En El diablo, probablemente (1977), el cineasta francés Robert Bresson se interna en la mente de un adolescente que desea suicidarse. El chico va donde un sicólogo parecido a un agente norteamericano de migración; las preguntas son frías y la empatía, cero. La terapia no conduce a ninguna parte. El chico puede estar deprimido pero no es tonto: "no estoy enfermo, doctor; lo que pasa es que veo todo muy claro".