Sunday, July 06, 2008

Intimidades

Francisco Mouat

Una amiga hizo un cáncer. Hubo que operar de urgencia. Su hermana Lily me avisó, y le mandé a través suyo palabras de aliento para Magaly. Sabía que estaría sola en la camilla cuando la ingresaran al pabellón. Magaly me escribe ahora que el cáncer parece batirse en retirada. Me cuenta que momentos antes de caer tumbada por la anestesia cantó los versos de José Agustín Goytisolo en Palabras para Julia: "Nunca digas no puedo más y aquí me quedo". Los camilleros la recordarán cantando al poeta español antes de ser operada. Eso se llama resistir con valor, con la contundencia de la buena poesía.

"El único paraíso que vale la pena: la intimidad". Leo esta frase en un libro de Daniel Pennac y la apunto en mi libreta. "Leemos contra la muerte. Leemos como un acto de resistencia. Estamos habitados por libros y por amigos", acaba diciendo Pennac.

Después leo el poema "El viaje", de Baudelaire, seguido de un comentario de Roberto Bolaño en El gaucho insufrible: "Voy a viajar, a perderme en territorios desconocidos, a ver qué encuentro, a ver qué pasa. Pero previamente voy a renunciar a todo. O lo que es lo mismo: para viajar de verdad los viajeros no deben tener nada que perder".

Sigo leyendo, no quiero detenerme. Diarios, de Eugenio Ionesco: "¿Qué es la vida?, se me puede preguntar. Para mí no es el Tiempo: no es esta existencia que huye, que nos resbala entre los dedos, que se desvanece como un fantasma en cuanto uno quiere asirla. Para mí es, debe ser, presente, presencia, plenitud. He corrido de tal forma tras la vida, que la he perdido". La sentencia de Ionesco es de una contundencia incontrarrestable. No hay futuro, sólo presente, presencia, plenitud.

Hemos vivido momentos difíciles en casa. La ley de la vida. Tormentas aquí y allá. Las sorteamos con juego de cintura y lectura. Leemos a dúo al poeta Hugo Mujica en una entrevista en el diario. Me prendo con sus versos: "Lo sin por qué ni para qué/ el puro existir, el milagro". Leer a Mujica en voz alta en el amanecer de un domingo es un privilegio: "En épocas como éstas, la belleza es la más silenciosa de las protestas".

Sé que exagero, pero de eso trata en parte la vida: exagerar ciertos momentos para que sumados, uno a otro, te regalen sentido y compañía en medio de la soledad profunda con la que venimos al mundo, que es la misma soledad con la que después nos vamos.

No hago más que narrar intimidades aparentemente desconectadas, a ver si al final de la crónica me cae un rayo de luz. Anoche leí en voz alta la conversación de dos italianos, un periodista y un filósofo, con el escritor alemán Ernst Jünger, cuando éste tenía cien años de edad: "Sigo viajando por el mundo de la literatura y por ese pequeño cosmos que es mi jardín. A veces, en los días soleados, me entretengo haciendo pompas de jabón que el viento lleva entre las plantas y las flores. Son para mí una imagen simbólica de la fugacidad, de su inasible belleza".

El único paraíso que vale la pena: la intimidad. Me he demorado un poco más de la cuenta en entender y valorar el significado de esta frase. Pero no hay apuro, tal como me enseña Magaly, que empezó a combatir en el pabellón un cáncer cantando versos de Goytisolo, y que ahora me escribe para decir que poco a poco terminará de sacárselo de encima, que se ha detenido un momento en el camino para mandarme un abrazo, lleno de gratitud y buenos deseos. Cuando aún tienes tiempo para abrazar, más que sea con palabras, es que no todo está perdido.

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