Sunday, March 15, 2009

¿Qué vino primero, la música o las miserias?

Por Daniel "Bazuca" Villalobos

Hace un par de semanas, Emol.com publicó una nota sobre un estudio “científico” particularmente estúpido. Basados en una muestra de 711 adolescentes de Pittsburgh, los investigadores habían determinado que “los adolescentes que escuchan música con letras degradantes tienen más probabilidades de participar en actividad sexual que aquellos que no la escuchan“. (¿Y eso es malo?)

¿Qué es una letra musical “degradante”? ¿Un rap misógino, que insulta a las mujeres, o un heavy-metal que promueve las drogas y el desenfreno? ¿Y qué hay de los boleros, que insisten en que el amor siempre termina en traición? ¿Qué pasa entonces con los miles de singles romanticones y/o tropicaloides que nos han bombardeado por años? ¿Y con Perales? ¿Y Raphael?

¿Qué pasa con todos ellos? ¿Y dónde jugarán los niños?

Alta Fidelidad se abría con John Cusack preguntándole a la cámara “¿qué vino primero, la música o las miserias? La gente se preocupa de los chicos jugando con pistolas, o mirando videos violentos, pero a nadie le importa que escuchen miles de canciones sobre corazones rotos, rechazo y dolor“.

Muy cierto. Cada vez me convenzo más de que buena parte del sufrimiento humano surge de nuestra absurda esperanza de que la vida se parezca a las canciones o a las películas. Pero lo cierto es que el arte está para sugerir la existencia de un orden que añoramos precisamente porque no lo tenemos. La vida no es ni ordenada ni justa.

¿Habríamos sido mejores personas de haber crecido con mejores películas? No sé si hablo por muchos o por nadie, pero en mi caso, la mayor cantidad de filmes que vi de niño eran mediocres o insulsos. A algunos de ellos les puedo tener cariño (como a Las Vírgenes Guerreras), pero reconozco que el mejor cine me lo topé cuando empecé a buscarlo.

Tal vez habría tenido mejor gusto creciendo con Bergman y Fellini en vez de Chespirito y Bruce Lee. Tal vez, pero de seguro me habría sido más lejana la idea de que siempre es bueno reírse un poco de tus gustos, no vaya a ser cosa que en veinte años más te avergüencen.

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