Monday, March 09, 2009

Watchmen

Francisco Ortega

Wiken

¿Por qué leer "Watchmen"?
Este cómic no es una obra acerca de superhéroes ni personas disfrazadas. Lejos de eso, esta novela gráfica aborda temáticas tan complejas y adultas como los alcances del poder y el miedo a la autodestrucción.
Alberto Rojas M., El Mercurio Online
Martes 3 de Marzo de 2009 13:53

Los vigilantes de la novela gráfica, encabezados por el poderoso Dr. Manhattan.
Foto: Archivo El Mercurio

SANTIAGO Desde su publicación entre 1986 y 1987, "Watchmen" ha sido objeto de innumerables análisis e interpretaciones en todo el mundo. Y se han gastado verdaderos ríos de tinta para abordar desde diferentes ángulos un cómic que para la inmensa mayoría de la población -a pesar de su indiscutible valor- sólo se volvió masivo a partir de la versión cinematográfica de Zach Snyder ("300"), que llega a Chile este jueves.

Creada por la dupla británica formada por el guionista Alan Moore ("V de Vendetta", "La Liga Extraordinaria", "From Hell") y el dibujante Dave Gibbons ("Give Me Liberty"), esta historia se transformó en la primera novela gráfica cuando la editorial DC Comics decidió en 1988 reunir los 12 números originales en un solo volumen.

La trama está ambientada en un 1985 alterno, donde Estados Unidos está al borde de la guerra nuclear con la Unión Soviética, el conflicto de Vietnam acabó en victoria y Richard Nixon cumple su tercer mandato, gracias a que jamás se descubrió el escándalo Watergate.

Un mundo donde los superhéroes, en rigor vigilantes enmascarados sin poderes -salvo el Dr. Manhattan, que tras un accidente nuclear es sólo energía-, han sido ilegalizados hace mucho por el Acta Keene. ¿La razón? La desconfianza y rechazo que despertaban en la población.

Pero el asesinato de un antiguo enmascarado, El Comediante, será el motivo para el reencuentro de los ex vigilantes Rorschach, Búho Nocturno, Doctor Manhattan, Espectro de Seda y Ozimandias.

"Watchmen" es sin duda el punto de inflexión entre la era de los superhéroes luminosos y políticamente correctos, y el inicio de un estilo narrativo realista -unido a una estética equivalente- que da cuenta de héroes oscuros, ambiguos en su moral y carentes de ética. Esclavos de sus traumas y también de sus pasiones, parecen verdaderos semidioses caídos.

Por eso Alan Moore siempre ha dicho que lo que realmente buscaba no era llevar el subgénero de los cómics de superhéroes a un nivel superior, sino acabar con ellos para siempre. Pero su obra causó un efecto inesperado, ofreciendo una verdadera reinvención de las historias de enmascarados con o sin poderes. Un referente ineludible que ha marcado al cine y al cómic desde entonces. Sólo basta recordar las dos películas de Batman a cargo de la exitosa dupla Nolan / Bale.

Sin embargo, "Watchmen" es más que un gran cómic. Es un una obra literaria que cuenta con una poderosa dimensión gráfica, y que por la profundidad de su guión exige dos, tres y hasta cuatro lecturas. Ya sea porque su hilo narrativo se mueve entre el presente y el pasado a través de reiterados flashbacks o porque sus viñetas encierran numerosos detalles y guiños a obras clásicas.

En sus diálogos se esconden múltiples referencias a William S. Burroughs, Bob Dylan, David Bowie, el cristianismo y la cultura de masas británica, entre otros. Y basta detenerse en cualquiera de sus viñetas para captar los múltiples símbolos que se esconden en ellas. Por ejemplo, la constante presencia de relojes, siempre marcando pocos minutos para la medianoche. Una clave que remite al famoso Reloj del Fin del Mundo (Doomsday Clock), creado en 1947 por el Bulletin of the Atomic Scientists, y cuyas manecillas durante la Guerra Fría se acercaban o alejaban de las 12, el momento preciso del comienzo de la guerra nuclear, según el grado de tensión entre Washington y Moscú.

Están en todas partes, a veces en primer plano, en otras al fondo de una habitación. O incluso en la mancha de sangre sobre la chapita "Smile" de El Comediante.

Asimismo, estas sonrientes caritas amarillas se cuelan en diferentes momentos de la historia, desde un primerísimo primer plano en una sucia calle de Nueva York, hasta un cráter en Marte.

Mención aparte merece "Crónicas del Navío Negro", una historia de piratas que un chico lee a lo largo de la trama de "Watchmen", algo así un cómic dentro del cómic, y cuya narración se va intercalando a lo largo de la narración principal.

"Watchmen" es el cómic de superhéroes que definió la mirada humana, frágil, imperfecta y ambigua de los futuros enmascarados. También es la mejor novela gráfica de todos los tiempos, por su calidad visual y su trama. Pero también es mucho más.

El trabajo de Moore y Gibbons es un drama cargado de referencias cruzadas que llevan esta historia a un nivel de complejidad pocas veces visto. Porque es una reflexión sobre el poder en todas sus formas, el miedo a la autodestrucción y la desconfianza en las autoridades.

Escrito en tiempos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, "Watchmen" es una obra totalmente vigente hoy en día. Porque después de todo, a poco más de veinte años de su edición, el gran dilema que plantea esta novela gráfica sigue existiendo: ¿Quién vigila a los vigilantes?

Gran novela
"Watchmen": los riesgos de adaptar un cómic


ERNESTO AYALA

No es raro que las adaptaciones de cómic continúen fluyendo en Hollywood. Es tentador pensar al comic como un formato fácilmente adaptable al cine. Después de todo serían cuadritos al que solo hay que ponerles movimiento. En la práctica, el story board, el diseño de los encuadres, ya estaría listo. La realidad, sin embargo, ha probado que muy pocas películas interesantes han salido de los cómics o de las novelas gráficas. La adaptación, a las finales, no es tan sencilla. El comic maneja recursos que le son muy propios, como unas elipsis brutales, énfasis que permiten las dimensiones y formas de cada cuadro, contrapuntos entre texto e imagen o toda la densidad de información permite un cuadro impreso, inmóvil. El cine, en cambio, tiene mucho más dificultades para entregar la información que permite entender una historia sin que esta entrega se sienta demasiado evidente o torpe. Los guionistas a veces se torturan incluso en dar con maneras para recordar los nombres de los personajes sin que parezca forzado. Las mejores novelas gráficas del inglés Alan Moore (1953), un escritor que llevó la historieta industrial a una densidad literaria nunca imaginada, son la prueba más evidente de que el cómic tiene sus propios recursos expresivos. Las versiones cinematográficas de las estupendas "From hell", "V de Vendetta" y ahora de "Watchmen" sólo nos recuerdan el punto: por literal que sea la adaptación, lo importante se pierde en el traspaso.

Los miles de lectores que han convertido a "Watchmen" (1986-87) en una novela gráfica de culto no pueden quejarse de que la película no sea fiel a la historia original. Es fiel al nivel de copiar innumerables cuadros al detalle, recurrir a los mismos flashbacks, repetir los contrapuntos, utilizar las mismas soluciones de continuidad. Solo hacia el final ambas tramas separan aguas. Ahora, lo que en la novela gráfica es misterio, densidad y brillo cerebral, en la película dirigida por Zack Snyder ("300") es evidente, enfático y algo confuso.

Hay que reconocer que el desafío de adaptar "Watchmen" era enorme: el libro tiene 400 páginas, es generoso en personajes y espacios temporales, la trama, gótica y compleja, resulta prácticamente imposible de sintetizar. Y para qué hablar de su ambición. Alan Moore recurre a unos superhérores retirados, en un Estados Unidos que ha reelegido a Nixon tres veces seguidas, para hacer una enorme reflexión en torno a las tentaciones del fascismo. Para Moore, el fascismo puede esconderse incluso -o mejor dicho, especialmente- bajo las mejores intenciones. A juzgar por "300", Snyder es un inepto que se cree mucho mejor director de lo que es, sin embargo afronta el desafío menos perdido de lo que uno podría suponer. En un principio, siguiendo la novela cuidadosamente, logra distinguir a los personajes y darle a cada uno cierto espacio, cierta pausa y cierta fractura. A la que vez, logra que Nueva York se sienta decadente y turbio como era en 1985 y que la intriga capture. Pero efectista como es, Snyder pronto parece más interesado en las peleas, en los huesos rotos, en la sangre que salta y en los pequeños pero reiterados efectos de cámara lenta. Es interesante que las peleas en el cómic son breves y económicas, mientras que en la película son largas y extremadamente coreografiadas. Eso explica por sí mismo las enormes diferencias entre el original y la adaptación. Hacia el final, como era de suponer, la trama se le escapa al director de las manos, todo se acelera y enreda, las connotaciones políticas del relato se diluyen y el saldo es que se acumula poca emoción, no se produce el supuesto asombro que supone la resolución y la película parece simplemente apagarse en medio del cansancio de los espectadores.

Síntesis

Con mucho ruido llega finalmente Watchmen, la adaptación cinematográfica de la novela gráfica de Alan Moore. Sin embargo, todo el misterio, la densidad y el brillo intelectual de aquella, en la película dirigida por Zack Snyder (300) es evidente, enfático y algo confuso.

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