiente". Manuel y la Beatriz estaban ellos muy bien, gracias, pero apoyando a una amiga que tenía a una hija en problemas. La casa de la abuela de la Berni en Parral se vino abajo, pero todos los que vivían allí se salvaron. La mamá de la Camila estaba asustada por los robos y saqueos en Concepción: hacían turnos entre los vecinos para "cuidarse". La Mónica, que es de Concepción, que vivió el terremoto del 60, dice que éste fue mucho peor. Su gente está sufriendo: su hermana, en Dichato, vio cómo el mar se llevaba su casa, incluyendo la magnífica biblioteca que había formado a lo largo de su vida. Conozco esa biblioteca: la Mónica me prestaba libros de su hermana con relativa frecuencia. Sabina vive sola en un piso doce. Tuvo tanto miedo, que ahora está con estrés post traumático. Jaime había estado visitando en Empedrado la casa donde nació su madre en 1909, al lado de Chanco. Ese día alojó en Constitución. Ahora le parece que todo eso fue, sin saberlo, una trágica despedida. Macarena está hundida, le duele la guata y la cabeza, anda con una pena enorme y llora. Ricardo apunta, escueto: "Se me movió el piso, compadre. A todos, creo". Armando, cuya familia es de Lolol, no deja de pensar en sus vacaciones infantiles en Iloca y Duao. Dice que Llico también sufrió. Que el mar se llevó las casas de pescadores amigos y una hostería, la Miramar, donde se comía rico y se reunían con los primos y parientes de Curicó. Su oficina de Ñuñoa tendrá que abandonarla, y la casa de sus abuelos en Lolol quedó muy dañada. Recién había conseguido una pega con una agencia que tenía oficina en Huechuraba. Justo en esos edificios nuevos que quedaron buenos para nada. La Gaby está atiborrada de radio y televisión. Después me dirá que al cabo de dos o tres días se cambió al silencio: ya sabía lo que tenía que saber. María Teresa venía llegando de Pelluhue y Curanipe. Se vinieron antes, a pesar de los reclamos de la hija menor, porque el hijo mayor llegaba desde Uruguay y ella quería recibirlo como una buena madre. A José se le cayó su casa en San Bernardo. Carolina dice que no le pasó nada, puras frivolidades: "Nada que Casa Ideas no pueda solucionar". Magdalena se quedó atada a su cama, sin moverse un centímetro, paralizada por el miedo. Pensó que eran sus últimos momentos y que el corazón le iba a explotar. Magdalena es catalana y éste era su primer terremoto. Mariana estaba en Las Cruces. Cuando volvió a su casa, se encontró con una ampliación no planificada al patio del vecino.
Del Coke Chamorro, que vive en el sector El Palillo de la isla Juan Fernández, arrasado por el tsunami, supe por una magnífica casualidad que estaba vivo: lo vi en la televisión. Era uno de los tantos rostros anónimos que decían frente al micrófono que habían arrancado al cerro y habían visto cómo el mar se llevaba todo. No quedó nada de sus casas, salvo ellos mismos.
¿Y Raúl? Raúl es ingeniero, y fue pocos días después del terremoto a revisar el estado en que había quedado el hotel Radisson en la Ciudad Empresarial. Cuando leí la noticia en el diario, no asocié que Raúl era Raúl. Su hija Andrea me avisó el sábado por correo electrónico. Raúl cayó al vacío desde el piso once del hotel. El lunes de la semana pasada lo despedimos junto a su familia y sus amigos en la parroquia del Colegio Hispanoamericano. Junto a sus restos, Andrea colocó el manuscrito de un autorretrato que Raúl escribió un año atrás. Busco entre mis carpetas el texto original: "Nos casamos con Florencia cuando yo tenía 17 años y ella 18. Estuvimos juntos treinta años hasta que un lamentable accidente cambió nuestras vidas. A todos nos ha costado rehacer el camino, especialmente a mi hija menor, Andrea, que era muy cercana a su madre. A pesar del dolor vivido, me siento afortunado de estar en esta tierra disfrutando las cosas simples de la vida. Me gusta ir al cine a ver películas de cosas cotidianas, sin mucha ficción ni efectos especiales. Me gustan los deportes. Me gusta sentir una brisa de viento en mi cara".

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