Que buena forma de empezar un reportaje vivencial
Todas las mañanas T.P. saca su pistola calibre 6.35 especial por debajo del colchón. La descarga, la cierra, apunta y dispara sólo para oír el click. Le gusta como suena ese click. Entonces vuelve a cargarla, la pone a un costado, y se levanta para vestirse con las mismas ropas del día anterior. Luego toma el arma, y si no está en problemas, la pondrá nuevamente bajo el colchón. De lo contrario, la enfundará en el borde del buzo contra su barriga y sólo así saldrá a la calle. En dos meses T.P. cumplirá los 15 años. Esta es la historia de un grupo de niños y adolescentes, que habla de armas como si se tratara de las láminas de un álbum. Saben dónde comprarlas, cómo cargarlas, cómo dispararlas. Y saben también, cómo fabricarlas. Cada uno de los chicos pidieron mantener su identidad en reserva junto con el de su “clica” (pandilla). Los nombres son ficticios, los casos, reales.